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Capitulo 5

Después de aquella charla con los Pines, el rubio seguía mucho más confundido respecto a lo que tenía que hacer con el asunto con Dipper y su cuenta regresiva.
Había hecho un trato con Ford, tendría que decirle a Dipper de un modo u otro pero, ¿cómo saber cuándo es el momento adecuado para decirle a tu novio que vas a morir por tener una relación con él?

Bill seguía hundido en sus pensamientos mientras cocinaba para él y para Dipper. Habían decidido pasar la tarde juntos en casa, el plan perfecto. Bill sabía que le quedaban pocos días para seguir disfrutando de estos momentos de paz y tranquilidad, independientemente de lo que sentía por Dipper él se sentía bien junto a los mortales, a los humanos. Dipper había sido una razón poderosa para amar ese lugar y seguía sin poder procesar que amar de forma diferente siga siendo un crímen en su mundo.
No, en su mundo no importaba con quién estuvieras siempre y cuando su naturaleza sea demoníaca y había muy pocos demonios con la capacidad de enamorarse y sentir cualquier tipo de emociones humanas.

Dentro del mundo de Bill era difícil encontrar parejas de demonios. Los demonios que llegaban a emparejarse era porque sus funciones estaban fuertemente ligadas al mundo terrenal o lo que tuviera relación con la humanidad.
De ahí en fuera, los demás demonios no se enamoraban. Si, podían tener todo tipo de relaciones, pero nunca era algo serio. La mayoría son relaciones del tipo sexual, ese mundo era libre y la mayoría de estos demonios solo vienen programados para sentir todo tipo de emociones negativas y destructivas.
Y no hablar de las familias, los demonios podían tener una reproducción asexual y sexual y de otras maneras inimaginables así que tampoco es necesario tener una pareja para procrear...un mundo demasiado confuso.
Pero Bill nació en ese caos, Bill es un demonio del sueño, amo de la mente y no es divertido cumplir sus funciones en demonios porque no es posible así que él y su hermano Will eran de esos demonios que estaban ligados al mundo terrenal y cumplir funciones en los humanos, por lo que sus emociones empezaron a conectarse y a ser iguales a la de los seres humanos. Así que Bill era uno de esos demonios que realmente podía experimentar amor. Amor real.

La regla del por qué estaba prohibido que un demonio se enamorara de un humano no existía. La historia del por qué existe pasó muchísimo tiempo antes de que Bill naciera. Era su historia favorita: Todo comenzó cuando...

—Bill. ¡Bill! Se está quemando la carne.—Llamó Dipper tocando el hombro del rubio haciendo que este se sobresaltara y pusiera su atención sobre la carne quemándose.

—Oh, ¡carajo! —Bill apagó la estufa de inmediato y todo el filete que estaba preparando estaba a nada de estar carbonizado.

—Llevo un rato gritando, creí que habías dejado la estufa encendida y bajé a ver.

—Si... ¡No! —Bill tomó el sartén, y tiró la carne a la basura—. Lo siento es que...me distrajé. Comenzaré de nuevo.

—Hey. —Dipper hizo que Bill lo mirara—. ¿Está todo en orden? Estás cada vez más distraído.

Dipper realmente mostraba preocupación, aunque hablar sobre sus emociones y sentimientos era un completo misterio, en su cara y lenguaje corporal sus emociones eran transparentes, Bill lo había notado desde que conoció al chico y no podía quererlo más. Y Bill solía mostrar emociones que no lo hacían ver débil, a pesar de que ambos tenían una relación sana, les faltaba comunicarse, y lo intentaban pero era algo que a ambos no se les daba del todo.

Bill tomó la mano de su novio la cuál estaba en su mejilla y procedió a dar un pequeño beso en ella.

—Estoy bien, mi amor. No te preocupes por mi. ¿De acuerdo?

—Es que yo no puedo evitarlo, sabes que me preocupa todo.

—Si, esa es una de las cosas que me gustan de ti. —Bill pasó el brazo de Dipper sobre su hombro, el castaño entendió el mensaje y puso el otro brazo sobre el hombro del rubio, abrazándolo.

—¿Si? —dijo Dipper acercándose a Bill–. ¿Qué más te gusta?

—Hmm, eres muy inteligente. —Bill abrazó de la cintura a Dipper y lo acercó a él—. Eres adorable, cuando te enojas pareces un gatito, y cuando estornudas, cuando te pones nervioso y paranoico...cuando muerdes tu playera cuando estás frustrado...

—Okay, okay. —Dipper rió—. Ya entendí.

—Creo que eso merece un beso, ¿no?

—¿Ah? ¿En serio?

—Sip...—Bill se acercó a los labios de su novio—. Vamos, Dipsy, bésame.

Si había algo que Dipper no podía resistir era a la mirada tan intensa que tenía Bill. En momentos como esos Dipper no sabía que hacer pero para su suerte Bill lo sabía y él solo se dejaba llevar. Tomó a su novio de las mejillas y lo besó.

Dipper sabía que había algo más carcomiendo la cabeza de Bill, lo notaba cada vez más raro, primero sus celos por Wendy y ahora está en su propio mundo. Hoy día había sido la comida, pero hace poco había sido la llave del agua del baño, todo se había inundado porque Bill había olvidado cerrarla. Bill era difícil de leer, muy pocas veces podías notar si estaba triste porque sabía ocultar ese tipo de cosas, pero Dipper lo conocía, Bill se ponía distinto y aunque a él le gustaría poder hablar de eso con Bill sabía que no sería algo sencillo.
Sus tíos también estaban actuando raro después de que los vió a los 3 hablando a solas. No sabía que estaba pasando pero definitivamente había algo, lo podía sentir.

Bill tomó a Dipper de la cintura mientras lo apegaba a su cuerpo y disfrutaba cada segundo de ese beso. Amaba a Dipper, con cada milímetro de su demoníaco ser. Estar con él se sentía bien y quería que eso durara para siempre aunque sabía que eso no iba a ser posible, era el día 9, cada vez era menos tiempo y sentía que pronto perdería todo aquello que realmente le importaba y no solo a Dipper si no a quienes ya consideraba una familia.

—¿Que tal si...vamos arriba? —dijo Dipper jadeante mientras separaba sus labios de los de Bill.

—Pero, ¿y la comida?

—Pediremos pizza... Además, tengo hambre de otra cosa ahora mismo. —dijo pasando las manos por el cuerpo de Bill.

—Oh, Pines. Vas a arrepentirte de provocarme tanto.

Tomó a Dipper para cargarlo y subieron al cuarto. El día había terminado bien para ambos, pidieron pizza y se sentaron a mirar televisión.
Justo esos pequeños momentos eran los que hacían sentir a Bill como si estuviera realmente en su hogar.

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