18. Su destino
📆 AL DÍA SIGUIENTE
Max no le había contado a todo el mundo sus planes, pues temía que algún miembro de la familia de Darcy, o de la suya propia, acabara desvelando su secreto a su futura mujer. Había repasado todo mil veces, consciente de que podría cometer algún error, pero, que de haberlo, tendría solución para ello.
-¿Cómo estás? -le preguntó Charlie ajustando su corbata.
-Nervioso. Atacado. Preocupado de que algo salga mal -le respondió su amigo con evidentes signos de esa inquietud de la que hablaba.
-Tu familia está fuera. Se han creído que quieres hacer algo formal para celebrar vuestros últimos días de solteros, y Valeria está con Darcy. Todo saldrá bien. Confía en mi.
Max acabó sonriéndole a Charlie. De todas las personas que había en el mundo, él era el único que era capaz de arrancarle esa sonrisa, y por eso, era a quien quería tener a su lado en este momento. Cogió aire con lentitud y después de hacerle un gesto de asentimiento, se preparó para salir de la casa, listo para otro de esos momentos importantes de su vida, de los que la mayoría protagonizaban, Ingrid y Darcy.
Al salir, se encontró a sus padres, a su hermana Victoria con su marido y su sobrina. Su querido primo Johannes con su mujer y sus dos hijos, su compañero Checo, con toda su familia, Lando y Carlos con las gemelas. Eran las personas más importantes de la vida del piloto de Red Bull.
-Bueno, si me acompañáis, os juro que ésta tarde vais a vivir un día inolvidable -les pidió Charlies, señalándoles el sendero que llevaba a la zona norte de la isla donde todo había sido dispuesto para celebrar el enlace.
Mientras, en la otra punta de la isla, Darcy terminaba de recogerse el pelo, ayudada por Valeria, la cual había insistido en que se pusiera ese vestido blanco de tirantes, que la misma rubia le había regalado en la despedida de soltera.
-No entiendo porqué tenemos que vestirnos tan formales, con lo a gusto que se está en bikini todo el día -se quejó la madre de Darcy mientras se calzaba una de sus sandalias.
-Porque Max quiere hacer algo más especial para la cena de esta noche y es lo que haremos, mamá, y deja ya de protestar -le pidió la pelirroja frunciendo el ceño un par de veces.
Recibió Valeria un mensaje en su móvil. Era la señal acordada con Charlie. La que anunciaba que la familia del novio, ya había llegado a la zona norte de la isla.
-Pues si ya estás, nos vamos yendo -les pidió Valeria tanto a la madre como la hija. Resultaba un poco difícil el tener que coordinar a tanta gente que no sabía nada del enlace, pues, exceptuando a ella misma, Carlos, Diana, Charles, Lando y Thalía, el resto, no sabía nada.
Valeria fue la primera en salir de la casa, una que empezó siendo una cabaña, para convertirse en toda una mansión con varias habitaciones que alojaban tanto a la familia de Darcy como a la de Max cuando venían de vacaciones. Al hacerlo, le hizo un gesto a su hermana, para que fuera preparando la salida de todo el mundo, pues, los hermanos Evans solían entretenerse con cualquier cosa que se encontraban por el camino.
La rubia ex-ingeniera de Ferrari, caminaba cerca de Eddard, el padre de Darcy. Ralentizó sus pasos para que él hiciera lo mismo y así poder hablarle a solas al futuro padrino, sin que nadie se percatara de su conversación.
-Señor Evans -le dijo ella con mucha educación.
-Valeria, por dios, no me llames señor que aunque sea abuelo no quiero parecer más viejo, Eddard, por favor -le pidió él dejando escapar una carcajada.
-Eddar, ¿tiene usted ganas de llevar a su hija al altar?
-Estoy deseando ver como mi pequeña se une al amor de su vida. Está claro que tanto Max como ella, están hechos el uno par el otro -le contestó con evidente emoción el padre de su mejor amiga.
-¿Y si le dijera que hoy es cuando va a entregar la mano de su hija a Max?
El pobre Eddard no pudo disimular la emoción que le embargaba cuando la rubia le contó los planes de su yerno, algo a lo que sin duda, accedió. Había visto a su hija muy agobiada con los preparativos de la boda, y sin duda, esto sería para ella una gran sorpresa a la vez que un alivio.
Disimuladamente, consiguió quedarse atrás de la comitiva, "arrastrando" a Darcy con él, entreteniéndola con cualquier historia de su trabajo en los astilleros. Entrelazó su brazo con el de su hija, y después de tomar aire, detuvo sus pasos, siguiendo las indicaciones de Valeria.
-Hija, ¿alguna vez te he dicho lo orgulloso que estoy de todo lo que has conseguido? -empezó la conversación Eddard, intentando disimular su nerviosismo.
-No hace falta que me lo digas, papá, lo veo en tu rostro cada vez que me miras -le respondió Darcy con una más que evidente sonrisa en su boca.
-Es que lo estoy. Has conseguido por ti misma tener un buen trabajo, un más que increíble futuro marido y una hija que es nuestro orgullo, porque viene de ti.
-Para, papá, me vas a hacer llorar -le pidió su pequeña llevándose las manos al rostro para despejar esas lágrimas que ya escocían en sus ojos.
-Cariño -Eddard tomó a su hija de los hombros, sin ya poder contener la emoción que lo embargaba- hoy no es un día para llorar, es un día feliz, porque... hoy es el día en el que por fin, vas a hacer realidad tu sueño, ese que no te deja dormir tantas noches.
-¿De qué hablas, papá? -le preguntó una confusa Darcy, sobre todo cuando empezó a escuchar notas cercanas que parecían salir de una guitarra.
-No quiero que te pongas nerviosa, ni que llores, ni que te enfades. Esto ha sido idea de Max, porque te ama con toda su alma y él solo quiere casarse contigo, lo demás, le da igual.
Dejó Eddard un beso en la mejilla de su hija y volvió a enlazar su brazo con el suyo, instándola a caminar por un sendero, que ya se abría, mostrándole una playa, donde lo que habia alli, no era lo que Darcy había esperado encontrar esa noche.
No pudo evitarlo, su corazón latió deprisa y alocado, al ver todo lo que Max había preparado. Se fijó Darcy en las sillas ya llenas de sus personas más queridas, las cuales, se levantaron y le sonrieron al ver como ella caminaba del brazo de su padre por ese pasillo central, blanco, y lleno de pétalos de todas las flores, las cuales, eran lanzadas por los más pequeños.
Incluso Ingrid parecía disfrutar, de la mano de Arthur, de su papel en la boda de sus padres.
Y no fue hasta que Darcy vio a Max bajo ese arco, con su impoluto traje gris oscuro, de corte impecable, y el cual, le sentaba como un guante, que la pelirroja se relajó. Ahí estaba el amor de su vida. El hombre que había luchado por ella y que le había dado lo más importante que tenía, a la pequeña pelirroja que sonreía y llamaba a su padre, entre gritos y risas.
-Estás preciosa -fue lo primero que le dijo el piloto de Red Bull cuando la distancia que los separaba era ya mínima.
-Oh, dios, Max. Por estas cosas es que te quiero tanto.
Darcy obvió todo y directamente, se lanzó a los brazos del rubio. Buscó abrazarlo y así poder acallar los furiosos latidos de su corazón, algo imposible cuando los de Max estaban casi igual que los suyos.
-¡Quisiera cenar antes de que se haga de noche, gracias! -la voz de Charlie les hizo separarse y a la pelirroja refugiarse en el cuello de su futuro marido, mientras este le sacaba un dedo a su amigo.
Max solo tuvo que poner una de sus manos en la cintura de Darcy, para que ambos se dieran la vuelta, y dejar que comenzara la ceremonia, la cual, era oficiada por el mismo párroco de la iglesia a la que los Evans asistían en Ashford.
Y así, ante la presencia de su familia más cercana, de aquella que tanto les importaba, Darcy Evans se convirtió en la señora de Max Verstappen.
📆MÁS TARDE
Thalía miraba como la noche caía en la Isla de Max. Sintió un ligero escalofrío recorrer su cuerpo y se dio calor a si misma con sus brazos.
-Thali -se dio la vuelta dirigiéndole una bonita sonrisa a Lando, quien caminaba hacia ella con una pequeña manta en la que la envolvió.
-Se respira tanta calma. No me extraña que Max y Darcy se escondan aquí cada vez que pueden -ella se agarró a esos brazos dejando que el cuerpo de Lando la aprisionara entre el suyo.
-¿Y dónde te quieres esconder tú?
-Me da igual, mientras esté contigo -sonrió Lando ante la declaración de su novia, dejando un pequeño beso en su cuello.
-¿Y si te digo que te tengo preparada una sorpresa? -Thalía ladeó su cabeza, encontrándose a pocos centímetros de la jugosa boca de su novio.
-¿Sorpresa?
-Así es -Lando solo tuvo que bajar sus labios para presionarlos contra los suyos, saboreando su boca, padaleando la textura de su lengua- pero, te gustará, te lo prometo.
-¿Te he dicho hoy que te quiero? -la sonrisa que esbozó Lando, era la de un chico enamorado. La de uno feliz que por fin estaba con la chica que quería.
-Si, pero, nunca tengo suficiente con tus te quieros.
Mientras Thalía y Lando se besaban, al otro lado de la isla, Max bailaba con su esposa. Una melodía lenta y suave con la que ambos disfrutaban de esos primeros bailes de casados.
-Siento si te he jodido la boda de tus sueños, pero, en mi defensa diré que estabas muy estresada y tenía miedo de que la anularas -Darcy no pudo evitar sonreír al ver a Max sentirse tan culpable por todo el tema de la ceremonia que iban a celebrar en Irlanda.
-Ha sido perfecto, Max. Lo que necesitaba. Solo tú y la gente que más queremos. Gracias por todo esto, mi amor -dejó Darcy reposar su cabeza en el pecho de su marido sintiendo los alocados latidos de su corazón.
-Te amo tanto, Darcy. Desde el puto primer día que te vi, tan enfadada porque me había bebido tu jugo de coco, desde ese momento, no pude apartar mi mirada de ti.
-Crees que si esa mañana el camarero no se hubiera equivocado, ¿estaríamos hoy aquí? -.la pregunta de Darcy fue respondida por Max, primero con un beso y después dándole un par de vueltas haciendo que ella se riera.
-Rotundamente si. Nuestras cabañas estaban una al lado de la otra. Solo era cuestión de tiempo que acabáramos coincidiendo.
Llevó Darcy sus manos al cuello de su flamante marido dejando que las de él estuvieran en su cintura mientras ambos se movían a pasos lentos.
-Te quiero, Max. Gracias por ser mi felices para siempre.
📆 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS
📍LAS MALDIVAS
-Max -Darcy chasqueó su lengua un par de veces. Sin tener que mirar a su marido, ya sabía que él se estaba riendo.
-Perdona, pero es que estaba pensando en la primera vez que estuvimos aquí.
-Yo también, pero, quiero rezar y me estás desconcentrando -le regañó ella agitando su cabeza un par de veces.
Calló Max por fin, dejando a su reciente esposa que rezara y diera gracias el tiempo que necesitara. Se concentró él también en la imagen que tenía frente a si, rememorando aquella vez que acompañó a Darcy a este lugar y recibió también palabras molestas por su parte.
-Ya está. Ya puedes hablar. No aguantas ni dos minutos callado -Darcy se puso en mi pie ayudada por Max, quien le había tendido su mano para ayudarla a levantarla.
-Lo sé. No puedo estar en silencio. Mi cabeza no deja de darle vueltas a las cosas.
Pasó Max uno de sus brazos por la cintura de su mujer y ambos caminaron alejándose del templo, para emprender el camino de regreso al hotel, aquel donde ambos se habían conocido y donde querían de alguna manera homenajear ese encuentro, celebrando aquí su luna de miel.
-¿Te acuerdas de aquella foto que te hice mientras bebías agua del arroyo? -le preguntó Max a su mujer, señalando el pequeño riachuelo que discurría a pocos metros de donde ellos se encontraban.
-Claro que me acuerdo.
-Muchas noches, antes de dormir, la miraba para que fueras lo último que viera antes de cerrar mis ojos. Y aún estando los dos separados, lo hacía casi cada noche.
Las palabras de Max emocionaron a Darcy. Recuerdos de aquel tiempo en el que ambos estuvieron alejados, acudieron a su mente, aún sintiéndose la pelirroja culpable por todos aquellos meses que ambos estuvieron lejos el uno del otro.
-Creí que no volvería a besarte, Max -le confesó ella con cierto halo de tristeza apoderándose de sus ojos.
-Y yo creí que te había perdido para siempre.
El rubio le dio la vuelta y la atrajo hacia su pecho para que fueran sus brazos el refugio de su esposa. Tanto que ambos habían vivido. Sufrido. Amado. Reído y llorado, y por fin, estaban aquí, los dos juntos.
-Ya me tienes para siempre -le susurró Darcy a Max abrazándolo aún más fuerte, como si quisiera permanecer de esta manera con él ese resto de su vida.
-Para siempre es mucho tiempo, charmé, mejor, para toda la vida.
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