Capitulo 2
El crepúsculo nos ha seguido desde Seattle, y el cielo está bañado de ópalo, rosas y aguamarinas entretejidos juntos como solo la madre naturaleza sabe hacer. Es una despejada y vivificante tarde, y las luces de Portland centellean y titilan, dándonos la bienvenida mientras Taehyung maneja el helicóptero hacia abajo en el helipuerto. Estamos en lo alto de una extraña construcción de ladrillos marrones en Portland que dejamos tres semanas atrás.
Jesús, no ha sido hace demasiado tiempo. Aún siento como si conociera a taehyung de toda una vida.
Apaga a Charlie Tango, deslizando varios interruptores entonces las hélices se detienen, y eventualmente todo lo que oigo es mi respiración a través de los audífonos. Hmm. Esto me recuerda brevemente mi experiencia Thomas Tallis. Palidezco. Simplemente no quiero ir ahí justo ahora.
—¿Buen paseo, señor Jeon? —pregunta, su voz como la miel, sus ojos grises centelleando.
—Sí, gracias, Sr. Kim —le respondo educadamente.
—Bien, vamos a ver las fotos del chico. —Extiende su mano hacia mí y tomándola, salgo de Charlie Tango.
Un hombre de cabello gris con barba, camina a nuestro encuentro, sonriendo ampliamente, y lo reconozco como el anciano de la última vez que estuvimos aquí.
—Joe. —taehyung sonríe y suelta mi mano para sacudir la de Joe cálidamente—. Mantenlo a salvo para Stephan. Estará aquí alrededor de las ocho o nueve.
—Lo haré, Sr. Kim, señor —dice, asintiendo hacia mí—. Su auto espera bajando las escaleras, señor. Oh, y el elevador está fuera de servicio; tiene que usar las escaleras.
—Gracias, Joe.
taehyung toma mi mano y nos encaminamos a las escaleras de emergencia.
—Es bueno para ti que solo sean tres pisos, en esos zapatos —murmura él hacia mí en desaprobación.
No es broma.
—¿No te gustan las botas?
—Me gustan mucho, taehyung. —Su mirada se oscurece y creo que podría decir algo más pero se detiene—. Vamos. Lo tomaremos con calma. No quiero que caigas y te rompas el cuello.
Nos sentamos en silencio mientras nuestro chofer nos lleva a la galería. Mi ansiedad había retornado con más fuerza, y me doy cuenta de que nuestro tiempo en Charlie Tango ha sido el ojo de la tormenta. taehyung está quieto y cavilando... aprehensivo incluso; nuestro humor luminoso de más temprano ha desaparecido.
Hay mucho que quiero decir, pero este viaje es demasiado corto. taehyung mira pensativo por la ventana.
—José es solo un amigo —murmuro.
Taehyung voltea y me mira fijamente, sus ojos oscuros y protegidos, sin dar nada. Su boca, oh, su boca es distrayente, y espontáneamente. La recuerdo sobre mí, en todas partes. Mi piel palpita. Cambia de posición en su asiento y frunce el ceño.
—Esos hermosos ojos se ven demasiado grandes en tu rostro, jungkook. Por favor,
dime que comerás.
—Sí, taehyung, comeré —respondo automáticamente, una trivialidad.
—Lo digo en serio.
—¿Lo haces? —No puedo mantener el desdén fuera de mi voz. Honestamente, la audacia de este hombre; este hombre quien me ha puesto a través del infierno sobre los pasados días. No, eso no es cierto. Yo me he puesto a mí misma a través de un infierno. No, es él. Sacudo mi cabeza, confundida.
—No quiero pelear contigo, jungkook. Te quiero de regreso, y te quiero a salvo — dice suavemente.
¿Qué? ¿A qué se refiere?
—Pero nada ha cambiado. —Aún eres cincuenta tonos.
—Hablaremos en el camino de regreso. Estamos aquí.
El auto se detiene en frente de la galería, y taehyung baja, dejándome sin palabras.
Abre la puerta del auto para mí, y salgo.
—¿Por qué haces eso? —Mi voz es más fuerte de lo que esperaba.
—¿Hacer qué? —taehyung es tomado por sorpresa.
—Decir algo como eso y entonces simplemente paras.
—jungkook, estamos aquí. Donde querías estar. Hagamos esto y entonces hablamos. Particularmente, no quiero una escena en la calle.
Me sonrojo y echo un vistazo alrededor. Está en lo correcto. Es demasiado público. Presiono mis labios juntos mientras él me mira hacia abajo.
—Está bien —murmuro de mala gana. Tomando mi mano, me conduce al interior del edificio.
Estamos en un almacén reconvertido, paredes de ladrillo, oscuros pisos de madera, techos blancos, y tuberías blancas. Es de aire moderno, y hay muchas personas deambulando por el piso de la galería. Probando vino y admirando el trabajo de José. Por un momento, mis problemas se derriten lejos mientras me doy cuenta de que José ha realizado su sueño. ¡Así se hace, José!
—Buenas tardes y bienvenidos al espectáculo de José Rodríguez. —Una mujer joven vestida de negro con un muy corto cabello marrón, usando lápiz labial rojo, y grandes pendientes de aro, nos recibe.
Echa un breve vistazo hacia mí; entonces uno mucho más largo de lo que es estrictamente necesario a taehyung, entonces gira de regreso hacia mí, parpadeando mientras se sonroja.
Mi frente se arruga. Él es mío, o lo era. Trato fuertemente de no fruncirle el ceño. Mientras sus ojos recuperan su enfoque, vuelve a parpadear.
—Oh, eres tú, jungkook. Queremos tu opinión en todo esto, también. —Sonriendo, me entrega un folleto y me dirige a una mesa llena con bebidas y bocadillos.
¿Cómo sabe mi nombre?
—¿La conoces? —taehyung frunce el ceño.
Sacudo mi cabeza, igualmente desconcertada.
Se encoge de hombros, distraído.
—¿Qué te gustaría de beber?
—Tomaré una copa de vino blanco, gracias.
Su entrecejo se frunce, pero contiene su lengua y se dirige a la barra libre.
—¡Jungkook!
José viene disparado atravesando una multitud de personas.
¡Santo cielo! Está vistiendo un traje. Se ve bien y está sonriéndome radiante. Me envuelve en sus brazos, abrazándome fuertemente. Y es todo lo que puedo hacer para no estallar en lágrimas. Mi amigo, mi único amigo mientras que jimin está lejos. Lágrimas llenan mis ojos.
—jungkook, estoy tan contento de que lo hayas hecho. —Suspira en mi oído, entonces se detiene y abruptamente me extiende a un brazo de distancia, mirándome fijamente.
—¿Qué?
—Hey, ¿estás bien? Luces tan, bien, extraño. Dios mío, ¿has perdido peso?
Pestañeo alejando mis lágrimas.
—José, estoy bien. Solo estoy tan feliz por ti. —Mierda, no él, también—. Felicitaciones por el espectáculo. —Mi voz tiembla mientras veo la preocupación grabada en su oh-tan familiar rostro, pero tengo que mantenerme unida.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunta.
—taehyung me trajo —digo repentinamente aprehensiva.
—Oh. —El rostro de José cae y me suelta—. ¿Dónde está? —Su expresión se oscurece.
—Ahí fuera, consiguiendo bebidas. —Señalo con la cabeza en dirección a taehyung y veo que está intercambiando comentarios amables con alguien esperando en la línea. mira hacia arriba cuando miro en su dirección y nuestros ojos se traban. Y por un breve momento nos quedamos mirando el uno al otro.
Santo cielo... Este hermoso hombre me quiere de vuelta, y profundamente dentro de mí, una dulce alegría se despliega como una gloriosa mañana en la madrugada.
—¡Jungkook! —José me distrae, y soy arrastrado nuevamente al aquí y ahora—. Estoy tan contento de que vinieras, escucha, debo advertirte...
Repentinamente, la señorita "muy corta cabellera y lápiz labial rojo" lo corta.
—José, la periodista del Portland Printz está aquí para verte. Vamos. —Me da una sonrisa educada.
—¿Cuán genial es esto? La fama. —Sonríe y no puedo resistirme así que sonrío de vuelta; es tan feliz—. Te atraparé luego, jungkook. —Besa mi mejilla, y lo miro pasear hasta una mujer joven parada junto a un alto y larguirucho fotógrafo.
Las fotografías de José están por todas partes, y en algunos casos magnificadas sobre grandes lienzos. Hay de ambas; a blanco y negro y a color. Hay una belleza etérea en muchos de los paisajes. En una te lleva a un lago en Vancouver, es de tarde y nubes rosa se reflejan sobre el agua. Brevemente, soy transportada por la tranquilidad y la paz. Es impresionante.
Taehyung se une a mí, y tomo una respiración profunda y trago, tratando de recobrar algo de mi equilibro anterior. Me alcanza una copa de vino blanco.
—¿Está a la altura? —mi voz suena más normal.
Me mira con curiosidad.
—El vino.
—No. Raramente lo hace en esta clase de eventos. El chico aquí tiene talento, ¿no?
—Taehyung está admirando también la foto del lago.
—¿Por qué crees que le pedí a él que tomara tu foto? —No puedo ocultar el orgullo en mi voz. Sus ojos se deslizan impasibles de la fotografía hacia mí.
—¿Kim taehyung? —El fotógrafo del Portland Printz enfoca a taehyung—. ¿Puedo tomar una foto, señor?
—Seguro. —Taehyung esconde su ceño fruncido. Doy un paso hacia atrás, pero él sujeta mi mano y me jala a su lado. El fotógrafo nos ve juntos y no puede ocultar su sorpresa.
—Sr. Kim, gracias. —Toma un par de fotos—. ¿Señor...? —pregunta.
—Jeon —replico.
—Gracias, señor jeon. —Se escabulle.
—Sr. Rodriguez, muy impresionante. —taehyung suena glacialmente cortés—. Me disculpo porque no podamos quedarnos más tiempo, pero ambos necesitamos dirigirnos de regreso a Seattle, ¿jungkook? —Hace hincapié en "ambos" de manera sutil y toma mi mano mientras lo hace.
—Adiós José. Felicitaciones otra vez. —Le doy un rápido beso en la mejilla y antes de que lo sepa taehyung me está arrastrando fuera del edificio. Sé que esta hirviendo con silenciosa ira, pero también yo.
Mira rápidamente arriba y debajo de la calle entonces se dirige a la izquierda y repentinamente me arrastra en un callejón lateral, abruptamente presionándome arriba en contra de una pared. Sujeta mi rostro entre sus manos, forzándome a mirar hacia arriba en sus determinadamente ardientes ojos.
...
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