Capítulo 3 [Final]
Eran las 9 de la noche, a propósito de no volver pronto a casa me enfoqué en adelantar investigaciones y separar algunas notas para mañana. Pero nada es por siempre y tuve que cerrar el despacho, deteniéndome en cada semáforo para prolongar el viaje.
Dentro del coche estacionado y con el rostro apoyado en el volante, quisiera simplemente desaparecer, ha sido un día largo.
-Debería ser tiempo -y tenía razón, al mirar mi celular encontré la hora esperada y una llamada entrante de mi madre. Tomé aire al cerrar los ojos antes de arriesgarme a contestar-. ¡Hola, mamá!
Tras charlar un poco de temas sin importancia de pronto, giró la conversación para preguntarme lo de siempre:
- ¿Cuándo volverás a casa? Necesito verte ¡y no te atrevas a venir sola! Ya es tiempo de que me presentes a alguien con quien estés saliendo.
No era fácil convencerla de algo que ya estaba en su mente ¡y eso que yo había estudiado justo para hacer cambiar de opinión a la gente!
Desvié el tema hacia algo que le importara a ella, como el que hacía mi hermano actualmente pero, antes de colgar, me hizo las típicas preguntas que se le hacen a una mujer a punto de entrar a los 30. Todo sobre hombres, parejas, hijos y un largo etcétera.
Corté la llamada con promesas que no cumpliría. Resignada a entrar a casa con pasos pesados, cerré con un suspiro la puerta y dejé las llaves en la mesita cercana. Apoyando mi cuerpo contra la pared para descansar un momento.
-Llegué -saludé quitándome la pinza para el cabello, alejándome de la pared y deshaciéndome de los tacones, sintiendo el piso frío a través de las medias.
-¡Hola, hola! -estaba en la sala, retocándose el esmalte de las uñas de los pies al mismo tiempo que leía un libro-. ¿Todo bien?
-Sí -escuché ruido en la cocina, Ross parecía continuar preparando, ella sola, la cena, ya que no podía confiar con la ayuda de Brenda ni con la mía-. Hice autosabotaje para tardar en llegar -confesé sin pensarlo, ellas ya me conocían y no se sorprenderían-. ¿Cómo les fue en la marcha?
-Nada nuevo -apareció nuestra cocinera estrella con una ensalada de frutas y sándwiches. Al pasar a mi lado para dejar todo en la mesa baja donde descansaba la morena, me dio un beso de bienvenida-. ¿Traerías el té? Lo dejé sobre el desayunador.
Nuestra relación podía parecer rara ante los demás, por eso limitaba mi participación en cualquier lado que no fuera la casa, la culpa era totalmente mía. Ellas no me presionaban para nada, esperando con tolerancia por mí.
-Hablé con mamá -no comentaron nada, pero me observaban mientras comían-, no pude ni siquiera insinuarle nada -comenzando a hablar el resto era sencillo-. Y también me pasé todo el día pensando cómo hubiese sido acompañarlas al pride, ya saben cómo me pongo durante este mes, viendo a todos enfrentando sus dudas, saliendo del clóset. Ni siquiera tengo argumentos para contradecir a las chicas del trabajo porque tampoco es como que sea muy conocedora -fue mi turno de guardar silencio, nerviosa por lo que dirían, pero ellas tampoco decían nada-. ¿Me escucharon?
-Es solo que -la que se atrevió a hablar fue mi Jefa-, entiendo tus preocupaciones, ya sea en menor o mayor medida por uno u otro motivo habrá complicaciones.
-No tiene nada de malo -la secretaria se levantó para ir directo a la cava de madera-, relájate un poco mientras te preparo un especial como te gustan. Así nos dices que tanto hablaban en la oficina durante el horario de trabajo.
-No tienen derecho a tomarse con calma mis problemas -pasé al enojo, en parte fingido y en parte real-, coqueteando en el trabajo, todas van a pensar que...
-Que piensen lo que quieran -parecía un problema menor teniéndolas a mi lado, pero era probable que las dudas volvieran en soledad. Colgarme de ellas no me haría fuerte ¿y sí comenzaban a hartarse?-. Cuando te decidas en descubrirte ante los demás o sí un día simplemente actúas como si toda la vida hubiese sido común nuestra relación, esperaremos por ti, Brenda y yo no nos iremos a ningún lado.
-Todavía nos quedan cientos de oportunidades para ir juntas al pride -traía vasos llenos de alcohol. No quise ni preguntar cuántos contenidos de diferentes botellas había combinado ahí-. Pueden ser más, si nos dedicamos a viajar para recuperar los que te perdiste.
-Estarían mejor sin mí -murmuré, ahogando mi voz en el trago ofrecido.
-Entonces, ¿sigues pensando en dejar esto?
Todo iba por un rumbo que no quería.
-Lo siento mucho...
-Querer liberarte y dejarnos son dos cosas distintas -Brenda tenía razón.
-Yo también quiero estar siempre a su lado -contesté, jamás había tomado alcohol a la velocidad que lo hice esta vez, cuando terminé seguí-, tan solo digo que si ustedes deciden dejarme atrás, lo entendería.
-Nosotras estamos bien -me regañaron-, piensa más por ti misma...
Si me decidía ahora sería un gran paso, debía tomar la oportunidad.
-En tal caso, disculpen mi indecisión, por favor sean pacientes conmigo -verlas sonreír valía la opresión en mi pecho al confesarme.
- ¡Tenemos todo el tiempo del mundo!
- ¡No hay prisa!
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Por sí no sabían, este es el capítulo 5 de la recopilación de historias que pueden leer en mi libro "Poliamor [Historias Varias]". Hice esta historia aparte para clasificar en el concurso de RomanceES y LGBTQ-ES.
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