Narra Juan.

Anabella bajo del auto y cerre la puerta. Caminamos hasta el ascensor y subimos. Ninguno dijo nada hasta llegar arriba.

— Ana... En serio, perdoname, se que he estado mal aquella vez...

— Me lastimaste, me hiciste sangrar.

— Y me arrepentí. Perdoname.

Me acerque y la sostuve de su cintura.

— Bien... Pero quiero ir despacio con respecto a nuestra... Extraña relación.

Asentí.

— De acuerdo -Besé su frente- ¿Me ayudas a cocinar? Es que hoy le di el día libre a los empleados y además quiero hacerlo...

— ¡Claro! -Respondió alegre- Vamos...

La sostuve con un brazo y la lleve a la cocina. Ya allí, agarre las cosas y empezamos a cocinar...

Narra Anabella.

Termine de revolver algunas verduras y voltee a ver a Juan. Estaba picando el morrón... Muy mal.

— ¿Te ayudo?

Pregunte aguantando mi risa. Estaba muy concentrado tratando de picar el rojo alimento.

— No, yo puedo.

Me apoye en la encimera, mirándolo divertida.

— ¡Carajo! -Grito tirando la cuchilla- No puedo. Ayudame.

No aguante mas y estalle en risas.

— Menos mal que podías sólo.

Fui detrás de el.

— Toma la cuchilla con tus manos...

Lo hizo. Yo agarre su brazo y lo ayude a picar un poco.

— Recuerda, se corta en tiras, luego se voltea y queda picado como cuadrados. Si quieres, podrías picarlo mas chico.

Salí de atrás suyo.

— Gracias Ana.

Puso el morrón junto con la otra verdura a cocinarse. Me miró y sonrió.

— Juan... ¿Puedo hacer algo?

Juro que ya no aguantaba mas esta presion.

— Si.

Levanto sus hombros. Me tiré sobre él y lo besé apasionadamente. Salté, enredándome en su cintura y cuello.

— Menos mal que querías ir despacio.

Sonrió y siguió besándome. Apretó mi cuerpo contra el suyo mientras caminaba a algún lugar.

— La comida -Murmuré- Se quemará.

— Ah, si.

Volvió Atrás y apagó la cocina. Volvió a besarme y siguió caminando. Me solté de sus labios y bese su cuello mientras seguía caminando. Se detuvo, supe que llegamos a una habitación. Mas exactos, la suya.

— Ana... Yo...

— No me dejes así Londoño. Ya me mojé.

Sonrió atacando mi cuerpo. Realmente no se si llegue a ese punto, era lo que menos me importaba. Solo quería sentirlo, quería, aunque sea una vez, que nuestros cuerpos no se despegaran en toda la noche. Siquiera un abrazo, solamente quería estar pegada a él como si fuera un abrojo.

Juan quitó lentamente mi blusa y besó mi clavícula. Dejo besos por todo mi abdomen, hasta llegar al botón de mi jean. Lo desabrochó y bajó junto a mis bragas negras. Se quedo mirándome, esperando 'esa' aprobación.

— Hazlo Juan... Por favor.

Supliqué. Sería la primera vez que tenia este tipo de contacto. Él no lo hizo jamas, y después de él no hubo ninguno. Simplemente no me busqué a otro, por estar cegada con él. Además no me sentía bien como para acostarme con otro.

— Juan...

Empujé un poco su cabeza y tironee su pelo. Me estaba matando. Jamas me hizo delirar así, mi cuerpo quemaba, era febril.

— Te extrañe.

Me besó llevándome a algún lugar de la habitación.

— Yo también te he extrañado, Anabella.

Me acosto sobre la cama. Se quitó su ropa. Efectivamente, tenia el cuerpo mas trabajado y lo hacia mas sexy. Me encantaba.

La noche la pasamos entre besos y con nuestros cuerpos unidos.