14. Definir el amor
📆PRIMEROS DE MAYO
📆DOS SEMANAS DESPUÉS
📍MARANELLO
Camino por Maranello con la sensación de que tengo mucha suerte de estar aquí. Cuando uno tiene un accidente, no es consciente del alcance de este hasta que no pasa un cierto tiempo, que es lo que a mi me ha ocurrido. Pude quedarme paralítico, me dijeron los médicos, de haber permanecido más minutos boca abajo sobre el asfalto. Un temblor se apodera de mi cuerpo cuando entro en la fábrica. La zona de motores es mi destino, y agradecer como la gente se interesa por mi, también es algo que hago en este momento.
Ya tenía ganas de volver. Echaba tanto de menos todo esto, y por suerte, después de las pruebas médicas de esta mañana y de un par de revisiones a las que también me he sometido, soy de nuevo apto para ponerme a los mandos de mi coche.
-¡Lando! ¡peque! -la voz emocionada de Charlie me hace sonreír e ir a su encuentro. La sonrisa con la que lo saludo, muere en mis labios al ver a Thalía, mirándome perpleja con una expresión muy nerviosa en su rostro.
-Charlie -me dejo envolver por él en un gran y emocionado abrazo. Sé lo preocupado que ha estado por mi y quiero tranquilizarlo de alguna manera.
-¿Qué tal estás? ¿y tus costillas? ¿has visto el médico? ¿Qué te han dicho? -intento asimilar toda su batería de preguntas cuando en realidad mis ojos están en ella, quien ha apartado su vista e incluso está poniendo distancia entre nosotros.
-Bien. Todo bien. Ya me han dado el alta. Luego hablamos, tengo que hacer una cosa.
Dejo a Charlie con la palabra en la boca y salgo detrás de Thalia. La alcanzo justo a tiempo, deteniendo su avance con una de mis manos en su brazo. Ella se da la vuelta, algo confusa por mi gesto.
-¿Podemos hablar? -le pregunto esbozando una pequeña sonrisa.
-Tengo...que ir a... el almacén -me dice ella no muy convencida. Tiro de su brazo con suavidad, arrastrándola hasta una de las salas de descanso que a esta hora está vacía.
-Solo será un minuto.
Ella deja escapar un ligero suspiro pero no se opone a mi petición. Camino con ella hasta abrir la puerta, dejándola pasar en primer lugar. Tengo que contener todo el enfado que siento ahora mismo e intentar calmarme delante suya.
-Lando.
-¿Porqué, Thalía? ¿porqué no has venido a verme? dime. ¿Ni una llamada merezco después de todo lo que hemos vivido? -mis amargos reproches son recibidos por ella con una mueca de perplejidad por su parte. Se muerde el labio superior mostrándose muy inquieta conmigo.
-No es eso, Lando.
-Pues explícamelo, que no lo entiendo. Estuviste en el hospital, y luego nada. Ni preocuparte siquiera.
El tono de mi voz es algo más alto de lo que pretendo, pero estoy tan molesto y tan desilusionado con su ignorancia, que no he podido evitar decírselo, y querer saber porqué ella no se ha puesto en contacto conmigo.
-¿Tan poco te importo, Thalía? -me acerco a ella, quien no hace ningún ademán de moverse, pero en cambio, puedo ver como sus ojos lucen algo más brillantes con algunas lágrimas por derramar. Y eso si que no quiero que pase.
-¡Si que me importas, joder!
-¡Pues no lo demuestras para nada! -casi puedo rozar sus mejillas de lo cerca que estoy de ella. Puedo sentir su agitada respiración sobre mi cuello y como su nerviosismo se ha apoderado de su cuerpo hasta hacer que temblequee.
-¡Porque fue culpa mía y me da vergüenza mirarte a los ojos!
Retiro parte de mi cuerpo, intentando procesar sus palabras. Sus ojos están anegados en lágrimas y como bien me dice, apenas es capaz de mirarme.
-Te dije que la fisura en el alerón no era nada, y si lo era. Casi te matas por mi culpa. Mi trabajo es velar por que todo salga bien y por ti, y yo...¡no lo hice!
Thalía se lleva las manos al rostro y comienza a sollozar de forma desgarradora. Me acerco a ella intentando poner mis manos en su cintura, pero me rehúye, hasta que por fin clavo mis dedos en sus caderas atrayéndola hacia mi cuerpo.
-No fue culpa tuya -le digo un par de veces intentando calmarla sin mucho éxito pues ella no deja de repetir lo mismo una y otra vez.
-Cada puto día me he recriminado a mi misma que mi fallo casi te mata y es algo que no voy a perdonarme en la vida. Tengo que mantenerte seguro y he fallado, Lando. Si te llega a pasar algo, yo...
Deslizo mis manos hasta ponerlas a ambos lados de sus mejillas, quitándole las suyas antes. Hago que sus ojos se alcen para que pueda mirarme, algo que le cuesta por todo lo que arrastra a juzgar por sus palabras.
-Te quiero, Thalía.
Esbozo una sonrisa al confesarle, por fin, algo que llevo callado tanto tiempo que ya no estoy dispuesto a guardármelo más. Ella traga saliva, mirándome bastante sorprendida y sin poder creerse mis palabras.
-Lando, ¿Qué has dicho?
-Que te quiero, eso es lo que he dicho -le repito rozando su mejilla con las yemas de mis dedos. Una pequeña y sutil caricia con la que afianzar mi confesión- y que no fue culpa tuya. Pero paso de hablar del coche y del accidente, quiero hablar de nosotros...
-Oh, joder, Lando -acerco mi boca a la suya y presiono mis labios solo un poco, lo suficiente para volver a embriagarme de su sabor y de como ella se amolda a mi. Por mi la besaría toda la puta mañana, pero, tenemos tanto de que hablar que prefiero escuchar su voz.
-Se acabó, Thali. Ya no quiero que seamos folla amigos. Ya paso de dar vueltas contigo. Te quiero. A ti. Y quiero que estemos juntos. Yo también quiero empezar a escribir mi historia de amor y quiero que tú seas la protagonista.
La italiana abre sus ojos cada vez más sorprendida como si mis palabras fueran irreales. De hecho, no es capaz de emitir palabra alguna, pero, por suerte, no rehúye mi contacto ni rechaza mi propuesta.
-¿Me estás pidiendo que seamos novios, Lando? -no puedo evitarlo y suelto una carcajada, porque ella es así, tan práctica y tan directa.
-Te estoy pidiendo que lo seamos todo, Thalía.
Su sonrisa si que ilumina ahora su rostro, tanto que hasta sus mejillas se sonrojan al mirarme. Moja sus labios uno contra el otro en un coqueto gesto que me vuelve aún más loco.
-Lando. Cuando no puedes sorprenderme más, vas y lo haces -me responde ella mientras deja escapar un roto suspiro en su garganta.
-Entonces...
Mis yemas siguen acariciando sus mejillas disfrutando de la calidez de estas. Thalía acorta la distancia que nos separa, rozando mis labios con los suyos de una forma sutil y muy suave, acompañando este gesto con una preciosa sonrisa.
-Tu novia quiere que la invites esta noche a cenar.
📆MÁS TARDE
Las carcajadas de Thalía resuenan por toda la cocina. Levanto una de mis cejas mirándola con una leve sonrisa en mis labios, una que es enteramente para ella.
-Ese puré necesita más leche. Parece cemento para pegar ladrillos -se burla ella señalando el bol cuya mezcla muevo enérgicamente durante varios minutos.
-En la nevera la tienes -le hago un gesto dándole vía libre para que me ayude a cocinar.
En vez de llevar a Thalía a cualquier restaurante, preferí traerla aquí y cenar los dos solos, tranquilos, disfrutando de nuestra mutua compañía. Me siento más aliviado, como si me hubiera quitado un gran peso en mi corazón y lo hubiera sustituido por todo el amor que le tengo. Uno muy grande. Más de lo que sentí alguna vez por Bianca.
-Anda, déjame a mi -Thalía me hace a un lado, poniéndose ella delante del bol. Va vertiendo la leche poco a poco mientras con un gesto, me pide que vaya removiendo la mezcla.
-¿Se te da bien la cocina?
-Mejor que a ti, seguro -me responde mientras agarra mi mano dirigiendo como mezclar la leche con las patatas. Ese movimiento me lleva a pegar más mis caderas a su trasero, y si, clavándole mi erección, una que lleva rato así y está deseando inaugurar su nuevo estado con su novia: enamorado.
-Me gusta como te mueves -le aparto el pelo del cuello y presiono mis labios en el. Siento como un escalofrío se apodera de su cuerpo, dejando escapar un pequeño gemido de su boca.
-A mi me gustas tú.
Thalía deja de sujetar mi mano para darse la vuelta hasta estar frente a mi. Entre la encimera y yo solo está su cuerpo, aquel que estoy aprisionando hasta hacer que mi pelvis se una a la suya. Su mirada está sobre mí, con esa intensidad y esa forma de mirarme que siempre me atrajo de ella.
-Te quiero, Lando.
Siento los latidos de mi corazón golpear en mi pecho con furia. Aún ella no me había dicho que me quería, algo que no me importaba en ese momento porque yo si sentía la necesidad de confesárselo. Pero, que me corresponda, es un puto sueño realidad. Levanto mi mano para posarla en sus labios, en esos tan carnosos que jamás me cansaré de besar mientras viva.
-Suena de puta madre cuando tú lo dices, Lia -recibo una sonrisa por su parte, una tímida y muy dulce que hasta ahora no le había visto nunca. Inclino mi cabeza para besarla, cuando el timbre de la puerta me detiene de mi acción.
-¿Esperas a alguien? -me pregunta ella tan fastidiada como yo por la interrupción.
-Pues la verdad es que no. Voy a ver quien es. No tardo.
Dejo un corto beso en su mejilla y me separo a desgana de su lado. Rodeo la encimera y encamino mis pasos hacia la puerta de entrada, deseando despachar pronto a quien quiera que esté tras el timbre, algo que sé que no va a suceder, cuando abro y descubro quien llamaba.
-¡Corre, Arthur! -Charlie empuja a su hijo mientras tanto él, como Diana y el pequeño entran en la casa.
-¡Que me meo! -el pequeño Arthur sale corriendo llevando su mano a la parte delantera de su pantalón mientras se encamina al baño que hay en esta planta, bien cerca de la entrada.
-Lo siento, Lando, pero no nos daba tiempo a llegar a casa -se disculpa Diana dándome una cálida sonrisa- espero que no te molestemos.
-Si su vida social, es inexistente, ¡que le vas a molestar! -Charlie me mira burlándose en toda mi cara, contestándole yo con un rodamiento de ojos, cuando, segundos después, escucho los pasos de Thalía tras de mi.
-Pues esta vez te equivocas, Leclerc, si que molestas -le gruñe ella a nuestro amigo mientras se acerca hacia donde estoy rodeando mi cintura con sus brazos.
-Los follamigos, no hacen eso, ¿verdad? lo de abrazarse delante de las personas como si fueran novios -Charlie le habla a su mujer ignorando que ambos estamos delante, encontrándose con un asentimiento de cabeza por parte de Diana.
-Será porque ya no somos esa cosa que suena tan mal, y ahora somos novios -le contesto a mi amigo para dar por zanjada nuestra situación y si, también por informarles los primeros de lo que somos ahora.
Charlie me da una larga mirada y contiene lo que se que quiera decirme, sobre todo, porque Arthur aparece con una expresión en el rostro más aliviada. Él se acerca a su hijo acariciando su mejilla en un gesto bastante dulce con su pequeño.
-Arthur, cariño, hoy nos vamos a quedar a cenar con el tito Lando y la tita Thalía, que tienen que contarme muchas cosas y no lo podemos dejar para mañana -le dice él a su hijo manteniendo esa expresión tan tranquila en su rostro.
-Quiero pizza, papi, si puede ser -pide el pequeño abriendo y cerrando sus ojos repetidas veces ganándose así toda la atención de su padre.
-La tita Thalía es italiana, seguro que te hace una buena pizza, mi niño, ¿verdad, Thili?
-Sabes que a Arthur no puedo negarle nada -contesta ella dejando escapar un pequeño suspiro de su boca. Thalía se gira para mirarme haciéndome un gesto de resignación- ¿me ayudas, novio?
📆MÁS TARDE
-¿De verdad estás listo para correr en Mónaco? no quiero que te fuerces, Lando. No es una opción perder otro compañero -las palabras de Charles me hacen forzar una mueca y asentirle de forma calmada, pues sé lo preocupado que está por mi.
-Me han hecho varias pruebas médicas y también en el simulador. Todo bien. No te preocupes, de verdad, Charlie. Tengo muchas ganas de competir el domingo -le aseguro más para mi que para él.
-Y yo también de que lo hagas. El puto Max nos lleva la delantera y este año me he propuesto dejar de ser segundo y que lo seas tú.
-¡Oh, vaya, cuanto honor! -me llevo una mano al pecho de forma dramática ganándome un coscorrón de su parte.
-¿Os llegó la invitación de Darcy y Max para la despedida? -nos pregunta Diana cambiando de tema, algo que agradezco porque ya me satura mucho que me pregunten como estoy, aunque sean mis amigos.
-Así es -contesta Thalía dándole a Arthur otro trozo de pizza sin que sus padres se hayan percatado de ello- aunque va a ser la despedida de solteros más larga de la historia. Una semana.
-Os gustará la isla. Es un paraíso solitario donde nadie nos va a molestar. Aunque cuidado si hacéis cositas sucias en la playa que Carlos tiene el oído muy fino -nos advierte Charles provocando la risa de Diana.
-Pues que se lleven la fregona y luego limpien. Mami dice que hay que limpiar lo que uno ensucia, ¿verdad, mami? -me aguanto la risa por la inocencia de Arthur, al igual que hacen los demás. Diana deja un pequeño beso en la cabeza de su hijo, acariciando su mejilla a continuación.
-Así es, mi vida -le responde ella mirándolo con una dulzura que me enternece el corazón- y termina tu pizza pronto que ya deberías estar en la cama, que mañana hay cole por si no te has olvidado.
-¿Iréis a Mónaco? -les pregunto, pues hace tiempo que no veo a Diana ir a una carrera.
-¡Por supuesto! -contesta Arthur con la expresión emocionada en su rostro- papi me ha prometido que voy a ser su ayudante. Hasta me voy a llevar un uniforme con mi nombre, ¿verdad, papi?
-A falta de la tita Valeria, mi niño es el mejor Ingeniero que conozco -le responde Charlie mirándolo con mucho orgullo.
-¿Te gustaría serlo? en un futuro, cuando seas mayor -la pregunta de Thalía no tarda en ser respondida por Arthur.
-No, yo quiero ser piloto, como mi papi y todos mis tíos.
Creo que los cuatro lo miramos con la misma sonrisa y pensando exactamente igual, porque yo estoy seguro de que este niño, logrará ser algún día un gran piloto. Está rodeado de los mejores y lo lleva en la sangre, lo de ser un campeón.
Media hora después, despedimos a nuestros amigos, quedándonos por fin, Thalía y yo a solas. La agarro de la cintura poniéndola frente a mi y dedicando mi mirada solamente a ella.
-Hola, preciosa -levanto una de mis manos y la llevo a su mejilla, recorriendo cada parte de su rostro, ese que me vuelve tan loco- siento que la cena haya sido una comida familiar.
-No te preocupes. Me encanta estar con los Leclerc, aunque...podías invitarme a desayunar para compensarme -su coqueta sonrisa va acompañada de una inocente mordida de labios que despierta en mi todo lo que llevo contenido durante todo el día. Mis ganas por ella.
Solo tengo que acercarme a sus labios y tomarlos con los míos. Besarla se ha convertido para mi en algo necesario como si ella fuera el aire que me hace falta para respirar. Bajo mi mano, dándole una palmada en el culo que la hace pegar un respingo y reírse a carcajadas una vez separada de mi boca.
-Pequeña, a ti te voy a compensar esta noche por todos los desayunos que no has tomado conmigo.
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