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Inseguridades

Dante pareció oler la incomodidad de su pareja pues lo tomó de la mano y apretó los delgados dedos con delicadeza. A su lado apareció el padre de este, que con una sonrisa comenzó a retirarse la camisa. El resto de la manada lo copió para después convertirse todos en lobos.

Lukyan se quedó fija en Kaiser por unos segundos. Al parecer la mayoría de sus atributos los había sacado de su madre pues mientras Dante era un lobo negro, el pelaje de su padre se extendía entre el cobrizo y el marrón. Eso sí, su estatura era por encima de la media con creces, incluso de Dante y los músculos caninos se detallaban por encima del manto peludo.

-¿No nos vamos a trasformar también?- la voz del omega salió vacilante, a decir verdad y aunque sentía que su cuerpo estaba prácticamente recuperado no estaba seguro de aun convertirse, hacía mucho que no lo intentaba, descontando cuando había perdido el control. Sus músculos habían rugido en silencio por días a efectos de la trasformación apresurada.

Sabía que debía haber practicado para acostumbrarse de nuevo al cambio pero con todos los asuntos pendientes no había tenido mucho tiempo. Hacerlo ahora, delante de toda la manada lo ponía en una posición complicada, sobre todo, porque no sabía si podría correr.

La mano de Hade rodeó su cintura y lo atrajo besando su sien.

-Tranquilo, a pesar del protocolo, he podido tomarme algunas atribuciones- le sonrió mirándolo con ternura- No necesitas forzarte, hablé con mi padre para que fuera él el que encabezara la corrida de esta noche, puse de excusa tu condición y nadie del Consejo estuvo en contra de que también te saltaras esta parte- se detuvo unos momentos y gruñó por lo bajo- Lucian esta vez, estaba bastante cooperativo-

Lukyan enumeró los pasos que se había saltado de la estricta ceremonia y sonrió ligeramente ¿Qué trucos había hecho su actual esposo para poder evadir tantos pasos?

Actual esposo.

Las palabras resonaron en su mente de momento y todo su cuerpo se tensó. Los recuerdos de cuando se unió con Sylas, lo asaltaron ¿Y ahora qué venía? ¿Embelesarlo para después utilizarlo?

Tragó en seco. Dante se había portado de maravilla hasta el momento, pero con Sylas había hecho lo mismo y mira donde había terminado. Sus pensamientos hicieron que sus miedos atrapados hasta el momento lo asaltaran de pronto, poniéndolo pálido y tambaleándose. Si no fuera por el brazo del alfa podría jurar que hubiera colapsado.

Dante frunció ligeramente el ceño.

-Padre- le pidió suavemente al lobo cobrizo y este con un aullido llamó la atención de ahora una manada completamente lobuna.

Dio un salto y atravesando la alfombra comenzó a correr, poco después el resto se les unió y fueron desapareciendo gradualmente hasta quedar desierta la estancia. Falco y Bastian iban juntos a los hijos de Lukyan mientras Dmitri se mantenía en la retaguardia.

-Madre- se giró hacia la elegante loba que inclinó su cabeza a un lado.

-Yo me encargaré del resto, puedes llevártelo-

Dante hizo una leve reverencia con la cabeza. Su madre era lo que viene después de estricta, siendo la ex comandante de la manada durante la etapa de lucha y reunificación, y antes de convertirse en reina cuando se casó con su padre. Ella misma era la que lo había entrenado para ser un buen alfa, siendo mayor que él por unos considerables años.

El tiempo no la habían ablandado y mantenía un perfil recto, más severo que el de Lukyan. Pero había una cosa que Dante nunca le podía reprochar, a pesar de que vaga vez rompía su expresión fría y calculadora. Era la loba más cariñosa y protectora que conocía. No podía contar cuantas veces lo besaba a él o a su hermano y corrían juntos cuando su padre estaba al tope de trabajo.

