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Está prohibido

Uno de los guardias entró corriendo a la celda con una expresión exasperada en el rostro.

-Alfa, Comandante, los lobos, los lobos- le costaba articular palabras- de buenas a primeras se quedaron quietos, sus ojos cambiaron de color y se quedaron inconscientes-miraba a uno y a otro sin tener una explicación

Dante miró a su hermano que no salía de su misma impresión. En sus brazos Lukyan apenas podía moverse, había agotado el último atisbo de energía que le quedaba y dentro de poco acompañaría a sus compañeros a un buen merecido sueño, pero no quería. Sacudió la cabeza en un intento de espabilarse.

El alfa sintió el movimiento y le prestó atención.

-Después quiero que me expliques con detalles que fue lo que hiciste, ahora descansa- le quitó los mechones de cabello que caían sobre su rostro.

Él negó.

-No lo haré- sus ojos se cerraban y los volvía a abrir con fuerza.

Dante lo comprendió. La forma en que su pequeño cuerpo comenzaba a temblar era el indicio de que el pánico de quedarse a la deriva, a merced de extraños y dentro de una celda, lo comenzaba a invadir. Tenía que sacarlo de allí. Había soportado entrar en aquella mazmorra y curar a los suyos, después de todo lo que había pasado y aun así, no se había quebrado, hasta ahora.

-Dimitri, encárgate del resto, yo tengo que volver- no miró a su hermano, pero este no necesitaba más palabras, tantos años al lado de su gemelo era más que suficiente para leerlo más allá de lo necesario.

Dante pasó una mano por debajo de sus muslos y lo cargó, saliendo lo antes posible de aquel lugar. El aire menos pesado llegó a los pulmones de Lukyan que tomó una gran bocanada.

-Puedes estar más tranquilo, te llevaré con tus hijos- el lobo se encaminó hacia la mansión, apretándolo contra su pecho e intentando disminuir su olor, para no incomodarlo.

-¿No les harás nada?- él específicó al no recibir respuesta por parte de él- ¿a mi manada?

Dante suspiró.

-¿Puedes preocuparte un poco más por ti?  Ellos estarán bien, mi hermano sabrá qué hacer con los machos para que se integren adecuadamente a los demás miembros, pero, acaso no te has visto tú- su tono salió un poco más brusco- tienes hijos y responsabilidades, sino te cuidas, los dejarás sin madre-concluyó.

-Conozco mis límites- sus palabras se diluían en el aire- No los dejaré solo esta vez, solo no soporto quedarme de manos cruzadas cuando hay tanto por hacer-hablaba bajo, manteniendo firmeza en sus palabras. Mostrando atisbos de la antigua líder que aún había en él.

-Yo soy el alfa ahora y todos son mi responsabilidad, así que no tienes que estar llevando toda esa carga-replicó molesto. No podía entender tanta fortaleza en un pequeño ser.

Lukyan se demoró en responder y él pensó que se había quedado dormido.

-Aun así, aunque no sea reina ya, aten mis brazos y piernas; entregaré mi vida y todo lo que tengo por el bien de mi familia, solo así estaré tranquilo...-dando un bostezo se quedó por fin dormido, sin terminar la declaración. 

Dante miró su rostro pálido y aun delgado. Aquel lobo anteponía todo lo que era importante para él, incluso, su salud. Sabía que si seguía así podía perderlo, tendría que tomar medidas drásticas si él utilizaba más fuerza de la necesaria.

Entró por la puerta de la mansión y se dirigió a la alcoba designada para él. Sasha se encontraba esperándolo, dando vueltas en círculos. Al ingresar el cachorro corrió en su dirección, pero al percatarse de quien era retrocedió. El rostro mostró una mueca de preocupación al ver a su madre en los brazos del alfa.

-No te alarmes, se quedó dormido al caminar demasiado- no preocuparía al menor con detalles que estaban fuera de su comprensión.

Lo vio asentir con la cabeza y sentarse en el borde de la cama al lado de Lukyan. Una vez lo puso sobre el colchón y cubrió su cuerpo con la manta, se dirigió al muchacho.

-Cuida de él- le sacudió la maraña de cabello despeinado, acción que impresionó a Sasha y salió de allí con su mente todavía analizando los nuevos acontecimientos. 

Debía mantener esa información lo más resguardada posible, si alguien con los escrúpulos no adecuados se enteraba de aquello, la vida de los escasos omegas que existían podría correr peligro o terminar para otros fines. Agradecía que los que habían presenciado aquello fueran lobos de confianza de su hermano.

Oyó a su beta caminar hacia donde estaba y se giró esperándolo recostado en la pared.

-¿Qué ocurre?-inquirió, listo para un nuevo problema.

La postura de su beta parecía incómoda, como que algo no le gustaba.
-Alfa- apretó los labios en una fina línea- El Consejo, está al tanto de la situación, estarán aquí en unos 8 días-parecía contrariado, con razón.

Dante chasqueó los dientes. Esperaba tener más tiempo para ubicar a todos los miembros de la nueva manada en mejores condiciones y terminar de encaminar ciertos asuntos, pero ya no se podía hacer más. Ir en contra de la corriente sería peor.

-Prepara las condiciones para su recibimiento, nada puede salir mal-ordenó.

***

Para cuando el día de la reunión del Consejo llegó, Lukyan había ganado parte de las libras perdidas y sus sentidos se habían recuperado en su mayoría, menos su vista que se negaba a mejorar. No importaba las dosis de sangre que Dante le ofreciera y los medicamentos por parte del doctor, nada hacía que volviera la nitidez y el enfoque para hacer las cosas por él mismo, había una nebulosa presente constantemente. Había tenido que aprender a guiarse por su oído y olfato, que por el momento le habían ayudado bastante.

-Este Lucian siempre tan exigente con la etiqueta- protestó Bastian entrando por la puerta con un par de zapatos de color negro que hacían juego con el conjunto de pantalón y camisa que Lukyan tenía puesto. El cuello alto y las mangas largas, tal vez eran un poco exagerados, pero no quería mostrar nada de piel delante de lo que se consideraba la ley entre los lobos. Bastian había aportado su granito escogiendo una tela gruesa decorada con la misma textura del hilo. Simple, pero a la vez elegante. 

El lobo le había recogido el cabello en una coleta baja detrás de la cabeza, dejando solo los mechones enmarcándole el rostro, porque no iba a una fiesta. Todo lo contrario, su futuro y el de su manada se definirían ese día.

-Debes estar tranquilo y no exasperarte con ninguno de ellos, no importa lo que digan-Bastian le repetía a cada rato- Algunos pueden ser intransigente, pero recuerda que Dante estará contigo-decía convencido de la protección del alfa.

Lukyan tenía la mente en blanco. En sus diez años como reina nunca había asistido a ninguna de las dos reuniones que el Consejo le había obligado a participar. Si lo hacía, estaba seguro que solo lo castigarían y no oirían nada de lo que tuviera que decir. 

La razón: estaba prohibido que un omega dirigiera la manada.

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