La reina es la reina
Lucian escuchó toda la historia y no sabía si la indignación que sentía era por lo que le habían hecho a Lukyan, o por la forma en que habían manipulado a todos los lobos, incluyéndolo a él. Todo había funcionado casi como Ryan lo había planificado y eso solo hizo que la sangre hirviera dentro de él.
Lukyan podía sentir como la rabia estaba presente en aquel lobo. No por gusto era considerado el más fuertes dentro del Consejo y casi siempre daba la última palabra. Hacía gala a su nombre aunque nunca lo había visto realmente en acción. Se acomodó en la cama pero soltó un quejido nuevamente y llevó los dedos a su espalda para sentir una enorme cicatriz que se formaba.
-No te muevas mucho- Lucian apretó los labios preocupado –No sé por qué pero no puedo sanar la herida en tu espalda. Es profunda y el tejido se cierra lentamente, creo que dejará una gran cicatriz- para un lobo tener cicatrices era algo totalmente raro sobre todo por su rápida regeneración. Lukyan atribuyó esta anomalía al cambio que había sufrido Ryan y las toxinas en sus colmillos, eso significaba que la situación no era tan fácil como aparentaba.
Escuchó como la puerta se habría y una cabeza de rizos rojos todos alborotados se asomaba tímidamente. El rostro de Lucian sufrió una rápida trasformación.
-Ven cariño, quiero presentarte a alguien- le dijo al recién llegado con una sonrisa.
Ellar cerró la puerta a su espalda y se dirigió a la cama con duda. Ver una escena donde había un lobo sentado con solo un gran camisón que tapaba lo necesario y a su hermano desnudo solo cubierto hasta la cadera con la sábana era algo que daba entender ciertas situaciones. Aunque no olió, en él, la esencia de su hermano. Había otra, igual de potente que se desplazaba por la piel pálida de aquel lobo de forma posesiva y que parecía imposible de desaparecer. Llegando al lado de su hermano se sentó en el borde y este le pasó el brazo por encima.
-Ellar, te presento a Lukyan, actual esposo de Dante y reina de la manada de plata, y tu salvador- le dio un beso en la sien a su hermano, feliz que lo estuviera acompañando –Él fue el que te trajo de vuelta a mis brazos de la locura-
Los ojos de Ellar se abrieron con una chispa dentro de ellos que Lukyan encontró agradable. Notó rápidamente la similitud entre aquellos dos hermanos, su cabello, sus ojos, incluso sus facciones, no había duda que la sangre que corría por sus venas era la misma. Pero tenía que reconocer que, aunque aquel lobo, por edad debía ser mayor que él, podía pasar por uno de sus hijos con mucha facilidad, eso sí obviaba algunas líneas de expresión marcadas en su rostro provocadas por la larga estancia en la locura.
Ellar gateó hasta él y se sentó sobre sus talones agarrándole las manos con la suyas.
-Gracias- susurró tímidamente –No sé cómo agradecértelo-
Lukyan se sintió nostálgico y la imagen de sus hijos que extrañaba voló sobre su mente. Sonriendo levemente le sobó la cabeza alborotando más su cabello.
-No tienes que agradecerme, pero podrías golpear a tu hermano en mi lugar, el muy imbécil me raptó, me forzó y después se negó a besarme los pies por mi ayuda-
La quijada de Lucian casi se cae pensando que el rencor que Lukyan podía sentir se había esfumado hacía tiempo, nada más lejano de la realidad. Aquel lobo se las guardaba debajo de la manga para venir con la espada desenvainada cuando la situación lo ameritaba. Inclinándose hacia adelante tapó los oídos de su hermano y lo llevó de nuevo hacia atrás.
-No le haga caso, hermanito, tú no oíste nada-
-Hermano- la timidez había desaparecido y su cabeza se inclinó hacia atrás con los ojos entrecerrados -¿Es verdad que hiciste todo eso?-
Una gota de sudor cruzó por la sien del poderoso lobo que se sintió impotente ante esos dos lobos.
-Te lo explicaré más tarde- intentó aligerar la situación dándole un beso en la mejilla- Te lo prometo-
Lukyan se sintió por unos segundos relajado con la escena, pero sabía que no podría disfrutar de esa tranquilidad. Lucian era magnífico. Estaba seguro que si fuera su esposo lo cuidaría como si él fuera algo sagrado, pero había entregado su corazón a alguien más. Esperaba que cualquiera que fuera a compartir si lado fuera merecedor de lo grandioso que era él. Pero por el momento tenía asuntos más importantes que manejar. Con su rostro nuevamente serio frunció los labios y se inclinó.
-Lucian- el lobo lo miró deteniendo a su hermano –Necesito un favor-
***
Dante estaba sentado detrás de su buró apretando las manos hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Hacía poco había despertado solo para enterarse que había sido envenenado, que Sylas había escapado con Ryan y Laita y Lukyan no se había quedado detrás. La marca en su cuello había reforzado su lazo por lo que sabía dos cosas. Primero, que él estaba vivo, en segundo que no lo había traicionado. Pero los murmullos entre los miembros de la manada no decían lo mismo.
Bastian no hablaba del tema e intentaba lidiar con sus ahora hijos adoptivos. Falco no había descansado en días y se le notaba el agotamiento y Dmitri parecía una fiera enjaulada queriendo cortarle la cabeza a alguien. Aun así, confiaba en él. Lukyan se le había entregado, le había confiado su cuerpo, sus hijos, su manada, por eso no creía que todo lo que decían pudiera ser verdad. Aun así, no tenía idea de dónde pudiera estar. Había forzado su mente intentando abrir un canal de comunicación mental entre ellos pero falló, su reina debía estar inconsciente para que el contacto no pudiera efectuarse.
Se mordió el labio hasta que sangró. Maldijo aquel día que había bajado la guardia. Edgar había estado renuente a decirle cómo lo habían mantenido a él y a Matías sin sucumbir a la muerte y aunque se había negado, al final habló. Dante requirió de todas sus fuerzas para no tomarlo por el cuello y estrangularlo. No entendía como habían permitido que su pareja llegara a esos extremos.
-Alfa- Falco estaba parado en la puerta del estudio con la respiración agitada, las marcas oscuras debajo de sus ojos le indicaban que estaba al borde del colapso- Por favor venga, es urgente-
Dante corrió por el pasillo y saltó por encima del balcón cayendo elegantemente sobre el piso de la primera planta para encontrar el cuerpo de un lobo malherido y casi toda su manada rodeándolo, mientras Edgar contenía el sangrado que no se detenía. Su cuerpo tiritaba además y su piel se fundía casi con la nieve salpicada.
-Alfa Dante- habló casi inentendible tosiendo sangre- Por favor haga algo-
EL lobo se arrodilló delante de él y tomó su pulso. Vio a Edgar negar con la cabeza indicándole que no importa lo que hiciera no podía ayudarlo, lo estaban perdiendo así que tenía que apresurarse.
-Habla-
-Nuestro alfa- tosió y llenó sus pulmones de aire –Nuestro alfa fue asesinado- una exclamación colectiva siguieron sus palabras y Dante levantó la cabeza callándolos a todos- La manada de Hierro ha caído y todos están siendo controlados, el que se resista seguirá el mismo destino
Dante sintió como sus colmillos crecían dentro de sus labios.
-¿Quién fue?-ya después le preguntaría si le daba tiempo los detalles de cómo podía controlar a los lobos, eso era inaudito.
-Es alguien...que vi...aquí- sus palabras se apagaron para sus ojos volverse blancos sin vida.
Edgar cerró sus párpados y miró a su alfa que se quedó pensativo. El único integrante que conocía que era de su manada y que podía poner bajo control a alguien era Lukyan, pero ¿Podía creer que era él? Sacudió su cabeza intentando alejar eso pensamientos, pero solo hizo que alguien más los repitiera.
-Acaso puede ser que lo haya hecho nuestra reina- un lobo dijo desde atrás y varios lo miraron.
-Todos hemos visto su poder- otro mencionó –Lo oíste, él dijo que podía controlar a otros lobos-
-Entonces la reina nos ha traicionado- otro murmuró.
Dante se levantó para mandarlos a callar cuando un pequeño cachorro se puso delante de él y grito a todo pulmón.
-La reina es bueno- un silencio se hizo en la sala y algunos lo reconocieron, era aquel cachorro que él había salvado y la primera vez que habían visto el poder del omega ser utilizado.
-La reina es bueno- el cachorro sollozó –Él ayudó a papi, él cuidó de mami, siempre es muy amable -se sobó los ojitos llenos de lágrimas- La reina nunca haría nada malo, él siempre piensa en los demás antes que él-
-Eso es verdad- otro lobo una poco más anciano que había estado durante su mandato salió en su defensa –Cuando nuestra manada estaba en crisis él mismo se quitaba su ración de comida por tal que todos comiéramos algo. La reina es benévolo, y quiere a la manada, odia la muerte y le gusta que todos vivan en paz-
-Por favor no lo juzguen sin saber los verdaderos hechos- una loba agarró el niño entre sus brazos, ella también era de la antigua manada –Pueden que desconfíen porque no lo conocen, pero a pesar de siempre estar serio, la reina siente incluso más que nosotros-
Los demás miembros presentes, sobre todo los que eran de la original manada de plata, se mantuvieron callados y avergonzados de cierta forma. Dante se sintió orgulloso de la forma en que su esposo y reina era recordado. Comprendía la desconfianza de sus lobos, era normal pues la fusión llevaba un tránsito, el cual había sido acelerado.
-¿Entonces?- un lobo todavía insistió -¿Quién pudo haber hecho eso?-
-Fue Ryan- la puerta se abrió dejando que el frío y la nieve dejara pasar a aquellos siete individuos, cinco lobos guardianes, Lucian y Lukyan a la cabeza –Él es el causante de todo-
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