Capítulo 02: La razón del ritmo de su corazón
Sus pies se desplazaban por el lugar y su cuerpo se movía al ritmo de la música urbana. Se empezaba a sentir tan feliz verse bailar frente al espejo. Su hermosa cabellera blanquecina la hacía resaltar mucho más con aquella camisa amarilla equilibrada con prendas oscuras.
Sus movimientos parecían ser ágiles y rápidos, como el de un guerrero de película en combate. Su mirada reflejaba lo dichosa que se sentía al bailar.
De pronto dio una vista rápida a un lado del espejo de pared completa y puedo ver en ella que, en el fondo, muy en el fondo de aquel salón, estaba su profesor de baile y música.
Sus piernas flaquearon y perdió el ritmo. Sus pies se enredaron y cayó al suelo.
El hombre que la observaba con ojos curiosos, con una chispa de emoción y orgullo, pero a la vez evaluadores, al ver aquella escena salió corriendo en dirección a ella.
—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —su voz varonil, gruesa y sexy sacó de sí a la joven, su alumna.
Ella negó.
—Estoy bien, no se preocupe —logró pronunciar JiWoo un poco nerviosa y con el corazón acelerado.
No entendía lo que le pasaba en ese momento, pero le gustaba el sentimiento. Tan solo si hubiese durado más...
***
JiWoo empezó abrir los ojos lentamente.
—Oh, vaya. Pensé que estabas muerta. Ya estaba llamando para enterrarte y reemplazarte con otra chica igual —pronunció SoMin al darse cuenta que su amiga estaba despierta.
—Demonios, me duele mucho la cabeza —Se quejó, haciendo caso omiso al comentario.
—Cuando te vi ayer quise que me tragara la tierra y más nunca me devolviera, al menos no viva —confesó—. Al parecer la pasaste muy bien anoche, JiWoo.
La joven levantó una ceja.
—¿Recuerdas algo? —cuestionó SoMin, inocente.
JiWoo asintió, dando a entender que no había bebido hasta perder la conciencia, al menos no toda.
—Hasta regañé a los chicos por no querer dejarme disfrutar —admitió.
Antes que SoMin pudiera reaccionar y regañar a la joven por su conducta —recalcando que todavía es menor de edad y que no puede hacer ese tipo de cosas—, su celular empezó a sonar con frenesí.
—Te salvas de esta —revisó el celular leyendo un mensaje de su padre que la solicitaba—. Me tengo que ir. Te dejé un poco de comida, ya le avisé a tu padre que estás aquí y que no debe preocuparse. No salgas y escríbeme si pasa algo —ordenó—. Llamaré a J.Seph para que te venga a custodiar.
—No lo necesito, estoy grande para esas cosas —resaltó con fastidio.
—Pues a esta niña grande se le escapó la situación de las manos —le dio un toque en la punta de la nariz—. Te quiero.
Salió de lugar muy pendiente de su celular para poder llamar a su amigo, luego hablaría con Matthew.
JiWoo se dejó caer en la cama, cansada, agobiada, y a la vez feliz por su sueño. Se sentía maravillada, pues así es cómo se siente con su cercanía. Cada pequeño roce tímido e inocente le hacía sentir viva.
Lástima que estaba casado, con hijos y con unos años encima, tal vez treinta y dos.
Suspiró. Su amor platónico no correspondido.
Había pasado al menos diez minutos desde que SoMin desapareció tras cruzar la puerta de salida. JiWoo se levantó de la cama ya un poco mejor y fue en busca de la comida que su amiga le había preparado y se sentó a comerla tranquilamente.
Luego, saldría un rato, tal vez a visitar una vez más a su instructor. Pero primero, debía convencer a su amigo de no decirle nada a nadie y apoyar su idea, como siempre lo hacía.
***
La noche cayó y las luces fueron encendidas mostrando un hermoso paisaje urbano en las calles de Corea.
JiWoo y J.Seph fueron juntos al estudio de baile, allí Tae conoció al hombre de los sueños de JiWoo y los vio bailar un largo rato. Él intentó hacerlo también, pero se rindió diciendo que no era muy bueno como ellos y que verlos bailar le bajó la autoestima. Durante la visita tomó muchas fotos, incluso llegó a guardar unas cuantas de la chica, del profesor de baile, de ambos juntos e incluso de los tres. Sin embargo, solo lo había hecho para molestar en un futuro a su compañera amistosa.
Tras comprar helado, comenzaron su rumbo hacía el mismo punto de encuentro de siempre: La Guarida.
—¡Bailar me hizo tan bien! Me siento muchísimo mejor y estoy más relajada —comentó emocionada.
—¿Bailar o estar cerca de tu amor platónico? —respondió él en modo de burla, haciendo con sus labios muecas como si la fuese a besar y resaltando las últimas dos palabras. Rió y JiWoo se molestó.
—No me hagas hablar de tus supuestos amores platónicos que fueron más falsos que los pechos de la profesora Park MiSoo —atacó la joven con mala gana.
Por la expresión de J.Seph se entendió que el comentario no le gustó.
Me lo merezco por idiota, pensó.
Siguieron caminando unas calles más hasta llegar a su destino. Arreglaron un poco el sitio, pues era el lugar que más frecuentaban y casi nunca se ponían a ordenar. Había días que parecía un basurero, con los muebles movidos y los platos en el suelo, quebrados todos; otros en el nadie se sentía capaz de tocar al menos la pared de la entrada, o la manija de la puerta para entrar.
Ese día era una combinación de ambas situaciones, hasta que éstos dos decidieron arreglar.
—Mensaje de SoMin —anunció TaeHyung—. Dice que viene en camino con Matt.
Media hora más tarde, ambos llegaron.
—Díganme que hay comida, muero de hambre —soltó Matt apenas entró, abriendo directamente la nevera de aquel espacioso y bien equipado lugar.
J.Seph había propuesto ver una película, cualquiera que encontraran y que prometiera buena trama. Todos aceptaron dichosos, ese sábado sería de descanso. Los cuatro tranquilos viendo una película.
SoMin se paró a buscar bebidas para antes de empezar a ver la TV.
—¿Después de esto nos vamos de fiesta, Tae? —preguntó emocionado el musculoso.
—Eh, nada de fiestas —intervino la castaña—. A ti te van a dar tu buena paliza, si es que no te la han dado y será la de tu vida. Tal vez ni juntando todas las anteriores logre superar esa —se dirigió a J.Seph—. Y he de recordarles que mañana es el evento de lanzamiento de mi madre. Su nueva revista saldrá a la luz con su nueva colección y lo quiere celebrar. Recuerden que fuimos modelos en esta edición —recalcó. Le pasó la bebida a cada quién y se sentó en el suelo junto a JiWoo.
Como si la película no hubiese sido suficiente para ellos, se quedaron rendidos, así como estaban.
***
La hora de la reunión estaba por llegar. SoMin se había encargado de acompañar a su madre a terminar con los preparativos. Aquel vestido rosa bebé suelto le quedaba muy hermoso con los aretes y el collar que su madre le había regalado en su cumpleaños número dieciocho.
Pero empezaba a sentirse nerviosa. Sus amigos no daban señales de vida y su padre había llegado borracho a casa.
—Matt, dime, por favor que vas a venir —dijo grabó el mensaje de voz muy desesperada y al borde de las lágrimas—. Por favor, te lo imploro. Te necesito aquí conmigo.
Al girarse vio lo que nunca imaginó ver en ese momento: SooBong entrando con una chica junto a él, muy acaramelados. Su estómago se revolvió, ya no eran por las falsas mariposas que sentía antes, era de repulsión pura.
Intercambiaron miradas, él sonrió y ella desvió la suya limpiando levemente sus ojos por su angustia anterior.
Necesitaba a sus amigos en ese momento.
—Mamá, ¿por qué lo invitaste? —SoMin se acercó a su madre para preguntarle al oído. Le había contado lo sucedido con él y aun así lo invitó.
—SoMin, recuerda que las invitaciones las enviamos hace tres semanas. Es descortés des-invitar a alguien —señaló—. Ya es decisión suya si decide ser insensato o no.
La mujer se alejó de ella para acercarse a unos grandes amigos de ella, acto seguido se pusieron a charlar.
—Maldito mentiroso, imprudente —masculló la joven mirándolo desde lejos fijamente con mucho odio.
—Si las miradas mataran, media Corea estaría bajo tierra —una voz masculina la sobresaltó—. ¿Ese no es el chico con el que saliste el viernes?
—Matt, viniste... —comentó alegrada y desviando el tema mental.
—¿Quién es ella? —le preguntó al oído sin despegar la mirada de la pareja mientras abrazaba a su amiga.
