19 | Excalibur
❝Excalibur❞
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Orgullo
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—Stuart dame tu ubicación.— Stella hablaba con seriedad al auricular que conectaba su llamada con Stuart.
—En pleno vuelo, rojo sangr.-
—MONSTRUO DE LAVAAAAAAA.
La fémina alejó el aparato de su oreja, el grito aterrador que Steve había hecho era demasiado agudo para su sensibilidad.
Estaba parada en la parte trasera de una camioneta blanca robada, se sentía malvada por haber robado a alguien su automóvil, pero las circunstancias apremiantes le validaban el robo.
Sujetada de la varanda, siguió con la llamada.
—Regresen a Arcadia, repito, regresen a Arcadia.— ordenó sin esperar.
Seguían viajando por la carretera, ya estaba saliendo la luna y parecía que su última guerra sería durante la noche.
Irónico, peleó en la Noche Eterna, peleó en una noche contra Morando, peleó con Jim en la noche como principios de la madrugada, ahora pelearía en la noche nuevamente.
—Preciosa, tenemos compañía.
La suave voz de Jim hizo que centrara su vista al frente e ignorara las protestas que Steve gritaba hacia su persona por hacer que regresara al lugar del que quería huir.
La carretera estaba cerrada y custodiada por los soldados que una vez en el pasado siguieron las órdenes de la Oficial Kubritz.
Tanto el camión de tacos de Stuart como la camioneta robada se detuvieron en el bloqueo.
—Ay, ya se dieron cuenta que robamos la camioneta.— desde el interior de la misma, Claire se notaba preocupada.
Aunque Stella ya sabía que se trataba de los Oficiales del Área 49-B.
—Calma, yo lo soluciono.— dijo la chica con una sonrisa.
Para sorpresa de su novio, saltó de la parte trasera de la camioneta y caminó con total confianza y rapidez hacia los oficiales.
—Jimbo, ¿Por qué Stella parece tan confiada con ellos?.— preguntó Claire sin dejarla de ver.
Mientras que Toby solo calló, él sabía la verdad.
Cuando Stella chocó los 5 con el oficial a cargo, Jim se confundió aun más. ¿Cómo lo conocía? ¿Por qué tanta confianza?
—Debí imaginarme que estarías involucrada en esto.— bromeó el de tez morena tras chocar los 5 con la adolescente.
—Típico de mí.— sonrió.— solo procura que todos salgan y que nadie entre, no quiero más desastres fuera de Arcadia.
—Como gustes.— se encogió de hombros, tras ver las habilidades de la fémina y la pelea que hubo contra un ser de más de 5 metros; confiar en Stella Miracle significaba salvación aunque los desastres estuvieran ahí.
—Un último favor.— el oficial la miró confundido cuando sus mejillas se tornaron rojizas como su cabello.— ¿Me dejas dar la orden?
—¿Qué? ¿Por qué?.— aquella petición no era para negarse, pero sí para extrañarse.
—Quiero impresionar a mi novio.— confesó apenada en un susurro. Bajó la vista sintiéndose estúpida por su actuar en aquella situación.
Sabía de antemano que Jim la miraba, más cuando ella hablaba tranquila con los oficiales y hasta chocaba los 5 con el jefe de ellos. Por lo que, una última impresión no estaría nada mal, ni retrasaría el tiempo.
Era como si él la diera, pero quería darla ella.
—Bueno, me salvaste la vida, es lo menos que puedo hacer...— miró a sus soldados y todos miraron a la joven, ya la conocían.
A ella, a Toby y a la familia Tarron.
—Bien, caballeros.— sonrió emocionada.— la situación requiere un amplia vigilancia a las afueras de Arcadia, nosotros nos encargamos de adentro. Quiten la barricada, por favor...
Regla, jamás olvidar las "palabras mágicas".
Toby quiso reír ante las expresiones de Jim, y más con las de Claire. Ambos no daban crédito de ver cómo una adolescente de 918 años lograba mandar a una docena de oficiales sin rechistar.
—¡Ya oyeron a la señorita!
Agradeció una última vez y fue a su lugar, donde un azabache tomó con prisa su muñeca y la sentó al lado de él. Mientras que el camión y camioneta comenzaban a avanzar.
—Señorita Lake, ¿Qué fue eso?.— quiso saber con una genuina sonrisa, aquella sonrisa que sólo la pelirroja era digna de observar.— jamás vas a parar de impresionarme, ¿Cierto?
—Te perdiste de mucho al irte a Nueva Jersey.— sonrió nuevamente.— y no, señor Lake. Stella Miracle siempre será una caja de sorpresas.
Y por eso te amo, preciosa
Y sí que siempre sería una "caja de sorpresas".
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—Bien, Jim.— Stella besó la mejilla del mencionado con dulzura.— es tu turno.
La roca donde Excalibur estaba enterrada, había caído junto a ellos. Stuart lo había conseguido con ayuda de Eli, Krel y un embarazado Steve.
Sin duda que ver a Steve con pantalones deportivos color rosa y una enorme panza, le daba escalofríos y un poco de ternura.
Pero más escalofríos.
—¿Y si no.-
—No, Jim. No dudes de ti.— ahora era ella quien le calmaba los próximos ataques a él.— mírame y confía en mí...
Los azul cielo competían contra los zafiros por quien brillaba más ante la visión del otro, las manos entrelazadas se daban aquella calidez que necesitaban, puesto que sus nervios provocaban que estas se helaran; sus corazones latían a un solo ritmo en aquel momento.
El resto dejó de importar, mas cuando Stella le ofreció la sonrisa más preciosa que había visto en su vida.
La chica retrocedía para que él avanzara, sin darse cuenta, confiaba plenamente en ella y era llevado hacia Excalibur. Aquel momento era mejor que la más poderosa morfina, ya que, ante la guerra que sentía a su alrededor, la paz era fuerte en su interior.
Sin duda no dejaría ir a su adorada carmesí.
—Eso es, cariño.— Dios, amaba aquel apodo.— ya casi llegamos.
¿A dónde? Ni idea, pero ella estaba con él y eso era suficiente. Para Jim, él juraría que las estrellas estarían celosas ante el brillo de los zafiros de Stella.
¿Lo mejor? Que solo brillaban para él, por muy egoísta que sonara. Las cosas preciosas, delicadas y únicas eran las que más debían cuidarse por la segura explotación y ruina que provocaría la sociedad en ellas.
Y Stella era la prueba de ello.
—Jim Lake...— le soltó las manos, algo que no le gustó al azabache.— Excalibur te espera...
Se alejó de la vista del azabache, dejándolo solo en frente de la enorme espada en la piedra.
Al retroceder, Aja Tarron le abrazó el brazo izquierdo y Claire el derecho, muriendo de ternura ante la pequeña escena de Jim y 'Ella.
La frase "Una mirada dice más que mil palabras" solo se podía aplicar en ellos dos.
Krel apartó la mirada, aunque no evitó sonreír ante la sonrisa que Stella mostró, no iba dirigida a él, pero al menos pudo apreciar algo tan valioso como eso. Una mirada brillante y una sonrisa única que ya tenían causa, no la veía cualquiera.
El azabache de 18 años se subió a la enorme roca gris, dándole la espalda al resto, pensaba que si Stella lo miraba y él no lograba sacar la espada, lo miraría con decepción. Aunque era imposible.
Intentó, hizo fuerza a pesar que su mano derecha seguía vendada a causa de su quemadura de tercer grado. Lo quería lograr.
Pero falló.
La única mirada que le importó fue la de Stella Miracle, y se sintió mejor cuando la chica lo miraba con una sonrisa pequeña y una mirada de compresión.
No estaba decepcionada.
—Creí que enserio lo lograría...— murmuró Toby a Blinky.
—Ya intentamos todo...— Aja suspiró, miró a su amiga pelirroja antes de tomar una decisión.— en cuanto vengan las naves, toda la tierra será evacuada.
Y nadie objetó.
Aquella aura de tristeza pura fue cambiada a angustia y miedo, desde donde estaban se podía ver un poco de aquel Titán que iba hacia ellos.
Steve cerró sus ojos temeroso por él, y sus pequeños.
—Protege a Steve.— avisó Stella en cuanto la tierra comenzó a temblar, iba en aumento.
Para sorpresa de todos, la tierra se agrietó hasta llegar a un punto en específico. Cayendo unos pocos escombros sobre ellos, Piedracorazón era levantada de debajo de la tierra, y para temor de todos, brillaban con intensidad.
Había revivido a Piedracorazón.
Y las espesas nubes con rayos no daban ni una pizca linda a la escena.
Mucho menos a un Steve que estaba a punto de dar a luz. En plena guerra.
—Oh Santísima Trinidad.— dijo contrayendose del dolor.— ¡Quieren salir!
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—El Cazatroles sabrá.— murmuró viendo el nuevo Amuleto.— El Cazatroles sabrá... ¡Maldita sea! ¿Qué sé yo?
Oh no, un ataque de histeria no
Nadie dijo nada, Jim estaba en todo su derecho de sacar su frustración y gritar todo lo que quisiera. Mas no de pasar el límite donde perdía el control.
¿Y si hay dos tipos de novena configuración?
¿La que ayuda al Cazatroles... y la que ayuda a la cronosfera?
—¡Nosotros somos la novena configuración!
Stella sonrió cuando su novio adivinó sus pensamientos un segundo después que ella, estaba segura que ella era la novena configuración que se ligaba a la cronosfera, pero los demás, eran la novena configuración que le daba salida al Cazatroles.
—Todos, rodeen la piedra.— pidió subiendo a la roca nuevamente, con más alegría.— ¿'Ella?.
La mencionada se había quedado a unos pasos de ellos, mirando con emoción al equipo que se había unido. Ya sabía que Jim la llamaba para unirse, pero ella no debía y no podía.
—Mi magia oscura de sangre no me permite tocar Excalibur.— confesó ella sin darle la importancia.— Claire puede porque ella aprendió a manejarla, yo ya nací con ella.
La mueca en los labios del azabache le animó a continuar.
—Además.— agregó.— sin mí, ustedes son nueve.— dijo guiñando su ojo para mayor confianza.
Ahora era su turno de impresionar a la pelirroja.
Para sorpresa de todos, menos para Stella. Cuando un enorme destello llegó al cielo, supo que su novio lo había logrado con éxito.
Tenía a Excalibur en sus manos, y sonreía con emoción.
Y se emocionó más al ver el orgullo plasmado en los zafiros de su pelirroja. Orgullo que siempre estuvo ahí.
Con Excalibur, ya nada lo detendría.
Nuestro futuro nos espera, 'Ella
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