14. INSTINTO.
Luhan localizó un hotel no muy lejos de donde elllos se encontraban. Era uno de esos lujosos hoteles de cinco estrellas que Sehun jamás había tenido la oportunidad de visitar.
Por un momento, mientras avanzaban hacia el mostrador, con sus gafas oscuras puestas, Sehun temió que fueran a descubrirlos. Afortunadamente, el encargado no los entretuvo más de un minuto, simplemente tomó la tarjeta negra que Luhan le ofrecía y no preguntó nada más, excepto por el tipo de habitación que preferían.
—Podría matar a todas las personas en este piso en tan solo diez segundos —Luhan musitó con una pequeña sonrisa tirando de un costado de sus labios mientras caminaban hacia el elevador.
Había sido un susurro tan bajo que el oído humano de ninguna manera habría podido percibirlo, pero Sehun pudo escucharlo con claridad. Le dio una mirada a Luhan y después de analizarlo un poco mejor, comprendió que ese temor que sentía no era más que un arraigado instinto humano.
Las personas del hotel no iban a hacerles daño; ellos eran la presa y ahora él era un cazador.
—Ahora eres parte de una raza superior, no tienes que temerles —Luhan añadió como haciendo eco a sus pensamientos.
Sehun asintió y las puertas del elevador se cerraron frente a ellos. Luhan había escogido uno de los pisos más altos y los segundos parecían transcurrir lentamente mientras subían.
El aroma de su mentor empezó a concentrarse rápidamente en el interior de esa caja de metal. Era una fragancia ciertamente cautivadora. Sehun lo observó de reojo y tragó con esfuerzo. Luhan llevaba su cuello cubierto completamente por la capa y bajo ella el cuello amarillo del uniforme Byun, y a pesar de ello, podía percibir perfectamente bien cada uno de sus latidos, así como escuchaba sus susurros.
Apenas iban a la mitad del camino. Sehun sintió como su boca se humedecía a medida que el pulso de su mentor aumentaba. Dio un paso hacia él sin siquiera meditarlo y la fragancia que llenaba el elevador pareció endulzarse. Se inclinó ligeramente hacia él y notó de nuevo el lazo que los unía, parecía tirar de él hacia Luhan.
Luhan, qué palabra tan... perfecta.
Sehun inhaló profundamente, ya fuera por placer o masoquismo y su pecho se hinchó, lleno de aquella dulce esencia que lo hacía sentir a la vez calma y tempestad. Alzó una mano y cuando estuvo a punto de rozar su espalda, las puertas del elevador se abrieron y Luhan salió de su alcance.
Incluso su andar era tan elegante, tan lleno de gracia. La forma en que sus largas piernas se movían al caminar era simplemente exquisita.
—Sigue ese instinto con los humanos —Luhan murmuró sin detenerse.
—Si alguno oliera tan bien —Sehun exhaló el aire que había estado conteniendo y también salió del elevador.
Luhan se detuvo frente a una puerta, pero antes de abrir le dio una breve mirada.
—Alimentarnos de otros vampiros es una práctica de supervivencia —Luhan anunció—. Solo debe alimentarse a un igual cuando este no pueda hacerlo por sí mismo, como sucede con los hijos o pupilos; o en casos extremos, cuando la sangre humana escasea.
Sehun asintió pensativamente.
—¿Nadie lo hace por placer? —preguntó con genuino interés.
Luhan desvió su mirada hacia la puerta de la habitación, tensándose visiblemente.
—Sí, las parejas suelen hacer intercambios... en la intimidad.
La puerta se abrió aunque nadie había acercado la tarjeta de acceso a la cerradura y Luhan marchó al interior. Sehun se apresuró a seguir su silueta, el rastro de su aroma y el lazo que los unía.
—¿Puedes explicarme cómo funciona esto? —Sehun preguntó haciendo acopio de su valentía—. Lo de las almas gemelas.
Luhan largó un suspiro y se sentó en la orilla de una de las dos camas que había en la habitación. Sehun se sentó en la otra, enfrentándolo y esperó pacientemente, no parecía ser una explicación sencilla.
—Dicen que todos nacemos destinados a alguien que complementa nuestra alma, a ese ser complementario le llamamos arkid —Luhan empezó y se detuvo para observar la expresión de Sehun, quien asintió, invitándolo a continuar—. Como te había mencionado antes, no se trata de un enamoramiento pasajero, es algo permanente y muy complejo. Al unirse, dos almas complementarias se vuelven prácticamente una sola y atan a ambos individuos, creando entre ellos una codependencia y al mismo tiempo multiplicando la fuerza y habilidad de ambos.
