Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22: Cambios inesperados

—Cambio de planes.

Fue lo primero que SoMin pronunció apenas escuchó las pisadas y risas tras ella. Su voz era fría como un helado y dura como el pan viejo, sin una pizca de emoción al igual que su semblante y ojos mirando la nada. Sus manos rodeaban una taza de té caliente, aunque estuviera allí desde hacía un rato, sentada en el tapete con las piernas cruzadas, su cuerpo no terminaba de calentar.

Los tres alborotadores se pararon en seco al escuchar resonar la voz de la pelinegra, fuerte y clara, poderosa e intimidante.

—¿A qué te refieres? —Al rato, después de discutirlo con miradas y cejas bailarinas, JiWoo logró animarse a pronunciar con voz temblorosa. No querían esa respuesta porque ya suponían cuál era.

SoMin giró un poco para ver a sus amigos más cerca de ella con una sonrisa insinuante. Más relajada, dejó con delicadeza la taza en una mesita frente a ella para luego levantarse de un salto entusiasmado.

—Nosotros mismos nos haremos cargo de él. Ashley —arrugó el rostro—, bueno, ella no está haciendo nada.

—¿Cómo lo sabes? —TaeHyung enserió su rostro también.

—Contactos —respondió automática—. En realidad, no me da buena espina y es muy cliché. ¿Qué es mejor que vengarse uno mismo?

—¿Qué propones? —saltó JiWoo una vez más, impidiendo que Matthew dijera algo siquiera. Estaba dolida por esa desconfianza de SoMin sobre una de sus amigas más cercanas.

—No lo sé —Había puesto su caminar en marcha hacia el bar con brazos cruzados—. No puedo creer que sea la única capaz de hacer buenos planes en este lugar.

—Es porque no nos interesa, SoMin. Es algo tuyo, si te ayudamos es porque queremos. ¿Qué ganamos con esto? —Matthew se dirigió a ella, apoyando sus codos y espalda en el mostrador oscuro.

—Mi más sincero agradecimiento, claro.

—¡Ja! Entonces no cuentes conmigo.

—¿Por qué, Tae? ¿Tengo que recordarte todas las veces que te salvé el trasero? No seas mal agradecido.

De no ser por la mano de JiWoo sobre el pecho, el retado se hubiera acercado a ella para encararla. TaeHyung lo agradeció, más por el hecho de no tener algo que decirle y evitar otro bochorno. Abrió y cerró sus labios gruesos como un pez, dejó de hacerlo cuando SoMin sonrió.

—No tienes nada que decirme —acercó su rostro cuando solo los separaba un paso más. Desde su altura pudo notar la mandíbula apretada del chico, echando fuego con sus ojos desde lo más profundo. SoMin lo miraba desafiante y con los brazos cruzados—, ¿o sí? —No esperó que pasaran los segundos suficientes para recibir una respuesta y pronunció—: No, claro que no.

—SoMin, ¿qué te sucede? —Matthew la agarró por el brazo, no tan fuerte, pero tampoco suave. Pudo sentir su blanquecina piel hidratada y con una textura que le recordó al algodón, en otra situación se hubiera entretenido con ello.

La mencionada soltó el agarre de un tirón brusco que dejó aún más perplejos a los otros dos tras ella.

—¿Saben? No los necesito. Nunca los necesité. Puedo hacerlo sola, incluso conquistar el mundo.

Los tres la vieron marcharse sin más, farfullando y muy molesta.

—Volverá.

—¿Eso crees? —Lo miró, todavía tenía la expresión de asombro, confusión y preocupación pintada a la perfección en su rostro.

—Lo hará —respondió otra voz sin dejar de ver la puerta por donde SoMin fue vista por última vez.

Pero eso no había pasado. Una semana se convirtió en un mes sin saber de ella, lo cual lo habían presentido luego de caer en cuenta de lo sucedido. Orgullosa y terca, así la describían y le quedaba más que bien.

—¿No has ido a verla?

Lo hice. Pero me evitó —Fue la contestación de Matthew al otro lado de la línea—. Pero esta semana... Esta semana no la vi y he preguntado por ella, dicen que no ha ido en toda la semana.

—¿Crees eso? Vamos, Matt... Un té frío, por favor —ocupó su única mano libre con el pedido para salir a toda prisa de la cafetería—. Apuesto que es muy popular y ha pedido que mintieran si preguntaban por ella —tomó un poco del líquido—. Es SoMin, por dios.

Tienes razón, JiWoo, pero ¿qué si es cierto? ¿Y si le pasó algo y nosotros viviendo como si nada?

—Ya nos hubieran llamado sus padres. Tranquilízate. Me voy, tengo clase. Saludad a Tae de mi parte.

Colgó.

Matthew sentía que tenía razón, pero tenía ese mal presentimiento, la presión en el pecho que le decía que algo andaba mal. Nunca antes había pasado tanto tiempo sin saber de alguno de sus amigos, lo más usual era un día y un poco más, pero nunca una semana. Se tranquilizaba incluso al verla desde lejos, igual de elegante y físicamente saludable, sonriendo y encantando a todos.

—¿Sucede algo?

—¿Qué? No, nada.

—Bien. ¿Quieres ir a comer? Tenemos tiempo sin charlar como padre e hijo.

—No, papá. Estoy bien.

Seguía sin creerlo. Esa vez que cruzó el umbral de su departamento el hombre lo abrazó fuerte y sin previo aviso, rápido como si le hiciera falta ese abrazo, como si fuese el último que tendrían. Matthew no recordaba las ocasiones donde su padre se mostraba tan afectivo, más bien pensaba que esos recuerdos ni eran reales. Siempre estaba trabajando, ocupado y sin tiempo siquiera para sentarse junto a él para comer al menos una vez al día, incluso se había preguntado si lo hacía.

Le seguía pareciendo insólito que solo tuviera un poco de tiempo libre durante sus jornadas estudiantiles y en vez de aprovechar ese tiempo para buscarlo al colegio y pasar un rato con él.

Pero ya estaba grande, ya no tenía importancia. Se había acostumbrado tanto a ello que sintió pena por la mujer que llegó a la vida de él luego de mudarse a Corea; él si supo aprovechar la situación, ganando a sus amigos que luego empezaron a gastar bromas.

—¿Cómo diste a mí? —Fue lo único que pronunció cuando se alejó de él, inexpresivo.

—YoungSoo me dio la dirección.

—Maldito bastardo —masculló, pero sabía que había sido por exponerse ante él.

—No digas esas cosas.

—¿Sigues del lado de esos abusadores? —cruzó sus brazos y levantó la ceja—. ¡¿Todavía lo defiendes?! ¡¿A él y no a mí que soy TU hijo?!

El hombre bajo, canoso y con arrugas en su piel que delataba el paso de los años, del trabajo y el estrés intentó calmarlo con rostro preocupado.

—No sabes lo mucho que me dueles, hijo —inició. Su voz gélida inundó la sala—. Desde tu partida no he podido dormir, me quedo hasta tarde despierto en la sala esperando tu llegada, dejé de lado el trabajo por ti.

Matthew retrocedió, incapaz de creerle. Alzó su mano hasta su cabello hasta arrastrarlo hacia atrás, preocupado porque sabía que esa pequeña probabilidad de ser cierto lo que decía sería capaz de derrumbarlo por completo. La noticia le caía como balde de agua fría y el peso de la culpa se ocupó sobre sus hombros.

—Papá —sollozó. Las lágrimas inundaron sus ojos, haciéndole ver borroso el rostro de su padre y su alrededor—, no puedo permitir que sigas viéndome como el malo del cuento porque no lo soy.

—Pero no has sido bueno con ellos...

—Sé que no he sido bueno con nadie, papá, pero ellos no merecen que lo intente siquiera —interrumpió—. No ha sido fácil, papá. Viví toda mi vida de una manera y el cambio me afectó mucho, pero ya estoy bien y no voy abandonar todo lo que logré con mis propios méritos para ser testigo de cómo te usan y manipulan —acarició la piel arrugada del hombre de traje característico del hombre ante él.

—Dime qué quieres y te lo daré —Su voz sonaba triste y quebrada—. ¿No quieres estudiar? Está bien. ¿No quieres hacerte cargo de restaurante? Aunque me duela lo aceptaré. ¡Dime! ¡Maldita sea, dime!

—No, papá. Ya te lo dije, no voy a volver.

—Por favor, hijo...

—Sé que no harás lo que te pido, no insistas.

—Al menos dime que nos veremos seguido, te lo suplico. Déjame recuperar el tiempo perdido.

Matthew se tensó, de todo eso era lo que menos esperaba.

Asintió, prometiendo por primera vez algo que sí podía cumplir, pero sin estar muy contento con ello. Se le sería incómodo adaptarse a su padre otra vez, más con esa nueva faceta que empezó a mostrarle de pronto; pero sintió que sería lo correcto y así hacer que su padre volviera a ser el mismo de siempre. Estaría haciendo algo bueno luego de tantas cosas malas a lo largo de su vida, la mayoría que ni notaba.

Habían hecho las paces, o algo similar. Incluso en ese momento sentían la presión y tensión, pero había prometido verlo ese día y tendría que soportarlo hasta que se le acabara el descanso a su padre.

—¿Cómo has estado?

—Bien.

—¿Estás entrenando? Te ves cada vez mejor.

—Sí, lo hago.

El hombre se removió incómodo en su asiento. Notaba la distancia entre ellos, tanto que Matthew apenas y mostraba alguna expresión distinta al a seria. Le preguntaba para saber más de él, esperaba de cierta manera que se emocionara por contarle algo, pero nada. Dirigió su vista otra vez al frente con los labios hechos una línea delgada.

Matthew respiró hasta elevar sus hombros y soltar rápido el aire por sus labios entre abiertos. Bostezó y revisó su reloj.

—¿Tienes algo que hacer?

—No lo creo —mintió.

—Ya se está acabando mi descanso, me parece que nos veremos otro día. ¿Te escribo?

—Si te parece.

El hombre asintió desviando su mirada.

—Ya me tengo que ir —Se levantó de la banca estirando su envejecido cuerpo, Matthew lo imitó—. Por cierto, me gusta tu estilo de hoy.

Por primera vez en años hizo un comentario sobre la apariencia del joven, ganando una sonrisa disimulada. Arregló su saco negro como todo su vestuario, TaeHyung lo había elegido y para su sorpresa no le desagradó la elección.

DongJin sonrió de vuelta y también capturando la expresión de su hijo en su mente, para apreciarla incluso desde el más allá.

A unos kilómetros de haber caminado, Matthew sacó su celular del bolsillo de su pantalón para luego pasar su mano libre por su cabellera, alborotando cada mechón oscuro del mismo.

"Hola. ¿Podemos hablar? Estoy en la cafetería White Coffe."

***

Solo estaba allí, sentado en la cafetería frente a ella, una chica cualquiera que no recordaba en absoluto, pero estaba más que seguro de haber tenido una aventura con ella durante alguna borrachera en una discoteca.

—En serio, no te miento. No te recuerdo ni un poco —Estaba cansado de repetirlo una y otra vez, situación que vio algo bochornosa. Tenía su semblante serio, indiferente; sus piernas bajo la mesa cruzadas y siendo la superior retenida por sus manos entrelazadas sobre la rodilla.

Para la suerte de ambos —primero porque ella ya estaba llorando, y segundo porque se notaba a leguas un ambiente extraño entre ellos— el lugar estaba bastante desolado debido a la hora y día en la que estaban allí reunidos. Mientras ella intentaba calmar su llanto, él se dedicaba a mirar a su alrededor. Todo era blanco, mesas, suelo, techo, paredes, accesorios incluso. Se le hizo cómodo el espacio, más con ese ventanal en toda la pared que daba a la calle a su espalda, recibiendo una iluminación magnífica. Además, quien se dedicara a ir allá y se sentara en un mejor sitio podría entretenerse con las personas paseando frente el lugar. No supo por qué nunca antes había ido a ese lugar tan espectacular, pero hacerlo luego y pronto le traería el recuerde de ese momento.

Unos tacones retumbaron con ritmo, más no le hizo caso al sonido. No había sido la primera vez que sucedía en aquella incómoda reunión, ya no caería.

—¿Qué haces con mi novio?

Esa voz lo hizo tragar con dificultad.

Levantó la mirada, subiendo de a poco. Primero se topó con una figura delgada, recta y con el aire de una empresaria, más con aquel traje blanco impecable. Por un momento tanta blancura, incluso en su piel, le mareó. Hasta que llegó al rostro iluminado por la luz del lugar y resaltado por el saco blanco sobre sus hombros que actuaba como un reflector más.

—Irene.

—¿Tienes novia? Tsh. Con razón actuaste así y sigues haciéndolo. ¡Eres muy malo! ¡Jugaste conmigo y pareció no importarte! —La muchacha tomó su cartera y salió del lugar, furiosa.

—¿Te importa si me siento?

—¿Por qué lo hiciste? —Apoyó uno de sus brazos en el espaldar de la silla. Cuando la muchacha curvilínea se alejó lo suficiente pronunció aquello con su semblante serio, pero se notaba su molestia.

—¿Cómo que por qué? Matt, me dijiste que siempre que te viera con una chica que no sean tus amigas lo hiciera.

Matthew giró su rostro a un lado.

—Te ves muy bien, ha pasado un tiempo desde que nos vimos.

—¿Entiendes que yo no te llamé ni te pedí que hicieras eso? ¿Qué haces aquí?

—Pasaba por aquí y te reconocí. Parecías estar en problemas con ella, quería ayudar.

—No te pedí que me ayudaras. Ni sabía que vendrías. ¿Crees que está bien hacer eso cuando se te da la gana?

—Pero me dijiste que lo hiciera cuando...

—Sé lo que dije, pero parece que no diferencias cuándo te lo pido y cuándo no —cruzó sus brazos sobre el pecho.

Irene también se cruzó de brazos, después de piernas. Su mentón en alto y mirada fría estaba en dirección al chico.

—Ah, así son las cosas, ¿no?

—No sé de qué hablas.

—Me parece bien que no sepas. Tengo que ir a la universidad, me gradúo este año. ¿No estás yendo? Me enteré de muchas cosas de ustedes.

—Había olvidado que eres mayor. ¿Qué se siente estar cerca de la vejez? Si me disculpas, tengo cosas que hacer. Hasta nunca, Irene.

—¡Eres un maldito mocoso!

Todos voltearon a verla hacer pataletas. El lugar era tan silencioso cuan biblioteca que no cabía duda que era un mal momento y lugar para ello. Su voz hizo eco y una empleada se acercó a ella con la sonrisa más falsa que nunca.

Lo odiaba. Y ahora ese mágico lugar pasó a estar en su lista de no volver a pisar.

N/A

¿Debería hacer maratón?

Yo hago lo que diga el publico.

Espero que haya gustado el cap. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro