Mi futuro esposo
Falco se puso la camisa consiente que el día era joven y que aún tenía cosas que hacer, pero se iba satisfecho dejando a su lobo con una radiante sonrisa en la cama, desnudo, envuelto entre las sábanas y deleitándose con su figura a medio vestir.
-No te preocupes por apurarte, Dante está bien entretenido con su nuevo cachorro. Hacía tiempo que no lo veía tan motivado -comentó risueño.
El beta se peinó el cabello rubio hacia atrás quedando en la hermosa e inmaculada cascada hasta la nuca, que Bastian adoraba despeinar solo para molestarlo.
-Podrías no mencionarme a ese lobo, aún recuerdo cuando lo atacó-inquirió irritado. No olvidaba el fatídico incidente el recuerdo de su alfa y amigo ensangrentado lo torturaba siempre que se tocaba el tema de la antigua reina.
-Tan rencoroso como siempre. Él no tenía control de sí- lo defendió con fervor Bastian.
-Bastian, no hablemos del tema, no quiero pasar el resto del día de mal humor-le advirtió con un gruñido por medio.
Falco tuvo que detener la almohada que fue dirigida hacia él.
-Pero qué...-se sorprendió ante el ataque.
El lobo se había incorporado en la cama y lo llamaba con el dedo.
El suspiró y se acercó dejando que él lo atrajera por la camisa y depositara un beso en sus labios.
-No repliques más lobo gruñón- sonrió contra su boca -O te castigaré-amenazó serio.
-Eso me gustaría verlo- Falco volvió a besarlo, dejándolo sobre la cama y caminando hacia la puerta, si se quedaba allí no creía ser capaz de cumplir las tareas que le quedaban para todo el día, y de seguro su alfa le reñiría, después de todo, desviarse de su labor para satisfacer ciertas necesidades no era lo apropiado.
Bastian se restregó contra la almohada de su lobo que aún permanecía junto a él y aspiró el olor del esposo. Lo adoraba. Amaba cada parte de él y lucharía con uñas y garras si intentaran quitárselo. Los recuerdos del pasado volvieron a su cabeza y sonrió. Había sufrido, pero al final había tenido frutos. Sólo esperaba que en el próximo celo pudiera tener cachorros, estaba seguro que eso haría a Falco más flexible. Se puso boca arriba y cerró un momento sus ojos dejando que su mente se desplazara varios años atrás.
***
Caminaba sobre la nieve, blanca, pura, fría, cruel y sin vida. El aire congelado penetraba cada célula de su cuerpo joven. Las tripas hacía mucho habían dejado de sonar al darse cuenta que el alimento era nulo.
Así era. Ahora estaba solo en aquel remoto lugar inhóspito.
La tarde de días atrás, su padre le había propuesto salir a correr. Él como siempre se había negado, su relación con él no era precisamente de rosas. Aunque a tanta insistencia de su madre, no le quedó más remedio que acompañarlo. No sabía cuántos kilómetros habían sido, pero al llegar al borde de un barranco su padre lo había empujado y abandonado a su suerte.
Ahora estaba solo. Un lobo con apenas mayoría de edad, pequeño y desprotegido caminando sin rumbo.
No supo cómo volver, su padre lo había llevado a un lugar que no conocía y el rastro se había disuelto con la nieve. Estaba cansado y destrozado. Su familia había sido capaz de abandonarlo, sólo por no cumplir con sus expectativas. Se sentó en sus patas traseras y lamió las delanteras quitando los rastros de sangre de las heridas.
Soltó un gemido lastimero, otro. Quería estar en su casa, con su manada.
A lo lejos sintió las ramas romperse.
Bastian retrocedió pegando su cuerpo al piso cuando entre los copos de nieve se visualizó un lobo inmenso de pelaje oscuro. Su primer pensamiento fue correr, escapar, pero sería inútil. Sería atrapado en segundos.
El lobo se acercó sin intenciones de agredirlo, sus pasos eran lentos y cautelosos. Bastian se giró boca arriba mostrando su cuello en total sumisión. El miedo que le infundió aquel animal vibraba en su sangre.
El can lo miró desde arriba y restregó el morro entre su cuello oliéndolo y dándose cuenta de lo cachorro que era. Incorporándose, se giró haciéndole seña con la cabeza de que lo siguiera.
Él vaciló ante la acción, pero el gruñido de él le hizo reaccionar y seguirlo. Llevarle la contraria equivaldría la muerte y se sentía más a gusto con aquel extraño que incluso con sus padres.
Tal vez caminaron horas. Sus patas comenzaron a doler nuevamente y creía que se quedaría detrás. Sin embargo, el guía se detenía y la esperaba hasta que él volvía a estar cerca y retomaba la caminata.
Tras varios kilómetros un pequeño campamento recubierto entre la saliente de una gran roca, con dos tiendas y una fogata, se visualizó y hacia allí se dirigieron.
Falco se detuvo de lo que estaba haciendo y no podía creer lo que sus ojos veían. Su alfa caminando hacia él con un lobo más pequeño detrás. Un macho, un cachorro. El olor de la juventud que aún no alcanzaba su primer celo la rodeaba y él pudo sentirlo. Gruñó. ¿Qué demonios hacía recogiendo a más individuos? Ya la manada era grande.
-¿Qué locura estás haciendo ahora?- le replicó a su alfa cuando llegaron.
Dante recobró su forma humana y se empezó a vestir sin hacerle mucho caso a su no tan joven beta.
-Cállate, Falco- le ordenó calmado cogiendo un conjunto de ropa extra y la puso delante de Bastian, arrodillándose. Era muy pequeño.
-Ponte esto, te daremos comida después. Soy Dante. Alfa de la Manada de Plata, ahora estarás bajo mi protección. No tienes nada que temer-habló bajo para no atemorizarlo.
Bastian lo miró y la verdad se reflejaba en sus hermosos orbes. Movió la cola y comenzó a transformarse más lento de lo normal, sintiendo sus huesos crujir y los ligamentos estirarse.
Su cuerpo apenas desarrollado, adolescente; tembló ante el frío invernal y tomó las piezas de ropa poniéndoselas lo más rápido que pudo, al ser tan joven aun no era capaz de regular su temperatura corporal, a diferencia de un lobo adulto.
-Demonios, Dante- aquella voz otra vez regañaba a su salvador - A veces me pregunto qué pasa por tu mente, ser consentido y sobreprotector con los cachorros un día de estos te llevará a la tumba- el lobo alto, delgado, con anchos hombros y cabello rubio algo corto y peinado refinadamente se detuvo a su lado y le dio una ojeada- ¿Y tú?- se dirigió a él con apenas interés-¿Cuál es tu nombre?
Bastian se quedó mudo de momento. Sus ojos brillaron y su corazón latió como hacía mucho no ocurría, y con una energía que no supo de donde salió, salto y se agarró al cuello del lobo bajo su mirada sorpresiva, rodeando su estrecha cintura con sus piernas.
-Tú -sonrió de oreja a oreja mostrando una hilera de dientes blancos -Tú serás mi futuro esposo- afirmó sin atisbo de dudas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro