Nuestro pequeño secreto
Lucian le sonreía al otro alfa sentado frente a él. Después de casi media hora contándole la historia oculta de su hermano, y a pesar de los gruñidos de Dante, había concluido satisfecho.
-Estás seguro que podrás lidiar con esto, tienes alguna idea de lo que dirán el resto del Consejo cuando se entere de que tu hermano estuvo siempre debajo de sus narices -le comento Dante preocupado con la tranquilidad del otro, algo que le daba mala espina.
-Si tú no dices una palabra, no tienen que enterarse de lo que realmente ocurrió- reposó la barbilla contra su mano- Tengo guardado varias cosas bajo la manga y no creo que nadie me refute nada, a menos que te pongas en mi contra y me delates-recalcó las últimas palabras.
-Debería- Lucian lo miró con el ceño fruncido- Te llevaste a alguien mío y lo pusiste en peligro, acaso esa no es razón suficiente, y eso que no estoy tocando el pequeño detalle de que lo condenaste a muerte antes -replicó ceñudo.
La sonrisa del pelirrojo se había esfumado totalmente de su rostro.
-Acaso tenía otra opción, conoces nuestras leyes por encima de todo, tú más que nadie debías haberte esperado ese veredicto, si no lo hacía dirían que tengo favoritismo con tu manada, suerte que todo salió diferente a lo planeado- se detuvo uno segundo para respirar- Además te haré una pequeña pregunta. Si Bastian, al que consideras como un miembro de la familia, o Dimtri, cayeran en la locura ¿Podrías arrebatarles la vida con tus propias manos? –lanzó la interrogante con la seguridad de que el alfa lo entendería.
El semblante de Dante palideció solo de imaginar la escena. Dimtri, era su gemelo, su otra mitad y no había nadie que quisiera más. Habían estado juntos en todo los momentos buenos y malos y lucharía a muerte solo por él. En cuanto a Bastian, tampoco perdía importancia, a pesar de que lo había casado y garantizado su seguridad, la idea de perder al lobo que se había comportado más como un hermano pequeño que un protegido, lo enloquecería.
No se dio cuenta todo el tiempo que estuvo callado hasta que Lucian hizo un sonido de su garganta, llamándole la atención.
-No diré nada- Dante afirmó después- Tienes mi palabra -garantizó con seguridad.
-Sabía que podía confiar en ti- el rostro de Lucian volvió a mostrar su actual felicidad- Otra cosa que me preocupa, la situación con Sylas -ahora el tono de su voz sufrió un cambio total. Habló con frialdad el alfa implacable del Consejo.
Dante apretó los labios.
-Nos encontramos con varios acontecimientos que entorpecieron la ejecución de la sentencia: mi celo, que tú te llevaras a Lukyan- más sal sobre la herida, el pelirrojo sabía que se lo estaría sacando por milenios, pues su contraparte, a pesar de tener el sobrenombre de el benévolo, podía ser realmente cruel cuando se lo proponía- La luna llena ya pasó, tendremos que esperar al próximo mes y que alguien del Consejo esté presente como testigo.
Lucian asintió. La condena de asesinato bajo la luna llena era la de mayor vergüenza para cada lobo. La luna estaba destinada a verlos nacer, morir bajo su luz significaba la deshonra de su alma. Y era lo que Sylas merecía.
-Lo tenemos encerrado en lo más profundo de nuestras celdas, escapar de ahí es imposible, me encargaré que sus últimos días sean los más memorables de su vida- Dante apretó la madera del reposabrazos del sofá hasta que esta se astilló.
-No me importa si lo quieres mandar al infierno, pero los muebles son caros y extraños, abstente de romperlos -reprendió el otro alfa.
A pesar de conocer tanto tiempo a Lucian, Dante nunca comprendía lo que pasaba por la mente del lobo. Podía ser frío, o simplemente burlón, sin cambiar lo cruel de sus ojos. No entendía como a ese punto podían hablar sin lanzarse alguna amenaza o palabra venenosa.
Después de unos segundos el alfa de la Manada de Plata se levantó dando por concluida la reunión.
-Volveré a mis tierras, Lukyan está preocupado de cómo estarán sus cachorros y me pidió salir lo antes posible, no quiero tenerlo tanto tiempo fuera de la mansión -las palabras brotaron bañadas de preocupación por el lobo.
-Te aconsejo te cases con él tan pronto vuelvas, ya ves lo inestable que es su...- pensó por uno momento- relación - concluyó.
-Eso es lo que tengo planeado, no quiero imprevistos y mientras más rápido tenga mi marca, más seguro está de que alguien no lo secuestre-declaró haciendo énfasis en las últimas palabras.
Lucian alzó la ceja con deje de reproche.
-Me sacarás eso hasta que esté tres metros bajo Tierra -regañó con cuidado.
Dante no respondió, se dio media vuelta para salir y caminó en busca de Lukyan.
Abrió la puerta de la habitación y lo vio sentada en el marco de la ventana acariciando algo pequeño en sus manos, memorizando su estructura.
-Ya hablé con Lucian, nos podremos ir ya mismo-le informó seguro de su reacción
Él giró el rostro y saltó hasta el suelo.
-Entonces nos vamos- lo agarró de la mano y lo arrastró pasillo y escaleras abajo hacia la entrada, siguiendo las indicaciones de él.
-Esperen un momento- ambos lobos se detuvieron delante de la inmensa puerta abierta que daba al jardín principal, al escuchar la voz de Lucian.
Se detuvo delante de ellos con las manos en los bolsillos.
-No se te olvide invitarme como padrino a tu próxima boda, prepararé aquí las condiciones para poder asistir, si sabes a qué me refiero-mencionó con tono risueño y misterioso.
Lukyan frunció el ceño y por su olor los machos supieron que algo bueno no venía, pero él con una leve sonrisa falsa le respondió.
-No te preocupes, alfa- recalcó la última parte- Te invitaré cuando cierto alfa- volvió a recalcar- Me ilumine sobre los detalles de esa próxima boda y de ¿padrino?-su metal de voz fue peligrosamente helado.
-De eso hablaría contigo en el viaje de regreso- Dante puso una mano sobre su hombro y él la palmeó apartándola- Y te juro que lo del padrino no vino de mí-intentó aclarar el malentendido.
-Claro que me contarás- no es que estuviera realmente molesto, solo no toleraba que se tomaran decisiones que tenían que ver con él y no lo incluyeran, al menos como oyente.
-Dante me aseguraré que la próxima vez que visite tu manada saludarlo a él como alfa en vez de reina porque por el camino que vas...-dejó caer insinuante.
-Por el camino que voy no es de tu incumbencia-replicó Dante molesto.
Lukyan cerró los ojos. Ahí iban otra vez.
-¿Cómo está él?- los interrumpió
-Descansando- los rasgos faciales de Lucian se suavizaron- Está mejorando rápidamente-el recuerdo de su recién recuperado hermano lo llenaba de una inmensa felicidad.
Él asintió en afirmación complacida de que su sacrificio estuviera teniendo frutos.
-Y antes que se me olvide- lo agarró del brazo y lo arrastró hacia una habitación alejándolo de Dante antes que este pudiera protestar. Su beta le cortó el camino, solo dejándole la opción de esperar, aunque no le gustara la idea de dejarlos solos.
-Lucian- él sonó autoritaria al llamarlo, no creía que con Dante a pocos metros le hiciera algo indebido- Suéltame-ordenó.
-Hermoso, puedes ser muy intenso- el lobo protestó al tiempo que sin soltarlo agarró sus dos manos en su espalda inmovilizándolo y atrayéndolo hacia él, mientras dejaba caer sus labios sobre los de él.
Lukyan se quedó quieto por el impacto, en un primer momento, cuando iba a protestar y luchar por soltarse, ni siquiera lo evitó. Lucian mordió los labios y abrió su boca invadiéndola con la lengua y profundizando el beso. Las manos en su espalda fueron liberadas y cayeron a los lados de él. Las de Lucian lo sostuvieron por la cintura estabilizándolo, sabiendo que el efecto de su poder ya hacía estragos en su interior.
Muy a pesar de él, aunque no lo quiso reconocer abandonó los labios de Lukyan, saboreando la esencia que quedaba en los de él con la punta de la lengua.
-Y bien ¿mejor?- apenas fue un susurro.
Lukyan estaba tranquilo y más relajado. Al principio el beso lo tomó por sorpresa y quiso golpearlo hasta que no recordara ni su nombre, pero en cuanto los colores se hicieron más nítidos y el azul del iris del lobo se hizo más definido incluso con todos los detalles, él comprendió.
-¿No tenías otra forma de hacerlo?- bajó la cabeza limpiándose los restos de saliva que podrían quedar y comprobando que no estuvieran algo hinchadas sino quién escucharía al que estaba afuera.
-Tengo otro método, más intenso y más placentero, pero no me parece que sea apropiado, pero si gustas, despido a Dante y subim...-no pudo terminar la insinuante frase.
-No, gracias- él lo interrumpió levantando la mano- Así está bien, gracias-fue rotunda.
-Yo soy un lobo de palabra, te lo dije- lo agarró de la mano de vuelta a la entrada.
Lukyan sonrió al definir los detalles a su alrededor, era maravilloso que después de más de cincuenta años sin poder ver más allá de la neblina, pudiera apreciar todo a su alrededor, con aquella intensidad. Incluso sentía como las heridas internas que faltaban por sanar se recuperaban con una rapidez que él mismo se impresionaba.
Lo soltó delante de Dante y lo empujó levemente hacia él guiñándole el ojo.
Dante abrió los ojos al descubrir las pupilas de él intactas y que lo estudiaba, cada detalle de su rostro sin apartar la mirada.
-Lukyan ¿tú, acaso, tu vista?- alzó la cabeza mirando a Lucian y apretando los labios- ¿Qué hiciste lobo?
Y el pelirrojo solo sonrió
-Secreto-susurró sugerente.
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