Tampoco podía entender como alguien tan seria como ella podía ser compatible con su padre, que detrás de esa fachada de alfa, podía encontrar un lobo que los había malcriado tanto a él como a Dmitri. Más allá de lo inimaginable, terminando siendo castigados, los tres, por su esposa.

-Gracias Madre- le sonrió y se giró hacia Lukyan inclinándose y rodeando sus muslos con el brazo cargándolo.

Lo sintió removerse y su olor se volvió denso.

-Tranquilo precioso- besó su frente y espero a que se calmara un poco- No te voy a hacer daño-

Tenerlo en aquel estado, donde el lobo fuerte, al que estaba acostumbrado, se desvanecía y dejaba un lobezno indefenso que había sufrido por tantos años, solo, lo afectó más de lo que imaginaba. Lukyan, después de todo, no había mostrado serios problemas, además de los de salud, después de salir de aquel encierro. Y no era que no los tuviera. Solo que los ocultaba y que ahora salían teniéndole miedo a él. Eso golpeaba directamente a su orgullo como macho y lobo.

Caminó entrando en la mansión desierta hasta su habitación. Todos habían ido a correr por sus terrenos. Algo que debía hacer él con su reina, pero por esta vez lo pasarían por alto hasta que Lukyan estuviera preparado.

Abrió la puerta y entró a su cuarto sentándose en el borde de la cama con el lobo sobre su regazo. Su respiración era irregular y temblaba suave, aunque constante. Tomó un suspiro y pronunció las palabras que sabía serían las más difíciles en toda su vida.

-No tienes que forzarte a hacer esto- acarició la cabeza de él contra su pecho enredando sus dedos entre las ondas de su cabello- Si no te sientes preparado, puedo esperar-

El olor del omega se fue suavizando poco a poco después de que habló, por lo visto sus frases habían tenido efecto. Ahí se iba cualquier oportunidad de enlazarse con él esa noche. Para su sorpresa el cuerpo menor dejó de temblar y se incorporó agarrando sus anchos hombros y enterrando sus uñas sin hacerle daño.

-Estoy bien- su voz todavía no era estable, pero al menos la palidez había menguado.

-¿Estás seguro?- Dante tocó su mejilla ligeramente- Podemos tomarlo con calma y cuando estés listo podemos hacerlo- se odiaba a sí mismo por torturarse de esa manera, pues al final su olor contrastaba inmensamente con lo que sus labios decían.

Lukyan se mantuvo unos segundos, quieto hasta que levantó sus brazos y rodeó su cuello enterrando su rostro. Lo abrazó fuerte aspirando su olor, como para reconocer que era él y que sus intenciones eran buenas. Este lobo no lo forzaría, no como su primera vez. Este lobo lo hacía sentirse seguro, lo hacía sentirse excitado.

Dante esperó hasta que su cuerpo se derritiera contra el suyo, y lo levantó suavemente de su regazo para ponerlo en el borde de la cama. Se incorporó y se arrodilló entre sus piernas quedando solo pocos centímetros por debajo de él resultándole más cómodo al omega tener acceso a cualquier parte de él.

-Lukyan, tócame, hazlo como quieras, como te sientas cómodo, conóceme, no haré nada que tú no me pidas-

Él lo miró y abriendo las piernas permitió que él se acercara más poniéndose entre ellas. Aun dudando bajó sus dedos hasta el primer botón de la camisa y así abrió uno tras otro dejando a la vista el borde de su pecho y el definido abdomen. Vacilante, pues aunque había tenido relaciones sexuales, aquello resultaría su primera vez desnudando a un lobo y la idea lo ponía de cierta forma tímido.

Deslizó los dedos por la clavícula de Dante hasta sus hombros llevándose la camisa consigo que cayó por sus brazos y este la terminó quitando. Lukyan se relamió los labios. Bajo la tenue luz de las pocas velas que había sido puesta, el contraste con la luz de la luna que se filtraba por las grandes ventanas y sus sentidos recuperados, solo podía decir que Dante se veía no solo hermoso sino también delicioso.

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