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Alguien me espera

Lukyan avanzó por el pasillo. Agradecía su buena memoria, algo que se había desarrollado, aún más por su falta de visión, así que encontrar el lugar a donde se dirigía era cuestión de tiempo. A su espalda oyó los pasos de Lucian y poco después de Dante, que al parecer se había vestido pues el sonido de la tela sobre su piel estaba presente.

Aún se sorprendía con él mismo al ser capaz de tratar con dos alfas, y no dos alfas cualquiera, dos que le sacaban tantos años que no se atrevía a recordarlos. Cuando se había unido con Sylas la situación la había podido controlar hasta un punto, pero el pico de la cumbre había sido al estar tanto tiempo encerrado. Tantos años cautivo lo habían cambiado tanto que él mismo que se asustaba. Ahora ya no tenía el miedo y la indecisión que ocultaba tras su rostro serio. Ahora tenía una familia que cuidar y por la que no dudaría poner sus manos al fuego.

Se detuvo delante de la enorme puerta y respiró profundo. Esperaba no estar equivocada. Esperó que Lucian estuviera a su lado.

-No sé qué corre por tu mente, espero tener buenas noticias -le advirtió Lucian, queriendo ocultar la ansiedad.

-Ábrela, confía en mí, nunca fallo a mi palabra, además tengo alguien que me está esperando- señaló con la cabeza sobre su hombro al lobo que parecía esta vez más pálido, pero se mantenía firme.

Lucian abrió la puerta y Dante frunció el ceño al percibir el olor que provenía de su interior. Se acercó a Lukyan y agarrándolo del brazo lo atrajo hacia él, hasta que su espalda tocó su pecho.

-No entrarás ahí, es peligroso- su brazo envolvió la pequeña cintura protectoramente.

Lucian no dijo nada, solo esperó. Al perecer el único que podía dominar al otro alfa estaba entre sus propias manos, así que esperaría a que él hiciera su magia.

Lukyan acarició el brazo que lo aprisionaba desde el codo hasta la muñeca con delicadeza; recorriendo cada vena y tendón que se marcaba por la tensión hasta llegar a sus dedos.

-Dante, estaré bien, ya estuve ahí adentro y no me ocurrió nada- mintió descaradamente- Solo será un momento-le prometió.

-No- su voz retumbó en el pecho – lo que está ahí adentro es letal, no te dejaré someterte a ese peligro-no cedía.

Lukyan alzó la cabeza hacia atrás descansándola sobre su pecho y estiró su palma hasta la mejilla de él. El lobo lo miró con los ojos entrecerrados llenos de preocupación. Aunque no lo dijera, tenía miedo de que algo le ocurriera.

-¿Acaso soy tan débil alfa?- hablaba despacio y con calma –Me elegiste para que fuera tu reina por una razón, si no hago esto, si no cumplo con mi palabra, como podré mirarte a la cara-intentó razonar.

-No tienes que demostrarme nada, ya eres lo bastante fuerte para mí y mi manada-replicó obstinado.

Él sonrió acariciando con su dedo el labio inferior de él, algo que descubrió que le gustaba, a pesar de estar reseco por los días del celo, aún se sentían agradables bajo su tacto.

-No lo suficiente-respondió negándose a ser vencido, nunca más, se lo debía a sí mismo.

El brazo que lo sostenía tembló y cerrando los ojos Dante lo liberó, rindiéndose. Se había percatado, hacía mucho que aunque fuera el alfa, estaba perdiendo contra él, y su celo había sido el detonante para darse cuenta de ello, al estar sus emociones a flor de piel. Cuando volvieran se encargaría de demostrarle cuánto le importaba.

Lukyan se separó de él y asintió a Lucian, que había admirado la escena con algo de envidia, para que lo dejara pasar.

-Ustedes quédense aquí afuera- los lobos se tensaron y abrieron la boca para reclamar –Si están allá puede alterarse y yo necesito concentrarme, además- señaló con el dedo a su pareja- no creo que Ellar se acerque con él vigilando cada paso que doy.

Y terminando que decir eso, entró. Solo los escuchó hablar entre ellos antes de que puerta se cerrara.

-¿Ellar, dijo Ellar? Acaso él no...-Dante lo miró intrigado al ser interrumpido. La cosa se ponía interesante: el alfa más recalcitrante del Consejo, con secretos. Secretos penados por la ley ¿Quién lo iba a creer?

-Es una larga historia- Lucian le respondió cansado.

Lukyan caminó por el cuarto esta vez totalmente oscuro. No era que necesitara luz, así era mejor, las diferentes neblinas solo la estorbaban. Agudizó su oído hasta que la oyó. El lobo incorporándose después de haberlo escuchado. Esta vez no parecía tan agresivo como antes, estaba más calmado, aun así, el omega presintió la locura dentro de él.

Avanzó algunos pasos. Dejó salir dos de sus garras y se hirió el brazo profundamente, asegurándose de que la sangre brotara en grandes cantidades. No se movió cuando escuchó a la bestia correr hacia él y empujarlo contra el piso, enterrando sus colmillos en su brazo herido. Eso era lo que quería.

Lukyan tragó un gemido de dolor y solo se quedó sentado en el suelo, mientras su sangre era consumida. La puerta se abrió de golpe dejando entrar a los lodos que se habían alarmado ante el estruendoso sonido y se erizaron con la imagen.

-No se acerquen- Lukyan ordenó sin girar la cabeza. Su atención solo estaba puesta en su atacante y como este iba disminuyendo su fuerza poco a poco al igual que la succión.

-Lukyan - Dante lo llamó dispuesto a convertirse para ir en su búsqueda, pero él negó con la cabeza.

-Ya casi, no interfieran- su voz sonaba complacida y sonrió cuando los dientes soltaron su brazo y la cabeza del animal cayó inerte sobre su regazo.

Lukyan soltó un sonoro suspiro y con su mano sana acarició la cabeza del lobo hablando en voz baja, utilizando su habilidad con más facilidad. Poco a poco el cuerpo peludo fue perdiendo todo rastro de pelaje, sus extremidades se volvieron más largas y su rostro se retrajo dejando ver las facciones de un chico joven y delgado. Lo había logrado, había traído de regreso a Ellar y su sangre había sido el conducto para ello. Algo nuevo que descubría sobre sí.

Lucian corrió a su lado y levantó al chico y lo acunó en sus brazos.

- Ellar, Ellar - lo llamó sin respuesta, pero después de verificar su pulso respiró tranquilo y lo abrazó. Sin poder contenerlo, dos lágrimas cruzaron su rostro- Gracias- su voz salió temblorosa sin perder el atisbo de alegría- Gracias.

Lukyan sonrió imaginándose la imagen, cuando dos manos lo agarraron de la cintura, elevándolo y lo apretaron contra un cuerpo sólido. Dante no hablaba, pero su olor le dio a entender a Lukyan que estaba preocupado, molesto y aliviado en partes iguales. Se separó y se quitó la camisa que llevaba para enrollarla en su mano y lo volvió a abrazar enterrando su rostro en su cuello.

Todo su cuerpo temblaba ligeramente. El omega alzó los brazos y los pasó a lo largo de su espalda y tuvo que contener un gemido. A pesar de la situación su cuerpo reaccionó al tacto recíproco intensificando sus emociones. Se sintió delicioso rodear aquel cuerpo sólido y que a pesar de lo frío de su piel, le proporcionaba calidez. No le importó que alguien más estuviera ahí, acarició cada músculo desde su nuca hasta la estrecha cintura, donde no podía avanzar más por el borde del pantalón.

Olió la piel de su pecho donde su rostro estaba enterrado y de pronto se detuvo. Los latidos del corazón de Dante se habían vuelto más débiles y ya su cuerpo no se movía, eso lo hizo salir de toda nebulosa.

-¿Dante?- lo llamó sin obtener respuesta- Dante- lo llamó con más fuerza incluso alarmando a Lucian.

Pero el alfa no respondió. Su cuerpo se desplazó de los brazos de Lukyan hasta caer en el suelo, inconsciente.

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