Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22. My love

Emma siempre es la última en acostarse, porque es la que menos sueño tiene. Carlos y yo siempre nos turnamos para mecerla un poco antes de dormir. Pero mi hija parlotea mientras lo hacemos y hay veces que su padre acaba poniéndole música en su móvil, acostándose con ella en la cama hasta que por fin consigue dormirla.

Aunque esta noche no es así y ambas están plácidamente dormidas en su cuna. 

-Están reventadas. Cuando empiecen a andar, va a ser una locura -los brazos de mi marido rodean mi cintura mientras ambos miramos como duermen. Tranquilas. Calmadas y con una expresión feliz en su rostro.

-Charlie ya ha llevado a Emma de la mano caminando un buen rato y según me ha dicho, tiene la espalda destrozada porque solo quería estar en el suelo.

-¿Tienes hambre?

-Un poco. Aunque me apetece un vaso de caldo -recibo un beso de Carlos en la frente, separándose de mi a continuación.

-Anda, vamos, nos lo bebemos en la cocina.

Dejo que él entrelace sus dedos con los míos para salir del dormitorio, no sin antes llevar en mis manos el vigilabebés. Se me hace raro que la casa esté en silencio después de todo el trajín que hemos tenido hoy. Les ofrecí a Diana y a Thalía quedarse aquí, pero, mañana vuelven a sus quehaceres y los cinco se marcharon a Maranello en el avión privado de Charlie.

Al llegar a la cocina, suspiro aliviada la ver que está todo recogido. Los encargados del catering han sido muy eficientes y excepto lo del jardín que vendrán mañana a buscarlo, el resto ya está recogido. Me apoyo en la encimera dejando que una sonrisa escape de mi boca al ver las cintas de colores con el nombre de mis hijas. Emocionada. Y también afrontando con más ánimo el futuro que nos espera con ellas, pues, jamás pensé que llegarían estos días.

Puedo sentir la presencia de Carlos tras de mi, como su pelvis presiona mi culo y sus manos, directamente, toman mis pechos, los cuales amasa y aprieta elevando mi excitación. Su boca busca mi cuello para dejar un sugerente beso, uno que desata en mi todo un torbellino de placer.

-Estabas jodidamente preciosa con ese vestido, solo me daban ganas de arrancártelo y follarte. Eres la madre más sexy que he visto en mi vida.

Sus rudas palabras provocan un gemido acrecentado por como sus dedos toman mis pezones. Sus manos se cuelan por el escote de mi camiseta sin encontrarse oposición ni de ropa ni de mi.

-Carlos -su nombre sale de mis labios con desesperación al sentir como presiona su miembro contra mis nalgas. Duro y deseoso de mi- bésame.

Él abandona uno de mis pechos para tomar mi barbilla y girarla de forma descuidada. Abro mi boca recibiendo su codiciosa lengua, tomando todo de ella. Sus labios me besan de una forma rotunda y desesperada a la que solo puedo dejarme llevar. El calor se apodera de mi cuerpo mientras su demandante boca empuja contra la mía una y otra vez. Enloquezco cuando el roce de nuestras lenguas, desatan un infierno en todo mi maldito cuerpo.

-Te voy a follar ahora. No puedo más, Valeria.

Sonrío y casi chillo de alegría, pues, hacía tiempo que ese Carlos que yo conocí, el arrogante y rudo, no quería hacer su aparición casi mostrándose conmigo con cautela y cuidado, algo que no necesito ahora mismo. Sin dejar de besarme, me da la vuelta hasta sentarme en la encimera que hay tras él. La dureza de su pene se clava en mi centro cuando él impulsa sus caderas hacia mi. No quiero contener el gemido que sale de mi garganta y lo dejo salir buscando yo ahora sus labios para poder saborear y tomar su boca, con una inusitada desesperación por él.

-Sin Nutella -me muerdo la lengua de forma pícara al recodarle uno de nuestros primeros encuentros en la casa de Maranello, cuando recién nos mudamos y probamos cada superficie de cada habitación.

-Nena, tú no necesitas que te bañe en nada para estar buena.

Mis manos se posan en el borde de su camiseta, la cual deslizo hasta quitársela del todo, siendo arrojada a cualquier parte de la cocina. Toco su abdomen, su pecho, su cuello y cualquier parte de su cuerpo que la ropa no cubre. Su boca está sobre mi nuca, besando, mordiendo y succionando cada parte de este.

Sus dedos toman mi sudadera, deshaciéndose de ella con relativa calma. El resto de mi ropa, desaparece ante mis ojos, casi sin percibirlo, nublada por el placer que su lujuriosa sonrisa causa en mi. 

Carlos baja su cabeza y toma uno de mis pechos entre sus dientes. Un pequeño alarido sale de mi garganta cuando los muerde con suavidad, usando después su lengua para calmarlos. El frescor de esta, se esparce por mis pezones, los cuales besa uno a uno, llevándoselos a la boca alternativamente. Enredo mis dedos en la parte de atrás de su cuello, dejando que él juegue con mis pechos, mientras oleadas de placer se instalan en cada parte de mi cuerpo. Ni siquiera soy consciente de cuando su mano se pierde entre la unión de mis húmedos muslos.

-Caliente. Mojada. Dispuesta. Lo que más me gusta de ti -su boca toma mi garganta marcando esta con besos cargados de lujuria. De deseo contenido y que espera ser satisfecho. 

 Su boca vuelve a tomar la mía, al mismo tiempo que sus dedos acarician fugazmente mi dolorido sexo. Solo es una pequeña caricia, una tan placentera que incrementa los gemidos que mueren en su boca. Carlos no pierde el tiempo en mover su mano entre mis piernas, abriendo mis pliegues para que sus dedos se paseen por ellos.

-Oh, Carlos -echo mi cabeza hacia atrás cuando mi clítoris recibe sus atenciones. Mientras él se encarga de frotarlo con sus dedos y de esparcir mi humedad por el resto de mi sexo, mi cuerpo entero se entrega a él, moviendo mis caderas al compas de esas caricias.

Escucho como se baja la cremallera del pantalón con su otra mano, sin dejar de frotar mi sexo, el cual, es invadido por uno de sus dedos, penetrándome un par de veces. Todo mi cuerpo sufre un doloroso espasmo. Quiero cerrar mis piernas y abandonarme al orgasmo, uno que no quiero dejar de contener, pues mi vagina palpita desesperadamente por conseguirlo.

-¿Te quieres correr, nena? -su presumida voz preguntando algo que ya sabe, me hace morder mis labios y asentir sin ser capaz de pronunciar palabra alguna. 

Me conoce perfectamente. Mi cuerpo es suyo y sabe lo que tiene que hacer para que pueda buscar esa liberación que sus dedos provocan en mi. Me encuentro con su sonrisa maliciosa, y como el ritmo de sus caricias en mi, son ahora más frenéticas.

Él solo tiene que meter otro dedo más, moverlo con esa insistencia y es cuando me dejo llevar, estallando en miles de pedazos. Oleadas de placer se apoderan de mi cuerpo mientras yo misma salto a ese abismo, a ese que él me ha provocado. Ni siquiera me doy cuenta de que ha tomado su pene en su mano, acercándolo hacia mi, tan cerca, que de un solo empujón me embiste tan profundamente, que emito un elevado grito que retumba en toda la estancia.

-¡Carlos, joder!

Mi orgasmo se intensifica y alarga a causa de la dulce invasión de su miembro dentro de mi. Solo tiene que moverse un par de veces más para prolongarlo, casi robándome la respiración por su causa.

Su boca toma la mía con desesperación, en un largo y rudo beso, al que me entrego de la misma fiera manera que él. Una de sus manos se posa en la parte de atrás de mi espalda, sujetándome de esta manera para que sienta sus embestidas más profundamente. De nuevo busca besar mis pechos, probándolos de nuevo con esa lengua de pecado que succiona y los toma de manera incansable.

Todo mi cuerpo sufre un intenso calor. Una agonía desesperada por que quiero que se mueva más deprisa, y él solo lo hace de forma lenta y tortuosa. Sus caderas se mueven acompasadas a su respiración. Me sujeto a sus brazos siguiéndole el ritmo, o por lo menos, intentándolo. Sus sacudidas de su pelvis contra la mía, son deliciosas, rotundas y plenas, arrancándome un nuevo gemido cuando se entierra cada vez más profundo.

-Quiero más -le ruego a mi marido perdida en el frenesí de sus caderas y en los bombeos de su pene dentro de mi. 

Carlos sigue penetrándome a un ritmo desenfrenado y rudo. El orgasmo se construye de nuevo en mi. Sé que va a ser demoledor, que se va a llevar todo, porque la fuerza y el ímpetu de sus embistes, así lo reclaman. Me sujeto a su cuello, inclinándome hasta buscar su boca. Mis demandantes besos encuentran respuesta en su lengua, la cual toma la mí y mis labios con deleite. Mis piernas lo abrazan por detrás, casi soltándome de él. Una de sus manos se posa en mi estómago, empujándome con suavidad hasta dejar que mi espalda descanse en la encimera.

-Agárrate fuerte -me pide él, teniendo que buscar el borde de la encimera para conseguir ese apoyo que tanto voy a necesitar. 

Mi vagina palpita de forma dolorosa con cada nuevo embiste de su pene. Sus caderas chocan con la mía con más fuerza, sacudiendo mi cuerpo con cada impacto. Él me sujeta de los muslos, atrayéndome hacia su cuerpo, hasta que nuestros sexos se pierden el uno con el otro, con cada choque de caderas. Me contraigo y arqueo mi espalda cuando siento ese maravilloso cosquilleo, ese provocado por él. El orgasmo me posee. Me toma y hace lo que quiere conmigo sin dejar ninguna parte de mi, sin ser suya. Escucho como gruñe, como sus embistes ya no son tan acelerados y como la tensión de su cuerpo, se apodera de él, hasta sentir como se libera, llenándome y dejando su marca dentro de mi.

Intento tomar bocanadas de aire más profundas para poder respirar mejor. Una de sus manos me sujeta de la cintura, levantándome con mucho cuidado hasta tenerlo frente a mi. También respira Carlos de forma agitada. Todo su pecho bañado en sudor y su sonrisa torcida mostrando algo más que satisfacción por nuestro encuentro.

-¿Estás bien, nena?

-Joder, si, estoy de maravilla.

-¿Caldo, ducha y a la cama? -recibo su propuesta con satisfacción, a la vez que paso mis dedos por su desnudo pecho. 

-Caldo, una ducha larga, muy larga, y a la cama -mi boca forma una sensual sonrisa que le hace arquear una de sus cejas y mirarme de forma provocativa.

-Jodidamente, eres increíble, Valeria.

📆MÁS TARDE

Bostezo un par de veces pero acabo buscando el pecho de Carlos para poder apoyarme en el. Las niñas duermen profundamente, y es una suerte para nosotros que duerman del tirón toda la noche, algo que siempre han hecho desde pequeñas, aunque a veces Emma es más revoltosa y tenemos que mecerla a mitad de la noche para que se vuelva a dormir.

-¿Te puedo hacer una pregunta, cariño? -levanto mi cabeza del pecho de mi marido para responderle a lo que sea que tiene en la cabeza.

-Claro.

-¿Tú has pensado en volver a trabajar una vez las niñas sean más mayores? -tuerzo el gesto de mi boca porque aunque ésta conversación la hemos tenido miles de veces, cada día que pasa, estoy más convencida de la respuesta.

-No lo echo de menos, Carlos, de verdad. He estado dos años a tope, dándolo todo por la escudería y por vosotros, y ahora que mis pensamientos los ocupan las niñas, no siento la necesidad de querer volver. No sé, a lo mejor en un futuro me gustaría hacer otra clase de cosas.

-¿Cómo qué? -Carlos me aparta el pelo de la cara mientras sus dedos delinean mi barbilla. El roce de sus yemas se siente cálido contra mi piel.

-Nada que tenga que ver con la Fórmula Uno, y no es porque la odie, es porque creo que mi etapa ahí, ya terminó. Me gustaría trabajar en algo más tranquilo que me permita estar cerca de las niñas. No sé, algo que pueda hacer cuando ellas estén en el colegio, por ejemplo -Carlos parece pensar mis palabras, pues se toma unos segundos para procesarlas, hasta que al fin, él también participa en la conversación.

-Serías una buena profesora, ¿no lo has pensado? siempre me ha fascinado como les explicabas a los ingenieros y a los miembros del equipo cualquier cosa, y ellos dejaban todo lo que hacía para prestarte atención.

-No lo había pensado, la verdad, pero, no es tan mala idea. Pero, sinceramente, no quiero pensar en eso. No quiero que te agobies por mi, Carlos. Estoy bien como estoy -beso sus labios unos buenos segundos hasta que al fin vuelvo a mi posición original, dejar que él cubra mi cuerpo con sus brazos- no pienses que estoy sacrificando mi trabajo por estar con las niñas. Ellas y tú sois mi única prioridad en la vida. Y ahora, seremos tus fans número uno.

-Me encantará teneros en el box a mi lado. Seréis mis talismanes de la suerte.

Ambos nos callamos y nos deseamos las buenas noches al fin. Hoy ha sido un día cargado de emociones y a partir de mañana, tenemos que empezar a organizar nuestra nueva vida en Inglaterra. Otro desafío para nosotros. Estoy casi quedándome dormida cuando un susurro de Carlos, me hace sonreír.

-No serás mi ingeniera, pero eres la mujer de mi vida, no lo olvides. 

*** Pues... que quedan cinco capítulos para terminar... ***

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro