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9

Lunes. 2.40 am.
Iba en ese elegante auto negro impaciente por llegar al hospital donde se encontraba su madre.

—Señor. Sea sincero conmigo. ¿De verdad me lleva con mi madre? ¿No es alguna trampa de ese Kim?

—Sí, señorita. Y soy Namjoon. El joven Kim la espera en la habitación.

Aunque ese había sido el mensaje, ella poco creía en las palabras de ese hombre. Aun así, allí iba, más perdida que nunca al mirar a través de las ventanas.

—¿A qué clase de hospital vamos? Estamos casi llegando a las montañas...

—Señorita, no es un hospital, es una clínica privada— decía con mucha paciencia.

—¿Privada? ¿Es broma? — pero apenas dijo esto, llegaron al colonial portón que fue abierto apenas la patente fue escaneada. Iba asombrada por tanto lujo. Allí no había gente exigiendo atención, no había desesperación, no había un mayor problema que el propio virus.

Se bajaron del auto y caminaron hacia el acceso principal. Un joven con lentes los recibió, llevándolos a una cabina donde fueron sanitizados de pies a cabeza para luego entregarles una mascarilla que Bora jamás había visto.

—Todo listo. Pueden avanzar al segundo piso, habitación 5B. Con su permiso.

Bora le seguía el paso por esos amplios pasillos marmolados y brillantes, con desespero más que nerviosismo. Más cuando vio el número en la puerta y Namjoon anunció su llegada. Sus piernas se movían para calmar su ansiedad y sus manos se mantenían sudorosas. "Adelante" se escuchó clara la voz de Seokjin y Bora intentó tranquilizarse cuando vio primero su figura y después a su madre atrás de él, recostada, con tubos y parches en su pecho. La colorina no se resistió y corrió hacia ella ya con las lagrimas a brote.

—Madre, madre, soy Bora— dijo tomando su mano.

—Bora... mi hija... — la notó de inmediato, acariciando luego su rostro y su cabello. Pero sus ojos se volvieron a cerrar al instante y ella dejó de responder.

—Madre... Mamá— comenzó a llamarla Bora, intentando despertarla otra vez. —¡Mamá! — gritó con fuerzas, de repente enfocándose en Seokjin a sus espaldas, golpeando su pecho con fuerza. —¡¿Qué le hiciste a mi madre?! ¡¿Qué le has hecho?! — el guardaespaldas iba a interferir pero el castaño se lo impidió. A su vez agarró sus brazos con fuerzas y le habló con rabia.

—CÓMO PUEDES DECIR QUE YO LE HE HECHO ALGO A TU MADRE... QUE PERMANEZCA CON VIDA ES GRACIAS A MI ¿NO VES? — la zamarreaba para que ella pudiera entrar en razón. —¿Te das cuenta donde estas? ¿Te das cuenta de lo que estoy haciendo por ti? — ella no dejaba de llorar, con la cabeza agacha.

—Sí, me doy cuenta de cómo me quieres usar para tus experimentos— le reprochó de inmediato. —Si tienes viva a mi madre es solo para mantenerme atada a ti— esta vez Seokjin soltó sus brazos con brusquedad, dándole la espalda, agotado con todo.

—Eres una MALAGRADECIDA— de repente estaba fuera de sí, arrastrando a Bora a la salida. —FUERA, NO TE QUIERO AQUÍ...

—¡¿Qué?! ¡No! ¡No! — intentaba resistirse al chico que cada vez la acercaba más a la puerta. —¡Tengo que ver a mi madre!

—No puedo lidiar contigo así.

—¡No~! ¡Por favor! Necesito estar con mi madre, por favor, por favor— imploraba mientras traspasaba la puerta y luego era cerrada en su cara. —No me iré de aquí— dijo en el suelo donde había quedado, de rodillas y apoyada de manos. —¡Kim Seokjin! ¡Abre la puerta! — golpeó con fuerzas.

—Vamos, señorita, el joven no va a cambiar de opinión.

—No... — pero a la vez que se negaba y seguía golpeando la puerta, Namjoon recibía un mensaje. "Llévatela". Entonces este la tomó y colocó en su hombro sacándola de la clínica a vista de todos. Porque ella no había dejado de gritar y de llorar hasta que la dejó en la calle que había estado siendo su punto de encuentro. Caminó derrotada y aún con las mejillas humedecidas escuchando la voz de Namjoon que la hizo detenerse.

—El joven Kim se está preocupando por usted más de lo que debería.

A Bora poco le importaron esas palabras, siguiendo su camino. Pero el hombre volvió a hablar. —Debería ver más allá de su odio, señorita Bora, a pesar de todo, usted sigue en libertad solo porque Seokjin lo permite.

—Torterías— murmuró y se fue hacia su departamento.

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