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Capítulo 23: Un beso con duras consecuencias

JiWoo sintió esa piel tierna sobre sus labios. El movimiento suave y tierno sobre ellos la hacía sentir en las nubes cuyos toques parecían las manos afables del joven ante ella quien recorría parte de su cuerpo con cierto nerviosismo e inexperiencia.

Se separaron a paso lento y delicado, queriendo que no terminara ese momento nunca.

—JiWoo, me traes loco —El muchacho no dudó en confesarse tras recuperar su aliento, no solo por el beso, sino porque la castaña se había dedicado a robárselo desde que se conocieron—. No sé desde cuándo, pero... —llevó su mano a la cabeza para alborotar sus rizos oscuros—, quizá lo considere amor a primera vista.

La vio, por su expresión no sabía si aquello le agradaba en absoluto. Eso era lo que más le gustaba de ella, que fuese tan difícil de leer o entender. Respiró hondo, nervioso por estar confesando sus sentimientos a JiWoo considerándola despampanante.

—Cuando te fui conociendo supe que no estaba equivocado con lo que sentí desde ese momento y quería saber si quieres...

—No.

—Pero no he terminado.

—Sí, pero no necesito que termines para saber a dónde vas.

Era muy dura y fría. Inclusos sus palabras le calaban los huesos como la brisa en un invierno helado.

—Pero nos besamos. Yo... yo pensé que...

Por primera vez en todo el rato frente a ella la vio sonreír. Sus comisuras se elevaron tanto que pensó lo mejor, hasta que sus miradas chocaron y observó toda su expresión burlona.

—Creo que fue por lo mismo —dijo, esperando que no la comprendiera del todo—. De todas maneras, ya tengo novio —mintió. Al rato no supo porqué lo había dicho, dando por hecho que sin duda no se soltaría de su sentir por sus amigos, aunque le perturbara y le hiciera sentir cosas que no quería.

—¿No está mal que me hayas besado teniendo novio?

—No me diste otra opción —Y fue allí que el chico se dio cuenta.

A la noche de ese fatídico día, JiWoo llegó a casa apenas habitada. Le hacía falta su padre el cual había prometido regresar en unas semanas. Lo único que deseaba era que le fuese bien en su viaje a Estados Unidos para participar en la banda sonora de una película; tal oferta no la pudo dejar pasar ya que el director era uno muy conocido que admiraba a toda costa.

JiWoo sintió que era la oportunidad de su vida y que debía aprovecharla; entre ella y su abuela lo convencieron de tomar ese vuelo.

«—Estaremos bien.

—Sí, papá. Cuidaré de ella, no te preocupes.

—¿Seguras? Puedo llamar para decirles que no puedo... ¡Auch!

—¡¿Quieres morir?! —exclamó la anciana. Luego farfulló por lo bajo palabras que ninguno pudo deducir, pero sabía muy bien que no eran buenas—. Escúchame bien —Lo tomó el cuello de su camisa para acercar el rostro del alto al de ella. Sus ojos pequeños y con arrugas alrededor traspasaron fulminantes el cristal de los lentes del hombre que, pese a su buena apariencia y edad, alrededor de sus ojos se empezaban a mostrar algunas arrugas—. Vas agarrar, tomar esa maleta, irte por allá derechito —estiró su brazo libre para señalar el camino a tomar. Cuando sintió a SiWon querer despegar sus frentes los sostuvo más fuerte y firme—, sin mirar atrás para subir ese maldito avión, llegar a salvo y regresar pleno. ¿Entendiste?

El hombre, perplejo, asintió siguiendo el movimiento de la cabeza de su persistente madre. Cuando lo soltó, arregló el cuello de su camisa.

—Está bien, pero prométanme que me van a llamar apenas puedan.

—Papá, las horas son contrarias y no sabemos cuándo estarás libre —recordó.

—Cierto —miró alrededor, nervioso—. Entonces yo las llamo. Recuerden que mamá tiene que ir a su chequeo.

—Sí, sí, sí —pronunciaron al unísono.»

En su interior, deseaba ser tan buena como él y tener oportunidades de ese tipo. Aunque tuviesen mucho dinero por la buena paga de su padre y abuela —a parte de su pensión—, prefería ganarse todo por su propio mérito, lo que le hacía sentir orgullosa de sí misma.

—¿Cómo está tu abuela?

—Mañana la iré a buscar.

Se les había hecho costumbre hablar todas las noches por videollamada, a veces se pasaban juntos la medianoche en pleno fin de semana jugando online y otras veces salían juntos para pasar el rato y desestresarse por lo de la universidad.

¿Cuánto tiempo se queda allá?

—Dos días y una noche.

TaeHyung asintió. No la veía, siquiera sabía qué estaba haciendo que incluso en su voz se notaba concentrada.

