4. Vuelta a casa.
Nueva Jersey, Estados Unidos.
¡Señorita, joven! escuchaba que llamaba una voz.
—Hey chica!— y ahí estaba otra vez
¿Qué acaso no sabían que sufría de insomnio? No, por supuesto que no.
—SEÑORITAAAAA
—Ay pero... ¿Qué pasa?—me despierto sobre exaltada, viendo a una azafata frente a mí.
—Discúlpeme joven, pero el avión esta por aterrizar y tengo ordenes de despertar a todos los pasajeros que están dormidos—dice la azafata algo apenada.
Seguro que fue más fácil despertar a los demás, porque seguramente no sufren los episodios de insomnio como yo.
—Está bien no se preocupe gracias.
Se fue, y tome mis bolso y fui al lavabo antes de aterrizar. Al entrar me mire al espejo y note que tenía los ojos hinchados y el cabello revuelto; así que elegí hacerme una rápida trenza. Enguaje mis dientes y lavé mi cara. Me coloco un chaqueta y salgo del lavabo. Ahora estaba mucho mejor, me había venido bien unas cuantas horas de sueño. Salgo del lavabo y me doy cuenta que el avión ya está en descenso; al aterrizar veo que todos están recogiendo sus cosas e igualmente hago lo mismo.
Una vez fuera, alzo los ojos encontrándome con un azul increíble que, como todas las recompensas encerraba una exigencia; las nubes formaban un gran trazo en el cielo como si fueran un lienzo lleno de pinceladas, todos a mi alrededor bajaban con prisa mientras aspire una gran bocanada de aire observando el ambiente; una ligera brisa cálida que llegaba del sur soltó unos cuantos mechones de mi trenza, mi cabello estaba tan largo y ondulado que el viento lo movía alrededor de mi rostro como si tuviera vida propia; un vago olor a salobre inundo mis fosas nasales; así que decidí que era momento de recoger mis cosas. Fui y cogí mis maletas con ruedas del portaequipajes
Camine hasta la entrada y debía decir que el aeropuerto Newark había hecho reformas en los últimos años. Había una nueva planta y muchas más salas, avancé hacia la entrada de pasajeros y entonces me distrajo la imagen de un mendigo en el suelo sobre un cartón; me acerqué un poco sacando unos cuantos billetes y cuando llegué frente a este me observó unos segundos y susurro algo rápidamente antes de irse:
—No niña no—susurro antes de correr y esfumarse.
¿Le habré asustado? Pero si solo quería ayudarlo.
Me dirigí a un bodegón y me senté sin mirar el lugar vacio, y acomode contra la pared mi bolso y maleta. Revuelvo entre mis cosas y saco un par de libros, pero termino quedándome con el de Hush Hush. Luego de un rato estaba ya casi terminando y ¡oh por dios no podía creerlo! enserio estaba pasando eso, lleve mis manos a mi boca tratando de controlar mis emociones. De pronto me encuentro sorbiendo mi nariz y las lágrimas cubrían mis mejillas, mire en todas direcciones para ver si alguien me observaba pero no había nadie, y aún así sentía esa sensación de ser observada, me debía de ver patética inundando mi libro de lágrimas. Me quite la chaqueta para secar mis lágrimas, y justo siento a alguien detrás de mí.
—Aquí tiene señorita ¿se encuentra bien?—dice un camarero vestido con el uniforme del lugar—camisa blanca y chaleco.
Di un respingo sobresaltada limpiándome lo que quedaba de mis lágrimas ¿acaso me había visto?
—Ahh yo no... No pedí nada.
—Lo sé pero vi que lleva rato ahí sola y como se veía un poco triste traje esto para usted—dice, inclinándose un poco, pero insisto en que no deseaba nada; no podía creer que me estaba regalando esto.
—Yo...
—Solo acéptelo y ya.
—Está bien—acepto algo apenada, y este se va.
Era un batido de fresas con kiwi, sorbí un poco por la pajita y debo decir que estaba delicioso y me ayudo un poco a aliviar mi tristeza, aún no sabía porque el chico me había dado el batido pero no dejaba de verme. Transcurrieron un par de horas y mamá aún no había venido a buscarme y eso me estaba inquietando un poco, no habíamos hablado mucho pero en Inglaterra me aseguró que venía por mí. Pasaron unos minutos más y por fin un mensaje de mamá.
Mamá:
Hija, lo siento surgió una complicación en el trabajo y no podré buscarte, en estos días no me doy basto y hay mucho que hacer, así que deberás llegar sola a casa.
¡Genial! lo que me faltaba, tendré que irme sola, debí suponer que con todo mamá no vendría a buscarme.
Agarre mis maletas como pude y las llevé a rastras a la estación de taxis y tomé uno.
— ¿Hacia dónde?
—Hacia Cape May.
*****
El viaje en taxi fue más rápido de lo que esperaba en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en casa; pague y salí del auto, pero al llegar a la que había sido mi casa no pude reprimir una muñeca de horror. Esta ya no parecía mi casa, el frente estaba todo deteriorado, con grietas en las paredes y la pintura estaba tan vencida que si pasabas rozando la pared te manchabas del polvito de la pintura; el frente estaba hecho un desastre y los rosales que una vez estuvieron en mi infancia adornando el jardín de mi casa no eran más que escombros marchitos y sin luz. Llame dos veces, pero no obtuve respuesta de nadie, así que me acerque y puse mi mano en el pomo de la puerta y esta de pronto, y sin razón alguna se abrió.
Pero qué... ¡¿No estaba con llave?!
Entre a la casa y deje mis maletas en la sala, recorrí toda la estancia y todo estaba completamente apagado, no había ni un alma. La casa era un completo caos, habían platos, sabanas, objetos tirados en el suelo y manchas en los sofás.
No podía creer como mi casa había cambiado tanto en los últimos años, la ausencia de mi padre era notoria en cada esquina de la casa, ya no habían cuadros de mis padres ni de Rue y de mi. Avancé lentamente al comedor y tire mi bolso en la mesa, pero entonces sentí un objeto afilado en mi espalda y escuche una voz.
—Quieta ahí. Las manos en alto y donde pueda verlas—dijo una voz aguda mis espaldas.
—No estoy robando lo juro esta es mi casa.
— ¿Kaelie?—dijo la voz, y esta vez me voltee encontrándome con la última persona que me esperaba.
****
— ¿Rue eres tú? ¡Oh por dios no puede ser!
Y entonces ella dejo caer el objeto y me abrazo, era mi hermana pequeña que ya no era tan pequeña; su abrazo era cálido y acogedor.
— ¿Cómo te atreves a apuntarle a tu hermana mayor?—replique.
—No sabía que eras tú, pensé que alguien se había metido a la casa e iba a asustarlo—dice algo apenada apartandose de mi abrazo.
— ¿Por qué todo esto está oscuro y echo un desastre? ¿Qué ha pasado en esta casa? y ¿por qué estás sola? sabes que cualquiera podría entrar aquí y atacar ¿no?
— ¿Por qué haces tantas preguntas?—dice en un tono de burla, y la fulmino con la mirada—Bueno mamá a veces me deja con la Señora Thompson pero hoy estaba ocupada y mamá tenía mucho trabajo, casi siempre llega tarde.
—Eso no está bien—comento frunciendo el ceño.
—Sabes que desde que papá no está mamá tiene mucho más trabajo en la empresa.
—Si lo sé, no tuvo tiempo de buscarme, seguro nunca me perdonará por las cosas del pasado.
— ¿Qué? Nahh no digas tonterías, no está enojada contigo—dice, chasqueando la lengua—. Es sólo que el trabajo la absorbe por completo últimamente siempre está muy cansada. Ven vamos por tu equipaje.
Rue trato de distraerme de todo el desastre que era a la casa y me llevo a la sala por mi equipaje y lo llevamos a mi habitación. Está si estaba tal cuál recordaba salvó por un par de cosas. Rue decía que mamá estaba distinta y debía ser cierto, porque la casa era un desastre. Papá casi siempre era quien tomaba la iniciativa de todo y al irse; no abandonarnos—me corrijo— para mamá debió ser muy duro hacerse cargo de todo. A la vez podía entenderlo, aunque no me explicaba y jamás podría aceptar que nos haya dejado así, no podía evitar pensar en él y en cómo nos dejo de la noche a la mañana.
¿Dónde habría guardado mamá todas las fotos?
Mientras Rue sacaba todo de mis maletas, saque mi teléfono y avise a la Tía Martha que ya habría llegado. Decidí sacar mi lado curioso a la luz y hacerle un par de preguntas a Rue.
—Papá—balbuceo pero luego me detuve. ¿Estaría bien hablar de eso? lo medite un poco más— ¿Han tenido noticias de papa?—digo finalmente.
Vi como Rue no se asombraba ante mi pregunta, sabía que siempre había querido a papá y estaba enterada de lo que había hecho, así que debió imaginar que diría algo así.
—Eh no—respondió cabizbaja y sentí algo de dolor en su voz.
¿Quería saber enserio algo más de alguien que nos había dejado? ¿Cómo fue sucediendo todo? Mamá y papá en su momento me dieron sus respectivas versiones, pero quería ver el punto de vista de Rue, pues en una historia es importante escuchar todos los puntos de vista. Cuando estaba por preguntar la voz de mama me detuvo.
—Llegue—grito de la sala.
Rue y yo salimos de la habitación. Mamá me observo unos segundos antes de decir algo, mi imagen no era igual a la de antes debió dejarla contrariada ¿sospecharía que me paso algo?. No me decía nada solo se limitaba a observar. ¿Estaría enfadada, había escuchado algo?
— ¿Qué acaso no piensas darle un abrazo a tu madre?—rompió el silencio, y entonces esboce una ligera sonrisa y me dirigí a ella.
Correspondió mi abrazo y se sintió tan bien, extrañaba esto, al terminar se separo un poco y dijo:
—No pude buscarte lo siento—dice, apartándose un poco.
Me di cuenta que lo que me decía Rue era verdad mamá estaba distinta, se veía más cansada y un poco demacrada; y todo esto por culpa de mi padre.
— ¿Qué tal Inglaterra?
—Estupendo—digo sonriendo, pero era una verdad a medias, ya que mamá nunca supo lo que pasó en realidad, y viéndola como estaba ni decirlo.
—Rue lleva esto a donde sabes—dice entregándole un maletín.
No pude evitar examinarla mucho y pensar como había cambiado tanto así que no pude evitar preguntar:
—Mamá ¿te encuentras bien? luces muy distinta.
Y no me refería solo a lo físico, su mirada era distinta, se veía perdida, cansada como si en su interior no estuviera bien consigo misma.
—Hija estoy bien, solo me ves así porque llevas tiempo sin verme, los años no pasan en vano, no te preocupes, ven cuéntame que tal todo—dice llevándome a mi habitación.
Pedimos algo de pizza y les conté algunas anécdotas de mi vida en Inglaterra, mis viajes, las multas que había hecho en el auto de la tía Martha. Era increíble estar aquí con ellas y contarles todo. Pero aun así no lograba sacarme de la cabeza la actitud de mamá, algo le pasaba, era seguro; pero decidí que eso no me distraería.
Ambas me habían llevado a hacerme un cambio, ya que decían que parecía un zombie, y debía decir que ahora lucia mucho mejor.
En un abrir y cerrar de ojos el domingo había llegado y ya me encontraba con mis maletas en el auto lista para partir.
Mamá había actuado extraño todo el fin de semana, y eso me preocupaba un poco. Además estaba muy nerviosa por todo lo que se vendría, y una sensación abrumadora se había apoderado de mi, había vuelto a tener otra pesadilla; pero eso no significaba nada ¿no?
Por supuesto que no, ya yo acabe con ese miedo.
O al menos eso creía.
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