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Capítulo 01: El ratón de la maleta es SooBong

Un grito en el salón de clase hizo que todos los alumnos dentro de este se alarmaran, más al darse cuenta que provenían de la profesora quien, del susto, pegó un brinco de pronto.

Por un lado, había alumnos muy asustados, por otros curiosos por saber qué ocasionó aquella exaltación sorpresiva; y más allá, al fondo, cuatro alumnos riendo hasta casi agonizar de tanto hacerlo.

—¡El escuadrón del fondo! —exclamó furiosa la profesora, roja como un tomate y aparentemente avergonzada—. A la dirección.

—¡Pero...! —Quiso responder la castaña, sin embargo, ella y sus amigos fueron echados del salón. Todos en este los juzgaban expectantes.

—¡Fuera de mi clase! —La molesta profesora les tiró la puerta en la cara.

Los cuatro jóvenes se quedaron perplejos mirando la puerta.

—Bueno, creo que se molestó —comentó Tae imprudente y con malicia.

Comenzaron avanzar hasta la oficina del director, un poco cabizbajos.

—¿Qué haremos si le dicen a tu padre, Tae? —preguntó JiWoo, un poco preocupada—. Mira, de una vez te voy diciendo que estás invitado a dormir en mi casa, no quiero que nada malo te pase.

—Nada malo pasará —aseguró él convencido y seguro de sí mismo.

—Eso pregúntaselo a tu papá —resaltó Matthew. Su rostro tenía una expresión de miedo, preocupación y seriedad, todo a la vez.

Los cuatro sabían que estarían en problemas, pero de todos, el que más mal lo pasaría sería J.Seph debido a su exigente padre, que a veces le daba palizas hasta por cuestiones insignificantes.

Al llegar a su destino, se armaron de valor y entraron aguantando la respiración, preparándose para el sermón que les darían.

—Oh, miren a quienes tenemos aquí —pronunció la secretaria—. Veamos, ¿qué hicieron esta vez?

—En nuestra defensa, fue una broma y no fue la gran cosa que digamos —se apresuró hablar B.M.

La secretaria solo los miró con decepción e indicó que podían pasar, pero que debían aguardar por el director.

Se sentaron a esperar, en silencio. Ninguno se atrevía a decir algo, exceptuando TaeHyung quien sólo escupía imprudencias sin sentido, como siempre.

Pasaron al menos diez minutos de espera y el director finalmente apareció.

Los cuatro se levantaron de sus asientos para hacer una leve reverencia ante el mayor como acto de respeto al momento de este adentrarse.

El hombre al verlos suspiró y pronunció con desgano:

—No quiero explicaciones. Acabo de hablar con la profesora Park y estoy muy decepcionado —inició. Se sentó en su puesto y les indicó a los jóvenes que lo imitaran—. Ya están bastante grandecitos para esas cosas, ¿no creen? Ya en unos meses salen de la preparatoria, se supone que ya han madurado —colocó sus dedos entre sus cejas, molesto y estresado.

—Pero... ¡venga! No fue la gran cosa —respondió JiWoo.

—¿No fue la gran cosa? ¡¿No fue la gran cosa, eh?! Creo, no sé, que colocarle un ratón a la profesora en su maleta no es normal —se levantó furioso—. Me decepcionan, en serio. ¡Y ustedes dos aún más! —señaló a SoMin y Tae—. ¿Cómo es posible que los mejores alumnos de toda la bendita institución tengan este tipo de comportamientos? ¿Cómo es que siguen siendo los mejores?

—Es que estudiamos —intervino TaeHyung, hincándose de hombros.

—Señorita Jeon, ¿qué le he dicho de ese cabello blanco? —prosiguió sin darle importancia al comentario del chico y reclamándole por quién sabe cuántas veces a JiWoo.

—Bueno, señor director, lo lamento mucho, pero no me oscureceré nuevamente el cabello —respondió ella.

El hombre se removió en su asiento, bastante molesto.

—¿Y me dices por qué decidiste decolorártelo ahorita y no después?

—Em, usted lo acaba de decir: saldremos pronto de este infierno —recalcó ella con ciertas intenciones, entre ellas molestar al mayor. Y lo había logrado.

—Director, tiene que ponerse en nuestro lugar. Pronto saldremos de aquí y queremos hacerlo dignamente, ¡no sea agua fiesta! —intercede Matthew.

En serio, querían hacerlo enojar y lo conseguían cada vez más.

—Ustedes no tienen alternativa —dijo ya cansado—. Lo único que les pido es que dejen de hacer todas esas cosas y terminen su año tranquilos. Basta, en serio. Paren de hacerlo.

Los cuatro intercambiaron miradas cómplices y asintieron con euforia.

—JiWoo, ¿algo que quieras decirme? —preguntó el hombre al notar que la joven aguantaba las ganas de reír.

—No, señor director.

Dicho eso, con mucha inseguridad, el hombre les indicó que se retiraran. Se sentó en su escritorio, reflexionando todo aquello. Unos instantes después escuchó fuertes risotadas.

***

—¡No puedo creer que eso haya pasado! —exclamó JiWoo al estar más alejada de la oficina del director. Se mostraba bastante inquieta.

—Sí, JiWoo, sí. Pero intenta no ser tan obvia, por poco nos descubre —regañó la castaña.

—Bueno, ya, pero admite que sí estuvo buenísimo —comentó Matthew—. Vamos, ¡ríete! Muestra esos dientecitos hermosos.

SoMin hizo una sonrisa falsa mostrando todos sus dientes y como respuesta recibió muchas risas por parte de sus amigos.

Tras salir de aquella pequeña habitación el timbre sonó indicando que las clases había acabado por ese día, y por esa semana también. Felices, recogieron sus cosas y salieron con muy buen humor.

—No saben lo mucho que no salvamos —recalcó Matthew al recordar que no citarían a sus padres—. J.Seph, te has salvado ese culo. Pero dudo que sea por mucho, ¡esta noche nos vamos de fiesta! —exclamó al aire corriendo hacia las afueras de la construcción que los mantenían presos, sintiéndose muy libre.

—Apuesto a que mañana no recordarás ni tu nombre —mencionó JiWoo, retándolo.

SoMin solo se mantuvo distante: no saldría con ellos.

—Hoy saldré con un chico —reveló al fin sus planes con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

—Eh, chiquitina. Tienes una cita, ¿eh? ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Lo conocemos? ¿Estudia aquí? —quiso chismosear TaeHyung.

Los tres se mostraron interesados y curiosos.

—No tengo tiempo para tantas preguntas. Ya me vinieron a buscar —sonrió.

Y así como lo había dicho, un auto se situó frente a ellos. JiWoo, J.Seph y Matthew se quedaron perplejos.

—Los quiero. No tomen demasiado —Se despidió—. Por favor, JiWoo, cuida de ti... y de ellos —hizo una mueca de disgusto.

Subió al auto deportivo último modelo y saludó al chico que lo manejaba con un beso en la mejilla.

—Wow, nos abandonó —Tae se desanimó un poco viendo como su amiga se alejaba de ellos.

—No seas estúpido —JiWoo le dio un golpe en la cabeza y él se quejó—, siempre lo hace. Ya deberías estar acostumbrado.

—Bueno, ya basta de tantas estupideces. ¿Nos vemos en La Guarida más tarde para ir de fiesta hoy?

***

—¿Irás así a la reunión? —preguntó la cita de SoMin con una expresión de desprecio hacia su físico.

—¿Qué? ¿Está feo?

—No, no. Es que... no sé, no creo que sea apropiado para la ocasión.

SoMin se quedó pensando, ¿por qué él pensaba así de su vestimenta? Recordaba que él mismo le había dicho que sería una reunión simple entre familia, que allí la presentaría como su novia, al fin. ¿Por qué su vestuario no era apropiado para la ocasión? Tan solo era un vestido negro, suelto y con encaje, servía para todo. Hasta para un funeral.

Lo supo cuando llegaron a su destino. Sabía que era hijo de grandes empresarios, que incluso provenía de una familia muy rica, pero no imaginó que fuese tan así.

No era su casa, era un salón de fiesta donde podría caber más de cien personas. Allí la madre de su pareja iba hacer una fiesta sin razón aparente.

—Me habías dicho que sería una reunión en tu casa. ¿Qué hacemos aquí? —quiso saber la castaña.

—Oh, ¿no te dije? A mi mamá le dieron ganas de hacer algo mucho más grande y cambió todos los planes a última hora. Lamento no haberte dicho, princesa —se hincó de hombro. Luego de aparcar el auto se bajó para ayudar a su novia.

—Pero pudiste haberme mandado un mensaje. No estoy vestida para esto —dijo ya más molesta. Veía a muchas chicas llevando vestidos muy bonitos, caros y elegantes—. Siempre esperas decirme las cosas a última hora.

SoMin se sentía pequeña al entrar a ese lugar tan lujoso. Sí, estaba acostumbrada a ello por sus padres y por los de sus amigos, también bastante adinerados, pero aun así no se lograba adaptar.

Aunque estuviera molesta con su pareja, no podía dejarlo solo, así que, con pena, aceptó la invitación de él de engancharse en su antebrazo que le ofrecía.

No había pasado media hora y ya se sentía fastidiada, ya que por cada paso que daban él hablaba con alguien. ¡Ni siquiera la presentaba! Se sintió como una simple dama de compañía.

Más adelante, cuando al fin no se detenía a cada instante para hablar por un largo rato con diferentes personas y hacer que ella no existía, se armó de valor para decirle cómo se sentía.

—¿Por qué no me has presentado a ninguna de las personas con la que hablaste? Me siento menospreciada —admitió.

—Ah, lo siento, cariño. Lo olvido. Es la primera vez que traigo a una chica a una reunión así y no acostumbro hacerlo.

SoMin arrugó la cara. Pretendía que ella creyera sus mentiras, aunque se le notaba que era muy malo para hacerlo.

—Está bien, cariño. De cierto modo creo que si estás entusiasmado tienes razones para estar así, pero no pareces entusiasmado —confesó con tranquilidad.

—No seas así. Estoy muy nervioso, princesa. Entiéndeme —intentó convencer—. Sonríe, no me hagas quedar mal.

***

SoMin se encontraba sola sentada frente a una mesa mientras su novio charlaba y bebía con sus amigos. Durante todo el tiempo que llevaban allí en ningún momento la presentó ante sus padres o familiares, ni amigos siquiera. Solo con desconocidos que apenas él recordaba haber visto en una o dos reuniones atrás.

Se sentía fatal.

—Me hubiese ido con mis amigos —se quejó en voz baja.

—Cariño, ven un momento —la llamó él y ella hizo caso.

Al fin, pensó.

—Chicos, les presento a Jeon SoMin.

La castaña sonrió amigablemente, esperando que dijera las palabras que esperaba.

Nunca las pronunció, siquiera lo intentó.

¿Qué pasaba? ¿Qué había hecho mal? ¿Se avergonzaba de ella?

—Cariño, quiero aprovechar para decirte algo —anunció luego de un largo rato de hablar con sus amigos. Por un momento, SoMin se sintió ansiosa y feliz—. Mira, sé que no es el momento, ni el lugar, pero... entiende que tú y yo no somos compatibles. No podemos estar más tiempo juntos, aunque oficialmente nunca lo estuvimos. Solo nos mensajeamos y salíamos de vez en cuando...

La sonrisa de SoMin se desvaneció.

—¿A qué quieres llegar, SooBong? —pronunció ella con desilusión.

Se sentía humillada y muchísimo más menospreciada que al inicio. Entendió por qué había actuado así con ella durante toda la reunión, pero no terminaba de comprender por qué allí, por qué delante de ellos.

El joven tomó un respiro por la boca apretando la mandíbula haciendo un sonido aspirante.

—Lo que quiero decirte es que... Oh, esto es demasiado para mí. Te usé, ¿sí? Y... espero que me perdones. Eres muy linda, pero demasiado ilusa —pronunció con malicia. En serio, quería humillarla. Tomó un poco de vino de su copa. Sus amigos reían tras él.

Así como si un espíritu se le hubiese metido, SoMin le lanzó la bebida encima del traje blanco de SooBong. Todos voltearon a ver la escena.

—Eres un asco de persona.

La castaña tomó sus cosas y se retiró de allí sin dudar, con paso seguro, pero con pensamientos revueltos.

Ya fuera del recinto sacó como pudo su celular de su cartera y marcó el único número que tenía en marcador rápido.

—¿Matthew? Te necesito —dijo entre lágrimas—. Necesito que me llames lo más rápido posible.

A pesar que sabía que el muchacho estaría de fiesta por la hora, igual le dejó un mensaje de voz, tal vez intentándolo encuentre un buen resultado.

***

—¡Fondo, fondo, fondo! —gritaban todos en la discoteca mientras JiWoo concursaba contra un muchacho para ver quién se tomaba aquella botella de whisky más rápido.

Mientras, por otro lado, Matthew y TaeHyung la apoyaban, a la vez que ayudaban con su cabello y el sudor, además de estar pendiente que no se mareara y cayera.

