Mi poderoso omega
Dante sintió como sus rodillas se ponían inestables y su cuerpo tembló violentamente mientras su palma estaba sobre el vientre de Lukyan. Hilos invisibles de poder se enlazaban entre sus dedos haciendo que picaran. Su rostro se puso tan pálido que Lukyan pensó que se iba a desmayar. Lo rodeó con los brazos y lo sostuvo rápidamente. Verlo colapsar dos veces sería demasiado para él, ya había pasado por el susto antes. El gran lobo parecía de gelatina y sus temblores eran muy notables. La cabeza de Dante cayó pesadamente hacia adelante y las lágrimas calientes mancharon el pequeño hombro de su esposo.
Lo volvió a rodear con sus brazos y lo apretó contra él. Quería comprobar que era verdad, que lo que había dentro de su omega era cierto. Que no estaba soñando. Apenas si era perceptible pero el poder que emanaba su interior se había conectado con él llenándolo de un calor reconfortador que alejaba todos sus miedos. Era como si el cachorro que se formaba le decía que estaría bien y que esperaba por verlo.
Comenzó a sollozar intentando contenerlo contra su esposo, pero fue inútil. Todo esfuerzo era en vano ¿Qué pensaría su manada si lo viera en un momento tan vulnerable como aquel? No le importó, Dante estaba abrumado de felicidad.
-Vamos, lobo tonto, no llores más- Lukyan acarició su cabeza suavemente reconfortándolo. Él era tan grande y tenerlo así tan frágil era algo que lo conmocionaba aunque entendía la razón. Dante había querido tener cachorros propios desde hacía tanto y ahora él le daba esa oportunidad.
-Aun no puedo creerlo- Dante dejó de sollozar, pero se mantuvo abrazándolo aspirando su aroma, sintiendo el calor de su cuerpo.
-Pues créelo o Aidan puede molestarse- esto hizo que el alzara la cabeza. Aún había restos de lágrimas en su hermoso y guapo rostro. Lukyan las limpió con su pulgar manteniendo su mirada llena de ternura.
-¿Aidan?- parecía impresionado –Ya le pusiste nombre y ni siquiera me lo había dicho- hizo una mueca fingiendo indignación.
Lukyan sonrió levemente tomando sus mejillas entre sus manos y bajándola hasta deja un sutil pero sincero beso en sus labios.
-Primero, no te dije antes porque estabas muy preocupado con lo de la guerra, no querías que tuvieras otra carga, ya era suficiente con todo lo que había hecho que cargaras por mí-
Dante lo besó con fuerza y fusionó sus frentes uniendo sus manos en la parte baja de su cadera.
-Nada tuyo sería es carga para mí. Si puedo sostenerlo pues déjalo sobre mis hombros. Eres mi lobo, eres mi esposo, eres mi todo y asumiré tu vida como mía, con todo lo que eso conlleve-
Sus palabras lo llenaban completamente y esta vez sus ojos fueron los que se llenaron de lágrimas. Dante era lo mejor que le había pasado en su vida, después de sus cachorros. Su sola presencia hacía que su pecho doliera y su corazón latiera. No sabía cuándo el sentimiento se había hecho tan intenso, tal vez cuando él casi había muerto y había sentido el dolor de la soledad. Eso era irrelevante. Lo importante era que ahora solo se imaginaba el resto de su vida junto a su nueva y enorme familia.
-Segundo, él fue el que me dijo su nombre. Fue el que me ayudó a destruir a Ryan, sin él tal vez me hubiera sido imposible- la expresión de incredulidad de Dante esta vez fue sincera –Te lo explicaré más a detalle más adelante, solo te digo que es muy fuerte, posiblemente más que Lucian-
-¿Quién dijo mi nombre?-
Los pasos del lobo resonaron entrando en la estancia. La pareja se soltó para verlo llegar.
-Te ves como una mierda- le esbozó Dante.
El cabello rojo y largo del lobo estaba descolorido y sin su natural brillo. Al igual que su contraparte tenía ojeras y se notaba cansado, aun así no perdía un atisbo de magnificencia y su humor no desaparecía.
-Tú tampoco te quedas atrás- le respondió Lucian moviendo su cabeza de arriba abajo. Lukyan resopló, allí empezaban de nuevo –Y bien, estoy curioso de saber por qué mi nombre salió entre ustedes cuando estaban tan asquerosamente románticos-
-Te mueres de celo- lo retó Dante, su humor ahora también estaba en buen estado.
Lukyan le palmeó el brazo y le gruñó para que no lo siguiera provocando. Pensaba que después de que hubieran trabajando juntos se llevarían un poco mejor pero al parecer no sería así. Había muchas asperezas entre ellos todavía y las que se crearían.
-Lucian, solo le comentaba que el cachorro dentro de mí posiblemente sea más fuerte que tú-
Lucian pestañeó y cambió el peso de un pie al otro levantando las manos.
-Espera, espera ¿qué dijiste?-
-Qué seré padre- Dante no pudo evitar ocultar la sonrisa que se dibujó en sus labios.
Los ojos de Lucian se abrieron y miraba del alfa al omega sorprendido.
-¿Pero de qué me perdí? ¿Cuándo fue eso? Deben estar locos, esto es una total locura- decía muy rápido y Lukyan tuvo que poner una mano sobre su hombro para calmarlo. Sabía que formaba parte de la vida de Lucian pero él ya tenía a alguien que llenaba cada espacio de su ser.
-Tranquilo Lucian- le dijo con voz suave –Hablemos como lobos civilizados- pero diciendo esto fue como si una presencia abrumadora se desplazara rápidamente por el brazo de Lukyan hasta el cuerpo de Lucian. Sabía lo que vendría por lo que la escena que se desarrolló después no lo impresionó. Su hijo había sido muy preciso con lo que quería.
El rostro de Lucian estaba tieso, sus orbes fijos en blanco. Todavía no se asimilaba que él estuviera en estado, pero segundos después fue como si todo a su alrededor de perdiera y solo quedara él en una nebulosa cuando algo había entrado en su mente con tanta fuerza que no pudo poner resistencia. Una sensación cálida envolvió sus labios mientras unos brazos envolvían su cuello posesivamente sin darle tiempo a reaccionar.
-Eres mío- una voz resonó en su cabeza.
El alfa rompió rápidamente la conexión separándose de Lukyan y retrocediendo dos pasos negando con la cabeza. Lukyan se lo esperaba. Había oído como Aidan lo llamaba, como se había colado dentro de él, él era fuerte y el omega lo sabía.
-¿Qué pasó Lucian? Pareces conmocionado- Dante se puso al lado de su esposo con el ceño fruncido.
-Lo que él tiene allá adentro- dijo señalando el vientre- Me está reclamando- tragó en seco todavía procesando lo que había pasado. La conexión había sido tan fuerte que su cuerpo hormigueaba fuertemente. Era como si la presencia de aquel cachorro lo envolviera pidiendo que se entregara completamente y él no lo haría, no podía hacerlo, simplemente, porque era hijo de Lukyan.
-¿Qué fue lo que dijiste?- Dante gruñó y el omega supo que se armaría una buena –Ni pienses que mi hijo se casará contigo- hablaba como si Aidan ya hubiera nacido y el actuaba como un padre todo celoso y sobreprotector –Prefiero que se quede soltero toda la vida-
-No soy yo quien quiere casarse, acaso no escuchas, eso que está allá adentro es lo que me está reclamando, yo no tengo intenciones de...-se justificaba alterado Lucian.
-No inventes cosas, no te aprovecharás de él, ya tengo suficiente con aguantar tu presencia porque eres amigo de Lukyan, no me imagino siendo tu suegro-
-Y quien dijo que quería que tú fueras mi suegro, primero muerto...-
Ambos lobos comenzaron a decirse cosas al punto que llegaron a gritarse. Lukyan se apartó de ellos y solo los observaba suspirando, tomaría tiempo que ellos se calmaran pero no intervendría. Si Lucian sería el futuro esposo de su hijo, si él aceptaba al final, la discusión que se desarrollaba sería parte de la vida cotidiana. Una presencia se detuvo al lado de él.
-¿Qué está ocurriendo mi reina?- Dmitri hizo una mueca al encontrarse a su hermano y Lucian discutiendo acaloradamente aunque era diferente a las broncas habituales.
-Nada, solo que estoy embarazado, el cachorro en mi vientre se quiere casar en el futuro con Lucian y tu hermano se niega- más resumido imposible.
Unos largos segundos después
-¿Qué?-
Lukyan se giró hacia él como si lo que le hubiera dicho fuera lo más natural del mundo.
-Estoy esperando un cachorro de Dante- y se apartó de él caminando para darle la noticia a sus hijos, después a Bastian que se lo diría a Falco y Falco se lo anunciaría al resto de la manada antes de que él se diera cuenta.
Dejó a los tres lobos detrás. Dos discutiendo y uno tan confundido que no articulaba palabras. Lukyan se tocó el vientre mientras subía las escaleras. Se sentía feliz de poder volver a procrear vida. Aquel día, después de que Dante lo había salvado y se había enterado de que ya no podía tener hijo algo en tu interior se había roto y sus emociones eran dispares. No supo que pensar en aquel momento, pero ahora, estaba feliz, muy feliz de poder darle lo que tanto había anhelado a su lobo.
Había perdido una hija, pero la vida le había tenido la oportunidad de tener otro cachorro. Esta vez se aseguraría que su relación fuera buena y que pudiera ser un lobo bien cuidado, digna de su posición. El tema con Lucian era algo en que no podía hacer mucho, tendría que esperar a que él fuera lo suficientemente adulto para que tomara su decisión, pero por lo que había presenciado, Aidan era implacable aunque sus palabras eran sinceras. Solo le daría tiempo al tiempo.
Efectivamente, después de ponerle al día a sus hijos con la noticia y que ellos casi lo aplastaran abrazándolo, Bastian fue el siguiente y con él Falco, y no había caído la noche cuando todos eran conscientes de las buenas nuevas. Dante iba a tener otro hijo, un principe y esta vez no había miedo de que lo perdiera. Los gritos de alegría se podían oír a distancia y hasta los lobos heridos lo habían felicitado mientras los cachorros jóvenes recogieron flores del jardín para él.
Lukyan se recostó en la cama solo cubierta con una prenda de Dante que le quedaba grande, había tomado horas aplacar el fulgor de la manada, nunca se pensó que la noticia tomara tal fuerza. Ahora sentía la necesidad de estar rodeado todo el tiempo por su olor. No sabía si era por la criatura de su vientre o por los nuevos sentimientos dentro de él. Oyó como la ducha se detenía y esperó a que su esposo saliera del baño totalmente desnudo secándose el cabello. La tonta sonrisa de lobo feliz no le desaparecía de su rostro.
El omega alzó los brazos pidiendo que se le acercara y él no se negó. Caminando hacia la cama y metiéndose entre sus muslos, lo dejó acostado. A él no le importó que mojara su ropa mientras el alfa estuviera junto a él. Los labios de Dante buscaron los suyos y los besó con suavidad, demorándose mucho, estimulando cada fibra de su cuerpo.
-Por favor Lukyan, no me provoques así- las pierna del omega se habían enlazado sobre los glúteos aprisionándolo contra su cuerpo- Si no fuera porque estás embarazado te tomaría ahora mismo, aunque tenemos otros métodos para no aburrirnos –su voz salió sensual recordando los comentarios creativos referentes al sexo que Lucian y él habían compartido en algún momento de sus vidas, para después chasquear la lengua –Esto no es bueno, me haces perder la cabeza- lo volvió a besar con ganas para después alzar la cabeza- Lukyan, te amo, te amo tanto-
El lobo sostuvo su mirada para después acariciar su mejilla. Dante tomó su mano y besó su palma. Las gotas de agua de su cabello se desplazaron a lo largo de su brazo y caían sobre el pecho de él.
-Lo sé mi lobo, lo sé- y rodeó su cuello atrayéndolo para murmurarle en el oído unas últimas palabras que hizo que Dante temblara y sus orbes se iluminaran alzando nuevamente la cabeza.
-Mi hermoso lobo, mi precioso esposo, mi poderoso omega-
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