8. Gastar tu dinero en mi
📆DOMINGO 27 DE AGOSTO DE 2023
📆SEIS MESES ANTES
📍GRAN PREMIO DE LOS PAISES BAJOS
Thalía no pensaba pujar en esa subasta que se hacía algunos años, para recaudar fondos a favor de una de tantas obras sociales que hacía la FIA. Pero en aquella ocasión, era especial. La gente pujaría por una cena con uno de los pilotos de la parrilla, y al parecer, estaba teniendo más éxito de lo que pensaba.
Estaba ella en el baño de señoras esperando su turno para el servicio. En el, dos niñatas de no más de 18 años, enfundadas en sus caros vestidos, hablaban sobre lo que les depararía la noche.
- Le he pedido a mi padre que le quite el límite a la tarjeta. Esta noche me voy a follar a Lando Norris si o si.
Fue escuchar ese nombre, y Thalía se enderezó sintiendo como la sangre le hervía. Escucharlas hablar así, de esa manera del británico la cabreaba. Sobre todo porque las dos chicas eran bastante guapas y temía que Lando se dejara llevar y esa noche la pasara con alguna de ellas.
Algo que no pensaba permitir.
Así que, cuando salió de su baño, ya llevaba la idea en la cabeza. Pensaba pujar por Lando esta noche. Aunque se dejara todos sus ahorros. Pero él, con quien cenaría después de la subasta, sería con ella, aunque tuviera que empeñar sus bragas.
La penúltima subasta de la noche fue la de Lando Norris. Thalía no quiso contarle a nadie sus planes, sobre todo a las hermanas De Luca o no pararían hasta saber sus intenciones con el británico. La subasta empezó con lo mil consabidos euros. Y subiendo hasta tres mil.
- Me da pena que a mi niño se lo lleve alguna guarra –dijo Valeria mirando en dirección a Lando.
- ¡4000 euros!
Valeria casi se atraganta con la copa de zumo que estaba bebiendo, cuando Thalía empezó a agitar la paleta compulsivamente dejándola bastante sorprendida.
- ¿Thalía y Lando...? –le preguntó Valeria a su hermana Diana.
- Luego te cuento - Diana le hizo un gesto para que se callara, y ambas volvieron su atención de nuevo hacia la Jefa de equipo de Ferrari, la cual, pujaba tranquilamente por Lando, aumentando el precio cada vez que alguien lo subía.
Así que, después de un tira y afloja, Thalía DiAngelo, acabó alzándose con su trofeo, Lando Norris. La italiana sonrió y bebió de su copa para mitigar los nervios sin ser muy consciente de lo que acababa de hacer. El propio británico se bajó del escenario sin poder creerse lo que Thalía acababa de hacer, y si, una parte de él se alegró de que fuera ella y no otra, su cita de esa noche.
- ¿Algo que decir, jefa? –le preguntó Valeria arqueando una de sus cejas.
- Tenemos cositas sin resolver entre ambos, y al parecer el señor Norris es de escaquearse –le contestó ella con una mordaz sonrisa- pero, no será hoy ese día.
El evento finalizó y la de Florencia fue a reclamar su premio. No sin antes, cruzarse con una enfadada Diana a la que le comían los nervios por culpa de cierta periodista, la cual había ganado una cena con su marido.
- ¿Estás bien? –le preguntó Thalía preocupada por su amiga y sus reacciones.
- No, no lo estoy. Quiero las extensiones de esa tía en mis manos, y siendo arrancadas por mi –le contestó la rubia ante la perplejidad de la italiana- ¿me explicas lo que has hecho para que me olvide de mi propio drama?
- Solo pagar por una cena con Lando –le admitió ella encogiendo sus hombros como queriendo quitarle importancia a lo que había sucedido.
- ¿Algo que podías haber hecho con él, y gratis?
Thalía resopló ligeramente por su boca, moviendo de camino el flequillo que le caía por la frente. Se abrazó a si misma, mientras le contaba la conversación que había escuchado en los baños. Al terminar, se encontró la curiosa mirada de Diana, la cual callaba sopesando sus palabras.
- Estás celosa –fue lo que le dijo la rubia después de escuchar todo el relato.
- Y mucho. Enfadada conmigo misma por sentir esto que no sé lo que es, y porque parezco una quinceañera. Pero, es que no puedo evitarlo, Diana. Lando...joder, Lando me tiene...
- Demasiado loca –terminó Diana la frase por ella para que Thalía no se sintiera tan mal como parecía- te entiendo. Durante mucho tiempo negué mis sentimientos por Charles, y cuando al fin los admití, casi lo pierdo.
- Bueno, Di, te has casado con él, tan mal no te ha ido –le recordó la italiana rodando sus ojos. Al hacerlo, se encontró con la sonrisilla de la profesora de fitness de Ferrari.
- Eso, tú tómame como ejemplo. Pero en serio, Thalía –esta vez el tono de Diana, era algo más firme- a lo mejor ya va siendo hora de que te plantees que quieres de él. Y que quiere Lando, también. Está muy bien lo de follar sin sentimientos, pero si uno de los dos los tiene, entonces, tenemos un problema.
Thalía conversó unos minutos más con su amiga, hasta que vio a Lando aparecer en la sala donde estaban. Ambas se despidieron, cada una buscando a su acompañante de esa noche. Avanzó algo nerviosa hasta Lando, el cual, nada más verla, alzó una de sus cejas sin poder creerse aún que ella hubiera pagado esa escandalosa cantidad de dinero por él.
- Hola. –le saludó Thalía con cierta timidez.
- Espero que te quede dinero para invitarme a un sitio decente. No me apetece hamburguesa –el tono del británico era algo altivo, lo que le causó a ella cierto desagrado. Pero esta noche, no estaba dispuesta a que nada le estropeara la cita.
Ni siquiera Lando Norris.
📆 MÁS TARDE
La tenía nerviosa. Durante toda la cena la tenía así. Se sentía torpe e inexperta cada vez que él la miraba con esa intensidad, y aunque apenas habían hablado durante la comida, la incomodidad era bastante evidente en el rostro del británico. Algo que le estaba haciendo a Thalía arrepentirse de haber pujado por él.
Lando miró su copa de vino moviéndola entre sus dedos. Era mirar el líquido rojizo o perderse en los ojazos de la castaña de enfrente. Thalía lo ponía nervioso. Y también lo excitaba a partes iguales. Tres veces se había acostado con ella. Y quería una cuarta. Y quinta. Y todas las que pudiera.
- ¿Porqué has pagado tanta pasta por mi? Si querías que echáramos un polvo, lo habríamos hecho gratis –el británico le habló con arrogancia, para esconder lo que de verdad le pasaba, que la italiana le gustaba y mucho.
- No todo en la vida es follar, Lando. También se puede hablar –le respondió ella aguantándose las ganas de decirle lo gilipollas que era.
- Pues no sé de qué podemos hablar, tú y yo, la verdad.
Thalía miró al británico y decidió que hasta aquí llegaba su paciencia con él. Lo había intentado. Quería entablar una conversación y conocerse un poco mejor, pero, él no estaba por la labor y ella no quería perder el tiempo. Así que, se puso en pie, arrojando su servilleta con mucho ímpetu encima de la mesa.
- Tienes toda la razón. No tenemos nada de que hablar. Que disfrutes de la cena, Lando.
La castaña de larga melena cogió su bolso y caminó con rapidez deseando salir del restaurante. Y si, arrepintiéndose a cada minuto de haber pagado tanto dinero por Lando cuando estaba claro que a él le daba igual estar con ella.
Salió del restaurante y buscó su móvil para llamar un taxi que viniera a buscarla. Todo esto era un error, como los muchos que cometía por culpa del británico.
- Lía –el tono de su voz y el diminutivo que usó le produjeron miles de escalofríos en todo su cuerpo. Ella se dio la vuelta para encararlo, pero, las palabras se atascaron en su garganta al verlo venir con sus manos en sus bolsillos y con la mirada arrepentida.
- ¿Qué?
- Lo siento. He estado de lo más capullo ahí dentro.
- Me alegro de que también te hayas dado cuenta, Lando. Solo quería que cenáramos juntos y que pudiéramos conocernos mejor, solo eso -le volvió a explicar ella con toda la paciencia del mundo.
- Ya nos conocemos –le dijo él esbozando una sensual sonrisa a media que se acercaba más a ella- conozco tu cuerpo y lo que te hago sentir.
- ¡Dios! Eres gilipollas.
Thalía se dio la vuelta y caminó sin rumbo fijo. Solo quería buscar un taxi, llegar al hotel y arrepentirse de la cantidad de pasta que se había gastado en este idiota. Y si, llorar también, que de eso tenía muchas ganas.
Sintió las manos de Lando rodear su cuerpo impidiéndole avanzar. Su cara descansaba en su rostro y podía sentir su cálido aliento cosquillear en sus mejillas. Su alterado corazón sufrió por su contacto, pues empezó a latir bastante deprisa.
- Gracias, Thalía. Que hayas pagado tanto dinero por mi, es lo más bonito que nadie ha hecho en la vida. Y yo encima esto siendo un desagradecido. Lo siento.
Un tierno beso fue dejado en el rostro de la muchacha. Ella se giró hasta estar cara a cara con él. No podía evitarlo. Lando la afectaba y mucho. Se miraron ambos siendo conscientes del poder que tenía el uno sobre el otro y que, con solo un gesto, ambos caerían otra vez en la tentación.
- ¿Y si vamos a mi hotel y hablamos allí? –le sugirió el británico con algo de impaciencia.
- Sabes que no vamos a hablar, Lando –le contestó ella dejando que él acariciara muy lentamente su mejilla.
- Podemos hacerlo, antes o después.
- ¿Antes o después de qué?
- De que follemos como locos. Quiero ver amanecer otra vez enredado contigo, ¿te apetece?
Thalía lo miró sin ser capaz de decidirse. Ella quería más de Lando, no solo que se acostaran juntos de vez en cuando. Deseaba algo como lo que tenían sus amigas. Deseaba ser amada. Pero estaba claro que el castaño de pelo rizado, aún no estaba preparado para ello. Y mientras tanto, ella no pensaba desperdiciar la oportunidad que le brindaba. Se conformaba con tan poco, que solo con estar en los brazos de él, era suficiente para mitigar sus sentimientos por el piloto.
