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Al borde de la muerte

Edgar, el doctor jefe de la Manada de Plata revisaba a su paciente con el ceño dolorosamente fruncido mientras pronunciaba maldiciones mudas de vez en vez.

-¿Cómo está?- Dante se mantenía en la distancia, ansioso, sin noticias desde hacía buen rato.

-Ahora no alfa, déjeme terminar mi trabajo- soltó más brusco de lo que pretendía, desechando su ira contenida -Por favor salga -pidió más tranquilo, después de todo se estaba dirigiendo a su alfa.

Dante solo asintió con la cabeza y salió de la habitación para encontrarse con el rostro amargado de Fallen y Ryan, que a pesar de las vendas en su cuerpo, había insistido en estar ahí.

No se molestó por el tono de Edgar. El lobo le llevaba casi 300 años por encima, incluso había ayudado a traerlo a este mundo y sabía que reaccionar de aquella forma, era indicio de que la situación estaba más allá de su entendimiento. Gruñó internamente sintiendo la rabia caminar lentamente por su ser.

Aun recordaba la sensación de la forma de los huesos sobre la piel del omega mientras lo llevaba en brazos, su respiración irregular, apenas había visto su rostro bajo la mata de cabello sucio y enmarañado. Ver la sábana teñirse, por zonas, de rojo casi lo descontrola. Ni en sus arrebatos más violentos podría ponerle un dedo arriba a alguien inocente de aquella forma, ni él ni nadie de su manada. El último lobo que lo había intentado perdió su garra derecha.

-¿Cómo se encuentra?- Fallen lo sacó de sus pensamientos. Parecía intranquilo, dispuesto a entrar a la habitación en cualquier momento.

-Tenemos que esperar a que Edgar termine de atenderlo, nunca da un pronóstico hasta estar seguro-lo tranquilizó sin mostrar su propia ansiedad

El menor tembló de la impotencia. La imagen de su madre no se alejaba de su mente.

-Tendrás que esperar cachorro, confió con mi vida en él. En sus manos, su madre estará bien-continuó el alfa al ver la reacción del joven.

Fallen no pareció tranquilizarse con sus palabras, cuando se había enterado del trato que sus hermanos habían hecho con el líder casi había explotado de la indignación. No recordaba lo que había dicho, pero Ryan había tenido que entrar a sacarlos, mientras Matías, inesperadamente, se quedaba con ellos. Ahora se arrepentía de su arrebato y quería disculparse. Primero tenía que saber la condición de su madre para pensar con la mente en blanco. El rostro aterrado de sus hermanos era un cargo de conciencia muy pesado.

El sonido de dos personas corriendo llegó a ellos y levantaron la mirada para ver a Axel y Sasha ir hacia ellos. Se detuvieron a cierta distancia al ver a Fallen y bajaron la cabeza. Dimitri los seguía de cerca cuidándoles la espalda, después de todo aún seguían siendo hijos del alfa de otra manada, específicamente, la enemiga, y aunque las cosas habían cambiado y la fusión estaba cerca, algunos lobos podían no estar de acuerdo con su presencia en la mansión principal.

Dante se separó de la puerta y se acercó a ellos viendo la atmósfera familiar tan tensa.

-¿Nuestra madre?- Axel preguntó impaciente

-Él está bien, el doctor lo está revisando-regresó

-¿Podemos verlo?- Sasha parecía al borde de las lágrimas.

-Por el momento no, vuelvan a la habitación, cuando sepamos su condición se les comunicará- no quería que estuvieran allí cuando el doctor hablara, sabía que los resultados de su tratamiento no serían nada agradables y esos chicos no estaban preparados.

-Pero...- protestaron hasta que Dante levantó una mano callándolos.

-Fallen- lo llamó con voz autoritaria- Ve con ellos y de paso haz lo que tienes pendiente- notó al lobo incomodarse- No me gustan los conflictos innecesarios en mi manada-aclaró.

El menor asistió y pasó al lado de sus hermanos que lo siguieron a distancia, comprendían la reacción de su hermano; solo esperaban que no les volviera a gritar, era la primera vez que lo había hecho y no querían que ese episodio se repitiera en el futuro. Después de todo era la figura maternal que ambos conocían, el único que siempre se preocupó por ellos.

Una hora más tarde Edgar abrió la puerta y dejó pasar al alfa, seguido de su hermano gemelo y Ryan.

Los tres ahogaron una exclamación al ver el lobo en la cama. La mugre de su cuerpo había sido borrada, dejando a la vista su piel descolorida donde las venas pálidas eran incluso visibles. Los huesos marcarse en los pómulos de un demacrado rostro, la clavícula, en las manos y el resto del cuerpo descubierto. Los labios secos, cuarteados hasta doler y el pelo que alguna vez fue oscuro estaba veteado con múltiples hebras platinadas.

El doctor había vendado parte de sus brazos donde anteriormente heridas infestadas decoraban la piel, así como un paño blanco descansaba sobre sus ojos.

-Temo decir que este lobo está al borde de la muerte-dictaminó. 

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