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Respeto mutuo

Lukyan caminaba varios pasos por delante de Dante.

Por la forma en que movía sus hombros y cabeza hacia cada lado le indicaba al alfa que él, más que estudiar el paisaje a su alrededor, guardaba retratos de los lugares por donde caminaban, como si alguna vez volviera a perder la vista y necesitara depender de sus otros sentidos. A pesar de que no sonreía, su olor le decía que estaba más que contento, agradecido y complacido por poder apreciar otra vez nítidamente todo a su alrededor.

En cambio, él no estaba ni cerca de estar medianamente feliz. La gota de la duda de lo que Lucian le había hecho a Lukyan aun picaba y dolía en su orgullo y más cuando él lo arrastró, esquivando la conversación. Conociéndolo, el lobo pelirrojo no había hecho algo acorde al protocolo, por la reacción de ambos quedaba demostrado.

-Lukyan- lo llamó, su voz llena de autoridad y grave.

Pero el omega simplemente lo ignoró y siguió caminado, esta vez con la espalda erguida y tensa, lo había oído, simplemente no le hizo el menor caso.

-Lukyan- lo volvió a llamar esta vez, con los dientes apretados, podía tolerar muchas cosas, pero que no le respondieran cuando llamaba, era algo que golpeaba directamente en su sentido alfa.

Y por segunda vez él lo ignoró y siguió a su paso.

Dante la iba a llamar una tercera vez cuando lo vio detenerse y mirarlo por encima del hombro.

-Hasta que no me llames con el tono adecuado y que merezco por respeto, no te responderé-le aclaró con dignidad.

Él se detuvo en seco. Sus palabras brotaban suaves de su boca, aunque aquellos ojos violáceos, que ahora le parecían más hermosos lo enfocaban con una frialdad mortal. 

-Ni siquiera Sylas me habló así mientras era reina, solo después del parto  cuando pudo encarcelarme y aprovecharse de mí lo logró- se giró completamente hacia él -No creas que porque serás mi esposo y el lobo que me marque puedes hablarme o tratarme como te venga en ganas Dante -frunció el ceño- No soy un lobo sumiso -le recordó para vergüenza del alfa.

Después de que Lucian lo hubiera besado, su cuerpo había empezado una sanación interna que con solo dos horas ya había recuperado casi por completo su energía. Si no dejaba en claro desde el principio su posición, la historia podría repetirse y eso no lo permitiría.

Sylas había podido encarcelarlo en un mísero momento de debilidad, después de un difícil parto de su primer cachorro y aun así cada vez que lo visitaba tenía que lidiar con la resistencia de él a pesar de los 50 años de tortura, dolor y apenas sin fuerza Si Dante se imaginaba que podía controlarlo, como la mayoría de los lobos lo hacían con sus parejas, estaba equivocado totalmente.

El alfa por su parte se había quedado en el lugar petrificado. Las palabras de Lucian todavía resonaban en su cabeza una y otra vez. La parte de que perdería su lugar como alfa de su manada era la más marcada y al parecer si él no se ponía fuerte, eso sería lo que ocurriría. El omega no era uno con el que normalmente tuviera que interactuar, ya solo ser omega lo hacía rara, liderar una manada en medio de una época de caos y salir adelante con su renombre, lo hacía más memorable.

-No te pediré que me pidas disculpas, pero te pido que no me hables así de nuevo. No voy a ser simplemente tu compañero o alguien a tu lado que te abrirá las piernas cada vez que quieras, voy a ser la reina de la manada, tu igual y el lobo en que podrás apoyarte tantas veces como necesites- su mirada se suavizó hasta quedar en la neutral que habitualmente tenía- Así que como mismo yo te respetaré, tú lo debes hacer conmigo-puso las pautas de la relación con cuidado y mucha firmeza.

Dante no asintió, mas la expresión de su rostro le dio a entender que había captado el mensaje con claridad. Él volvió a girarse y comenzó a caminar. Dante lo siguió con las manos en los bolsillos reflexionando sobre sus palabras. Siempre se hablaba de reina y todo lo demás, sin embargo hasta ese punto no se había dado cuenta la repercusión de la posición en su vida y de lo importante que sería tanto para él como para la manada.

Avanzaron varios metros más sin intercambiar palabras, para tranquilidad suya  sentía como el ánimo de Lukyan volvía a normalizarse. Tal vez había tocado una llaga muy profunda al usar ese tono, uno que el usualmente no empleaba, sabía la reacción que provocaba.

Suspiro y apartó una rama del camino. Lucian se había brindado a llevarlos o escoltarlos, pero se habían negado. La distancia no era muy larga entre cada mansión, estaban estratégicamente ubicadas para cualquier contratiempo y Dante conocía un atajo que hacia el camino más rápido. 

Sabía que dentro de poco podría transformarse, acababa de salir del celo y normalmente necesitaba un determinado tiempo para hacerlo. En cuanto a Lukyan, que parecía mágicamente renovado, no debía ser un problema. Él o no se había dado cuenta o estaba siendo considerado. Por el momento solo caminaban. Así lo dejaba adaptarse a su recuperada vista.

Después de cruzar el pequeño riachuelo que hacia función de límite natural entre las dos manadas Dante le volvió a dirigir la palabra, esta vez solo con la intención de conversar.

-Puedes preguntar- lo vio girar la cabeza con duda -Tú mismo lo dijiste, serás la reina de mi manada, pregunta lo que quieras -se ofreció tratando de limar la aspereza anterior.

Él pestañeó y se detuvo hasta que él se puso a su par y retomó la marcha. La incomodidad que él presentaba antes, así como su molestia parecía haberse esfumado totalmente.

-Si es así- Lukyan se tocó el mentón pensando- ¿Porque tu celo es tan fuerte?

Esta vez Dante fue el que pestañeó, de todas las preguntas existentes no entendía por qué empezaba por esa. Al ver su reacción él agregó.

-Recuerdo el celo de mi papá, el de mi tío, incluso el de Sylas, y no se veían ni cercanamente a como estabas tú, ni con el celo, ni después del celo ¿Sabías que tuviste una fiebre muy alta después de desvanecerte? Si no fuera por Lucian no creo que estuvieras caminado ahora-comentó totalmente intrigado.

Gruñó al oír el nombre del otro alfa y Lukyan enarcó la ceja.

Tragando el nudo de los celos en la garganta se dispuso a responderle debidamente, no quería empezar a pelear sin apenas formalizar su relación.

-Ha sido así desde pequeño. Los que tenemos los genes de alfa en la sangre por naturaleza solemos pasar por un celo bastante potente. En mi caso particular debe ser por herencia, pero desde el primero ha sido siempre incluso desgastante. Pierdo totalmente la lucidez y aunque recuerde lo que sucede, no puedo tener control sobre mi cuerpo-explicó sintiendo vergüenza de perder el control.

-¿Eso tiene algo que ver con la razón por la que no tienes cachorro?-para él era un total misterio que un lobo tan viril no tuviera descendencia.

-En parte sí. Si anudará en mi celo, el porcentaje de embarazo es del 90%, pero nunca he querido hacerlo, no creo que alguien aguante tres días de sexo algo más violento de lo corriente- señaló sus colmillos- Me gusta morder mucho en ese período. Así que siempre me asegure de reproducirme cuando fuera el celo del lobo, era más seguro para ambos-intentó ser lo más explícito posible, no quería malentendidos entre ellos.

-Aun así no me respondes- Lukyan insistía interesado. 

Después de recuperar la vista se había percatado que la imagen que tenía en su cabeza, de lo que recordaba, no estaba distorsionada, más bien lo real superaba con creces la imagen en su mente. Con razón había quien se lo comía con los ojos. La belleza y lo sexual en su rostro estaba esculpido con el mejor cincel y aquellos labios con los que había tenido contacto estaban mucho más apetitosos de lo que se sentían. Por no mencionar lo que se marcaba del cuello hacia abajo.

-No te voy a mentir, tengo más de 600 años. He estado con el número necesario de hembras buscando tener un cachorro, siempre he querido tener uno propio o cientos-declaró con sinceridad su sueño.

Lukyan sintió como su interior se removía ante su afirmación tan llena de sentimientos, aquel lobo estaba anhelando tener su propia descendencia; ya entendía un poco más la desesperación de estar con él. La voz con deje de dolor de él lo inquietó de pronto.

-Tal vez no estoy hecho para ser padre- lo miró y sonrió levemente- Cada vez que alguna loba intentaba darme esa felicidad, la criatura fallecía o simplemente se le negaba la bendición de nacer- el recordarlo le resultaba duro- Después de darme cuenta que era yo y que mi esencia era demasiado fuerte, me rendí de seguir buscando un hijo -la tristeza empañaba sus palabras.

-Hasta que aparecí yo- él concluyó suavemente.

-Puede que, en un principio, la idea de que fueras un omega me cegó, pero ya no es así desde hace mucho. No te obligaría a tener una cría mía si no quieres, además- dejó una sonrisa sincera visible- Ahora tengo 5 cachorros a cambio.

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