Capitulo 4
Narra Anabella.
Ya había llegado el sábado. Cada vez me ponía mas nerviosa que nunca. En cualquier momento mi labio sangraría de tanto que estoy mordiendo.
— Ana, creo que te buscan.
Miré hacia la entrada y había un coche. De él se bajó el hombre que me habia llevado la ropa el otro día.
— Si Leo... Ya me voy.
Me despedí de mi jefe y salí de la ferretería.
— Señorita Mellark...
El hombre me abrió la puerta.
— Hola... ¿Usted es...?
— Taylor... Chofer del señor Londoño..
Asentí y subí al coche. Taylor me empezaba a caer bien y eso que apenas le hablo.
No se, siempre tuve esa manía de saber si me caen bien o no.
Después de un rato, frenamos en el edificio. Taylor me abrió la puerta nuevamente y bajé.
Me sentía cada vez mas nerviosa, mi presión esta por el piso... Me voy a morir. Estaba tan metida en mi mundo que no me di cuenta que estaba frente a la puerta de la casa de Juan Luis. La puerta se abrió y lo vi. Tenia una toalla enrollada en su cintura y el torso descubierto. Mordí mi labio avergonzada.
— Hola...
Murmuré con la cabeza baja.
— Hola Ana... Pasa, me visto y vengo.
Se movió, dejándome paso. Entré y escuche como cerro la puerta.
— Sientate, ya vuelvo.
Asentí y Caminé a un sofá. Me senté en él, mirando todo lo que me rodeaba. Se nota que no es nada que ver con lo mio.
Escuche un ruido de detrás de mi y me di la vuelta. Ahí estaba él, terminando de acomodarse la camisa.
— Ahora si... Hola Ana.
Se acercó y besó mi mejilla. La cual sentí arder.
— Hola Juan...
Me sonrió.
— ¿Quieres ir a otro lado o nos quedamos aquí?
— Creo que aquí es mejor.
Su mano fue a mi cintura. Me estremecí enseguida.
— Vamos entonces... Ya enseguida estará la cena...
Empecé a caminar. Me di cuenta que su mano no se alejaba de mi cintura, lo que subió mis nervios a mas no poder.
— ¿Estas bien?
— Si... Solo tengo un poco de calor.
Su mano subió hasta mis hombros. Quitó mi saco lentamente y acaricio mi espalda descubierta. Mi piel se erizó al sentir sus dedos en mi espalda, acariciandome despacio. Me daba corrientes eléctricas, me hacia sentir distinta. Quizás es porque es el primer hombre que hace esto. Jamas permití que nadie me tocara así.
— ¿Estas mejor?
Susurro detras de mi. Trague con fuerza y asentí.
— Sigamos caminando...
Se separó de mi y caminó. Lo seguí hasta la cocina, donde ya tenia todo listo.
La cena pasó normal. Comimos entre risas y charla. Algo bastante agradable.
Él era agradable.
Ahora estábamos sentados en el sofá, hablando de todo lo que nos gusta hacer y demás. Hasta que de un momento a otro, él me estaba besando. No podía no seguirle los besos, me gustaba. Quise acariciar su abdomen y lo impidió. No sabia porqué lo hacia, pero yo seguía besándolo.
— Dios Anabella, tus besos me encantan.
— Ay -Sentí mis mejillas arder- Me haces poner roja.
— Si es verdad.
Me besó de nuevo. Me subió sobre él y apretó mi trasero. Grité.
— Oh nena, me encanta.
Lo abracé.
— Juan Luis...
Sus labios acariciaban mi cuello suavemente.
— ¿Tu ya no eres virgen?
Me miró serio. Yo asentí y sentí inmensas ganas de llorar.
— ¿Tu quieres?
— Si...
Susurré apenas. Me acarició y le sonreí. Quise tocarlo y lo impidió, de nuevo.
— ¿Por qué no puedo tocarte?
— Vamos a la habitación así comenzamos.
Me cambio de tema. Me levantó de las piernas y llevó hacia algún lugar subiendo las escaleras. No sabia a dónde, ya que me iba besando.
— Te aseguro que nadie te lo hará como yo.
-Engreído- Pensé.
Me quitó la ropa, pero no dejo que yo lo hiciera con él. Quizás no le gusta, no se.
En eso, lo vi quitarse el boxer.
— Eso no cabera en mi.
Se agarró el miembro y lo puso sobre mi feminidad.
— Vas a ver como entra. Y te va a gustar.
Entró en mi. Empecé a gritar de dolor, pero él no frenó. Después de unos minutos, le pedía mas y él lo hacia. Era genial en serio. Después de unos cuantos orgasmos, caímos rendidos en la cama.
Narra Juan.
Desperté mirando a todos lados en busca de Anabella. No estaba siquiera en el baño.
Anoche fue una loba y la necesito de nuevo. Hoy la haré mía sin importar donde estemos. Nos comportamos como verdaderos amantes y eso me encantaba. Me gusta que las chicas se dejen manejar por mi y también por su deseo. Yo soy un verdadero sumiso y no tengo problema en caer rendido ante cualquier mujer.
Hoy en día, agradezco a Thalia por ello. Cuando quiero diversión, la llamo y me consigue sumisas si es que yo no las tengo. Me gusta estar con ellas y darles placer, aunque también me gusta estar en el cuarto de juegos y darles placer a mi manera.
Baje las escaleras hacia la cocina. Tenia mucha hambre y no se porqué. Jamas me levanto con este hambre atroz.
En la cocina, me encontré a Anabella. Estaba de espaldas, cocinando, con una camisa mía. Sin nada debajo, y lo veía porque se transparentaba. Sin decir nada, me senté en un taburete, mirando todo lo que hacia.
Se veía adorable en cierto punto. Su cabello estaba hecho un divino desastre. Un moño desordenado con algunos cabellos Colgando y estaba tarareando alguna canción. Mordí mi labio mientras la admiraba. Sin poder evitarlo, le saque una foto, la cual fue a Instagram. Enseguida me llene de Likes y comentarios.
— ¡Ah! -Gritó- Casi me matas del susto.
Le sonreí. Ella dejó unos waffles en la mesa y se sentó al lado mio.
— Tienes... Algo ahí.
Miró su mano. Yo la levanté y lleve a mi boca, quitando la miel que se le había volcado en sus nudillos.
— Te ves lindo.
— Tu eres linda.
Sus mejillas ardieron..
Que comience el juego.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro