Narra Anabella.

- ¡Ah!

Me golpeó de nuevo.

- Silencio.

La piel me ardía y la excitación me estaba consumiendo.

- Me... Duele.

Me golpeo mas fuerte.

- Ya, suficiente.

Soltó mis muñecas, saco la venda de mis ojos y baje del banquito donde estaba parada.

- ¿Te lastime?

Saqué la lágrima de mi ojo.

- No... No lo se.

Me volteo y acaricio mi nalga izquierda.

- Ven, voy a ponerte una crema.

Me acostó boca abajo en la cama. Sentí algo frío donde ardía y gemí del dolor.

- Soy una bestia.

Escuche un sollozo y me levante rapidamente. Cubrió sus ojos, aunque ya lo había visto llorar. Me acerque y lo abrace.

- Juan no.. Estoy bien.

- Sigo siendo demasiado bestia contigo. Perdoname.

Lo bese.

- Perdón mi amor, perdón.

- Deja de llorar, estoy bien.

Wow ¿Quien diría? Juan Londoño pidiendo perdón por algo.
Va, no es para chiste. Está llorando.

- Merezco un castigo.

- ¡No! No voy a golpearte.

Acarició mi espalda.

- Quiero que lo hagas. Es una orden.

- ¡Juan no!

- Solo un poco. Ven, atame.

Se puso donde estaba yo y até sus muñecas.

- No quiero hacer esto.

- Pero yo si quiero que lo hagas.

Agarre la fusta y cerré mis ojos antes de golpear su espalda.

- Aaaah.

Mordí mi labio.

- Ya...

Quise soltarlo y negó.

- Mas. Al menos 10 golpes, llevas 1.

Suspire y lo golpee de nuevo, volvió a gemir. Hice 8 golpes, y al último gritó bastante fuerte.

- ¡Aaah! Thalia. Ah dios.

Quebre a la mitad y solte la fusta con fuerza, haciendo que caiga al suelo.

- Ana yo..

- Callate.

Lo solté y empuje. Cayó al suelo y gimió.

- Conmigo no duermes mas.

Salí del cuarto rojo y azote la puerta. Entre a la habitación, me vesti y guardé ropa en un bolsito. Iba a ir a un hotel que está cerca.

- Ana... Bebé...

- ¡No quiero oírte!

- Lo siento es que... La ultima vez...

- No me importa si la ultima vez que te golpearon fue por ella. No quiero verte.

- Dejame que te explique al menos.

No respondí y cerré el bolso.

- ¿Donde vas?

Agarro mi brazo con fuerza. Forcejee para que me suelte pero no lo hizo.

- Sueltame, me lastimas.

- De aquí no te vas.

Su mano impacto contra mi mejilla. Me soltó y se alejó.

- Sabia perfectamente que eras masoquista y creí que eras capaz de cambiar... Pero ya veo que no, sigues siendo el mismo.

Agarre el bolso y me fui casi corriendo.

Narra Juan.

Suspire y mire por decimo quinta vez la ventana. No había rastro de Anabella.

Toda la noche llore y espere a que volviera. No dormí, no quiero comer y estoy desesperado. 

La llamo y no responde. No contesta los mensajes. No se donde está.

Esto es mi culpa. Todo lo que pasa es mi culpa. La necesito conmigo, ya.
Salí de casa corriendo para buscarla. No se cuanto corrí, pero me perdí. Decidí quedarme quieto y respirar un poco.

Justo del otro lado de la plaza donde paré, había un hotel alojamiento. Camine hasta ahí para recuperar el aire. Entré y me acerque a recepción.

- Buenas tardes... -Suspire- ¿Anabella Mellark se encuentra?

- Buenas tardes señor. No puedo brindarle esa información.

Subí mi ceja.

- ¿Ah no? Bueno, puedo hacer que se quede en la ruina en cinco minutos. ¿Acaso no me conoce?

Me miro mal.

- No.

- Soy Juan Londoño. Y quiero saber si está mi mujer y en que habitación está.

Abrió sus ojos como platos y tecleo la computadora.

- Habitación 198, piso 13.

Sonreí y fui donde me dijo.
Toque la puerta. Abrió y se fue hacia atrás.

- No me toques.

Baje mi vista.

- Hablemos...

- No. Dejame.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

- No quiero verte. No te acerques.

- Anabella... Por favor. Vine corriendo para buscarte, aunque sea hablar contigo y...

Me quede en silencio.

- Soy un idiota... Lo siento.

Me di la vuelta para irme. Sentí su voz tras de mi.

- Si quieres... Puedes hablar.

- No. Ya se donde estás y que estás bien... Cuando quieras verme y escucharme sabes donde estoy.

Baje mi vista, puse las manos en el bolsillo de mi pantalón deportivo y me fui.