Capítulo 05: Dichoso sea aquel que prueba sus labios sabor a miel
El fin de semana había llegado dichoso al fin. Era viernes por la noche y la gente lo sabía; saldrían y beberían hasta llegar a casa incapaz de saber cómo al momento de despertar, sin recordar siquiera que muchos habrían gastado todo su dinero a lo estúpido tras una terrible borrachera y con una gran resaca durante todo el sábado, para quizá salir igualmente ese día y recuperarse el domingo para ir el lunes a trabajar.
JiWoo se había tirado en el puf con un libro que había tomado al azar de la estantería. No le agradaba para nada la idea de leer, sólo lo veía como algo tan extra e innecesario para ella; sin embargo, había tomado aquel libro para experimentar por su cuenta lo que es leer algo que no tiene nada que ver con el estudio, aunque nunca antes lo había hecho, sólo para copiar lo necesario.
—Debería irme ya —murmuró fastidiado Matthew quitando la mirada de su celular, estaba bastante aburrido.
—J.Seph es todo un maldito —farfulló SoMin viendo la hora—, le dije a las siete y ya van a ser la nueve. ¡Qué hijo de...!
Ella se quedó en silencio al notar como TaeHyung entraba al salón con estilo, una gran sonrisa y la cara colorada.
En ese momento JiWoo levantó la mirada de su celular, había dejado el libro después de pasarle una ojeada perezosa sobre las letras. Lo miró con recelo y semblante serio.
—¿Me puedes explicar en dónde diablos estabas? —SoMin dejó que todo su peso lo soportara solo una pierna a la vez que se agarraba de la cintura—. Te escribí, te recordé toda esta maldita semana que debías estar aquí a las siete, no a la hora que te da la puta gana.
Estaba tan molesta que incluso comenzó a repiquetear con un pie a la vez que deseaba poder matar con tan solo la mirada, no habría sangre ni prueba que la señalara a ella, porque quería hacerlo, quería matarlo.
Matthew se acercó a ella y se paró frente para intentar calmar a la chica. Se volteó y le peló los ojos a su amigo rogando que se abstenga.
—SoMin, no ves a que acaba de tener un gran rato de pasión. No le mates el momento —justificó Matt apretando la mandíbula.
TaeHyung sonrió hasta achicar sus ojos. Mientras, SoMin respiró profundo para liberar cualquier mala vibra a la vez que B.M le sonreía y frotaba su mano en el hombro. JiWoo observaba expectante sin expresión alguna.
Se movieron de lugar, para darle paso a un momento sin incomodidad.
—JiWoo, ¿qué es esa cara de perro que te cargas? —preguntó Matthew al percatarse de la actitud de la chica.
—Es que vi algo que no me agradó del todo —respondió hincándose de hombros.
—¿Qué? ¿La cara horrenda de Tae? —burló SoMin con tono malintencionado.
Matthew abrió la boca por la sorpresa; JiWoo pareció tensarse; y el mencionado ofenderse sobre manera.
En ese momento incómodo el timbre suena y tras eso JiWoo recordó haber llamado para obtener unas cuantas pizzas y pagarlo con la tarjeta de su padre.
TaeHyung fue quien recibió las pizzas luego de preguntar si alguien esperaba algo, cosa que confirmó JiWoo. Se despidió del vendedor con una sonrisa falsa.
—Siento que tienes alguna especie de poder, JiWoo —comentó Matt a la vez que tomaba un trozo de pizza—. ¿Qué? ¿Acaso lees mentes, vienes del futuro o algo así?
—Leo mentes y sé que en este momento deseas follarte a una chica que viste camino hasta acá —Le siguió el juego sin siquiera saber que era exactamente así; el chico le había preguntado cómo sabía eso—. Eso me ha dejado un poco fuera de lugar —rió nerviosa—. Pero lo de la pizza es porque los conozco lo suficiente como para saber que deberíamos tener los viernes para comer pizza.
—Me agrada la idea —asintió SoMin con una gran sonrisa. Su voz era cálida, dulce, melodiosa.
En menos de un minuto habían dejado todo lo que ocurrió atrás, para dar paso a una noche tranquila. Rieron, hicieron bromas, charlaron un rato, hasta que...
—Dinos, ¿para qué nos querías aquí a una hora específica? —enunció J.Seph.
—Tengo otra misión para nosotros —alzó la voz. Ahora SoMin tenía una sonrisa perversa dibujada en su rostro, su voz era maliciosa. Habló antes que otro dijera algo:—. Les resumiré todo lo que pasó con el idiota SooBong para dar paso a mi plan de venganza directa e indirecta.
Había contado por tercera vez su historia con el chico, sin saltar ni manipular ningún detalle, pero omitiendo por primera vez la parte de su posible enamoramiento porque sabía que ellos reaccionarían de igual manera que Matthew y la juzgarían.
—¡Sin duda es un maldito canalla! —exclamó JiWoo—. De leguas se nota que quería enamorarte para meterte una patada apenas eso pasara. ¡Ash, qué bueno que mi SoMin es buena fingiendo! —canturreó.
—¿Y qué propones para vengarte? —salió hablar TaeHyung.
—Es muy sencillo. Escuchen...
***
—A ver, déjame ver si entiendo —interfirió J.Seph—. Uno de nosotros debe enamorar a su comprometida, el otro recogerá toda la información de SooBong para usarlo en su contra; tú, SoMin, harás todo lo posible para hacer que su prometida cambie de opinión; JiWoo, por su lado, debe encontrar a la chica perfecta y desconocida para él para convencerla de enamorarlo hasta jugar con sus sentimientos —unió lazos—. ¿Estoy en lo correcto?
—Es exactamente lo que acaba de decir, TaeHyung —La expresión de SoMin hizo que JiWoo soltara una gran risotada—. Pero todavía hay detalles que arreglar, espero que me ayuden con eso.
Matthew se levantó del puf donde estaba sentado y le dio una palmada a TaeHyung en el hombro.
—Vayamos de fiesta —propuso. J.Seph accedió emocionado por la idea.
Ambos salieron sin siquiera despedirse.
—Ash. Malditos bastardos —farfulló SoMin.
JiWoo se levantó del sillón donde estaba antes sentada, arregló su vestido corto y la chaqueta de cuero que cargaba puesto. Había recogido su cabello con trenzas de boxeadora, cosa que le ayudó a seguir manteniendo su estilo. No estaba acostumbrada a los vestidos, pero esa vez se decidió poner uno. SoMin se percató de aquello.
—¿A dónde vas? Estás muy hermosa —sonrió. No entendió por qué tardó tanto en notar el vestuario de su amiga y eso la hizo sentir mal.
—Saldré con unos amigos —respondió.
SoMin inclinó un poco la cabeza y arrugó la cara.
—¿U...unos amigos? ¿No somos tus amigos? —Pronto empezó a sentir un dolor en su pecho.
—Sí, ustedes no son mis únicos amigos y por eso saldré con otros —hincó sus hombros—. Llegaré tarde. Adiós, SoMin.
—Adiós —Su voz se deshizo—. No bebas mucho.
***
Avanzó para entrar a la discoteca donde con sus amigos habían planeado reunirse. Al entrar se encontró con un brasilero, quien la abrazó con afecto.
—Thiago —correspondió el abrazo.
Había conocido al moreno cuando entró a la academia de danza. Desde el primer momento siempre lo admiró por su belleza, técnica impecable, su fuerza al bailar y por lo versátil que es en el baile. Todo le queda muy bien, logra dominar todos los géneros.
Recordó cuando lo vio haciendo una demostración de danza árabe. Moviendo perfectamente sus caderas; aunque muchos no lo veían de la misma forma que ella, le pareció igual de masculino como siempre. Sus rasgos fuertes, hombros anchos, labios carnosos y buen trasero llamaron la atención de JiWoo en primer lugar; al presentarse pareció flaquear por lo sexy que le pareció, incluso teniendo apenas unos dieciséis años. Sonrió al memorarlo.
Más tarde se volvieron muy unidos, y le estaba empezando a gustar mucho su personalidad. Era su tipo y por un momento creyó tener sentimientos hacia él... Sin embargo, el día que quiso confesarse —unos meses después—, lo vio besarse con un chico de la misma academia a escondidas.
Desde ese momento todo sentimiento hacia él había sido tomado y metido en una bolsa de desecho por ella misma.
—Te ves demasiado sexy —Le dijo al oído por la música bastante alta. Se separó de él—. ¡Lástima que sea un maldito gay! ¡Igual era demasiado bueno para ser verdad! —gritó al aire para que lo pudiera escuchar.
—¡JiWoo, no seas! ¡Igual tampoco creo que te fueses a enamorar de mí! —exclamó igualmente, pero entre risas.
—Debe ser una maldita broma —murmuró para sí. El chico preguntó qué había dicho que no logró escucharla por la música—. ¡Qué en dónde están los demás!
—¡Ashley está en el baño! —Comenzaron a caminar hasta la parte alta de la discoteca—. ¡MinSuk me escribió diciendo que viene en camino, que su madre se puso fastidiosa!
JiWoo asintió. Comenzó a beber del vaso que le dio el moreno al rato de sentarse en la mesa que habían apartado. Al rato llegó Ashley, una coreana nacida en Estados Unidos. Cargaba un hermoso conjunto de brillos plateados que la hacía resaltar entre todos por las luces. Su cabello largo y ondulado había sido recogido en media coleta, resaltando un poco su cuello adornado con un diamante que ha de valer mucho dinero.
—¡Si supieras que a mi padre casi le da un infarto cuando me vio con el collar puesto! —rió la chica después de sentarse junto a JiWoo—. ¡Si supiera que me puse el conjunto de su más reciente creación!
—¿Estás diciendo que te lo robaste? —preguntó asombrado el moreno. La chica asintió.
—¡Bueno, no! ¡Sólo lo tomé prestado por esta noche! —confesó.
—¡Pero, Ash! ¡No está bien, puedes dañarlo y te meterás en problemas! —advirtió JiWoo.
La chica se levantó y se plantó frente a ellos.
—¡La vida está llena de riesgos! —movió su cuerpo al compás de la música electrónica, luciendo perfectamente el conjunto.
—¡Ese riesgo vale medio millón de dólares y un gran castigo de por medio! —pronunció una voz con mucha fuerza. Era MinSuk. Saludó a la chica que pronto estaría en problemas, luego a JiWoo y por último se comió a besos a Thiago.
JiWoo desvió la mirada hacia la pista de baile, buscando tal vez alguna víctima para el plan de venganza de SoMin.
Las horas empezaron a pasar. Hasta ese momento seguía lo suficientemente sobria como para notar que Ashley no había dañado la cara creación de su padre y como para darse cuenta que MinSuk y Thiago no estaban teniendo relaciones allá arriba mientras ellas bailaban con los demás en la pista.
—Esos malditos bastardos —masculló JiWoo al percatarse que MinSuk se había montado sobre el moreno, luego tiró su camiseta blanca a un lado. Hizo un puchero al caer en cuenta que sí, era toda una fracasada en el amor.
Primero se había enamorado de un chico que se fue a vivir a Italia una semana después de haberle confesado su amor; luego se enamoró de un brasilero malditamente sexy, pero gay; y ahora se encuentra perdidamente enamorada de su maldito instructor, casado y con hijos, además de bastantes años encima.
—Estoy malditamente loca —Se dijo a sí misma. Su compañera le preguntó qué había dicho—. ¡Iré al baño!
Comenzó avanzar hasta la zona donde está el baño, con pasos inestables y la vista un poco nublada. Se había pasado de tragos, pero no tanto como la última vez.
—El día de mi cumpleaños beberé hasta morir —musitó al aire.
En ese momento sintió como alguien se le recostó por la espalda, diciéndole cosas al oído que no lograba entender, la acción la resaltó e hizo que le causara repulsión. Cuando se giró pudo darle nombre el dueño de la voz.
Era Matthew.
Tenía los ojos cerrados, la cara muy colorada y parecía estar demasiado mareado porque no podía mantener su cuerpo sin tambalearse.
—Matthew —hipó—, ¿qué...qué haces aquí?
El robusto medio abrió los ojos para enfocar el rostro de JiWoo. Soltó un suspiro.
—¡JiWoo! Me alegra mucho que estés aquí —rascó su oreja. Cerró nuevamente los ojos, no podía mantenerlos abiertos por largos ratos. JiWoo batallaba con todas sus fuerzas, intentando evitar que su amigo le cayera encima. Si lo hacía mínimo no llegaba a su cumpleaños, al menos no en una misma pieza—. JiWoo... Nunca te lo he dicho antes —inició con voz torpe y lenta. JiWoo apenas lograba entender lo que decía. Tampoco podía pronunciar bien su nombre—, pero quiero dejar de verte como mi hermanita.
—Estás demasiado borracho, Matt. Siéntate, por favor —En ese momento pudo decir con seguridad que no estaba tan borracha como pensaba. Sí, sus pasos eran torpes, su voz se oía cansada, el vestido mostraba más de lo debido y su aspecto no era para nada favorable; pero podría recordar todo al día siguiente.
¡Pero eran las dos de la mañana!
Había bebido lo suficiente como para estar ebria, pero él había pasado otra vez el límite.
En un intento de llevarlo a una mesa cercana al baño que sorprendentemente estaba vacía, él la acorraló.
—JiWoo, no estoy diciendo esto en broma —Tenía los ojos abiertos. Su rostro tenía una expresión seria y ojos cansados. Cerraba los ojos de vez en cuando por unos minutos y pronunció:—. Creo que me gustas, mucho, mucho.
—Eres un idiota. Lo único que dices son cosas sin sentidos —farfulló—. No veo la diferencia entre Matthew sobrio y Matthew ebrio. Eres...
La calló con un beso que no dudó en corresponder. Sabía que lo recordaría y se arrepentiría por ello. Ambos estaban cruzando la línea de su amistad, pero cualquier situación culparía al alcohol. De igual forma no lo recordaría, estaba tan borracho e idiota que no lo haría.
Agradeció que eso sea así...
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