¿Qué haces?

—Intento arreglar la melodía de una canción —acercó una hoja a la cámara. TaeHyung entornó los ojos para intentar leer un poco de la letra acercando su rostro a la pantalla, pero siquiera la cámara había enfocado—. Bueno, no importa. ¿Me dices qué te parece?

TaeHyung una vez derecho en su silla, asintió.

De la nada había comenzado a estar más cerca, una confianza nunca antes tenida los envolvió a ambos, creando un ambiente cómodo y seguro para los dos. Había gustos que no compartían, pero otras que sí y en algunos de ellos se decidieron probar.

Esa noche luego de ver por última vez a SoMin sin saberlo, se fueron juntos. Matthew se despidió temprano después de la comida para ir a reunirse con unos amigos nuevos del gimnasio. Se le veía emocionado, y lo vieron bien ya que su círculo de amistad solo se reducía a ellos mismos.

Sin embargo, solo era pretexto para alejarse y evitar más confusiones.

—¿Te sigue gustando SoMin?

—¿Eh? —J.Seph dejó de comer helado por la repentina pregunta. Una risita lo confundió más, y cuando supo la razón limpió su comisura con el dorso de su mano libre—. ¿Por qué preguntas?

—Curiosidad, es todo —dicho eso, apresuró su paso.

TaeHyung hizo lo mismo y al ponerse a su altura la miró fijamente, notando cuán hermoso le parecía el perfil de la menor. Sonrió.

—¿Celosa?

—¡Ja! Eso quisieras.

—¿Te gusto?

JiWoo se detuvo en seco. En todo ese tiempo de amistad solo se supo que sintió algo por Matthew, pero nunca dieron con la sospecha de tener algún sentimiento por TaeHyung que no fuese el aparente desprecio por el mismo. Había reprimido bien sus afectos por él.

Hasta ese momento...

No supo cuándo ni cómo comenzaron a estar más unidos, ni mucho menos el porqué. Para ambos se les había hecho extraño y nada conveniente para evitar verse de otra manera... de esa, la especial y afectiva.

—Ash —desvió la mirada sonriendo para disimular—, estás loco. ¿Crees que me gustas? ¿Estás enfermo?

J.Seph soltó una risotada en esa noche gélida que los obligaba a usar varias prendas para mantenerse cálidos, solitaria y en especial oscura. La luna se asomaba por algún lado en esa calle rodeada de bellos árboles, alejada de las luces artificiales, dando un ambiente distinto bajo su tenue luz.

La risa de TaeHyung sonó clara y fuerte, de esas que salen de lo profundo, haciendo eco y perdurando en el aire capaz de colarse entre las ventanas abiertas a lo lejos.

—Claro, no estás a mi nivel.

JiWoo alzó la ceja al instante, a la vez que soltó un poco de su aliento y giraba el rostro para evitarlo ver, notoriamente muy ofendida.

—¿Tienes ganas de morir? —levantó su mano a la altura del hombro del chico para propinarle un golpe fuerte y contundente; él, por su lado, se encorvó ocultando su rostro—. Cuento hasta tres y si te atrapo eres hombre muerto. Uno...

No necesitó escuchar más para salir corriendo.

—¡Te voy atrapar, maldito bastardo!

***

Se sentaron para recuperar el aliento, divertidos por haber pasado el rato así. Había pasado tiempo desde la última vez que corrieron, esa vez en la que los cuatro corrían por sus vidas al meterse con un viejo dueño de una tienda.

—¿Es cierto que tienes novia?

—Sí, pero le terminé —admitió relajado aún con el recuerdo de esa ruptura.

«Ese día estaba soleado, perfecto para la tormenta que llegaría a la vida de YuNa, una chica de segundo año, pero todavía inocente e ilusa. TaeHyung se acercó a ella, acariciando sus regordetes cachetes sonrosados por esa cercanía repentina del muchacho en plana cafetería, al medio y a la vista de todos, pero a nadie le interesaba esa escena romántica.

—Oh, Tae —pronunció ella con voz tierna y nerviosa. El llamado del joven cuando le pasó por al lado de la mesa con su bandeja la detuvo en seco—. ¿Sucede algo? —Lo único que no quería era caer en sus encantos en medio de ese lugar con la vista de los amigos de TaeHyung clavada en ellos. Quería comérselo a besos y marcarlo con ese color rojizo de sus labios.

—Qué suerte que te encuentro —pronunció—. Tengo algo que decirte, pero antes... —tomó un papel amarillento que estaba en su mesa. Se la extendió sin decir nada.

La castaña de cabellos cortos parpadeó sin creer el detalle. ¿El frío y sexy TaeHyung le estaba dando una carta de amor en medio de la vista todos? ¡No lo creía! Sonrió, por supuesto, más porque estaba siendo romántico por primera vez en toda su relación de apenas un mes y unos días. Dejó la bandeja en la mesa a su lado, para ese momento ya estaba bajo las críticas de los presentes.

Algunas se lamentaban por no tener esa suerte, y por ende los fulminaban con la mirada.

YuNa tomó la nota. Era algo simple, pero apreciaba el detalle. No tuvo mucho que leer una vez le dio vuelta a la hoja de apenas del tamaño de su palma ya que él se la había entregado con el texto hacia abajo.

Inhaló hondo para contener sus lágrimas.

—Sé que estás algo abrumada —empezó a decir TaeHyung quien tenía sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta negra de cuero, su favorita. No podía dejar de lado el hecho de verse más que guapo, así que eligió sus mejores prendas—. Se me hace el corazón añicos por tener que decirte esto —hizo una pausa para sonreír bajo la palma de su mano que se llevó a sus labios para ocultar su acción descarada ante aquella mentira—. Lo cierto es que nunca me gustaste. Eres molesta, nada relacionado con mi tipo ideal...

—¿Pero...?

—La cuestión es que me gustaba más tus regalos que tú —Ahora rió sin pudor—. No hay razón que no sea esa por la que estuve contigo... No llores, es preferible así que seguir con esta farsa. Yo... bueno, no estaba cómodo y...

Escuchó la risa de fondo. La chica ante él salió corriendo con las lágrimas deslizándose por sus mejillas y chorreando el maquillaje que le había tomado algo de tiempo obtener.»

—¿Estás diciendo que era tu plan? —JiWoo reía—. Estás loco.

—No me juzgues, siempre fue mi sueño hacer eso.

El silencio entre ellos dio lugar a un ambiente incómodo que surgió de pronto. Lo único que los mantenía era el ruido de los carros y los vendedores de comida a lo lejos, cerca de donde hicieron esa travesura que casi salió mal.

—¿Qué sucedió con tu padre? —escupió al fin. No podía, ni quería, quedarse con la duda.

TaeHyung la miró, aturdido.

—Llamaron a mi papá para darle la noticia de que fue ingresado —aclaró.

—Está teniendo su merecido por ser alguien malo.

—¿Y cómo estás tú? —JiWoo nunca se imaginó que le preguntaría eso a él en particular—. Yo... Me enteré lo del artículo.

—¿Artículo? No sé de qué hablas —Y no mentía. Sabía que algo que su padre se enteró lo llevó a golpearlo con sus propias manos desde hacía un tiempo, pero no estaba seguro de cuál de todas sus acciones llegó a él—. ¿Qué artículo?

—Vamos, Tae. ¿No sabes? —negó—. Entiendo. Supongo que los asistentes de tu padre se encargaron de eso, pero era sobre ti...

—¿Un artículo sobre mí?

—Sí. Sobre ti y Matthew.

Y lo supo. Entendió la furia de su padre, un hombre tan tradicional y cerrado con un hijo problemático... problemático y gay. O eso supuso que pensó porque, conociendo los medios, lo habrían dejado así aun cuando ambos sabían el contexto. Todos lo conocían, no le sorprendía que sacaran artículos sobre él, pero de tantos, era el más impactante. Comprendió, entonces, la decepción plasmada en el rostro de su padre, las intenciones de su amigo de hablar de eso antes cuando llegó a él cuando no le quedó de otra que acudir por su ayuda en esos momentos difíciles; supo por qué le pidió que no lo volviera hacer y también se reprimió por no pensar antes de actuar. Una simple broma se le fue de las manos, pero que no solo lo afectó a él y su familia, sino a su amigo de toda la vida.

—Maldición.

Pero no le importaba en absoluto ser visto como homosexual, no le importaba porque al fin y al cabo no era una idea alejada a lo que realmente era, pero que su padre se enterase así —o que solo se haya enterado— le afectó porque supo que no sería visto de igual manera por su familia, en especial su tía.

Levantó su cuerpo separándolo del banco en medio de una plaza para despedirse sin emitir palabra alguna.

Sólo tenía dos opciones: hablar con su padre y vivir igual siempre si le perdonaba o hacerse su vida como lo hizo Matthew en caso de no poder convencerle o recibir su perdón. Y estaba seguro que le tocaría ser independiente.

Solo tendría que esperar su recuperación y que se le pasara la rabieta. 

N/A

Hola, solo anuncio que vayan
 armando sus preguntas. Al
finalizar el libro haré un
preguntas y respuestas
para aclarar cositas uwu

 Empezamos el maratón y
lamento la tardanza, se me
ha complicado actualizar
desde ayer.

Espero que el cap haya gustado.


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