Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Directo al vacío

A pesar de estar sobre él, Dante recargaba la mayor parte de su peso sobre sus patas. El lobo bajo él estaba débil, delgado, casi como un pétalo de flor que podía marchitarse, aun así, luchaba e intentaba agarrarle alguna de sus extremidades y destrozarla. No parecía estar muy contento de estar en aquella posición. A Dante no le importó. Ahora necesitaba mantenerlo bajo control.

Bajó su morro hacia su cuello y lo olió, lamiendo hasta su oreja y dejando un apretón en el nacimiento de la misma, no para hacerle daño, pero si lo suficientemente fuerte para que fuera consciente de que estaba allí.

Él se sacudió y soltó un gemido lastimero. No se rendía, a pesar de estar en desventaja, no le gustaba aquello y lo demostraba.

Dante volvió a lamer bajando hacia su cuello buscando el área más sensible mientras sentía su sangre golpear en sus oídos taladrándolo. Le estaba gustando más de lo que imaginó; haciéndole perder por un momento el foco de su acción, su celo estaba cerca, y estaba más sensible de lo normal.

Gruñó más para él que para el lobo, siendo el omega el que respondió tensando los apenas músculos de la espalda.

Husmeó otra vez en el pelaje para encontrar allí un olor diferente y sacó los dientes levantando la cabeza. A un costado de su pescuezo una hilera de dientes se visualizaba marcando la piel. Dante reconoció el olor, era el de su beta. Lo había mordido.

Una rabia incontenida lo recorrió sin saber, tocar lo era suyo estaba contra las reglas. La única razón que lo detuvo de ir a matar a su lobo, fue el hecho de recordar que había sido atacado por el omega y él debió haber actuado sin pensar para salvarlo. Soltó una pesada respiración y lamió sobre su herida, no debía molestarse con su segundo al mando, su carácter sobreprotector era algo sofocante y él lo sabía, pero era la primera vez que tocaba lo suyo, aun si era para salvarle la vida.

El sabor de la sangre seca en su lengua no lo disgustó, más bien fue un festín. No se imaginaba como sería probar la fresca. Un impulso de abrir el hocico y marcarlo fue inminente, pero aquello estaba en contra de las reglas y más si él había sido marcado por su anterior esposo; aun si lo mantuviera a su lado, tuviera sus hijos, nunca sería suyo. Sylas no solo había torturado y violado al omega, había condenado su vida entera. Y una marca sobre otra podría costarle a él no solo su puesto como alfa, sino su vida ante el Consejo.

El lobo más joven se estremeció al sentir la lengua áspera sobre su cuello y lloró, soltando gemidos tras otro, no quería aquello, le desagradaba el contacto, odiaba el olor a alfa a su alrededor. Todos eran iguales, todos lo querían por lo que era, su línea de sangre y su capacidad de tener cachorros.

Sus cachorros.

¿Dónde estaban sus cachorros?

Este lobo sobre él tenía una débil fragancia sobre su cuerpo, que al menos era capaz de distinguir, así que no debían estar lejos. Tenía que mantenerse vivo, no importaba lo que le ocurriera. Necesitaba recuperarlos. Un omega que había dado a luz, era madre hasta que dejara el mundo terrenal, incluso si sus crías no estaban a su lado.

El morro del alfa le golpeó su omóplato derecho impulsándolo a que se girara. Él mostró resistencia. Girarse, mostrarle el cuello y la panza significaba su sumisión total, algo que no le daría nadie, ni siquiera al que había sido su esposo.

El lobo gruñó levantándose unos centímetros de él y dándolo más fuerte con el hocico. Dante no permitiría que él no se sometiese.

El omega apretó la cadera más al suelo buscando la mayor separación del cuerpo inmenso, pero el pecho del alfa volvía a pegarse a su espalda.

Dante sacó los dientes molestándose, nunca nadie se había demorado en mostrar su sumisión. Lo vio temblar debajo de él y encogerse. Sabía que lo estaba asustando, eso era bueno, pronto cedería.

Las patas del omega se extendieron y se fue girando poco a poco.

Dante se levantó para darle espacio para que mostrará su cuello y la parte de debajo de su cuerpo. Lo miró con satisfacción. Todos al final sucumbían.

El lobo se giró muy lento hasta ponerse boca arriba. Dante se humedeció el morro y lo llevó hacia su mejilla lamiéndola. El joven lobo cerró los ojos apartando su cabeza a un lado.

Dante olió otra vez, desde su rostro hasta la oreja desplazándose hasta el cuello, tener su celo cerca hacía que sus sentidos se intensificaran aún más. Estaba muy centrado en lo suyo, confiado en que aquel pequeño lobo se había rendido.

Grave error.

La boca delgada se abrió y la cerró fuertemente sobre lo único que quedó a su alcance, la oreja. Dante se apartó al sentir los dientes en su piel, tomándolo desprevenido, apartó la cabeza soltando un jadeo. El omega aprovechó y con lo poco que quedaba de fuerza se escabullo de debajo de él y salió corriendo hacia donde presentía que las personas entraban y salían de la habitación. A pesar de su estado se sentía fuerte, con el dolor azotándolo, pero sin control sobre sí; la neblina roja ahora era más potente que antes.

Corrió hacia donde recordaba que estaba la puerta y arremetió contra él rompiéndola con su cuerpo, estrellándose junto con la madera a los barrotes de cemento del balcón. Los huesos de sus costillas crujieron.

Se levantó lo más rápido que pudo y se sacudió las astillas sintiendo varios gruñidos a su alrededor y unos pasos pesados correr hacia él.

No podía ver nada, la locura nublaba su juicio, la adrenalina recorría su cuerpo. Los diversos olores que no podía distinguir y las siluetas borrosas lo mareaban, solo sabía que estaba en peligro, su parte más salvaje se lo decía, y ya no tenía fuerza para luchar, eran muchos y no podía morir todavía.

Se puso en dos patas sobre el balcón y sin pensárselo dos veces se lanzó, directo al vacío.

No se sometería a nadie, ni dejaría que lo atraparan.

¡No de nuevo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro