Capítulo 25: Reconciliación sin esfuerzo
-¿Mamá te ha estado llamando?
-Sí -admitió el mayor sin dejar de ocuparse de esos platos enjabonados. Bajó la cabeza a la vez que soltó un suspiro. Enderezó su espalda para girar un poco su cabeza y dedicarle la mejor de sus sonrisas-. Dice que necesita dinero para su hijo enfermo.
JiWoo sonrió por lo bajo, no porque le agradaba aquellas palabras -aunque en su interior reía por su descaro-, su expresión era más por haberse despojado de la mujer que nunca se encargó de ella.
-¿Está mal de la cabeza?
-JiWoo -El hombre secó sus manos para acercarse a la menor recostada en la isla en medio de aquella cocina espaciosa.
-No, papá -respondió sabiendo de antemano lo que iba a decir. Se levantó para encararlo-. Es una loca y merece todo, menos tu apoyo. Debió quedarse contigo en el peor momento en vez de dejarnos por un hombre que la metió en todo eso. Lo sabes.
-Lo sé -suspiró una vez más, pero en ese momento fue uno pesado. Se quitó los lentes redondos para acariciar el puente de su nariz y el entrecejo-. No quiero hablar de eso, estoy cansado.
SiWon le pasó de largo, dejando el delantal en una mesa antes de cruzar y perderse.
-Ash -masculló y salió corriendo tras él-. Papá, ¡al menos dime que no le estás dando dinero!
-Estoy cansado, JiWoo.
La joven se detuvo en seco frente a la puerta que por poco le iba a golpear el rostro y de no haber sido por el marco, lo habría logrado.
-¿Qué sucede ahora?
-¿Qué crees, abuela? La bastarda le está pidiendo dinero a papá otra vez.
***
Había pasado un tiempo largo desde aquella pelea ente KARD que provocó el distanciamiento de SoMin. Sin embargo, estaban allí, en ese único lugar donde compartían sus secretos y miradas traviesas.
TaeHyung y JiWoo no dejaban de hacer bromas al fondo de aquella habitación que, de no ser por el ventanal dando hacia una vista de luces artificiales, edificios altos, gritos entre conductores acoplados a la contaminación auditiva de la ciudad; estaría sumida en la oscuridad. SoMin no estaba segura si lo que veía era algo de siempre o más allá.
-¿Cómo estás? -preguntó temeroso Matthew. Inhaló más de lo que sus pulmones requerían debido a los nervios. Había pasado mucho tiempo desde que estuvieron compartiendo, hasta sentía que podría ser una desconocida.
-Pensé que lo sabrías -atacó. Giró su cuerpo para verlo con los brazos cruzados, como la de una madre molesta. Esa postura le hacía pensar que había hecho algo mal, pero esa vez tenía una sonrisa reluciente, no tan grande, pero brillante, más que todas las veces anteriores-. Te vi en mi universidad.
El robusto la miró, algo atónito. Entreabrió un poco su boca para dejar escapar un bufido divertido, relajando su porte. Sintió que era la misma, aquella SoMin de la que se enamoró.
-Lo hice -admitió-, pero no a verte.
De pronto se giraron. El ruido en la cocina de concepto abierto les llamó la atención, pero no era más que otra pelea en juego entre JiWoo y TaeHyung.
-Esta vez estás muerto -masculló la menor. Aprovechó su distracción para saltar a su espalda, pero supo que había algo mal en esa mirada eterna entre él y SoMin. Se dejó deslizar para arreglar su camisa de a cuadros.
Todo empezó rápido, pero esos segundos de contacto visual incómodo se hicieron más que eternos.
TaeHyung tragó brusco al observar a SoMin acercarse a él con pasos apresurados. Desvió la mirada, seguía teniendo sentimientos encontrados por lo de esa vez. Él había ignorado su llegada aprovechando su repentina cercanía a JiWoo que le permitió ignorarla como ella lo hizo al entrar.
-¿Qué ocurre contigo? Me siento alejada de ti.
J.Seph ocultó su risa cínica en una mueca.
-A mí nada. ¿Y a ti? ¿Se te relajaron los ovarios?
-Chistoso -puso los ojos en blanco con una sonrisa en sus labios-. Vayamos a beber esta noche, yo invito.
Los demás se miraron atónitos.
-¿Estás bien? -adelantó a decir JiWoo quien dio un paso al frente para tomarle del hombro. No la reconocían.
-¿Por qué no estarlo? Tengo mucho que hablar con ustedes. Es para recuperar el tiempo perdido.
Una vez más había hecho como si nada pasó.
***
Tenían la costumbre de ir a beber bajo la carpa naranja y estar rodeados de locos sin buen manejo de sí mismos. A pesar de tener dinero y un lugar para hacer y deshacer a gusto, no les parecía igual, menos por el hecho que allí bebieron por primera vez a escondidas gracias a un hombre de mala pinta que les hacía el favor de traficar el pedido a cambio de dos soju que para ese momento no había probado.
-¿Están locos? -bramó SoMin quien seguía sin estar de acuerdo con el disparatado plan-. Los van a descubrir y de ésta no saldremos.
Esa vez la joven de cabellos castaños y con corte a la altura de sus hombros no bebió ni un poco por miedo a ser descubierta por su olor, más con su madre cuyo olfato parecía ir más allá de sensible.
-Viejos recuerdos -alardeó J.Seph al hacerse lugar frente a la mesa.
JiWoo rió, de acuerdo con ello. Al día siguiente de esa aventura fue descubierta por su primer tutor oliendo a alcohol, somnolienta y de buen humor. Nunca supo si aquel malhumorado hombre de la edad de su padre se lo dijo, al parecer se lo llevó a la tumba con su enfermedad terminal que no fue lo que acabó con él. Ese trabajo lo había hecho la soga en su techo, sin carta o despedida.
Había pasado años desde que fueron a ese lugar, siquiera les era una zona concurrida. Se sorprendieron al notar a la misma señora que otorgó el pedido a aquel vagabundo cuyas intenciones pudo haber sido otra y teniendo más dinero en sus manos de lo que podría ser real; la mujer de avanzada edad -pero no tanto-, se paseaba sonriente entre las mesas, agradable y atenta a los clientes. Sonrió una vez más, dirigiendo todo su cuerpo hasta donde estaba KARD.
-Oh, caras nuevas, jóvenes y frescas -Su voz era cálida como la brisa de esa noche, tenía un timbre chillón común entre las personas de trabajo constante-. ¿En qué les puedo ayudar?
-Dos botellas de soju, por favor -apresuró hablar Matthew con la misma sonrisa, era muy contagiosa.
Esas dos botellas se esfumaron entre risas y risas. Bajo los faroles amarillos parecía que los cuatro jóvenes estaban filmando un comercial, o así lo sentían aquellos de mesas vecinas quienes no despegaban su vista de ellos. SoMin sonreía mostrando su perfecta y blanquecina dentadura. Incluso sin maquillaje se veía radiante, hasta parecía que a su alrededor se pintaban pequeñas centellas doradas, mas no estaban seguro si aquello era efecto del alcohol.
TaeHyung sonreía igual. Al hacerlo sus ojos se perdían bajo una línea de pestañas. Las joyas sobre su pecho le daban el aire nada lejano a su realidad: el de un joven con dinero. Tenía la mano de la menor apoyada sobre su chaqueta negra, lo hacía para no irse de espalda al beber hasta el fondo de la botella, hartada de los pequeños vasos de cristal.
Matthew le propinaba golpes eufóricos a la mesa. Nadie tenía contexto de aquello, pero la situación era fácil de adivinar: dos pares de amigos compartiendo y divirtiéndose luego de pasar la época de exámenes.
Aquel era un cuadro perfecto imposible de arruinar y envidiable desde cualquier perspectiva.
JiWoo tragó bruco y sorbió su nariz.
-¿Cómo quedó todo entre tu familia y tú? -Se animó a preguntar SoMin quien dejó de tener el cabello negro para ir a un rojo oscuro.
-Bien, supongo -aprovechó para tomar de un jalón el líquido de vaso-. En realidad, no fue tan horrible como pensé que sería.
«TaeHyung regresó a ese lugar que lo acogió durante toda su vida. De un solo piso y con estructura tradicional, tanto que parecía un monumento incluso por sus colores rojizos y marrones, pese a su tamaño, no dejaba a nadie por fuera, incluso daba para un patio al centro conectando todos los pasillos en él.
Pasó por un lado de la mural de madera sellada luego de descubrir que por allí se escapaba cuando apenas iba a la primaria, claro, eso no fue impedimento para sus fugaz a algún pc room o a alguna discoteca. Como no tenía permitido salir la mayoría de tiempo, no le quedó de otra que aprender a trepar. En ocasione salía con ayuda de su tía a la que quería como la madre que nuca tuvo.
Bufó luego de prepararse física y mentalmente para plantarse frente a la entrada por la cual casi no pasaba.
Cruzó por uno de los pasillos dando al patio interno, observando a la lejanía aquel asiento haciéndose pasar por trono sin dejar de hacer juego con los refuerzos rojizos y decorado con un símbolo tras él cuyo significado nunca quiso saber.
Allí era donde se sentaba, bajo techo, a ver cómo entre hermanos se golpeaban, donde disfrutaba -o así pensó- ver como los mayores le reprochaban a base de golpes.
Se dirigió a la habitación más lejana y grande porque sabía que allí estaría su padre enfermo, quizá a punto de morir, rodeado de empleados, doctores, mujeres y amantes y los frutos de ese amorío con nombre y fecha de nacimiento.
Pasaba entre los pasillos sin importarle las miradas curiosas -o de rechazo- de quienes lo vieron crecer y palidecer bajo el sol ardiente de verano, tiritar por el frío de mala muerte de invierno, con el pecho al desnudo y la sangre escasa saliendo de herida mínimas, arrodillado con la cabeza gacha sin la posibilidad de llorar incluso estando solo.
-Eres fuerte, pequeño Tae-Tae -La voz de HyoJoo retumbó en su cabeza. Siempre dulce y melosa, como cuando le hablada luego de llegar despavorida para ayudarlo al cabo de las golpizas.
Nunca se decía lo contrario, y en ese momento los nervios corriendo por todo su cuerpo era insignificante. A comparación de todo lo que vivió, ese sentimiento no era nada.
Para su sorpresa estaba en buen estado y solo, recostado en la cama leyendo un libro de política. TaeHyung no necesitaba ser adivino para saberlo.
El hombre levantó su vista hacia la puerta, esperando que el joven de ropas de artista callejero hiciese algo. La incomodidad cedió, más ante el aire de indiferencia del hombre canoso cuya vista iba de mal en peor. Retiró sus lentes y posó el tomo en su cama de sábanas carmín que arropaba sus cortas piernas.
-No parece algo suyo estar a esta hora en cama, padre -destacó. Quiso romper el hielo duro, pero sin dejar de lado la formalidad requerida.
-Al fin te dignas aparecer, mocoso degenerado malagradecido -masculló notoriamente furioso-. Dime la verdad, ¿es cierto?
-¿Qué cosa? -aferró sus manos a su morral, sosteniendo la vista del anciano desde su lugar, de pie al final de la gigantesca cama.
-Si quieres regresar a casa ve a Estados Unidos a estudiar y jugar fútbol -ordenó-. No me veas con esa cara -bajó sus pies para tocar sus pantuflas y ponerse la bata que le tendió el menor-, sé que necesitas dinero y por eso estás aquí. Regresa a casa si para el otro semestre te vas a Estados Unidos.
-Sí es cierto -respondió-. Me besé con Matthew, quisiera decir que no es lo que parece, pero no vas a entender y en parte es mentir -El hombre recorría el lugar con pasos arrastrados, pero TaeHyung siquiera se giraba o movía de su lugar, como si todavía no procesara el hecho de tenerlo dar vueltas por la habitación.
Paró en seco.
-¿Mentir por qué?
-Me gustan las chicas... -hizo una larga pausa, como si meditara lo que diría-, y los chicos.
Solo hubo un silencio, largo, casi eterno.
-Mejor -respondió-. Es solo una etapa, pasará cuando te vayas. Solo... no lo veas más.
-¿A quién?
-A tu amigo, Matthew.»
-¿Quieres decir que no tendrás más problemas con tu padre?
-En efecto -tomó otra copa.
En efecto, se había ahorrado la parte de mencionar ciertas cosas, en especial esa información que le prohibían estar con su amigo, en parte porque sabía que les daría igual.
Siguieron tomando, entre retos y competencias, más de lo típico, más no era suficiente, no para las chicas y TaeHyung quienes miraban a Matthew cabecear.
-Parece que eres un primerizo. Mira cómo estás, todo borracho y feo. Pero ya habías nacido con lo segundo. ¿Qué sucede contigo?
-No he tomado mucho -hipó.
Soltaron una carcajada conjunta.
-Qué estás diciendo, si yo te vi con estos dos bellos ojos color esmeralda -Tae acercó su cara al rostro de Matthew, señalando sus luceros con dos dedos
***
-¿Por qué te pusiste así la otra vez? -hipó a las horas JiWoo, colorada por su notoria embriaguez y curiosa por lo sucedido.
-Necesitaba un pretexto para estar sola -respondió en el mismo estado-, era mi plan para -bostezó-... para encargarme del idiota de SooBong -agarró la botella y la empezó acariciar. Dirigió una mirada fugaz y fiera a sus compañeros frente a ella y estiró su brazo para restregar el objeto frente a ellos acompañado de un corto baile y agregar-: El idiota me intentó embriagar para aprovecharse de mí. ¿Pueden creer eso? Pobre de su prometida -murmuró-. ¡Pero! Me hice cargo de él, le lancé una patada ninja y lo amarré a una mesa. ¡Lo hubieran visto! Todo un perdedor.
-Wuah, no te creo -Tuvo una respuesta gutural. Matthew estaba igual de sonrosado, con los ojos cerrados, la sonrisa boba y la cabeza pesada, tanto que le costó levantarla de su brazo estirado sobre la mesa-. Nuestra SoMin tiene la inteligencia, pero no la fuerza.
-Lo habríamos visto si alguien no nos hubiera dejado de hablar.
-Cállate, Tae, que sin ella todo era mejor.
Un celular empezó a sonar frenético. SoMin sabía que era el suyo, pero no sabía en donde estaba. Buscó incluso bajo su blusa, en vano. La cabeza le daba vueltas y solo reía por su situación.
-Ash. ¿Qué te he dicho de no contestar el celular?
Los cuatro dirigieron sus vistas borrosas al punto donde provenía la voz. Vieron a la vez como el joven de traje negro saludaba con una reverencia típica. SoMin sonrió incluso más.
-Vamos -La tomó de la muñeca y le permitió tomar sus pertenencias a la vez que arrastraba en una cadena a JiWoo quien no rechistó.
Los dos muchachos los vieron desaparecer bajo las luces borrosas y el piso tambaleante.
-Hoy me iré a tu casa. ¿Pedimos un taxi o hacemos el ridículo caminando?
N/A
Hola, lamento mucho
la hora de actualización
y que los guiones estén cortos.
No tengo internet fijo y me ha
tocado actualizar desde el celular
y Wattpad cambia las rayas cuando
se hace desde aparatos distintos.
Y también se me había olvidado
actualizar hasta ahora.
He dejado un meme que habría
quedado muy bien en el cap BSeph.
Espero que les haya gustado. Me
gustaría saber qué opinan de lo
sucedido en este cap. Gracias por
leer.
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