Al escuchar aquella voz, Lukyan intentó retroceder sin éxito. Su alrededor se volvió totalmente gris y todas las conexiones que había creado con su manada se rompió. Todo se desvaneció, solo quedando su conciencia en un lugar vacío. Entrecerró los ojos y respiró profundo. Unos pasos se oyeron a su espalda y se giró lentamente sabiendo quien estaba ahí.
-Mi hermoso lobo- Ryan se detuvo a unos metros de él con una extraña sonrisa en sus labios –Sabía que eras especial, que sobrevivirías y que encontrarías una forma de enfrentarme- se carcajeó escuchándose casi lunático- Eres el mejor-
-Ryan- la voz de Lukyan salió tranquila a pesar de la situación –Al parecer comer el corazón de Sylas te volvió más loco de lo que eras ya-
-¿Loco?- se carcajeó con más fuerza –Nunca he estado más cuerdo en toda mi vida, mi preciosa joya-
Que la llamara con todas aquellas palabras solo hacía que se sintiera asqueado. Si viniera de su esposo no sería así, cuando Dante le decía cosas hermosas a su oído cuando hacían el amor o simplemente al estar a su lado, hacía que sus piernas temblaran.
-No pienses en otro cuando estoy hablando contigo- gruñó fuertemente el lobo- Dante, Dante, él ha roto todos mis planes. Quería hacerme de su manada pero él siempre fue un problema y tú, tú, nunca me has mirado diferente a un criado- su voz se alzaba, sus ojos inyectados en sangre.
-Te equivocas Ryan- él siguió neutral- Hubo un momento que te vi como mi amigo, un lobo en quien confiar ciegamente, pero ahora, ni siquiera te reconozco-
Ryan se quedó quieto por unos segundos y después Lukyan no supo si se carcajeó o sollozó. Estaba realmente loco. El omega dio un paso atrás. Debía intentar recobrar el control de su conciencia, mientras más tiempo estuviera atrapado allí, junto con él, más peligro correría su manada y sus seres queridos.
-No puedes escapar- Ryan parecía que pudiera leerle la mente y lo hacía –Estoy dentro de tu conciencia precioso, sé todo lo que piensas. Te hiciste fuerte, tengo que reconocerlo que nunca hubiera pensado que bloquearías mi control sobre la manada, pero esa es tu mayor debilidad- Lukyan pudo sentir como una gota de sudor corría por su espalda –Mientras más abres tu mente más vulnerable se vuelve tu propia conciencia. Por eso me fue fácil entrar. Es como dices, sino puedes derribar a los lobos, solo debes hacerlo con quien los controla. Lo mismo para ti –
Ryan comenzó a avanzar suavemente y él retrocedió manteniendo la distancia prudentemente. Repudiaba su toque. A pesar de que ya no había herida en su espalda gracias a la fuerte regeneración debido a la sangre de los alfas, siempre recordaría el dolor de sus colmillos rompiendo su piel.
-No puedes escapar de mi Lukyan. Soy mucho más fuerte que tú en cuanto a control se refiere, además estamos solo tú y yo aquí, en este espacio vacío, podemos quedarnos aquí por siempre. Te imaginas, podríamos ser felices, nadie interferiría-
-Ni en tus mejores sueños- le respondió él con los dientes apretados pensando que debía volver rápido, si Ryan estaba ahí significaba que Dante podría estar en peligro.
Una carcajada volvió a salir de la boca de Ryan, que esta vez se dobló sin poder contener su risa.
-Dante, Dante, solo piensas en él. Pero no te preocupes, mi hermoso, ya no tendrás que hacerlo más- el color abandonó el rostro de Lukyan –Aprecia la imagen más hermosa que verás en tu vida-
Detrás del omega el espacio gris se difuminó levemente dejando ver el exterior. Todo estaba como congelado. Nadie se movía, era como si el tiempo que ellos estuvieran allí fuera inexistente. Pero eso no fue lo que llamó la atención de Lukyan. A lo lejos vio dos cuerpos en el suelo bañados en sangre. Sintió como temblaba completamente y su boca se secaba. No había equivocación los dos cuerpos en el suelo eran el de Lucian y su esposo.
-La verdad fue muy fácil matarlos-
-Es mentira- respiraba con dificultad.
-No te mentiría Lukyan, sabes que lo que te muestro es la realidad. Tu esposo y ese alfa pensaron que podrían contra mí y mira, ahora son más del montón- lo miró de medio lado- Podemos llegar a un acuerdo-
Los ojos de Lukyan se cerraron recobrando el control. Buscó su conexión con Dante y como pensó no había nada, no podía sentir nada del exterior. Estaba atrapado en su propia conciencia y solo podría salir si expulsaba a Ryan.
