Capítulo 16: Juguemos a ser novios
Había pasado mucho tiempo desde que Tae y Matthew salieron a solas a una disco. Apenas era medianoche y todavía estaban en todos sus sentidos.
—¿Tae? Wow. Qué genial encontrarte por aquí. ¿Te acuerdas de mí? —preguntó cuándo el muchacho lo miró con el ceño fruncido—. Park DoMyong.
—¿Park DoMyong? —susurró, confundido. De pronto la luz llegó a él. Levantó la mirada y su expresión estaba más aflojada—. ¡Ah! Ya te recuerdo. ¿Cómo te ha ido?
El muchacho sonrió.
—Genial, hermano. ¿Y a ti?
La charla se extendió que hasta el joven de cabellos ondulados le invitó a la sala privada que apartó. Tomaron por un largo rato, intercambiando ideas y buscando actualizarse entre sí. Había pasado tanto tiempo desde que el muchacho se había ido de Corea. Según recordaba TaeHyung había sido debido a las ofertas nuevas a sus padres, diligentes por sus puestos importantes en compañías reconocidas mundialmente.
—Conocí a la familia Lamborghini —Se acercó al oído de Tae, se tabaleaba un poco, pero todavía no se había pasado de tantas copas—. Te diré un secreto, no le vayas a decir a nadie —Se alejó para hablar sin subir la voz—. Logré acostarme con la hija más joven, no sabía que es un poco mayor que nosotros. Pero le gusté desde que me vio. Soy todo un galán —rió entre hipos—. Tiene un talento increíble para moverse en la cama y a cambio recibí uno de sus autos último modelo —enfatizó sus palabras.
—Eres todo un sinvergüenza, Park DoMyong —Lo acompañó en su risotada en vuelta con la música alta de fondo. Chocaron sus copas.
—¿Y qué cuentas? ¿Y SoMin? ¿Todavía te gusta?
Iba a responder cuando de pronto recordó a Matthew.
—Acaba de recordar algo, ¿me permites un momento? Es urgente —Se mostraba muy ansioso. Sabía que no iba a pasar nada bueno.
DoMyong asintió.
J.Seph salió corriendo de la sala privada. Se chocó a uno que otro borracho, saltando como en las películas de acción que le gustaba ver. Aprovechó la altura para buscar a su amigo.
—Vamos, Matt, ¿en dónde estás?
Y fue cuando vio su irreconocible cabellera. Estaba siendo acosado por una mujer. Lo notó incómodo desde su localización. Salió corriendo para ayudarle. Empujó a más personas en medio de la pista de baile.
—Ayuda —formuló con sus labios.
TaeHyung lo miró desde lejos, captando su situación e ideando un plan para sacarlo de tal embrollo.
Suspiró.
—Ven, precioso, vayamos a bailar.
—Amor... ¿Qué sucede...? —abrió su boca al estar lo suficientemente cerca.
La mujer, ya con unos años encima al igual que unas cuantas copas pasadas, se giró desconcertada por haber escuchado una voz masculina tras ella.
—Señora, ¿por qué está con mi novio? —fingió temblar haciendo creíble su actuación. Apretó con sus manos las copas llenas de alcohol y cambió su expresión a una de intranquilidad.
—¿Ustedes... son...? —tragó saliva. Se volteó a ver a Matthew quien estaba estupefacto con los ojos abierto de par en par. Cambió su expresión apenas la mujer lo vio a los ojos.
Asintió.
—¡Eso es mentira! Él estaba coqueteando conmigo —apareció una esbelta muchacha, parecía modelo y había sido esa la razón por el cual Matthew no se resistió ante tanta belleza—. ¿Es porque no es tu tipo? ¿Le pediste a tu amigo que te salvara de la situación porque no eres capaz? Si son novios bésense y les creeremos, sino pondré yo misma una denuncia por querer ridiculizar a esta mujer —Se cruzó de brazos.
—¿Qué haces? —Siquiera sabía su nombre.
De pronto la multitud empezó a hacer la petición a todo pulmón. Estaban en problemas.
Matthew parecía querer matar a su compañero y buen amigo, mientras él lo único que hacía era tragar salivar. Ambos soltaron un suspiro a la vez, casi conectados. Se empezaron acercar con lentitud.
La señora juntó sus palmas, llevándoselas a los labios. Parecía preocupada y a punto de llorar.
Ya no había vuelta atrás, todos los estaban mirando, todos estaban esperando ese beso gay de dos desconocidos.
Y sucedió. Pensaron que sería buena idea solo darse un pequeño beso, apenas rozando sus labios, pero sabían que no les iba dar credibilidad. Se intensificó. Matthew lo tomó de la nuca para apegarse más a Tae el cual le seguía el ritmo acelerado de Matthew. Le jalaba el cabello con suavidad y se separaron cuando les faltó el aire.
—Maldición.
—Lo siento mucho, no era mi intención. Yo... yo solo quería bailar.
—Señora, mi novio se estaba negando por algo. ¡¿A caso no entiende que es un no?! —dijo cuando ya había recuperado un poco el aliento. Quería limpiar su boca, pero sería una mala señal.
La mujer se inclinó, avergonzada. Matthew la detuvo a tiempo para que no se arrodillara en medio de tantas miradas.
—Tranquila. Hablaré con él, no pasa nada —Le habló por lo bajo. Incluso la música sonaba suave.
La mujer parecía querer desaparecer, saliendo incluso de la discoteca. Cuando se fue todos volvieron a lo que estaban haciendo y la música volvió a retumbar en la cabeza de los más borrachos. Pero ahora todos hablaban de la escenita y en especial ese beso intenso.
—¿Qué mierda te pasa, Tae? ¿Novios?
—Ash. Agradece, te salvé tu culote.
El muchacho desvió la mirada.
—¡Te encontré! Te estuve buscando todo este tiempo. ¿Es cierto?
—¿Qué cosas dices, DoMyong? —cuestionó Tae.
—¡Que son novios! Por eso era tan importante. ¿Cómo te llamas? —Se balanceó. Cerraba los ojos constantemente y ambos notaron que ya no podría seguir más. Su camisa estaba llena de líquido, pero no quisieron averiguar cuál de todos los tipos de alcoholes.
—Matthew y no soy su novio.
DoMyong negó chasqueando la lengua.
—No lo niegues, todos aquí lo saben. ¡¿O son amantes?! ¡Qué buena historia de amor tengo aquí! ¿Me dejan escribir algo así? Amaría hacerlo. ¡Son tan hermosos!
—Estás borracho, regresa a casa.
Cerró sus ojos otra vez, negando lo el índice casi rozando la nariz de Tae.
—Vayamos nosotros a casa y olvidemos todo esto —Matthew se había inclinado un poco para decirle aquello lo más bajo posible.
—¡Qué bellos! Compartiendo secretos de pareja.
***
Al día siguiente Matthew se encontraba en La Guarida. No estaba seguro del por qué no había ido a su casa, pero supo que no se había pasado de copas porque no tenía los síntomas de una resaca y se acordaba de todo el escándalo de la discoteca. No podía negar que le sería difícil fingir que eso nunca pasó y en especial ver a su amigo sin una pizca de incomodidad.
Escuchó la puerta abrirse y sintió mariposas en su estómago, temeroso de ver a su amigo tan pronto. Sin embargo, se relajó al ver una cabellera negra larga.
—¿Por qué siempre vienes aquí después de tus salidas nocturnas? ¿Ya te quitaron el pent-house? —dejó las bolsas de compra en la encimera—. A ver. ¿Resaca? Tienes suerte, hice mercado —empezó a sacar los productos de las bolsas para guardarlos.
—No, estoy bien, SoMin.
—Sí, te ves bien. ¿Qué haces aquí entonces? No me digas —dejó de leer la caja de cereales, to tenía ni idea de lo que había en la bolsa. Su conductor la recibió en la entrada con las compras hecha—. Te perdiste.
La pelinegro soltó una carcajada.
—¿Terminaste?
—No, espera —siguió—. Ahora sí, habría seguido, pero me interrumpiste y me quitaste la inspiración.
Matthew llevó las manos a su cara, estirándola hacia atrás sin sentido alguno. No le iba a decir nada, sino se burlaría y le reprocharía.
—Lo mismo aplica con los de nuestro mismo sexo. Nada de contacto de ese tipo, ¿vale?
No pensó que sería necesario esa aclaratoria en ese momento, seguía un poco confuso, pero aun así ambos violaron una de sus reglas principales, ese era el punto. Nadie, siquiera SoMin, sabía qué pasaría en caso de romper una de sus propias normas de su juego, menos una tan importante como esa. Pero si nadie, además de ellos, no se enteraba, no pasaría nada.
SoMin se quedó toda la tarde en La Guarida, vio una que otra película mientras esperaba a Matthew. Se enteró que J.Seph había tenido que ir a una reunión familiar, por lo que no lo iba a esperar. En cambio, JiWoo estaba en una competencia de la academia de danza, por lo que apenas terminara no tendría ni la mínima fuerza como para llegar viva a su cama. Solo quedaba ella y Matthew que había ido a cambiarse y le había dicho que pasaría por unas cosas para pasar el rato.
—Ya será año nuevo. Se acerca la graduación —Matthew tomó un poco de palomitas para llevarlas a su boca—. ¿Cómo te gustan estas cosas? Es ridículo y empalagoso.
—Está bien para entretenerse. No me gusta nada, pero ya lo empecé y mi regla es terminar lo que empiezo. Ese personaje es horrible, demasiado tóxico.
Matthew asintió de acuerdo con ella. No había visto mucho, pero lo poco que vio le hizo tener esa conclusión. No se lo quería decir, sabía que por dentro babeaba por el actor. La subestimó al pensar de gustarle su personaje también, se equivocó.
—Esto me aburre. ¿Y si jugamos cartas a nuestro estilo? —sonrió lascivo.
Había pasado tiempo desde que jugaron cartas con las reglas propias. Si bien seguían las del juego, agregaron otras para darle más presión al sentido de perder.
—¿Me recuerdas las reglas, Matt?
Ahora estaban sentados en la alfombra circular donde antes estaba la mesa central de la sala. Se les hacía cómodo y acolchado.
—Por supuesto, señorita SoMin —sonrió con las cartas en mano—. El perdedor debe hacer o dejarse hacer lo que el ganador quiera y dónde quiera. Si el perdedor resulta tener más puntos o haya hecho mejores movidas, puede hacerse ganador y usar en contra el reto antes dado. Se debe decir antes de la movida y el que va perdiendo solo tiene una oportunidad.
«—Vale, esto está fuerte. ¿Cómo se te ocurrió semejantes reglas, JiWoo?
—Cállate, Tae. Los secretos del mago nunca deben ser revelados.
Tae imitó las palabras de la menor como gesto de burla.
—Me parece que te has pasado un poco. ¿Qué cosas tienes en la cabeza? —cuestionó SoMin. Ya habían empezado a jugar y por ende mantuvo sus movimientos limpios—. ¿Qué cosas se pueden hacer? —Sabía que ese era su juego y que ganaría, así que le iba a funcionar pensar en el castigo.
—Cualquier cosa —sonrió.
Cuando estaban a punto de terminar el juego JiWoo iba perdiendo, pero estaba cabeza a cabeza con Matthew el no solía jugar cartas. J.Seph apenas pasaba a SoMin sin siquiera estar seguro de sus movimientos. Tenía más puntos, pero SoMin siempre le pasaba. Cuando se fijaron, Tae había perdido y SoMin se permitió rayarle el rostro y hacerle ir a la tienda así, además con el cabello recogido en varios moños.
—Me veo ridículo. No paraban de verme. Te odio —Fue lo que dijo cuando llegó con las bolsas llenas de artículos extraños—. ¿En serio? ¿Pañales para adultos? ¡Te pasaste!
—JiWoo dijo que se podía cualquier cosa —bajó el tono de su voz para parecer aniñada e inocente.
—Me la vas a pagar.
Por más que lo intentaba nunca lograba ganarle, para su suerte no volvió a perder, pero nunca tenía un movimiento que lo catapultara. Sin embargo, no se iba a rendir.»
—¡Matthew!
—Te gané —rió.
—Veo que has aprendido. ¿Te sientes satisfecho?
—Por supuesto que sí. Ahora me toca —anunció—. Como no te dije en dónde seria, pues tendré que pensarlo. ¿Qué tal si...? —relamió sus labios. SoMin solo miraba a otro lado, resignada—. Oye, SoMin.
Cuando volteó aprovechó para plantarle un beso que ninguno se dignó a cortar.
—Espero no haber emocionado a tu niña interior —Se levantó sin más y salió del lugar. Ya era demasiado tarde y las llamadas perdidas en el celular de SoMin lo delataba.
N/A
¡Hola! Hoy les traje el capítulo temprano,
ya me he organizado y no tardaré en
actualizar. Espero que les haya gustado el
capítulo de hoy.
Quiero aprovechar para hacer una invitación
especial. Me he creado una cuenta en Instagram
para compartir cositas relacionadas con Wattpad.
Es posible que en algún momento empezaré a
compartir cosas sobre mis historias, así que pendiente.
El usuario es omi_bi_ire. Espero verles allá uwu
Baibai.
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