Heridos si, pero vivos
Solo había una cosa que podía hacer. Y esa era ganar. Por la manada, por todas las personas que confiaban en él, por sus hijos, por Lucian, por el cachorro que tenía que su vientre y por el lobo que le había hecho ver el mundo de una manera diferente. Por lo que no importara lo que pasara, él debía destruir a Ryan y más esencial, mantenerse con vida.
Con esos pensamientos en su mente se abalanzó contra el enemigo. Esta vez enfocó todos sus sentidos y fuerza para dar los mordiscos necesarios. Sabía que mientras más él se demoraba más posibilidades había que Lucian y Dante corrieran peligro. Pero Ryan se movió muy rápido y sus dientes aterrizaron encima del omoplato. Estos temblaron al tener contacto con la superficie con poco músculo. Aun así, apretó y arrancó la piel de un tirón intentando hacer el mayor daño posible.
Ryan gruñó de dolor y movió la cabeza para morderlo cuando una de las patas de Lucian cayó sobre su ojo enterrándose en este. El lobo más grande sacudió la cabeza y casi lo tira al suelo. La diferencia de fuerzas era demasiado grande. Para suerte del lobo pelirrojo, Dante amortiguó la caída gruñéndole en respuesta. Lukyan cayó a su lado momentos después. Jadeada y escupía el pedazo de sangre.
La herida provocada por el omega no cerraba mientras su ojo lo hacía con una fuerza impresionante. Lukyan se alejó de ellos atrayendo la atención de Ryan. Su alfa y su amigo podían ayudarlo, pero eso solo los ponía más en peligro, él estaba más a salvo que cualquiera, sus heridas cerraban gracias a la sangre de Lucian en su interior. No podía arriesgarse. Con su mente detuvo los movimientos de ambos y los lobos se quedaron tiesos en el lugar gruñendo por lo que les había hecho. Eso era lo mejor.
Ryan arremetió contra él con fuerza y ambos volvieron a envolverse en una lucha de mordidas, arañazos, colmillos, sangre. Dante casi enloquece con la imagen y la impotencia de no poder hacer algo, estaba paralizado. De que la regañaría y castigaría si salían de esto por hacerle eso, era seguro. A su lado Lucian no estaba mejor. Sus músculos estaban tensos al igual que los de Dante intentando moverse en vano.
Lukyan y Ryan se separaron casi sin aliento ambos. Incluso a esa altura, el lobo había recibido tantas mordidas que la recuperación era un proceso tortuoso y doloroso y se estaba volviendo lento. Al menos tenía la grata imagen de un lobo con más heridas que carne en su lugar. Pero no estaba ganando. Podía enfrentarse contra él, le había quitado con ayuda de su hija parte de su dominio, él estaba débil pero no avanzaba. Aquello podría durar días antes de que alguno de los dos cayera. Su regeneración era mucho más lenta que al inicio. Se imaginaba que eran las toxinas de Ryan, no sabía cuántas podía aguantar su cuerpo.
Estaban igualados.
-¿Necesitas mi ayuda una última vez ma?-
El mundo de Lukyan se volvió oscuro y él se encontró en su forma humana. Un silencio total estaba a su alrededor solo pudiendo escuchar su propia respiración. Unos pasos de pies descalzos se proyectaron frente a él y de las sombras apareció poco a poco su hijo. Su cabello tan oscuro y largo se fundía con el fondo de forma inusual.
-Aidan- mencionó su nombre para recibir una sonrisa por parte de él.
-Ma, déjame ayudarte, sino hacemos algo, ese lobo matará a mi familia y a mi lobo. Eso no lo puedo permitir-
Por más que Lukyan lo mirara más se parecían y a la vez no. Decía las palabras, pero parecían vacías, como si él estuviera vacío. El omega se acercó a su hijo y tocó su rostro. Su piel era fría y pálida. Rodeó su cuello con el brazo y lo atrajo hacia sí, abrazándolo. No sabía por qué, pero su pecho se apretaba de verlo así y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-No llores ma- Aidan no respondió el abrazo, pero tampoco lo rechazó, solo no hizo nada –No te preocupes por mí ahora, yo estaré bien, no importa la decisión que tomes, siempre será la correcta-
-Hablas como si tu vida dependiera de mis decisiones- Lukyan se separó un poco para ver la misma sonrisa falsa de su hijo.
-Lo sabrás en su momento- Aidan puso la mano sobre el vientre de Lukyan donde él se formaba –Disculpa todos los problemas que pueda darte, pero quiero que sepas que nunca me molestaré por lo que hagas, ma. Confía más en ti-
Lukyan puso una mano a cada lado del rostro de su hijo y besó su frente. Tenía un mal presentimiento de todo aquello, pero no quiso expresarlo con palabras. Temía que sus miedos cobraran vida. Una vez que sus labios dejaron la frente de su cachorro unió la de él.
-Entonces ayúdame una vez más, hijo mío-
-Como quieras ma, y la próxima vez que nos veamos espero estar en tus brazos - su alrededor se fue difuminando hasta volver al terreno irregular y con fuerte hedor a sangre.
Ryan seguía allí y se preparaba para un nuevo ataque. Esta vez Lukyan confió en sus sentidos, confió en su hijo, confió en él. Su atacante comenzó a correr en su dirección. Lukyan no se movió.
Todo pareció pasar en fragmentos muy lentos para algunos, demasiado rápido para otros. Kaiser, Falco, Dmitri, Lucian, Dante y varios miembros de la manada solo podían ver como aquel inmenso lobo casi estaba encima de su reina. Dante sintió su corazón palpitan casi desbordado y a pesar de desgarrarse más de un músculo logró romper el control sobre su cuerpo y correr en defensa de su lobo.
Lukyan no se percató de lo que ocurría a su alrededor. No oía nada, no olía nada, solo esperaba. Esperaba el momento indicado. Y cuando sintió los dientes de Ryan sobre su cabeza y su aliento nauseabundo tocar su piel, por un segundo el cuerpo del lobo se paralizó.
No necesitaba más tiempo. Su hijo le había dado un segundo y eso era más que suficiente. Con un rápido movimiento se inclinó y tomando impulso abrió su boca y la cerró sobre el cuello de Ryan, con tanta fuerza que sus mandíbulas dolieron. Pero la profundidad con la que había mordido fue suficiente para que la vena central del enorme lobo fuera alcanzada y cortada por los colmillos.
Ryan se sacudió aullando tan alto que reventaba los tímpanos. Se sacudía con violencia pero Lukyan solo apretaba aún más. No soltaría, no hasta que el cuerpo del lobo cayera inerte. Ryan dio lucha, no se rindió aun cuando se estaba quedarse sin fuerza.
-Perro, perrooooooooooo- le gritaba en su mente- Prometo que regresaré y serás míooooo- gruñía y sus patas se doblaron cayendo hacia adelante –Lo juro- su voz se iba haciendo más débil- te...destrui...ré-
Las pupilas de Ryan se volvieron blancas lentamente mientras su cuerpo se estrellaba en el suelo llevándose consigo a un muy cansado Lukyan.
¿Había ganado? No lo sabía. Sus energías de momento lo abandonaron solo permitiéndole soltar la piel y quedando acostado de lado junto al cuerpo muerto de su enemigo, sin saber que ocurría a su alrededor. Había sonidos a su alrededor, pero no podía definir qué.
Pudo sentir como alguien lo agarraba de la piel de la nuca y lo arrastraba con cuidado hasta quedar sobre la hierba fresca. Era mejor que estar sobre su enemigo. Una lengua cálida comenzó a lamer sus heridas que se cerraban lentamente sobre su lomo, rostro, patas. Sonrió internamente e hizo un intento de mover la cabeza para que esta cayera pesadamente otra vez, estaba extremadamente cansado. La lengua dejó de pasarse por su cuerpo para desplazarse hacia detrás de su oreja.
Dante no podía dejar de tocar a su esposo. Casi pensó que lo perdería. Bajó sobre su estómago hasta quedar acostado a su lado y acarició la cabeza de él con su morro. Estaba feliz que todo al fin había terminado y que ninguno de ellos estuviera muerto. Heridos sí, pero vivos.
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