16. La ragazza dell'orfanotrofio
📆FINALES DE MAYO
📆DÍAS DESPUÉS
📍FLORENCIA
Los recuerdos de mi niñez se agolpan todos en mi cabeza arrancándome una sonrisa en cuanto cruzo la verja de entrada. El cálido aire me recibe y las risas lejanas de los niños se sienten de nuevo muy familiares. Aprieto la mano de Lando señalándole la ventana de la esquina del segundo piso, esa que aún sigue pintada de color rojo.
-Ahí dormía yo -le cuento muy orgullosa de mis orígenes y del lugar que me hizo ser quien soy ahora.
-Ya desde pequeña, rojo Ferrari -me contesta él con una mueca.
-Siempre. Por lo que se ve.
Ambos caminamos los pocos metros que nos separan de la puerta de entrada, cuando por ella aparece la mujer más importante de mi vida. Algo más mayor y con el gesto más cansado, pero, tan bonita como siempre. Me deshago del agarre de Lando y realizo los últimos metros casi a la carrera, estrellándome contra sus brazos en cuanto la distancia que me separa de ella es apenas mínima.
-¡Bambina!
-¡Nonna!
Dejo que la madre Úrsula me acoja en sus brazos en un cálido y tierno abrazo de los que ella me da y nunca nadie ha superado. Durante minutos aguanto sus regañinas diciéndome que estoy más delgada y haciendo yo lo mismo con ella al ver lo cansada que luce.
-Feliz cumpleaños, mi niña. Ya eres toda una mujer -me dice ella apretando mis mejillas de una forma bastante cálida.
-Gracias, Nonna. Mira, este es Lando, mi novio, pero háblale en inglés que aún le estoy enseñando el italiano -le pido con una sonrisa, siendo ella la que la luce ahora al verlo.
-Ay, por dios, Thalía. Que estás haciendo lo mismo que tu amiga, liarte con tu piloto -las palabras de Úrsula provocan la perplejidad de mi novio, pues estoy segura de que no esperaba que ella reaccionara de esta manera.
-Lando, ésta es la madre Úrsula, mi nonna -le presentó con orgullo a la mujer que me crío y que desistió de ofrecerme en adopción cuando yo me negaba una y otra vez a abandonar el orfanato.
Ella se deshace de mi para que sea ahora Lando quien ocupe sus brazos, recibiendo este otro apretón al que corresponde de la misma dulce forma. Úrsula lo mira y remira durante unos buenos segundos hasta que por fin enlaza su brazo con el suyo y nos insta a ambos a entrar en el edificio.
-Tienes mejor porte en persona que en la tele. Pero deberías quitarte esa fila de hormigas que tienes por barba. No te queda bien, querido.
Aprieto mis labios tras las palabras de Lando, pues decidió dejarse la perilla y aunque mi opinión no fue muy positiva, él no ha querido deshacerse de ella todavía. Aunque, a juzgar por lo que le ha dicho Úrsula, no me extrañaría verlo pronto sin ella.
Caminamos los tres dentro del edificio, siendo saludados al momento por algunas de mis antiguas profesoras, a las cuales saludo cariñosamente. Se crea todo un revuelo en el vestíbulo a causa de mi llegada y la de Lando, quien se muestra bastante abrumado por todo lo que se forma a nuestro alrededor.
-Se me olvidó decirte que aquí son muy fans de la Fórmula Uno -le cuento a Lando para que no se extrañe de que todo el mundo sepa quien es.
-¿Por ti?
-¡Pues claro! Son de la escudería donde yo esté, así que, ahora mismo aman Ferrari, y por tanto te aman a ti -aprieto su brazo muy emocionada de estar aquí y de que Lando quiera compartirlo conmigo.
Cuando se lo propuse, no dudó ni un minuto en acompañarme algo que reamente me entusiasmó. Mi cumpleaños siempre lo celebro aquí, y por estoy tan emocionada de que Lando quiera compartirlo conmigo.
Es la propia Úrsula la que se encarga de guiarnos por el orfanato, en un recorrido que me sé de memoria, pues casi nada ha cambiado desde que estuve aquí, aunque bueno, lo veo algo más deteriorado de lo que recordaba. Coincide nuestra estancia con la hora del recreo de los niños, los cuales, reciben alborotados la visita de Lando, quien no duda en jugar con ellos a un improvisado partido de fútbol. Y verlo así, feliz y disfrutando tanto con los chavales, también me hace feliz.
Una preciosa pequeña de no más de dos años, se me acerca, extendiendo sus bracitos para que la alce, algo que ni dudo, dejándola en mis rodillas mientras me siento con la madre a charlar un rato.
-Estás enamorada, mi pequeña -es lo primero que me dice Úrsula, algo que no puedo esconderle pues ella me conoce perfectamente.
-Lo estoy -le aseguro sonriéndole pausadamente mientras centro de nuevo mi mirada en Lando.
-Y él también. No puede esconder esa cara de enamorado cada vez que te mira -mis mejillas se sonrojan tras sus palabras. Agarro su mano, manteniéndola entre las mías mientras ambas vemos como los niños requieren la atención de Lando en cada jugada.
-¿Cómo va todo? pero dígame la verdad, madre -le pido y sé que no todo está bien, al ver la expresión de su rostro.
-Cada vez las donaciones son menos y las subvenciones nos mantienen lo que podemos, pero, al ser un lugar religioso, la gente ya no está tan involucrada como antes. Parece que ser católico está mal visto. Y nosotras estamos quedando como una especie de extinción -ríe tras su último comentario, pero es una sonrisa amarga a juzgar por la expresión de su rostro.
-¿Qué necesita?
-Thalía, no hace falta...
-No me haga tener que buscar a Sabinia para preguntarle -le advierto haciendo una mueca con los labios, encontrándome la pesadez en su rostro y si, creo que hasta vergüenza por lo que vaya a decirme.
-De todo, Thalía, necesitamos de todo.
📆MÁS TARDE
-¿Te pone triste estar aquí? -ladeo mi cabeza intentando esbozar una sonrisa tras las palabras de Lando. Los niños están tomando su siesta y les hemos prometido que merendaríamos con ellos. Ürsula también se fue a descansar y he querido llevar a Lando al patio, donde ambos nos hemos sentado en uno de los bancos de fuera.
-Me duele ver en lo que se está convirtiendo esto, en un lugar abandonado en el que incluso a los niños les cuesta que alguien les adopte. Yo fui feliz aquí, Lando. Muy feliz. Me dieron una educación y unos valores que estos niños también están recibiendo. El problema es que llegará un momento que tendrán que irse de aquí porque no pueden encargarse de ellos. Y...
Casi me echo a llorar de la impotencia tan grande que tengo. Lando pasa una de sus manos por mis hombros atrayéndome hacia su cuerpo. Le cuento parte de la conversación que he tenido con Úrsula, sintiendo un ahogo en mi pecho a medida que las palabras salen de mi boca.
-No pueden usar la segunda planta por las goteras, y casi ni comen pescado por lo elevado de sus precios. Me da una pena, Lando. Porque puedo ayudarlas, pero, necesito más. El orfanato necesita una remodelación completa y eso cuesta mucho dinero -resoplo frustrada un par de veces, llevándome las manos a la cara sintiéndome completamente inútil. Lando me deja así solo unos segundos, hasta que aparta mis dedos para que deje de esconderle el rostro.
-Que suerte tienes de tener un novio piloto y que tiene mucha pasta, tanta, como para ayudar a su novia a hacer del lugar donde vivió un sitio más decente.
Asombrada es la palabra que ahora mismo me define, tras terminar de hablar Lando.
-¿Lo estás diciendo en serio? -le pregunto pues necesito que me lo confirme de nuevo para salir de este estupor que se ha apoderado de mi.
-Así es, Thalía. Hagamos que este lugar sea tan importante para los niños como lo fue para ti. Ayudemos a educarlos y a ser tan maravillosos como la persona de la que estoy enamorada.
No puedo evitar que las lágrimas nublen mis ojos. El gesto de Lando es demasiado bonito, tanto que me quedo sin palabras. Siento sus brazos rodearme y atraerme hacia su pecho, dejándome caer sobre él, y buscando los latidos de su corazón.
-Gracias, Lando. Esto que haces por mi, es demasiado bonito.
-Bonita eres tú. Y que mejor regalo de cumpleaños que este. Tú has querido compartir este día tan especial conmigo y con las personas que más quieres. Es lo menos que puedo hacer por ti -una sonrisa se forma en mi rostro tras las palabras de Lando. Solo tengo que sujetar sus manos para acercar mis labios a los suyos, presionándolos solo un poco para disfrutar del dulce sabor de su boca.
-Te quiero, Lando. Te quiero, muchísimo.
-Y yo a ti, bambina -un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo al escucharlo hablar en italiano, algo que hace que mis mejillas hasta se calienten y todo.
Durante unos minutos ambos hablamos de todos los pasos que tenemos que seguir para llevar adelante las reformas del orfanato. La madre Üsula me ha dicho que lo deja todo en mis manos porque ella no entiende mucho. Lando y yo acordamos buscar un buen estudio de arquitectura que se encargue de todo, y así facilitarnos las cosas. Hacemos planes de lo que pueden necesitar los niños y acabo sacando mi móvil para apuntarlo todo, como siempre que se me ocurre algo. Tiempo después, las voces de la hermana Sabinia, llamándonos desde la puerta que da salida al patio, nos hacen levantarnos y acudir a su lado.
-Los niños quieren merendar y te han preparado una sorpresa, Thalía -me dice ella buscando su brazo para engancharse a él.
Caminamos las dos agarradas de la mano hasta atravesar el pequeño pasillo que nos lleva al comedor. Voy ilusionada pensando en lo que los niños habrán organizado, y al entrar y verlos alrededor de una mesa, donde descansa una tarta de cumpleaños, creo que mis emociones de hoy se han visto más que superadas.
-¡Thalía! ¡Ven y sopla las velas! -me piden los niños ilusionados con el pastel.
Me deshago del agarre de la hermana Sabinia, pero busco la mano de Lando para que me acompañe, quien no duda en hacerlo, entrelazando sus dedos con los míos. Los niños me dejan espacio para que pueda estar cerca de la tarta, la cual se nota que la han hecho ellos, algo que todavía me gusta más.
-Tienes que pensar un deseo -me susurra Lando a mi lado, palabras que recibo de él sonriéndole en respuesta.
Mi deseo es fácil.
No es nada para mi. Es para ellos.
Que estos niños sean felices y nunca estén solos en la vida.
📆 MÁS TARDE
Estoy algo cansada del día de hoy. Al llegar del orfanato, tuvimos que ir a casa de Charlie porque Arthur quería darme su regalo. Una mochila, la cual ha decorado él y que no voy a dudar en usar para ir a trabajar. Estuvimos un rato con nuestros amigos y después, Lando me pidió que me quedara a dormir con él, algo a lo que no he podido negarme.
-¿Estás muy cansada? -levanto mi vista del móvil para centrar mi atención en él. Una muy buena atención cuando lo único que Lando lleva puesto son sus boxer negro, dejando al descubierto el resto de su musculado cuerpo. No puedo evitar fijarme en sus marcadas venas, esas que tanto me fascinan en él.
-Depende de para que -le respondo apartando el teléfono a un lado y abriendo mis piernas en respuesta a su pregunta. Su mirada, felina y asalvajada se posa en mi, mientras sus lentos avances acaban con Lando reptando por la cama, hasta colocarse entre mis muslos.
-¿Follar? ¿O hacer el amor?
Contengo como puedo la excitación que recorre mi cuerpo, mordiéndome el labio superior mientras sus manos se pierden por mis muslos, siendo acariciados por él, de una forma bastante placentera.
-No sé, Lando, ¿Qué diferencia hay? -le pregunto pues mis ganas de provocarlo, acrecientan a medida que sus dedos se hunden en mi piel.
-Si te hago el amor, iré muy lento -su boca deja un pequeño beso en la parte interna de uno de mis muslos, llevando a su lengua a hacer un recorrido hasta alcanzar el borde de mis braguitas- y si follamos, te lo haré bien duro, hasta que mañana no puedas andar. Mínimo.
Contengo el aliento presa del placer que me provocan sus palabras. Pongo un par de dedos en su barbilla, y tiro de él hasta que sus ojos se claven en los míos.
-Follar.
Es lo único que le digo, y que desata en él todos sus instintos, pues sus manos apresan mis nalgas con fuerza, tirando de ellas hasta bajarme y dejar que me espalda descanse sobre el colchón.
-Te voy a comer el coño como si tú fueras la tarta de chocolate de ésta tarde.
Abro mis ojos de forma desmesurada cuando siento sus dedos enganchándose en el borde mis braguitas. Pronto se deshace de ellas, dejando todo mi sexo al aire, el cual es observado por él y por sus labios, los cuales se relame una y otra vez. Su mirada de deseo antes de hundir su cabeza entre mis muslos hace que un suspiro roto salga de mi garganta. Siento como su boca besa mi clítoris, y no satisfecho con eso, la punta de su lengua lo roza en círculos. Lando empieza a chupar, a morder y a tirar de mi carne. Pequeños y profundos jadeos salen de mi boca teniendo que agarrarme a sus hombros, pues el deseo y la excitación están empezando a consumirme.
-Lando, joder.
-Eso ahora después.
No puedo evitarlo y mi boca forma una sonrisa tras sus palabras. Me agarro a sus hombros, apretando estos cuando siento como su maldita lengua me devora. Tomando cada parte de mi sexo en su boca y deleitándose con ella con precisos y rotundos toques, incrementando aún más el placer que se ha apoderado de mi cuerpo.
Sus dedos abren mi abertura y su boca se cuela en ella chupando y si, haciendo como que me come, pues su boca paladea mis fluidos, acompasando su lengua esas lamidas. Lando alterna chupadas lentas con otras más rápidas. Se ayuda de sus dedos para poder tocar mi clítoris y a la vez, bajarlos impregnándose bien de mi humedad.
Arqueo mi espalda, pues la succión de sus labios sobre mi sexo es demasiado placentera. Sus lamidas son más rápidas. Sus manos me levantan las nalgas, hundiendo su boca más profundamente en mi. Esa lengua y lo que me hace me está matando. Chupa mi clítoris, a la vez que sus dedos presionan donde más lo necesito.
-¡No puedo más! -le grito a Lando cuando el orgasmo se apodera de todo mi cuerpo. Ese maravilloso cosquilleo me deja casi sin aliento. Y aún cuando estoy recuperándome, él sigue torturando mi sexo con lentas lamidas.
Lando no le da tregua a mi respirada agitación, cuando se deshace de su ropa interior. Su mirada de deseo recorre mi cuerpo, haciéndome un gesto para que deshaga de la camiseta que aún me cubre. Hago lo que me pide, o como puedo, pues él me ha abierto las piernas, posicionándose entre ellas mientras intento quitarme el sujetador.
-Joder, lo que me gustan tus tetas -me dice él pasando sus nudillos por ella, acrecentando la dureza de mis pezones con cada roce de estos.
Su cuerpo se presiona contra el mío, sintiendo la dureza de su pene contra mi vientre. La necesidad de tenerlo dentro, casi me deja sin respiración. Su mirada, se posa en mi, con un deje de arrogancia que me consume por completo. Estoy a punto de quejarme pues él permanece quieto, sólo mirándome cuando de una fuerte embestida, me penetra tan profundamente, que tengo que agarrarme a sus brazos.
-Estás tan jodidamente, caliente.
Su boca y su respiración en mi cuello, hacen que levante mi cuerpo, preparada y dispuesta para recibir sus embestidas. Oleadas de placer se apoderan de mi a causa de sus frenéticos movimientos. Lando alza una de las piernas para poder penetrarme más profundamente. El choque de nuestras pelvis y los gemidos de ambos resuenan en la habitación.
Lo siento cada vez más y más profundo, deseando tanto correrme, pero, a la vez, rogando porque aún no termine. Hundo mis uñas en sus brazos, esos de marcadas venas que su visión aún me excita más. Tomo su boca con la mía, para que él pueda acallar los gemidos que salen de ella. Lando lleva un ritmo cada vez más descontrolado, penetrándome muy profundamente.
Siento mi cuerpo responder a sus embestidas, y como todo este me temblequea. Cierro mis ojos y tenso mi espalda, al sentir de nuevo el orgasmo formarse en mi. Su boca desciende hasta posarla en mi cuello, y es entonces cuando sus palabras, en forma de canción, acaban por destruirme y dejarme llevar de forma alocada.
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseo, mi niña, cumpleaños feliz.
Un gemido escapa de mi garganta, acompasado al orgasmo que me posee. Lando besa mi boca con la misma desesperación con la que yo busco la suya. Alzo mis piernas rodeándole la cintura, para facilitarle aún más, sus profundas penetraciones. Un gruñido sale de su boca, segundos después, mientras se echa hacia atrás hundiendo sus labios en mi cuello. Siento como su descarga en mi, es caliente y placentera al mismo tiempo. Ambos nos dejamos llevar abrazados, en esta locura que ambos hemos creado.
Nuestras respiraciones intentan recuperarse, una vez más calmados. Lando levanta su cabeza y busca mi boca, solo en un pequeño roce que no me robe el aire. Levanto una de mis manos para repasar su barbilla y dejarla ahí mientras lo acaricio muy despacio.
-Gracias por mi regalo, eres la hostia, Lando Norris.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro