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Reunión en el comedor

Si había algo que Lukyan había aprendido a lo largo de los años era que las lágrimas no resolvían absolutamente nada, así que derramarlas era en vano. En vez de eso, tenía muchas cosas en las que pensar y qué hacer. Una de ellas era el estado de su relación con ese alfa que cada vez que podía le mencionaba que era suyo.

No podía negar que tenía mucho que agradecerle, había hecho por él y su manada más que cualquiera; aun cuando el precio era su cuerpo, el cual dentro de poco perdería, incluso, su independencia.

Acarició la marca de mordida en su mano. Aquella noche en que Sylas intentó marcarlo después de la boda, él se negó y precisamente esta piel era la que había sufrido. Había cubierto su nuca antes que él pudiera enterrar sus dientes y el dolor que había sentido era el peor de toda su corta vida, ni siquiera todo lo que pasó después se podía comparar con aquello.

El veneno de los caninos diseñado para dejar la marca en el cuello, donde su glándula de omega aminoraba el dolor de la acción, había penetrado en la piel incorrecta. La marca nunca desaparecería y sería un recordatorio constante de su miserable vida pasada.

Momentos anteriores, cuando Dante la había lanzado a la cama, se había congelado del pánico; aun así, sabía que no podía evitarlo esa vez, necesitaba la marca para escapar de la muerte. Este alfa parecía medianamente mejor que lo que su mente tenía sabido, esperaba que esa burbuja no se rompiera o estaría obligado a matarlo con sus propios colmillos, ya lo había intentado una vez y casi lo lograba, una segunda vez no marcaria la diferencia. No permitiría que nadie volviera a abusar de él y menos de sus cachorros.

***

Habían pasado dos días desde la sentencia para cuando Dimitri tocó la puerta de su habitación y Axel lo dejó pasar. Aparte de Lukyan, sus tres hijos estaban presentes, como cada vez que podían. Dimitri sonrió e hizo una reverencia anunciándole del cambio de sentencia, con lo cual él respiró profundo.

-¿Cambio de sentencia? ¿De qué está hablando ma?- Fallen se había levantado de la silla donde siempre leía papeles y parecía alerta.

-De nada, algo entre mayores- respondió rápido el lobo antes que el gemelo del alfa respondiera.

Sería un problema si ellos supieran los hechos por detalles. Solo no había omitido la parte de que se uniría a Dante, cambiando algunos datos de cómo habían llegado a esa conclusión.

Por supuesto Axel y Fallen no se habían tragado ni la mitad, pero no querían presionarlo, tendría sus razones, o como había dicho, eso era cosas de mayores.

-Pueden también bajar a la sala del comedor, ya todas las condiciones están preparadas y los nuevos integrantes de la manada pueden acompañarnos. Se ha preparado un buen festín- invitó el gemelo.

Sasha abrió los ojos mientras sus tripas crujían. Miró al omega con duda e impaciencia, si él no quería que bajaran no lo harían.

-Gracias Dimitri, bajaremos en unos minutos- inclinó su cabeza en respeto al lobo y agradeciendo sus acciones.

La puerta fue cerrada nuevamente por Axel y se giró hacia su madre.

-Ni inventes bajar así- lo apuntó con el dedo y el lobo enarcó una ceja.

-Ese no es tono para hablarle a tu madre jovencito- no lo recriminaba, más bien parecía divertido, tenía mejor humor ahora que en los días pasados.

-Me junto con Axel en esto- Fallen tomó a Sasha del brazo y se pusieron al lado de su hermano- Serás la próxima pareja del alfa y estuviste en la posición de reina de la manada por lo que la imagen es fundamental.

-No creo que sea adecuado decir lo del tema de la unión con Dante mientras él no lo confirme, no quiero buscarme más problemas- Lukyan se levantó echándose el cabello hacia atrás- Pero tienen razón, hagan maravilla con mi imagen, les daré el gusto -disfrutaba darles gustos a sus cachorros; quería todo el tiempo que estuvo alejado de ellos.

