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- Estuvo a punto de hablar antes de ir a por el vestido.- centró sus ojos en ella.- ¿Entiendes nuestro idioma al menos, no?- la ninfa asintió lentamente con la cabeza, cohibida.- ¿Puedes hablar?

No emitió ningún sonido, tampoco se movió. Jacob suspiró pesadamente, en el hipotético caso de que ella pudiera hablar, no parecía ser el caso que lo hiciera con ellos, por tanto, asumirían hasta ese momento que ella era muda, pero le avergonzaba admitirlo, aunque era claramente visible; y se recostó en una de las camas. Ella observó ese movimiento, inmóvil, expectante. Aarón también suspiró, y en su caso se quitó la camiseta holgada, cosa que provocó fugaces miradas fervientes y deseosas de la ninfa, que por un momento fue a dar un paso hacia él, pero al ver que su movimiento sería posiblemente una respuesta negativa, retrocedió el paso. Aarón había dejado la camiseta sobre la mesa doblada de forma pobre sobre el mismo mueble donde estaba la bolsa con sus pertenencias y se acercó a la misma cama del moreno, en la que se acostó a su lado.

Naturalmente la ninfa hizo un acercamiento.

- ¡Ni se te ocurra!- exclamó Aarón sin que ella hubiera movido un solo músculo para adentrarse en la cama.- Tú duermes ahí.- ordenó apuntando a la otra cama de la habitación.

Ella lo miró con duda, extrañada, sin entender aparentemente.

Gran parte del viaje se configuró de la misma manera. Pero con ligeros cambios, era sutiles, pero eran cambios que poco a poco ambos varones se fueron percatando. El impulso que ella tomaba para arrojarse sobre ellos y satisfacer sus deseos necesitados de sexo habían desaparecido a partir del tercer día, lo cual les empezó a provocar un cuestionamiento interno de sí realmente la ninfa era o estaba adicta a las relaciones sexuales, o si realmente ella solo estaba intentando ser complaciente. De cualquiera de las dos formas, su comportamiento se fue moderando y las emociones poco a poco fueron floreciendo, cada vez eran capaces de identificar nuevas emociones en el rostro de la ninfa. Se les hacía muy extraño ese cambio de actitud, pero lo agradecieron.

Fue muy repentino cuando una de las noches que les tocaba dormir a la intemperie, ella se arrojara sobre Jacob, y este casi despertó alterado y con un grito, pues no esperaba ese movimiento y el repentino peso sobre su cuerpo. Y Aarón estuvo a poco de empujarle y gritarle, pues ambos realmente asumieron que otra vez intentaba aprovecharse de ellos de esa forma, pero las palabras se les quedaron atrapadas en la garganta a cada uno de ellos cuando ella solo había pasado los brazos por debajo de las axilas del peligris y temblaba, enterrando la cabeza en su pecho.

- Solo tiene frío...- susurró Jacob con alivio.

- Pues menudo sustito...- dijo con un sarcasmo algo rancio el castaño.- Ya podría haberte despertado amablemente.

- Déjala...- defendió calmado.- Acércate un poco, sigue temblando...

- ¿Qué pretendes? ¿Qué le hagamos un sándwich? No gracias...

- Aarón, por favor...- pidió.

Aarón suspiró largo y tendido, con una desesperación inmensa y ahogó un quejido pesado, pero acabó acercándose un poco, con cuidado, y los dos terminaron en brazos del moreno peligris. El castaño finalmente también acabó acurrucado contra ella.

A la mañana siguiente, ella seguía dormida mientras los dos despertaron, por lo que Jacob acabó cargándola en brazos para no despertarla.

- ¿Me lo parece o te estás encariñando?

- No me estoy encariñando.

- Pues despiertala...- dijo con un tono evidente.

- Eso no va a cambiar nada, Aarón.

El castaño rodó los ojos.

- No me estoy encariñando con una ninfa de la que vamos a tener que desprendernos y por la que van a pagarnos una buena suma, simplemente me estoy asegurando de que nadie sospeche y de que ella esté a gusto con nosotros, no quisiera que esto termine siendo como llevar un animal enjaulado... Preferiría que ella viniera voluntariamente.