-Tu esposo está muerto, el alfa más fuerte del Consejo también, solo es cuestión de tiempo de que mate a todos lo que se me interponga y me haga con el poder, pero tú puedes evitar esta masacre. Entrégate a mí y perdonaré a todos los que se inclinen a mis pies. Sé muy bien que las lobas y los cachorros los tienen refugiados. ¿Cómo sería matarlos delante de tus ojos? ¿Serías capaz de aguantarlo?- se rió enloquecido sin importarle si le hacía daño al omega, mientras más cruel, más rápido se rompería.
-No le hables así a ma- una voz cálida, melodiosa resonó detrás de Lukyan mientras unos brazos se enredaban en su cuello saliendo de la neblina oscura que los envolvía.
Los ojos de Ryan se abrieron y retrocedió consecuentemente. Esta vez fue él el que se quedó pálido. Señaló con un dedo a quien se recostaba contra Lukyan, que tampoco podía quitar una expresión de asombro.
-¿Tú, Tú, quién eres? ¿Cómo pudiste entrar?-
-No necesito entrar. Yo siempre estuve aquí- los labios del recién llegado se alzaron -Soy el hijo de ma, el que se forma en su vientre, la descendencia del alfa que está allá afuera, el que será el lobo más fuerte que haya nacido, Aidan, no es un gusto conocerte-
Lukyan se quedó admirando al chivo a su lado. Era prácticamente su misma imagen a excepción de su sexo, sus ojos plateados y el cabello mucho más oscuro y ondeado, largo hasta la cintura recordándole a la figura paterna. Su olor era indiscutible, él era su hijo. Se llevó la mano a su vientre y palpó. Una mano de su hijo se posó sobre la suya.
-Ma, estoy aquí para ayudarte- el lobo le sonreía pero sus ojos se veían vacíos y su sonrisa tan falsa –Ma, yo me encargo de este lobo en tu conciencia, déjamelo mí, tú destrúyelo afuera, pa te está esperando-
-¿Cómo puedes...?- un dedo se posó sobre los labios de Lukyan antes de recibir un beso en su mejilla.
-Ma, no es tiempo para eso- le susurró- Después lo comprenderás –enfocó a Ryan que todavía parecía estupefacto –Mátalo ma, yo te ayudaré desde aquí y cuida también del lobo pelirrojo –su sonrisa se hizo más afilada –Él es mío-
Lukyan iba a decirla algo, pero todo se volvió negro de pronto y se encontró nuevamente parado delante de la guerra que se desarrollaba. Había sido expulsado de su propia conciencia y aunque ya no tenía el peso de mantener el puente y las conexiones, aún estaban ahí. Se preocupó por lo que acababa de pasar pero debía confiar, el que se había proclamado como su hijo había tenido el poder de sacarlo aun cuando él había estado atrapado. Kaiser a su lado lo zarandeaba por el hombro.
-Reina, qué bueno que reaccionó, se quedó por unos minutos perdido- el antiguo alfa tenía algunos arañazos en sus brazos y a su alrededor había algunos lobos en el suelo. Incluyendo varios de los suyos.
Él pestañeó analizando lo que acababa de ocurrir y solo pudo llegar a una conclusión. Aquello tenía que parar. Podía sentir la presencia de su hijo dentro de su cabeza y en su estómago palpitando. Era fuerte, parecía como si hubiera absorbido la sangre de los alfas de su interior.
-Kaiser, pondré fin a esto- y antes de que él pudiera replicarle saltó desgarrando la ropa y convirtiendo su cuerpo en su forma animal.
Los que la cuidaban se quedaron aturdidos con su rápida acción y para cuando reaccionaron ya se estaba alejando rápidamente. Kaiser gruñó y se transformó corriendo detrás seguido de los demás. Su deber era protegerlo a cualquier costo.
Lukyan corría esquivando con facilidad cualquier obstáculo, y aquel lobo que se osaba ponerse en su camino era como si una barrera lo golpeara y caía en el suelo inconsciente. Sabía que su hijo había tomado control de su mente y se encargaba de la parte más difícil permitiéndole concentrarse en una sola cosa. Destruir a Ryan.
Y lo divisó. El gran lobo que se sacudía. A sus pies la imagen que había visto antes de su esposo y amigo. Una furia ciega llenó el interior de Lukyan y a solo metros de Ryan, saltó directo a su yugular.
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