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Gracias por existir

Lukyan daba pequeños pasos ya pudiendo sostenerse sobre sus rodillas sin que estas se doblaran en el acto, aun así le dolían y lo ocultaba de Sasha y Axel, que hacían su mayor esfuerzo en ayudar a recuperarse lo más rápido posible. 

En el otro extremo del aposento, Fallen estaba sentado con unos papeles que revisaba de arriba a abajo, con datos de su antigua manada y ahora perteneciente a Dante; quedarse de lado no estaba en su personalidad y le había pedido al alfa que al menos le dejara organizar los registros de su familia directa.

-Ma, ten cuidado, no te apresures, lo estás haciendo bien- Sasha lo sostenía con un brazo alrededor de su cintura, cuidando cada uno de sus movimientos.

-Cualquiera diría que yo soy su hijo pequeño si sigues hablando así- bromeó el lobo por primera vez desde hacía muchos años. 

La conexión instintiva entre madre y cachorro era más fuerte que cualquier separación que podía existir, y prueba de ello era la aceptación de sus hijos al hecho de que él acabara de aparecer en sus vidas. Aunque no podía decir lo mismo de dos que aún no había visto. Siempre había sus excepciones y más cuando tenían a un padre que no aportaba nada a su relación.

-Matías y Laira ¿cómo están ellos?-interrogó. 

El silencio reinó en la habitación. Axel ayudó a su madre a que se sentara y se arrodilló tomando sus manos. El omega pudo sentir como sus palmas empezaban a sudar y las acarició para calmarlo.

-Ma, sé que puede ser difícil, hay que darles tiempo, Matías, digamos que su alma está más que contaminada por las creencias de pa, confío en que más adelante su relación contigo mejore,  no podemos garantizarlo por el momento. Además, el alfa tiene sus ojos sobre él y no puede ir y venir libremente por lo que está algo, más que molesto- su hermano era tan frío que hasta dolía su mirada, estar en el mismo lugar con él, incluso sin dirigirles la palabra, podía ser sofocador.

-En cuanto a Laira- Fallen se sentó a su lado y besó la sien de su madre, había hallado que le gustaba hacerlo -Digamos que es algo diferente- sus dos hermanos asintieron -No sabemos por qué es así, pero está renuente a verte. Él es impredecible e inestable y aunque sea nuestra hermanita querida tenemos que reconocer que es más difícil, incluso que Matías-no quería lastimar a su madre con el desinterés que mostraba la pequeña.

Lukyan sacudió el cabello de su hijo y sonrió.

-No se tienen que preocupar y adornarme la situación con pétalos de rosa. Estuve muchos años ausente y sé que las cosas han cambiado y que Sylas se encargó de manchar mi imagen y eso es algo con lo que viviré. Ustedes no tienen que cargar el peso de ocultarme las cosas para hacerme sentir bien. No soy tan débil- los chicos se miraron entre sí indecisos- Recuerden que fui líder de la manada, esto solo sería una gota más en un vaso de preocupaciones-los tranquilizó amorosamente.

-¿Ma, cómo puedes ser tan fuerte?- Sasha apretó el borde de su camisa .La admiración por el poderosa lobo que lo trajo al mundo crecía por día. Junto a él se sentía empequeñecido.

Él tomó su mano a acarició cada uno de sus dedos. 

-Porque los tengo a ustedes-el cariño se filtraba en cada palabra. Sus hijos queridos nunca habían recibido una palabra de ternura de nadie; crecieron alejados de las muestras de amor de quien los trajo al mundo, dado por muerto y de un padre que no los amaba. Iba a llenar ese profundo vacío ahora, con la oportunidad que le estaba brindando la vida.

-¿Tan importantes somos para ti?- Axel buscaba respuestas.

-Más que el aire que respiro. La única razón por la que no terminé mi vida en aquel lugar fue porque sabía que un día saldría de allí y podría reunirme con ustedes, por el momento solo podía protegerlos desde las sombras-añadió. 

Fallen lo rodeó y abrazó enterrando su rostro en el cabello.

-Gracias ma, por no rendirte.

Lukyan se sorprendió con aquella frase y una felicidad innata lo invadió.

-Gracias a ustedes, por estar aquí-sonrió agradecido.

***

Lukyan decidió caminar por sus propios medios cuando sus hijos se retiraron a sus habitaciones. Se estaban preparando como los nuevos integrantes que se unirían al gran comedor. Además estaba el pequeño detalle de ser hijos de un alfa como Sylas, tachado de tantos apodos desagradables que no podían contarlos.

Salió de la habitación para caminar por el pasillo. En la alcoba, a pesar de ser grande, había muchos obstáculos que él no podía definir y siempre terminaba con golpes.

Su vista, mejor que antes, todavía no enfocaba casi nada y aunque las siluetas eran más definida los colores se mezclaba. Dio un paso adelante soltándose de la pared y volvió a sujetarse. Necesitaba más fuerza si quería caminar sin soporte. Usando la pared como guía dio varios pasos lentamente hasta que los músculos de sus piernas se calentaron y le fue más fácil. 

Sin preverlo algo apareció ante su pie, una madera quizás, y cayó hacia delante. Intentó sostenerse, pero sus manos resbalaron hasta que algo la detuvo del impacto. Lukyan levantó la cabeza y no identificó la silueta que lo sostenía, aunque sí el olor y el anhelo de muchos años.

Agarró con sus manos los brazos que lo sujetaron y se enderezó con su ayuda, sin poder soltar alguna palabra, estas quedaron atoradas en su garganta.

-Veo que está mejor, madre- la voz de su primogénito, Matías, hizo vibrar su corazón.

El omega se adelantó y rodeó el pecho de aquel lobo alto.

Matías no se esperó esa reacción y solo lo dejó hacer, con los brazos a cada lado de su cuerpo.

-Al fin-él sollozó suavemente contra él -Al fin puedo volver a verte, ha sido tanto tiempo-la alegría del encuentro se trocó en desconsuelo.

No sintió respuesta por parte de su hijo. Estaba tieso, mientras él le demostraba nostalgia por su persona.

Se separó e incorporó sosteniéndose de la pared. Era de esperarse. Estaba seguro que Matías no lo recibiría con los brazos abiertos. Tenía que reconocer que su rechazo era más doloroso que todo lo que había recorrido su cuerpo a lo largo de los años, no lo podía comparar con nada.

Los pasos pesados de alguien se oyeron detrás del omega y pudo saber de quién era aquel olor que llegó con mucha intensidad. Su sentido del olfato se estaba recuperando más rápido que los otros.

-Me alegra ver que han podido efectuar un encuentro familiar- Dante de detuvo al lado de Lukyan, como dueño, delimitando su espacio.

Matías frunció el ceño, apretó los puños, y se contuvo. 

-Si me disculpan, me retiro-la frialdad de su actitud destruyó las pocas defensas del lobo.

Dante no le ordenó que se quedara, aun si era una falta de respeto retirarse sin saludar al alfa. Lo vio dar la vuelta y desaparecer dos puertas más allá.

-Veo que ya puedes caminar- el lobo obvió el tema, la situación parecía tensa entre ellos y él solo se mantendría al margen, no iba a interceder en una cuestión donde no tenía experiencia, solo por el momento.

-Si, Sasha y Axel me han estado ayudando- su voz sonó apagada, decepcionado.

-Pues mejor. Espero que estés preparado- lo agarró de la cintura y lo atrajo para que usara su cuerpo como soporte. Con un dedo le limpió la única lágrima que había escapado de sus ojos y vagaba por su mejilla, para llevarlo  sus labios y saborear el salado líquido -Iremos a ver a tu manada.

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