- Sabes perfectamente para que la estamos llevando con el monarca. Te aviso para que no te encariñes y te niegues a entregarla.

- No voy a encariñarme...- insistió.- Además... No puedo negarme a un montón de oro. Y si me niego a entregarla me degollarán como a un venado, y no será agradable...- Aarón se encogió de hombros.

- No entiendo bien el tema de tener a una ninfa ninfómana en su harem si ya tiene cinco esposas.

- Precisamente porque es una ninfa ninfómana.

Aarón se quedó en silencio.

- Aunque...- empezaron a decir los dos al mismo tiempo.- Tú primero...- cedió la palabra el castaño.

- Iba a decir que no es adicta al sexo como tal, porque ya lo has visto, últimamente ya no se nos lanza, incluso actúa bastante como una niña...

- Iba a decir lo mismo...- admitió el castaño riendo un poco.

Aquella noche los dos habían llegado a un hostal de una ciudad modesta y ambos se instalaron en una de las habitaciones después de pagar por los tres. La ninfa caminaba al lado de Aarón, silenciosa, pero pasando un brazo por el del castaño como si fuera una cadena o similar. Siempre que entraban en los hostales ella había aprendido a hacer eso desde que una vez la perdieron de vista y aquello les dio un micro paro cardíaco. Y ella había aparecido entre la gente corriendo y se pegó a Aarón y no se separó...

A partir de ese entonces, siempre se abrazaba al brazo de Aarón y no se soltaba hasta que no llegaban a la habitación.

Aquella noche en particular, ella observaba desde la cama contraria a los dos varones mientras cenaban, su expresión jovial se veía llena de curiosidad.

- ¿Crees que lleguemos con las provisiones que nos quedan?

- Posiblemente al final de esta semana lleguemos, así que... contando lo que nos queda de fruta, cereales, pan y dinero... Creo que sí...- asintió con la cabeza el peligris mientras movía las cosas de la bolsa.- No te preocupes...- Aarón asintió y palpó el colchón a su lado para que el peligris se sentara con él.

- De acuerdo...- se encogió de hombros y se recostó en la cama mientras se quitaba los zapatos con los talones.

Jacob deslizó su mano por el abdomen del moreno castaño hasta llegar a su pecho, mientras se recostaba a su lado en el colchón. La ninfa los miró fijamente, sus ojos verdes se llenaron de una insana curiosidad, sus ojos se abrieron mucho, sobre todo al observar como el moreno peligris besaba la sien del más bajo y sus dedos se deslizaban por sus clavículas en un movimiento que parecía más bien un masaje o simples caricias. Aarón aceptaba ese gesto y dejaba caer su cabeza hacia el pecho y cuello para acurrucarse contra él.

Ella se acercó cuando ambos empezaron a dormir y se acurrucó contra el pecho y hombro de Aarón, imitando el gesto que él había hecho y sujetó su mano, tosca, y trabajada, pero con un dorso suave y agradable, y apoyó su mano en el centro de su pecho, en sus clavículas. Aarón notó el movimiento y giró la cabeza hacia ella.

- ¿Qué haces?- ella señaló la mano de Jacob reposada sobre su pecho y después se señaló a sí misma, sin que su otra mano soltase la de Aarón.- ¿Quieres que te toque los senos?- negó con la cabeza.

Apoyó la mano en el centro del pecho, con sus falanges acariciando sus clavículas.

- No puedo en esta posición... Mi mano no puede girar tanto.

Ella hizo un puchero. Aarón rodó los ojos y acabó moviendo la mano contraria y tiró de ella para recostarla en la cama y acariciar con suavidad la zona de las clavículas, ella sonrió y ronroneó un poco acurrucándose contra él.

Tenía que admitir que aquello había sido adorable, pero en cierta parte le seguía molestando que ella actuase de esa forma. Pero no había nada raro en acariciar, y parecía ser con eso con lo que ella se conformaba.

Eventualmente, conforme fue pasando la semana, se acercaron al palacio... y una creciente sensación de nervios fue crispando el ambiente cada vez más. Hasta hacerlo desagradable en cierto modo y lo más horrible de todo es que solo se suavizaba por el afectuoso abrazo de la ninfa. Pues ella parecía darse cuenta de que los ánimos estaban de alguna forma... enrarecidos... No entendía el motivo, pero sí le resultaba aliviador que ambos tuvieran mejor cara después de abrazarlos.

Se plantaron en las puertas del palacio incluso antes de lo previsto, a pesar de que habían intentado retrasar lo inevitable. Les abrieron la puerta un par de varones que, al verlos, sus ojos se iluminaron al ver a la ninfa con aquel vestido canela y como las tenazas mágicas que les prestaron eran devueltas de forma inmediata.

- ¿Qué tal os ha ido el viaje?

Ellos dos eran algo similar a "altos cargos" en el palacio, en realidad podría decirse que su labor erudita era de ser informantes e investigadores, pues su labor no era otra que el Santo Oficio. Convenientemente ambos habían sido contactados por el monarca a través de aquellos dos inquisidores, pues estos tenían constancia de todas las relaciones no solo entre varones, también las sospechosas de brujas, los sospechosos de fraude, magia negra, criaturas o entidades peligrosas como los duendes, vigilaban a los judíos y a los pobres y efectivamente también imponían límites sobre las mujeres solteras...

De hecho, todo ese tema de la inquisición estaba muy bien, pues tenían una fuente de poder fiable y una posición ventajosa; por suerte para los posibles sospechosos, todas las penas eran arrebatadas si se trataban de ellos dos los que estaban investigando el caso, pues ambos tenian una confidencialidad intima con las minorías... Pues ellos dos eran varones, pareja, tenían amigas que conocían sobre la magia negra , e incluso ellos la usaban algunas veces, y dos hijos adoptivos que eran judíos.

Si alguien descubriera algo sobre su vida íntima y secreta, seguramente los matarían por pecadores, farsantes y todas las penas que quisieran tirarles encima.

- Al principio complicado, luego fue demasiado rápido...- la ninfa de cabellos naranja miraba fijamente a los dos varones.

Sus rasgos joviales, sus ojos claros amarillo y verde, sus cabellos rojo y negro... todo aquello respectivamente... y con las partes finales de sus cabellos en tonos de colores como lo eran el rosa y el azul.

- ¿Por qué?

- La ninfa no es una ninfómana desmedida y desesperada...- dijo Jacob.- De hecho, es como una niña muda que no conoce nada más que lo que va aprendiendo poco a poco... Y desde que tiene consciencia ha estado encadenada a una roca teniendo sexo con todos los viajeros que pasaban...- se encogió de hombros.- Eso es lo único que ha conocido...

- Y lamentablemente lo único que va a conocer...- suspiró el de cabellos rojos y rosas con los ojos amarillos pastel, sus ojos brillaban como el sol.- El monarca los espera en la sala de entrevistas.

- De acuerdo...- el tono de Aarón sonaba con un trasfondo deprimido.

Recorrieron el pasillo hasta el final, momento en que les abrieron una gran puerta custodiada por dos enormes ogros de piedra. Sobre el trono de entrevistas, o de audiencias como se quisiera ver, se encontraba el monarca del reino sentado.

- Vaya... Cumplieron y trajeron a esa despampanante ninfa...- sonrió de costado.- Interesante...- no se movió del trono.- Cumplieron con su parte... Les entregarán el correspondiente pago a la salida... Pueden retirarse...

- ¿Así sin más?

- Quiero probar su eficacia o su perspicacia cuanto antes, por tanto, agradecería que se esfumaran.

Jacob se iba a quedar quieto, pero Aarón tiró de él, por la zona superior al codo, y lo empujó para retroceder. La ninfa escuchó el movimiento y muy a pesar de su curiosidad felina por el hombre sentado en el trono, cuando escuchó a Aarón y a Jacob girarse, ella también lo hizo.

- ¡Ninfa!- ella giró la cabeza hacia el monarca.- Ven aquí.- ordenó.- Ahora me perteneces.

Pero ella no parecía haber entendido el significado de aquellas palabras. Y procedió en seguir recorriendo el trecho que la separaba de los dos varones.

Dos guardias se interpusieron y agarraron sus brazos, tirando de ella para dirigirla hacia el monarca. Ella se movió frenética y emitió un par de quejidos dolorosos por los fuertes brazos que se marcaban a su alrededor de sus hombros. Sus ojos se aguaron porque los dos varones y compañeros de viaje se alejaban cada vez más. Ella movió su cuerpo, con patadas en el aire y extendió su mano hacia el castaño y el peligris.

- ¡AARÓN! ¡JACOB!

Los dos se estremecieron antes de salir de la sala de audiencias y giraron sus ojos inmediatamente hacia la ninfa, cuyas lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas y se estiraba para llegar con ellos de forma inútil.

Jacob movió su cuerpo, con voluntad de acercarse, pero Aarón sujetó su brazo.

- ¿Sabes lo que nos harían si te niegas a entregarla?

Jacob giró los ojos hacia ella, dispuesto a aceptar las consecuencias. Sus ojos estaban aguados iguales que los de la ninfa.

Aarón tiró de él y ambos salieron de la sala. Cuando la puerta se cerró, repentinamente el llanto y los gritos con sus nombres de la ninfa se silenciaron.

- ¿Te crees que puedo marcharme tranquilo después de q. . .?

- ¡Te dije que no te encariñaras con ella!

- ¡Tú también estás llorando!

Los dos hicieron silencio. Aarón palpó sus pómulos y los notó húmedos, maldijo en bajo y se limpió bruscamente con la tela de su ropa, acto seguido empezó a caminar hacia la salida, donde los esperaban para entregarles su merecida fortuna por el encargo.

Volviendo a recordarles que aquello que habían hecho no había sido más que un encargo y que la ninfa, pasara lo que pasara... iba a terminar en brazos del monarca, porque este quería monopolizarla, porque su envidia le corroía, porque no podía permitir que tantos hombres pudieran disfrutar de una criatura mágica... porque no quería que nadie tuviera libertades con aquella mujer excepto él.

- ¿Se encuentran bien?- Aarón ignoró aquellas palabras, pero Jacob sí giró la cabeza hacia el inquisidor de cabellos negros y azules con ojos verde hazel.

- No.- respondió seco limpiando sus ojos con el dorso de la mano.

- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlos?

- No.- negó nuevamente, dolido.

Los dos siguieron avanzando hacia la salida. El varón de cabellos negros y azules se giró hacia la puerta cerrada en inmediatamente giró los ojos hacia su compañero sentimental de cabellos rojos y rosas, este asintió con la cabeza y desapareció entre la oscuridad de los pasillos, recorriendo el palacio hasta cierta habitación. Troy, por su lado, giró la cabeza hacia los dos aventureros y suspiró pesadamente...

- Descuiden... Ella volverá con ustedes...- y aunque nadie había escuchado sus palabras porque se encontraba solo en la habitación, Troy estaba seguro de que lo que había dicho se cumpliría.

Los dos pasaron la noche a la intemperie, incapaces de ir a un hostal a pesar de estar en la aldea cercana al palacio. Prefirieron dormir al raso para que sus ideas y pensamientos se enfriaran y perdieran el sentimiento de rabia interna y no sentirse culpables por lo que habían hecho. No deberían sentirse dolidos, de hecho, no era algo que pudieran impedir. Aarón se mostraba más reticente a realmente dejar ver que estaba tan o más dolido que Jacob, y ciertamente no le daba ninguna explicación a ese sentimiento de dolor tan profundo en su interior, él no sentía que se había enlazado tanto con ella como sí lo había hecho Jacob, que era más cercano, más cariñoso, afectuoso, y esas cosas.

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Definitivamente esto podría considerarse el clímax de la historia.

Aarón y Jacob cumplieron con su misión... ¿pero a qué precio si se acabaron enamorando de ella y no van a poder volver a verla jamás?

De hecho, los personajes de Troy y Fonxy son bastante interesantes, porque a pesar de ser inquisidores, literalmente tendrían que acusar a Jacob y Aarón por ser una relación, literalmente los dos SON una relación, y protegen a aquellos que SUPUESTAMENTE son incriminados por la inquisición...

Me encanta esa dualidad de romper las reglas, pero sin romperlas del todo porque siguen queriendo tener el trabajo XD

Lo que me sorprende es que nadie los haya pillado todavía :0

Aquí las opiniones ------------>

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el último capítulo

Bye~

By Silvia Line

[2737 Palabras]

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