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Un lobo para mis nervios

Lukyan sobaba sus manos sobre su regazo. Las tenía incómodamente húmedas, el único signo que denotaba su nerviosismo. Era temprano y en su habitación había un enorme bullicio de las personas caminando de un lado a otro.

-Futura reina, ya es hora- su hombro fue tocado por un lobo vestido simple y él lo siguió hacia el baño donde le hicieron entrar en una enorme tina de agua caliente.

Dos lobos más restregaron sus brazos con esponjas mientras otro lavaba su cabello de forma agradable. El aroma con que había sido perfumado el baño era ligeramente fuerte pero relajante y se impregnaba en su cuerpo.

Su piel fue secada minuciosamente y acostado en una camilla donde le dotaron de un masaje reparador que casi lo deja dormido. No supo cuánto tiempo fue hasta que sacudieron su hombro.

-Lukyan, es hora de que te alimentes- Bastian le sonrió.

El ritual antes de la boda consistía en un baño para limpiar todo su cuerpo, un masaje, alimentaro hasta reventar para guardar energía. Arreglo de sus uñas, cabello para por último ponerse una túnica emblemática y caminar hacia donde su futura pareja esperaría. La cual había pasado por el mismo proceso.

Conocía el ritual, había pasado por él en su primera boda. Recordaba que había estado nervioso a morir pues no conocía a que se enfrentaba. Esta vez, aunque el nerviosismo se mantenía latente, increíblemente había emoción arremolinándose dentro de él. No sabía si era por la estabilidad que encontrarían sus hijos como adoptivos de Dante o por la seguridad que el mismo le brindaba.

No importaba lo molesto que el pudiera estar, o la situación, ni una sola vez había olido hostilidad hacia su persona, más bien, en los últimos días el olía de forma distinta, una que despertaba en él sentimientos que no sabía que habitaban en su interior.

Tal vez no tomado una mala decisión.

Se sentó delante de la mesa con tanta comida que ni todos sus hijos juntos podrían digerirla, pero tenía que esforzarse o no estaba segura de poder soportar la unión.

El enlace, aunque solo lo sabía por experiencia pues él se había negado, era bastante violento, si había una palabra para describirlo. Los machos, aunque quisieran ser gentiles perdían parte de su raciocinio dejando su parte más salvaje, y era de esperarse pues sería la primera vez que tomaran a su pareja, o por lo menos así debía ser. De esta forma dejarían no solo su marca en la nuca sino impregnarían su olor en él.

A los lobos que recibían no les quedaba más remedio que soportar esta parte manteniendo la calma, aun cuando el olor del macho superior los excitaba, no era suficiente para soportar la potencia del primer sexo solo comparado con el celo de los machos.

La mordida podía ser la parte más brutal. Los lobos tenían que ofrecerle la espalda y su nuca a su pareja mientras este entierra sus colmillos dejando una marca permanente. Por mucho que el lobo tuviera agentes anestésicos dolía como el infierno, junto al nudo después de alcanzar el orgasmo.

La media hora hasta la hora después, tanto por el vínculo como por el nudo era el más agotador. Podía tener diferentes orgasmos azotadores que agitaban su cuerpo poco a poco mientras su sangre aceptaba los químicos de su pareja dejando visible la marca que cicatrizaría rápidamente. En esos momentos el macho debía acariciarlo, besarlo y tratarlo lo más amablemente posible para que la experiencia no fuera tan traumática.

En resumen, las segundas veces siempre era más fácil. Ambos cuerpos ya estaban acoplados y se aceptaban por lo que el dolor era palabra del ayer y el deseo se multiplicaba aún más, eso garantizaba que ambos podían ayudarse y encargarse del celo de cada uno.

Lukyan suspiró. Dante era grande, en todos los sentidos, incluso más que su anterior esposo. Pero su primera vez había sido tan traumática que aun podía recordar solo los fragmentos antes de perder el conocimiento por el constante y agresivo dolor. Sylas no había hecho parte de lo acordado, nunca fue cariñoso físicamente y al no haberse enlazado, sus encuentros además de ser la mayoría violaciones eran sumamente desgastantes.

Esperaba que con Dante no fuera así. Él lo tocaba de una forma suave que encendía cada fibra de su cuerpo mientras le decía palabras conmovedoras en el oído. El lobo era malditamente sexy, tenía que reconocer. Ahora quedaba que ver si era igual de buen amante en la cama.

Se mordió los labios. Realmente se estaba poniendo inquieto. No quería pasar por lo mismo de aquella vez aunque haciendo memoria, cuando Dante lo había tocado, se había sentido en el cielo.

-Hola, llegué yo- la puerta de su cuarto se abrió de golpe dejando ver a un alfa pelirrojo que erizó el pescuezo de todos los lobos presentes menos el homenajeado, pero no se atrevieron a enfrentarlo.

-Lucian- exclamó Lukyan y se levantó agarrándolo por la muñeca y atrayéndolo hacia el baño, cerrando su puerta a su espalda. El único lugar donde podía hablar con él.

-Bastian dame un minuto con él- le pidió al lobo por la rendija antes de desaparecer.

-Vaya, que intenso ¿Necesitas mi ayuda para desahogarte?- le preguntó con una sonrisa dejando a un lado una caja cubierta por cintas blancas y abriéndose el primer botón de su camisa de seda.

-Lucian yo... -a pesar de que Dante no quería que se reuniera con él, de alguna forma sentía que podía confiar en este lobo por pura ironía.

Lucian sonrió y se recostó a la pared detrás de él.

-Estas nervioso, se te ve aunque lo quieras disimular-

Él bajó la mirada y eso lo impresionó, cuando había estado en su mansión el omega nunca había cedido pero ahora parecía indefenso.

-No te preocupes- se acercó y le puso una mano sobre su cabeza.

-Dante es demasiado bueno como para hacerte daño. Confía en él, si quisiera haberte forzado lo hubiera hecho hace tiempo-

Para que él dijera eso, tenía que ser verdad. También conocía a su futura pareja desde hacía muchos años por lo que no podía equivocarse.

-Gracias Lucian- soltó un profundo suspiro -Creo que ahora podré hacerlo-

-Claro precioso, pero avísame con tiempo si no te casas con Dante para volver a raptarte, a mu hermano le gustara tener a alguien con quien hablar-

-¿Cómo esta él?- levantó la cabeza

El rostro del lobo se iluminó.

-Muy bien, recuperándose lentamente, aun no puedo revelar que está vivo aunque estoy deseando poder salir a correr a su lado-

-Me alegro- Lukyan sonrió relajado. Ese lobo si podía considerarlo su amigo.

-Ahora abre esto, es para ti, ya que no te casarás conmigo, al menos usa esto, lo mandé a confeccionar especialmente para ti. Seguro que Dante se removerá de los celos cuando te vea con algo tan lustroso como esto y que te lo di yo- le guiñó el ojo -Te puedo asegurar que es mejor que cualquiera usado por alguna reina anterior-

-Lucian- él alzó una ceja.

-No me mires así, yo le dije al protegido de tu alfa que yo sería el encargado del traje, no podría fallar a mi palabra, espero que sea de tu agrado-

Al abrir la puerta encontró a los lobos tensos en la habitación que lo miraron extrañados cuando su futura reina salió con una expresión menos tensa que antes y Lucian abriendo la caja que traía mostrando una túnica larga de color rojo bordada a todo lo largo por hilos plateados.

Lukyan cogió las manos de Bastian entre las suyas.

-Ahora estoy bien, Bastian- sonrió seguro- Hagamos esto-

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