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Prometido interesante

La risa frenética de la loba invadió de forma molesta el comedor. La atención de todos estaba enfocada en aquellos que se enfrentaban. Más de uno se había levantado de su asiento para intervenir. A pesar de tener nuevos integrantes y de irse adaptando, tenían órdenes específicas de Dante de no atacar a ninguno. Siempre había alguien que obviaba la palabra del alfa. Ese, por supuesto, terminaba castigado. Y esta no sería una excepción.

En primera, aquella loba estaba amenazando e insultando un cachorro indefenso, error fatal; segundo, se enfrentaba con el que había sido la reina de la Manada Gris y el nuevo protegido del alfa. Al igual que con Bastian, a quien quería como un hijo, provocar a Lukyan o sus hijos significaba ofender al mismo Dante.

Pero la ofensiva loba pasaba por alto todas las reglas. Sus orbes se habían vuelto dorados. En medio de la trasformación y olvidando toda advertencia se lanzó contra Lukyan, en un salto, agitando los brazos.

Falco caminó rápido para interceptarla, mas no hizo falta su presencia, Lukyan jugó su especialidad, moverse más rápido que la media. Antes que todos pudieran reaccionar, la reina tenía a la loba agarrada de la nuca contra el piso y la mantenía quieta con una rodilla sobre su espalda.

-Tranquila- susurró arrastrando sus palabras y entrecerrando sus ojos. Un olor dulce envolvió a la loba y esta se fue tranquilizando, ante la mirada de todos; hasta quedar tendida en el suelo, apenas sin moverse, en su aspecto humano.

Lucian no pudo evitar levantarse de su asiento. Él era muy intuitivo y aunque muchos no comprendieran que acababa de pasar, el sí. Apretó los dientes en una sonrisa torcida planeando sus futuros movimientos.

Lukyan se levantó de encima de su casi contrincante y retrocedió dos pasos. La loba se incorporó del piso y se quedó sentada mirando para los lados como si estuviera en una nebulosa hasta volverla a enfocar y sonreír tontamente.

Alguien se acercó a ella y la ayudó a ponerse de pie, cubriendo su desnudez.

-¿Qué le hiciste?- cuestionó el lobo preocupado, no tanto por el estado de la joven sino por lo que acababa de ocurrir -¿Qué eres?-preguntó intrigado.

-Cuida tu tono- la voz de Dante irrumpió erizando la sangre de todos los presentes. Su aspecto serio y para nada complacido con lo que presenciaba, era más que evidente.

Caminó entre los lobos que se apartaban a su paso e inclinaban la cabeza en respeto. Se detuvo al lado de Lukyan y con un brazo rodeó su cintura posesivamente y acercó sus labios a su cuello dejando un efímero, pero marcado beso. El omega no se movió, solo se limitó a inclinar la cabeza para darle acceso. El olor de él le indicaba que no replicara.

-Él- relajó su ceño- Dentro de poco será la reina de la Manada de Plata- decretó conciso.

Una exclamación colectiva. Murmullos le siguieron. Dante esperó a que todos captaran bien el mensaje, hasta que levantó la mano logrando un silencio total.

-Así que aquel que ose ofenderlo o a cualquiera de sus seres cercanos, estará en serios problemas- sonreía, sin embargo, era de aquellas sonrisas que helaba hasta el alma- Y de paso, llévala a donde sabes, no me gusta la indisciplina- su tono había cambiado de momento y señalaba a la problemática loba.

El lobo asintió y la arrastró fuera del comedor. Lukyan se sintió guiado por el brazo de Dante.

-¿Estás bien?- le preguntó al oído y él solo movió la cabeza, Dante sonreía en aprobación -Además, estás hermoso hoy, ya entiendo por qué esa loba te saltó encima, yo podría hacer lo mismo-dijo coqueteando.

Lukyan apretó los labios ante las palabras subidas de tono viniendo del alfa.

-Todos sigan comiendo, sería una lástima desperdiciar el banquete- el alfa había cambiado su atención y los demás hicieron caso.

Lo llevó hacia la mesa dejándolo en la silla y él se sentó en su puesto.

-¿Ma, es cierto lo que dice?- Fallen le susurró.

Lukyan afirmó con la cabeza.

-Después les daré los detalle- Dante le respondió antes de engullir el primer pedazo de carne- Secretos en la mesa es de mala educación -replicó con sentido del humor.

Fallen se enderezó en su asiento y adoptó una buena postura. Si su madre se unía a la Manada de Plata como su reina significaba que se enlazaría con Dante por lo que este sería su nuevo "padre". Replicarle, conociendo su carácter y más ahora que parecía molesto, no era buena idea.

***

Dante gruñó al sentir la puerta sonar y percibir el olor detrás de él.

-Lucian- dijo cuándo el lobo entró y se sentó cómodamente en el sofá de terciopelo que acompañaba los muebles de la oficina.

-Tienes un espécimen interesante como prometido -utilizó un tono que molestó al ya furibundo alfa.

El cuerpo del líder se tensó y lo miró fulminándolo con la mirada.

-No te le acerques -le advirtió amenazante.

-¿Acaso me crees capaz de todo alfa? Pero tienes que admitir que hay detalles que omitiste en nuestra segunda reunión. Fue muy conveniente que él no estuviera marcado por Sylas, que su matrimonio fuera anulado y que este fuera sentenciado a perecer en la próxima luna llena. No obstante la parte de que puede doblegar a los lobos, eso no lo mencionaste -parecía cortés, aunque en el fondo de sus palabras se vislumbraba una velada amenaza.

-No debía por qué- Dante se levantó de su asiento y se acercó- Lukyan es un omega por lo cual tiene facultades diferentes a nosotros, eso no es secreto-devolvió el comentario con la misma intención.

-Omitiste que era tan fuerte -continuó provocativo el miembro del consejo.

-No lo creí conveniente. Él es mío ahora y yo decido qué se tiene que saber de él y qué no- tenía que tener cuidado con lo que hablaba con Lucian y no entrar en detalles en lo que consistía sus habilidades.

Era un alfa peligroso y acostumbrado a obtener todo lo que quería.

-Está bien- para su sorpresa solo se palmeó el muslo y se levantó con una sonrisa relajada- Fue una buena plática. Me quedaré unos tres días hasta la ejecución de Sylas para verificar que todo salga bien. Espero tu mejor hospitalidad- se giró y dejó a Dante apretando los puños hasta que los huesos crujieron.

Falco entró poco después para encontrarlo en el mismo lugar.

-¿Problemas otra vez con el alfa Lucian?-interrogó seguro de la respuesta.

-Y más de los que te imaginas. Ordénale a Dimitri que no pierda la vista de encima a Lukyan y sus cachorros, no quiero ningún imprevisto -ordenó previendo problemas.

-Como ordene alfa, pero hay alguien que desea hablar con usted.

Una cabecita pequeña castaña con dos grandes ojos violáceos apareció detrás del beta. Dante se inclinó hacia él y acarició su coronilla con una media sonrisa relajando los músculos del rostro.

-¿Deseas algo Laira?-empleó el tono más cálido que encontró.

-Alfa, quiero pedirle algo- restregó sus dedos nerviosa- No te cases con mi mamá.

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