—¿Por qué sucede tal cosa?
—No lo sabemos, podría ser otra forma de supervivencia, o un destino caprichoso, la verdad es que se sabe muy poco del asunto. No es algo que suceda con frecuencia, incluso existen quienes no creen en ello.
—Entonces, ¿tú eres mi arkid? —Sehun preguntó suavemente, mientras algo en su interior añoraba una confirmación.
Luhan escuchó sus palabras y fue consciente de la fuerza interior que quiso lanzarse sobre Sehun. Contuvo el aliento y presionó sus palmas sobre las sábanas blancas de la cama en un intento por contener sus arrebatos.
—Sí, y tú eres el mío —musitó—, pero nosotros no hemos completado la unión, así que aún somos libres.
—¿Cómo se completa?
—Tiene que haber un intercambio de sangre y un encuentro íntimo consensuado. Eso es todo.
Sehun fue consciente de que el intercambio de sangre se había completado varias veces ya, solo quedaba unirse en la intimidad. Su cuerpo se tensó ante la idea, completamente dispuesto.
Hubo un breve silencio, mientras ambos procesaban la magnitud de aquella situación, hasta que el pupilo notó la vacilación de su mentor.
—¿Deseas nuestra unión? —Sehun preguntó.
—No —Luhan respondió en un apenado murmullo.
El débil lazo que lo ataba a Luhan desapareció casi por completo y Sehun se sintió repentinamente perdido, herido. Algo dentro de su pecho empezó a aplastar sus pulmones, como si intentara asfixiarlo.
—¿Es porque eres uno de los líderes y yo solo soy...?
—No, no me malinterpretes —Luhan se apresuró a negar alzando sus manos—. Eso no tiene absolutamente nada que ver con eso, créeme, no tengo ningún problema contigo. Solo no quiero unirme de esta manera a nadie.
Sehun lo miró con confusión. Pensó que él quería, había creído que ambas partes se sentirían atraídas de la misma manera.
—¿Por qué? —preguntó, consciente de la suplica que acompañaba a su pregunta.
—Bueno, para empezar estamos en medio de una guerra —Luhan señaló con frustración—. Y mi lugar está al frente de la batalla. No voy a abandonarlos de nuevo, la próxima vez voy a pelear hasta mi último aliento.
—Pero dijiste que la unión nos fortalecería —Sehun señaló con esperanza—, tal vez es lo que necesitas.
—No, no necesito estar atado a nadie, Sehun —Luhan negó controlando su repentina exasperación—. Entiende que quedaríamos atados de por vida; si te alejas demasiado de mí, morirás; si no bebes de mí con cierta frecuencia, morirás; y por supuesto, si yo muero, tú también morirás. Ten en cuenta que si en su momento es necesario entregar mi vida lo haré sin dudar, y es injusto arrastrarte a mi destino... Además...
—¿Además?
—Tú no te convertiste en un vampiro para estar conmigo, sino para recuperar a Minseok.
Sehun se sintió desnudo ante su feroz mirada y comprendió que cada vez que había mencionado el nombre de Minseok, cada vez que se había empeñado en buscarlo, había estado lastimando a Luhan. Descontando el resto de razones, era lógico que este no quisiera unirse a él.
—Tienes razón —murmuró ignorando la oleada de dolor que atravesó su pecho—. Este no es el mejor momento.
Luhan asintió, aunque sus labios temblaron.
—Así que tengamos esta conversación después —Sehun continuó—, cuando todo esto haya acabado.
Luhan desvió su mirada y suspiró.
—Solo te pido que no repitas eso nunca más —Sehun dijo a través de su dolor—. No vuelvas a decir que entregarás tu vida, porque no lo permitiré.
—¿No? —Luhan le dio una desafiante mirada.
—Incluso si no fueras mi arkid, eres mi mentor —Sehun señaló mirándolo a los ojos con repentina determinación—. Tú me convertiste en lo que soy, me obsequiaste otra vida, una que jamás habría podido imaginar, gracias a ti incluso tengo un don, te lo debo todo.
Sehun se puso de pie y por reflejo, Luhan lo imitó, intentando reprimir aquel repentino y agradable cosquilleo que recorría sus manos y su cuello.
—Antes, mientras estabas inconsciente, te prometí que iba a protegerte —Sehun continuó y le tomó ambas manos para sostenerlas entre las suyas con firmeza—. Haré de nuevo esa promesa ahora que puedes escucharme; voy a cuidarte, Luhan, con toda la fuerza que tú mismo me regalaste, voy a protegerte.
Luhan no podía ver más que los ojos de Sehun, de un color rojizo intenso, decidido, osado y valeroso, pero pudo sentir su lazo estrechándose a su alrededor, fortaleciéndose gracias a aquella promesa, contrario a lo que había esperado como resultado de aquella conversación.
—Es como una pequeña nube de cristales verdes pulverizados, brillan como diminutas piedras preciosas— Sehun musitó mirando alrededor maravillado, luego levantó su mirada hacia Luhan y observó su expresión; el asombro redondeando sus preciosos ojos y curvando ligeramente sus labios rojos—. Es bellísimo.
Luhan no supo qué decir, no podía verlo, pero no dudaba que lo fuera, así se sentía.
—¿Puedo abrazarte? —Sehun pidió tímidamente.
Luhan asintió y fue él mismo quien rodeó los hombros de Sehun con sus brazos, pese a haberse negado a completar la unión.
Su mentor estaba aterrado, Sehun podía sentirlo, y como no sabía qué más hacer para disipar aquel sentimiento, sencillamente dejó sus acciones en manos de su instinto.
Y lo que su instinto quería era estrecharlo contra su cuerpo, absorber el calor de su pálida piel y el fascinante aroma de sus cabellos dorados.
♔
Jongdae deslizó sus dedos entre los cabellos cobrizos de su arkid y masajeó el cuero cabelludo con suavidad. El olor a hierbas estaba impregnándose en los mechones y llevándose los rastros que quedaban del olor a intimidad. Era una pena, pero era lo que debía hacerse.
—¿Quisieras que fuera por todo el castillo oliendo a sexo? —Minseok preguntó y aunque Jongdae no podía verlo, sabía que sonreía.
—Sí —contestó sin dudar.
Minseok giró su cabeza para poder verlo. Jongdae estaba sentado detrás suyo dentro de la bañera, dándole un minucioso baño. Habían hecho el amor copiosamente durante horas, no habían dormido un solo segundo, pero en lugar de sentirse agotado, Minseok se sentía más fuerte que nunca. También se sentía ansioso por usar su poder, no sabía si se debía a un instinto natural de autopreservación, pero estaba listo, si su arkid se lo pedía, convertiría ese castillo en una prisión de hielo.
Jongdae suspiró débilmente mientras seguía los hilos que componían el pensamiento de Minseok.
A su vez, Minseok captó las muchas preocupaciones de Jongdae. Sus pensamientos, que giraban mayormente en torno a la reina, se habían tornado confusos y dolorosos.
—Creí que iba a volverme loco, desde que te alejaron de mí han sucedido tantas cosas, nada es como yo pensaba y no sé bien cómo enfrentarlo —Jongdae susurró angustiado—. Cuando la veo, cuando sus dedos acarician mi rostro, siento que mi corazón se divide... A pesar de todo, ella es mi madre.
Minseok apartó su mirada mientras observaba a la reina a través de un par de recuerdos de su arkid. La forma en que él la percibía como a una madre molesta y testaruda, pero también amorosa. En el fondo, él se negaba a creer que ella fuera mala.
—Las historias siempre tienen más de una versión —Jongdae susurró y aunque no lo miraba, Minseok supo que las lágrimas rodaban incontenibles por sus mejillas—. He escuchado de muchos que ella ha obrado mal, que ha dañado a su pueblo. Algunos parecen odiarla, otros temerle, pero ¿qué hay del daño que le han hecho a ella? Era tan joven cuando fue forzada a usar la corona, a casarse con alguien que nunca pudo amarla... No dejo de pensar en que podría haberme ocurrido a mí, de no haberte conocido.
—Eso no justifica nada de lo que le ha hecho el pueblo, ¿qué culpa tenían ellos de su destino? ¿Qué culpa tenía el rey? ¿Qué culpa tenía Yixing? Se me desgarra el corazón de tan solo pensar lo cerca que estuvimos nosotros de acabar como ellos —Minseok siseó con lágrimas en sus ojos y se giró de nuevo para buscar su mirada—. Que tu padre no pudiera amarla no era una razón para empeñarse en acabar con su vida, hay que tener el alma podrida para dañar a un hombre tan bueno como él.
—¿Qué? —Jongdae lo miró, sorprendido por sus palabras.
¿En qué momento...?
—No sé bien cómo explicarlo, pero en la fortaleza tu padre y yo ayudamos juntos a los rebeldes. Trabajé con él, manipulando su don, no sé cómo o porqué, pero yo podía percibir sus pensamientos, comprendía lo que él quería hacer; su mente era transparente, tan clara como el agua y yo pude ver a través de ella. No habían malas intenciones, solo un profundo deseo por ayudar a su gente y para él su gente eran todos; tanto los que atacaban la fortaleza como los que la resguardaban, él no quería dañarlos así que les dio la oportunidad de rendirse, aunque pudimos haber acabado con todos ellos sin ningún inconveniente, él hizo lo que estuvo en sus manos para preservar sus vidas.
Las palabras de Minseok estaban acompañadas por recuerdos que respaldaban sus palabras. Jongdae pudo ver a su padre actuando con valentía y sabiduría en la batalla. A pesar de todo lo que se había visto forzado a vivir, él había elegido ser bueno.
—Al final lo que nos define es la forma que enfrentamos la adversidad. Las decisiones que tomamos pensando en su trascendencia —Minseok dijo y un pensamiento surgió en su cabeza; las ondas que se creaban con un ligero roce al agua estancada—. Tu padre lo tiene muy claro.
Jongdae soltó un suspiro y pegó su frente a la cabeza de Minseok.
—Muéstrame —pidió en un susurro.
Comprendiendo lo que quería, Minseok intentó recordar con el mayor detalle la supuesta muerte del rey.
—¿Qué fue lo que...? —Jongdae preguntó al observar a su padre, lívido, prácticamente sin vida en su propia cama.
—Sangre envenenada —Minseok respondió—. Los escuché hablar de ello cuando nos sacaron de la fortaleza. Al parecer, no era la primera vez que la reina intentaba envenenarlo. Tu padre había sufrido de intoxicaciones durante años sin comprender lo que sucedía en realidad, ya que Yixing se encargaba de sanarlo cada vez que notaba que su estado decaía. Esa noche aparentemente ella había estado decida, porque la dosis que había utilizado había sido muy alta, por su aroma concentrado fue que Yixing pudo comprender que la sangre estaba alterada, tuvo que extraer casi toda la sangre del rey para poder salvarlo, aunque eso por poco mata al propio Yixing.
Minseok tomó una mano de Jongdae y acarició sus garras hasta que estas se retrajeron.
—Mi intención no es lastimarte, pero te debo mi absoluta honestidad, Jongdae.
—Lo sé —Jongdae musitó y soltó un largo suspiro—. Hablando de honestidad, vamos a vestirnos ya, no debemos hacer esperar a su majestad.
♔
—¡Jongdae! —su madre exclamó inusualmente agitada al encontrarlo en el pasillo—. ¿Es cierto?
Jongdae asintió sin remordimientos y la mirada de ella se endureció.
—¿Por qué lo hiciste?
—Según la ley, todos los prisioneros deben ser interrogados para poder ser sentenciados —Jongdae respondió intentando conservar la calma mientras continuaba con su camino, seguido de cerca por su madre.
—Pero él es cómplice del asesino de tu padre, además es un rebelde.
—Minseok tiene derecho a un juicio, a expresar sus razones si de verdad lo hizo —Jongdae replicó deteniéndose frente a una gran puerta.
—Tú no tienes la autoridad para liberar a un prisionero.
—Les hice un favor, en todo el reino no hay nadie capacitado para enfrentarse a él, yo pude sacarlo de la prisión que había destruido sin problemas.
—Pero, Jongdae... —ella alargó una mano para tomar su brazo izquierdo y la voz de Minseok, quien se encontraba dentro del salón esperando por su audiencia, resonó en su cabeza.
No permitas que te toque.
Jongdae frunció su entrecejo ante aquella petición. Le parecía un poco exagerada, pero obedeció, la última vez que no había escuchado las palabras de su arkid, todo se había ido a la mierda. Tomó la muñeca de su madre con suavidad y la apartó.
Ella le dio una mirada alarmada.
—¿Qué sucede? —preguntó con incredulidad e intentó tocarlo de nuevo.
—Es hora —Jongdae dijo, retrocediendo un paso—. ¿Vienes?
Su madre apretó los labios con frustración y asintió.
—¿Quién va a interrogarlo? —preguntó con elaborada indiferencia.
—La reina Byun —Jongdae respondió tranquilamente.
Su madre se tensó visiblemente.
Dada su habilidad para extraer la verdad de las personas con las que hablaba, la reina Byun era una jueza. Por un siglo se había encargado de juzgar la inocencia o culpabilidad de los acusados a los que entrevistaba y su veredicto era absoluto.
—Pero ella está... retirada.
—Lo hará esta vez como un favor especial a su yerno —Jongdae anunció con una sonrisa.
—Pero...
—Ven, ya van a empezar.
♔
Gracias por leer!
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