- Antes quiero un helado. Casi ni he probado el postre y quiero uno. Tengo calor –Thalía se lo pidió ladeando sus labios en una pequeña sonrisa, una que a Lando lo derritió.
- Helado –le contestó él asintiendo formando él también una mueca- de acuerdo, helado. Pero nos lo llevamos a mi habitación. Se me han ocurrido cositas que hacer con ese helado.
Singapur y Las Vegas fueron esos lugares donde ambos se dejaron llevar de nuevo por la pasión. Cuando estaban juntos, no existía nadie más que ellos y ambos daban todo de sí en esos apasionados encuentros.
Thalía decidió no pensar en nada más. Disfrutar de lo que tenía, aunque su corazón, poco a poco, estaba siendo ocupado por Lando. Y mucho se temía que al final acabaría sufriendo.
La gota que colmó el vaso, lo que la hizo admitir que estaba empezando a enamorarse de él, fue cuando él le devolvió el dinero de la subasta, en un cheque a su nombre, el cual, iba acompañado de una nota que la dejó sin palabras:
Yo soy el que debería pagar por tenerte a mi lado.
Sus sentimientos por él crecían a cada instante. Thalía temía que su corazón acabaría rompiéndose, hasta que, a principios del pasado mes de Diciembre, ella, por fin, tomó una decisión con respecto a él.
Fue en la segunda boda de Diana y Charlie. Ella estaba en su habitación terminando de arreglarse. Repasaba sus labios con el lápiz rojo, dejándolo en su neceser, para, a continuación, quitarse el exceso con un trozo de papel. Una llamada en la puerta la hizo dejarlo todo e ir a abrir. Camino con decisión hasta ella, y al girar el pomo, se encontró a Lando, quien, con su impecable traje negro, la miraba embobado.
- Lando –a él le encantaba escucharla decir su nombre. Era un subidón de adrenalina, sobre todo por el tono tan sensual con la que se lo decía.
- ¿Puedo pasar? -le pidió él señalando hacia el interior del dormitorio.
- Claro, adelante –Thalía se hizo a un lado para que él pudiera entrar. Su fragancia masculina inundó sus fosas nasales y provocó que un suspiro saliera de su garganta.
El británico miró a la italiana con sus manos en sus bolsillos. Estaba muy elegante con ese vestido y bastante guapa.
- Casi ni hemos hablado en todo el día –le recordó el británico, pues, era cierto que la italiana parecía haber estado rehuyéndolo.
- No hablamos desde que nos acostamos en Bélgica, Lando.
- Si hemos hablado antes, Thali.
- ¿Saludarnos desde lejos y compartir la mesa de la comida con los demás es hablarse? –Thalía cruzó sus brazos mirándolo desafiante.
- Supongo que no –Lando se acercó a ella queriendo poner su mano en su cintura, pero, Thalía se alejó dejándolo algo desconcertado.
- ¿Qué quieres, Lando? –el corazón de la italiana latía con fuerza. Se estaba hartando de ser el divertimento del británico cada vez que coincidían en algún sitio donde pudieran estar a solas.
- A ti –respondió él dejándola descolocada, algo que Lando aprovechó para volver a acercarse.
- ¿A mi? ¿pero de qué manera?
- Bueno, había pensado que en vez de estar rehuyéndonos cada dos por tres, no actuar como si no nos conociéramos -le explicó él con palabras simples para que entre ambos no hubiera ningún malentendido.
- ¿Y echar un polvo cada vez que nos apetezca, pero, de manera más asidua?
- Si, porqué no.
Thalía chasqueó su lengua y puso su mano en el pecho de Lando. Lo apartó con firmeza y después de coger aire con fuerza, tomó una difícil decisión, algo que no quería, pero que debía hacer.
- Lo siento, pero no, Lando –le respondió ella moviéndose por la habitación buscando sus cosas con tal de no mirarlo.
- ¿Cómo? –le preguntó él bastante desconcertado- pensaba que tú y yo queríamos lo mismo.
- Ese es tu problema, Lando, que pensabas. ¿Sabes lo que pasa? Que estoy en un punto de mi vida, que necesito una bonita historia de amor. Alguien que me quiera. Que esté a mi lado sujetando mi mano cuando esté bien o cuando no lo este. Y tú no eres esa persona, ni quieres serlo –la dureza de sus palabras dejaron al británico bastante confuso- tú tienes un problema, aún no has sido capaz de superar a tu ex. Y eso te está impidiendo avanzar. Y no seré yo quien sea esa persona de transición.
Thalía le dio una última mirada a Lando y salió de la habitación sintiendo el corazón que se le iba a salir del pecho. Quizás había sido demasiado cortante con él. O demasiado sincera. Pero, tenía que alejarse cuanto antes de esto que tenían, que no era nada, pero que tanto daño le hacía en su agrietado corazón.
Porque sabía que Lando, tarde o temprano, la haría sufrir.
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