Cuando ella despegó su boca de la botella, se dio cuenta que había ganado, pegó brincos de emoción.

—¡Ja! ¡Te gané! —comenzó hacer muecas raras y bailes eufóricos frente a su oponente.

—JiWoo, JiWoo, ya. Recuerda que tienes una identificación falsa y que sigues siendo menor de edad —le susurró J.Seph—. Vamos, sentémonos un rato para regresar a casa.

—¿Sabías que si cierro los ojos no veo? —JiWoo tomó con sus manos la cara de Matthew quien soltó una risotada por aquel comentario.

Estaba demasiado borracha.

—Se suponía que tú nos cuidarías, no que nosotros a ti —dijo el musculoso.

—Ustedes saben que siempre los cuido y que disfruto poco. Que lo haga de vez en cuando no está mal, zopencos —hipó mientras los regañaba.

—Buen punto —rió Tae.

Recostaron a la muchacha en un sofá de la discoteca, para que se le pasara al menos un poco los efectos y así poder llevarla a La Guarida sin que se vomitara encima de ellos.

Matthew sintió como su celular vibró en su bolsillo y no le dio importancia al principio, pero al rato decidió revisarlo.

Mensaje de voz de Pequeña regañona.

—Eh, J.Seph, SoMin me dejó un mensaje de voz...

—Algo debió haber pasado, es raro que te llame a esta hora —comentó mientras tomaba el cabello de JiWoo para recogerlo en una coleta.

—No seas tan pesimista, pero sí es raro que lo haga. ¿Revisaste a ver si a ti te dejó algo... o a JiWoo? —dijo algo extrañado, observando su celular.

TaeHyung hizo lo que su amigo le pidió. Nada, sólo lo solicitó a él.

—Escucha a ver qué dice. Yo digo que algo debió pasar.

—Pero aquí hay mucho ruido, no podré escuchar bien. Iré al baño...

Antes que se pudiera desplazar hasta su destino, apareció SoMin con los ojos hinchados dirigiéndose directamente a ellos.

—¡No, SoMin! ¡Eso es...! —intentaron advertir ambos a la vez. Pero la castaña no hizo caso y tomó de un vaso abandonado que había en la mesa.

—Tsh. Estás loca —replicó J.Seph—. ¿Y si eso hubiese sido veneno?

—No me importa, así mato este dolor que siento.

Ambos chicos se miraron. Algo pasó.

—¡¿No pudiste contestar el maldito teléfono?! —exclamó exasperada la muchacha.

Matthew bajó la mirada avergonzado.

—¿So... min? ¿Qué... haces aquí? —hipó la menor, bastante mareada que incluso pensó que estaba viendo mal.

—No quiero hablar de eso ahora. Solo quiero emborracharme hasta olvidar el nombre de mi madre —comentó decidida.

—Eh, no creo que eso se pueda aquí. JiWoo está muy mal y debemos regresar a casa —recordó Tae.

***

La brisa fría impactaba en las piernas desnudas de SoMin que, junto a sus amigos, iban camino a La Guarida a dejar a JiWoo por su terrible estado. No imaginó que todo haya pasado así. Su día fue una mierda y aparentemente el de los chicos también.

—Si sus padres se enteran nos van a matar —comentó la castaña y los chicos asintieron, de acuerdo. De pronto, como pudo, JiWoo salió corriendo a una esquina de una tienda a vomitar por la resaca.

—Fue una mala decisión —admitió la joven—. ¡Pero fue el mejor día de mi vida!

Al llegar a La Guarida, SoMin se dispuso a quedarse con ella y hacerse cargo. Le quitó la ropa negra y de cuero que cargaba para ponerle un pijama fresco.

—De esta no se liberan —amenazó la castaña—. ¡¿Cómo pudieron permitir que esto pasara?! —se agitó totalmente molesta.

—Bueno, no fue nuestra culpa, no nos regañes —resaltó Tae.

—¿Quiénes la llevaron? Ustedes. ¿Quiénes le crearon una identificación falsa? Ustedes. ¡Sí, es culpa de ustedes! —volvió a exasperarse—. Ah, y ella también se llevará su sermón... —se dio vuelta para verla dormir—, cuando despierte. Ya, váyanse a sus casas. Sobre todo, tú J.Seph. Si más tarde llegas con un morado en la cara yo misma te hago otro.

El mencionado rió, con miedo.

—Los quiero. Cuídense, nos vemos más tarde —sedespidió de ellos con un beso y un abrazo. 

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