Señaló el conjunto blanco y holgado, cómodo para él, demasiado informal y poco adecuado para dejarse ver. Sus hijos sonrieron y Sasha salió corriendo, Lukyan supo a donde. A quién más iba a buscar. Bastian era la persona adecuada para estos momentos.

El bullicio en el comedor era ensordecedor. Al menos más de cien personas se agrupaban en largas mesas. Lobos grandes, fornidos, unos hermosos, otros no tanto, pero que aun así no perdían lo varonil. Lobas estilizadas, elegantes y con curvas exuberantes. Cabelleras brillantes y labios carnosos. La manada de Dante tenía especímenes para hablar por rato y genes para una descendencia honorable. La duda de por qué el alfa no tenía pareja ya era un misterio.

El contraste con los nuevos integrantes era marcada, ya la mayoría de los machos se habían logrado recuperar y los cachorros superaban a los adultos, aun así su aspecto estaba mejorando con una rapidez impresionante.

Lukyan entró al comedor guiado por Fallen. Bastian había vuelto a hacer maravillas. Esta vez había sacado un conjunto de pantalón y camisa de colores oscuros donde la camisa estaba arremangada y el primer botón abierto dejando ver en parte sus brazos y esbelta clavícula. Su cabello suelto peinado hacia un lado enmarcaba su rostro, y con su postura derecha y firme, había vuelto a tener el aire de supremacía de antaño, cuando había sido magnate.

Más de uno de había callado cuando habían entrado. Los antiguos integrantes de la Manada Gris se levantaron he hicieron una reverencia y él los saludó con una sonrisa tierna que calentó varios corazones. Ryan no estaba por todo aquello y eso le apreció extraño.

Dimitri se acercó a ellos y les dirigió a sus asientos en una mesa más pequeña, que las largas, ocupados por los demás, pero con más platos; donde él, el beta y su esposo y Edgar estaban sentados. Una silla en la cabecera estaba vacía y dedujeron que debía ser de Dante.

-Me siento como en un circo- Sasha habló con la boca llena de pollo asado- Todos nos miran.

-Esa es buena señal- Edgar sonrió frente a él- Los tienen presentes, no tienes idea de todo lo que se ha hablado de ustedes-dijo enigmático.

Fallen observó a su alrededor y la mayoría de las miradas estaban enfocadas en su madre, después de todo la última vez que había aparecido en público no tenía un aspecto memorable.

Por su parte, Lukyan sintió que alguien enfocaba su atención en él más de lo necesario. Levantó el rostro de lo que le servía Axel en el plato y a lo lejos divisó entre la neblina de su mirada una mancha roja que reconoció al momento y se tensó.

Lucian sonrió al captar su atención. Bufó internamente e hizo un saludo disimulado con la mano, saludo que él educadamente respondió con un movimiento de la cabeza y lo ignoró.

El ruido de un vaso de cristal rompiéndose y un grito femenino interrumpió la hasta ahora agradable velada.

-¿Qué haces aquí cachorro sarnoso? No perteneces aquí, vete lejos-amenazaba una voz aguda y desagradable.

Un pequeño niño retrocedía arrastrándose por el piso con las mejillas bañadas en lágrimas y las manos embarradas de lo que seguro era algo de comida.

-Miserable, tú y todos los de tu manada- la loba sacó los dientes y las garras- Solo vienen a contaminar a nuestra gente-seguía insultando.

Iba a abalanzarse contra el cachorro cuando un cuerpo delgado se interpuso en su camino. Lukyan no podía tolerar la violencia y menos contra alguien inocente. Se había movido tan rápido que sus hijos no pudieron verlo y se había detenido delante del cachorro.

-¿Quién demonios eres tú?- gritó la loba exasperada.

-Yo- Lukyan oyó a Dimitri y el resto de la mesa levantarse para interceder, no le importó, al parecer había alguien que no había pasado el proceso de adaptación positivamente. Levantó el dedo y señaló al niño que se había refugiado abrazándose tembloroso a su pierna- Yo soy su reina.

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