Una historia del pasado
Lukyan sintió al beta acercarse a él, y por reflejo retrocedió, tanto como sus piernas adoloridas le permitieron. La silueta no era tan grande como la del alfa, pero si más que la de cualquiera de sus hijos.
Falco miró a la loba ponerse en guardia tirada en el suelo. Tenía que reconocer que eran pocos los lobos que le hacían frente. Su posición de beta no había llegado de la noche a la mañana y no estaba solidificada por gusto. Conocía su reacción en los demás y recibía regaños por eso, de parte de Dante.
Se acercó al omega y se inclinó rodeándolo con un brazo y el otro lo pasó por debajo de sus piernas, cargándolo. Lukyan se mantuvo quieto y tieso. Ahora de cerca, el olor de lobo dominante era penetrante y no hacía nada para ocultarlo, reclamando a su cuerpo que se sometiera a él.
El beta no dijo nada, ni siquiera la miraba. Con él en brazos dio media vuelta y caminó hacia una puerta que abrió con una patada.
El color blanco uniforme del lugar unido al vapor que sacudió su piel le indicó que estaba en lo que sería el baño. Sus alarmas se activaron ¿Qué quería hacerle aquel lobo, bañarlo, ver su cuerpo desnudo? Más humillación, no lo permitiría.
Se movió agitado tomándolo por sorpresa, casi soltándolo.
-Quieto- le gruñó y él se paralizó aguantándose de sus hombros- No tientes mi paciencia, agradece que te estoy tocando, casi matas a mi alfa-susurró.
¿Él había hecho eso? ¿Cuándo?
-¿Qué se supone que le haces? No vez que lo asustas- un lobo menudo entró en el baño con varios bultos en sus manos y una bandeja de comida- Siempre te lo digo, amor, necesitas cambiar tu carácter-sonaba conciliadora la voz profunda y agradable del pequeño lobo.
-Bastian- Falco le gruñó advirtiéndole.
El lobo puso sus brazos en jarra, se alzó en puntillas y le sonó una surra cariñosa por la parte de atrás de la cabeza.
-A mí no me gruñas lobo o te dejo un año sin sexo-bromeó
Falco apretó los dientes, pero no respondió. Lukyan sintió el ancho pecho bajar y subir.
-Por eso odio a los lobos -susurró mortificado.
El omega pestañeó. Le hubiera gustado ver su cara.
El beta caminó hacia la gran bañera llena de agua caliente y lo sentó en el borde.
-Ahora sal, mi amor, yo tengo cosas que hacer- su esposo lo jaló por el cuello de la camisa dándole un sonoro beso en la mejilla.
-Eso del año...- Falco susurró en su oído.
-Todo depende de cómo te comportes. Sorpréndeme y lo pensaré- el lobo sonrió pícaramente, su esposo era complaciente solo con él y mejor aprovecharse.
El beta salió divagando consigo mismo, como si su vida dependiera de ello y los dejó solos.
-Lo tengo en la palma de mis manos. Es un peluche ¿verdad?-dijo alegre el joven lobo.
Lukyan frunció el ceño en desacuerdo.
Bastian soltó una carcajada.
-No dejes que te intimide con su tamaño, tiene mal carácter, pero es buena gente y- puso una mano al costado de la boca como si fuera un secreto- es muy bueno en la cama.
Vaya, que abierto era ese lobo para hablarle con tanta confianza. Lukyan no supo que pensar.
-Bueno, ahora ropa afuera que vamos a limpiarte, ese cuerpo tuyo necesita un baño decente que hasta el mismo alfa estará babeando -continuó ignorando la mirada de incredulidad de la antigua reina de la manada gris.
-¿Por qué tratas tan bien a una desconocido?- el omega siempre de precavido como había aprendido desde pequeño.
-Una acción no siempre tiene que tener una finalidad detrás. Dante me pidió que cuidara de ti y a mí me encanta cuidar de la gente- dejó una bandeja llena de comida al lado de la bañera- Y engordarlas, así que también a comer.
Lukyan entendió por qué el beta no podía replicarle a el lobo. A pesar de ser más pequeño, incluso que él, su carácter era una bomba de optimismo y júbilo
Se quitó con dificultad la ropa limpia que había reemplazado la desgarrada a Bastian se acercó y tocó las vendas de sus muñecas. Lukyan retrocedió casi cayendo en la tina.
-Tengo que quitarte las vendas, no te preocupes, aquí estas a salvo-le aseguró
Él asintió y empezó a quitárselas él mismo. No confiaba en nadie para que se tomara, además, esa atribución.
Cruzó suavemente los pies por encima de la tina y los introdujo en el agua caliente poniendo cada pelo de su cuerpo de punta. Había olvidado lo bien que se sentía un baño caliente.
El agua llegó a la altura de su cuello y echó la cabeza hacia atrás, soltando un gemido grave.
-¿Se siente bien?- muy a pesar de Lukyan , Bastian comenzó a frotar sus brazos sin hacerle daño- Sabes, es bueno que tus hijos hayan pedido ayuda a nuestro alfa, te puedo asegurar que estás en buenas manos-hablaba continuamente.
-Ningún alfa es bueno- el omega le respondió enseguida.
El lobo se detuvo, mas retomó su actividad sonriendo como si nada la afectara.
-Cuando apenas acababa de cumplir mi mayoría de edad, mis padres me abandonaron en medio del bosque solo porque no querían un hijo que no se casara con quien ellos querían. Estuve tres años vagando sin rumbo hasta que Dante me encontró- Bastian agarró el peine y se dirigió al cabello- Al principio no confiaba en nadie, al igual que tú. Pero él me dio comida, un techo y lo que más le agradezco, felicidad- el lobo peinó inútilmente uno de los mechones que se negaba a ceder su enredo -Cuando vi a su beta la primera vez, me dije que sería el padre de mis cachorros y Dante permitió que me casara con él. Al principio Falco no quería relacionarse con un cachorro como yo en ese momento, pero crecí, lo conquisté y hoy soy el lobo más feliz del mundo-concluyó con una radiante sonrisa.
Una hermosa historia de amor, pensó Lukyan, lástima que no todo fuera como en los cuentos de hadas. Él era casado, separado para ser más específico y otro alfa lo reclamaba, solo para traer sus descendientes a este mundo.
Sus condiciones no se parecían. En nada eran iguales.
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