SooBong vestía un buen traje rosa, similar al color del vestido de SoMin. Llamaba mucho la atención entre los demás.
—Ni idea, pero no me interesa.
La noche transcurrió bastante amena. J.Seph y JiWoo llegaron al rato después que Matthew, de esta manera mantuvieron sus charlas matutinas, llenas de chistes, mentiras y muchas palabras ocultas tras de ellas; convirtiéndose en una conversación normal en un contexto formal.
La madre de SoMin llamó la atención de todos los presentes y prosiguió a presentar a la verdadera protagonista del evento: la revista en donde será revelada la nueva colección de ropa de su marca, explicó un poco de ella, agradeció a todos los que apoyaron y participaron, invitando a los presentes a ir al desfile de moda que se estaría dando en tres semanas.
—Oh, por alguna razón eso me recuerda que quedan cinco meses para la graduación —resaltó JiWoo sorprendida. Pasó el tiempo muy rápido y les faltaba poco para graduarse.
—Hablando de eso —Matthew invitó a sus amigos acercarse al centro de la mesa y pronunció con voz baja:—, debemos ir preparando todo para ese día. Nada puede salir mal.
Sonrieron cómplices y continuaron sus asuntos con lo que hacían.
La charla había terminado y todos esperaban expectantes aquel desfile. SoMin, por su lado, miraba de vez en cuando a la mesa de SooBong quien hablaba con su acompañante y de vez en cuando coqueteaba con ella.
—Hijo de puta —masculló, furiosa.
Cuando charlaba con algunos de sus mayores desviaba la mirada hacia ellos y se dio cuenta que estaba haciendo lo que con ella nunca había hecho: presumirla ante todos. Se empezaba a sentir furiosa, cada vez más. Los celos la carcomían.
Se sentó nuevamente con sus amigos para ver si se calmaba, pero todo empeoró cuando escuchó:
—Oh, preciosa SoMin. Te ves bastante bien, pensé que te estarías hundiendo en la depresión o resguardando en el alcohol como tu padre —La voz de SooBong irritó a los cuatro, incluso cuando nadie, además de SoMin, sabía lo sucedido con él.
El cuarteto se quedó perplejo por lo poco prudente y respetuoso que fue eso. SoMin apretaba su mandíbula con mucha fuerza, al igual que sus puños que lastimaban su palma por la presión que ejercía.
Con media sonrisa B.M articuló:
—Veo que eres un gran patán e idiota.
—No digas eso, yo soy igual a ti, pero mucho más hermoso, inteligente y rico que tú —alardeó el intruso—. ¿Les presenté a mi novia? —llamó a la chica que parecía portar una hermosa figura de modelo. Alta, de busto pequeño, caderas anchas y rasgos definidos. SoMin llevaba una copa de vino a sus labios, temblorosa, para beber un poco—. Perdón, prometida —Se corrigió a sí mismo.
El tiempo pareció detenerse.
JiWoo peló los ojos por aquella confesión, J.Seph arrugó la expresión y B.M giró a ver a SoMin quién pareció detenerse en seco, quebrándose por dentro. Sus ojos se cristalizaron y comenzó apretar tanto la copa que enseguida se explotó en sus manos, lastimándola.
No obstante, a pesar de su expresión, sonrió maliciosa.
—Es muy bonita. Lástima que seas una mierda de persona, SooBong —señaló sin siquiera importarle los pedazos de vidrio incrustados en su mano. No le dolía, nada le dolía. Sólo sentía como poco a poco su corazón se oscurecía.
La expresión de miedo de la chica modelo llamó la atención de todos.
Parecían estatuas observando la escena, mirando detenidamente todo el suceso.
—¡SoMin!, ¡¿pero qué has hecho?! —La voz alarmada de su madre se le grabó en la memoria, al igual que el rostro de cada uno de los desconocidos de lugar. Nunca olvidaría aquello, tampoco a su madre sufriendo y llorando, aunque fuese heridas pequeñas en la mano.
Sus amigos no sabían qué hacer o qué decir, sólo sufrían igual que ella. Sentían su dolor sin necesidad de saber qué fue lo que pasó con el famoso SooBong.
Recordó a su padre siéndole infiel a su esposa horas antes del evento justo afuera del recinto. Desarreglado, mal oliente a alcohol y besándose con una mujer que no era su madre.
Odiaba al mundo a todos los que lo poblaban,inclusive ella.
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