Capítulo 28: Dolor y superación
TaeHyung se estaba preparando para su cita de esa noche. Le daba curiosidad que se viera obligado vestir un traje negro y formal para estar con alguien quien lo había visto pasar por muchas etapas de su vida, viéndolo incluso en prendas menores, cosa que a ninguno le importaba.
Le parecía un sueño su cercanía repentina con JiWoo, esa niña que siempre se mostró fría con él y que en muchas ocasiones se había pasado con sus golpes, pero tampoco le importaba porque le gustaba desde que la conoció.
Seguía confundido, pues sus sentimientos por SoMin eran imposible de descifrar y disipar de la misma manera que le pasaba con JiWoo, pero estaba seguro que ninguno iba a saber de lo que sucedería con ellos.
-No sé habría pasado con nosotros sin esa regla que parecía estúpida -repitió sus palabras, esa que le había dicho una vez a su amigo Matthew en aquel arroyo tranquilo que amaban visitar y que escondía miles de secretos masculinos del par. Esa vez comían unos pinchos que compraron en el camino.
Iba a extrañar ese lugar al que visitaban apenas una vez al mes, tan lejos que podía abandonar todo de sí y dejarlo sin ganas de recuperarlo al darse vuelta y volver. Le parecía ilógico para sí haber encontrado ese sitio, caluroso y cerca de pueblos pobres que nunca se animaron pisar ni una vez, más siendo alguien de la ciudad que apenas salía de vacaciones a lugares pequeños como ese. Y agradeció no ser de uno de ellos, según sus conocimientos y los dichos, en los pueblos todos conocen los secretos de todos.
Ya estaba casi listo, solo le faltaba volver aplicar más de ese perfume que tanto amaba y salir a esperar a su cita.
No entendía siquiera por qué debía esperar a JiWoo en el parque. Ya llevaba más de diez minutos esperando y le empezaba a molestar el traje.
-Al fin llegas -dijo al momento de sentir una mano en su hombro que le hizo girar. Por un momento sintió que no había sido ella y que su vida empezaba a correr peligro, mas no fue así-. La gente ya me estaba viendo raro.
-Estaba haciendo unas cosas -rió-. Ten. Compré unos bocadillos.
TaeHyung miró a JiWoo atónito. Tanteó con la mirada un par de veces, intercalando su vista en sus ojos bien maquillados y la bolsa de regalo en sus manos, aquellas que tenía extendidas.
-Me lo pudiste dar como siempre. ¿Por qué en una bolsa de esas?
-Ash -farfulló y giró sus ojos-. Solo tómalo. No seas mal agradecido.
TaeHyung no pudo evitar sonreír un poco, por más que intentara ocultarla. Ante sus ojos, ella parecía hacer lo mismo, pero podía lograrlo mucho mejor que él. Era buena en eso, no dudaba de ello.
Habían charlado y jugueteado un rato camino al restaurante mientras se hacía la hora, en eso se percató del cambio de color repentino en el cabello de JiWoo. No parecía que se viera a simple vista, menos con tan poca luz como la que empezaron a tener. Se detuvo, la tomó por los hombros -aún con la bolsa de regalo en manos, pues no solo había un postre- y la miró casi analizando cada detalle de sí misma.
Primero el cabello, y al estar bajo una farola blanca, pudo afirmar que sí había visto reflejos morados y azules en él. Suspiró ya que descartó la idea de una posible alucinación. Su maquillaje no se le hizo distinto al de siempre, pero le encantaba cómo lo hacía y sus labios llegaban acaparar la atención.
-Tae, qué mierda haces.
-Te estoy observando.
-Eso lo sé, estúpido, pero por qué.
-Porque estás radiante, por qué más.
JiWoo no pudo responder aquello porque no tenía palabras para hacerlo. Cerró nuevamente sus labios y seguido lo hizo con sus ojos.
-Hazlo rápido, esto es raro.
Ella no lo vio asentir.
TaeHyung siguió memorizando su vestuario. Supo que su estilo siempre iría a lo oscuro, en su vida no la vio usar colores vivos o suaves como solía hacerlo SoMin. Eran muy distintas incluso en estilo de ropa, así como él y Matthew donde su amigo parecía copiar el estilo callejero, o así lo veía él. Lo curioso del estilo de JiWoo era que siempre vestía de gamas blancas y negras, pero, aunque los adultos la veían mal por no parecer femenina, ella era capaz de caminar con tacones y le parecía que le gustaba usarlos en ocasiones.
-Siempre tan bonita mi JiWoo -canturreó. Desordenó el cabello de la menor, el cual llevaba suelto y cayendo por su pecho.
-Estás muerto -abrió los ojos lentamente, cosa que le provocó un escalofrío a TaeHyung y que le recorrió toda la espina dorsal.
Estaba muerto y lo sabía, por eso debía correr, más porque esa noche llevaba unos deportivos con un esmoquin como el suyo.
***
Chocaron sus copas con complicidad.
Estaban solos y esperaban al mesero asignado para que les hiciera llegar sus pedidos, mientras bebían vino.
-Tenía mucho tiempo que no bebía.
-Creo que la última vez que lo hice estaba con mis amigos -dudó JiWoo. No estaba segura cuándo había bebido la última vez. El tiempo pasaba demasiado rápido y al entrar a la universidad se quedaba sin tiempo como para salir a beber como lo hacía antes.
-¿Por qué solo estamos nosotros? ¿Y Matthew y SoMin?
-No lo sé. Solo quería compartir con alguien.
-¿Y por qué yo?
-Porque ya no me caes tan mal.
-No sé cómo sentirme ahora -murmulló, algo dolido. Aprovechó el poco vino que quedaba en su copa y lo tomó para disimular un poco su expresión. Recobró la compostura al querer decir algo-. Este lugar es muy bonito. Deberíamos venir todos juntos la próxima vez -miró a su alrededor y volvió a mirarla a los ojos-, ¿no crees?
Luego no hubo más nada. De no ser por el mesero entrando con sus platos, el momento incómodo habría durado más. JiWoo pidió otra botella de vino y el mesero se retiró. Cuando lo hizo quedaron de nuevo sumidos en la incomodidad, ahora con el único sonido de los cubiertos impactar contra los platos y ellos comiendo.
Tomaron otras dos botellas y de la nada TaeHyung tenía a JiWoo frente a él mientras estaba sentado en un sillón que no había visto al entrar. Jugaron un rato largo sin nada que los interrumpiese, cuando TaeHyung se cansó se sentó sin más en el primer mueble que encontró, siendo ese sillón rojo como la habitación el afortunado. JiWoo se acercó a él; ambos estaban muy sonrojados por la cantidad de alcohol en su interior, aquello que les hacía actuar sin pensar. Las manos de JiWoo estaban posadas en los hombros del chico ante ella, sonreía sincera sin razón alguna, cosa que TaeHyung imitó de igual manera.
-Espera -dijo. Sus manos se acercaron a la corbata floja para arreglarla. Sintió como un jalón hacia adelante que le hizo pegarse a él. Ambos abrieron los ojos, atónitos, pues no había nada ni nadie que haya provocado aquello. TaeHyung tenía las manos sobre su propio regazo, así que no podía haber sido él.
Se quedaron así por más tiempo de lo que podría decirse normal, ella sin alejar sus manos de la corbata y él sin dejar de sostenerle la mirada.
El celular vibró dentro de su bolsillo, pero estaba ocupado, demasiado, como para contestar aquella llamada que siguió insistiendo por más tiempo. Sin embargo, al salir del recinto, ya no sentía la vibración de su celular.
-¿Qué haremos ahora?
-No lo sé.
-¿Estamos muy formales como para ir a jugar un rato?
-Demasiado.
-¿Vamos a cambiarnos y nos encontramos otra vez para jugar?
-Me parece bien.
TaeHyung seguía incómodo por la frialdad en sus palabras, pero al menos no le había sacado una excusa para sacárselo de encima como lo había hecho antes. Eso, sin duda, le aseguraba que en serio le gustaba más estar con él.
Pero ya no podía seguir con sus sentimientos encontrados. Estaba cansado de su confusión y esperaba poder cumplir su cometido: superar todo. Lo de antes solo había sido una imaginación suya, una que le hizo llegar a esa conclusión. Ya no podía seguir con eso, primero porque ya estaba harto y segundo porque no duraría, ni porque no se fuese al extranjero.
Se separaron con la promesa de encontrarse en el mismo lugar de antes, a pesar de ya casi ser medianoche no había nada que dudar en cuanto al nuevo destino. Estaba abierto hasta altas horas de la noche.
TaeHyung estaba emocionado, más por el hecho de jugar con JiWoo y competir si razón alguna. Era algo que hacían desde pequeños, pero sus competencias con JiWoo eran distinta a las que tenía constantemente con SoMin durante sus años de estudio juntos. Con SoMin solo buscaba demostrar que era muy inteligente y superior a ella; pero con JiWoo eran competencias aleatorias por cualquier cosa, desde saber a quién se le congelaba primero el cerebro al comer helado hasta saber quién ganaría al apostar si se le caía o no la bandeja de comida a alguien en la cafetería. Pero esa vez estaba muy emocionado porque pasaba mucho tiempo en las máquinas jugando, cuando desaparecía y no iba a una discoteca o bar, iba a la sala de juegos hasta cerrar, siempre solo, pero nunca derrotado.
Llegó a su casa, aquella donde había crecido y sufrido más de lo que cualquiera habría pensando y de la cual escapaba porque de no ser así ni estaría a punto de jugar con aquella chica que intentaba superar. Odiaba a su corazón por latir por personas que no debía, pero odiaba más esa casa donde apenas vivía.
Al entrar supo que estaba sola, siquiera había visto a un empleado cuando solía verlos a la mayoría al pisar esa casa, eso le extrañó demasiado como para no sospechar. Tenía una corazonada, una que no le gustaba en absoluto.
Sacó su celular por primera vez en toda la noche, esperanzado de poder llamar a su tía quien le contaría todo sin omitir palabra alguna, pero al ver sus notificaciones palideció.
Tía (20).
Tenía veinte llamadas perdidas de su tía. Era más que extraño porque ella no lo llamaba, solo mensajes de texto. Y si tenía llamadas de ella, era porque había pasado algo. Temió por él sabiendo la capacidad de su padre para hacerlo sufrir, no sabía si correr y ocultarse o encararlo para saber qué había hecho ahora que no supiese como para hacerlo enfadar hasta el punto de tener su vida en riesgo.
Tomó su celular casi corriendo de salida. No tenía tiempo de buscar para vestirse, cada segundo contaba y desperdiciar, aunque sea uno lo iba hacer lamentarse. Mientras salía con paso rápido, se apresuró en llamar a su tía, asustado porque estaba seguro que era una advertencia.
En ese momento se olvidó de JiWoo, porque si se ponía a pensar, ya no podría verla más nunca a menos que hubiera algo después de la muerte.
Se asustó por la mujer que dio todo por él al no poder comunicarse con ella. Si él estaba en riesgo y ella lo llamó de manera tan desesperada, era porque tampoco se salvaba de las garras de aquel monstruo canoso. Siguió intentando, esperando que de alguna manera una excusa de ella que apaciguaría su miedo.
Una nueva notificación llegó.
"Ven al hospital. ¡Rápido!"
Se detuvo en seco y releyó el mensaje hasta diez veces junto con el nombre.
Era su padre.
Tomó el primer taxi que encontró para darle la dirección del hospital al que siempre iban. No estaba seguro de lo que estaba ocurriendo, pero tenía mucha prisa. La adrenalina y el miedo corrían por sus venas, temblaba y la cabeza le empezaba a doler y dar vueltas. Se preparaba para lo peor, y no estaba seguro qué era peor que tener su vida pendiendo de un hilo.
Llegó y entró a la habitación que le indicaron. Su familia era conocida en ese lugar, así que no tuvo problemas para ser atendido.
Su tía era quien yacía sobre la camilla, pálida, conectada a los aparatos y con una bata de hospital.
N/A
Lamento tanto la demora.
Mi problema de internet ha
empeorado así que no pude
siquiera revisar las notificaciones.
Espero que les haya gustado el
cap.
Me di cuenta que me faltó subir
el cap 29, así que tendré que
pasar el archivo al celular
para pasarlo ya que en la pc
no tengo internet. Esto es
horrible, pero vale la pena
tras todo el apoyo que le dan
al fic. Muchas gracias
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