❝Fallo❞

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Él Falló
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—¡Jim estás herido!.— reclamó la mujer de cabellos cobrizos ante la decisión alocada de su hijo.

—Mamá ya escuchaste a Douxie, Stella paga las consecuencias y los Titanes están por despertar.— recordó el azabache.

Estar entre la espada y la pared no era nada sencillo, bueno, ser líder apenas con 18 años no era nada sencillo, la madurez emocional era un factor importante; sobretodo si se hablaba de 3 seres que querían acabar con la raza humana.

Sujetó con fuerza el nuevo Amuleto, ya había tomado una decisión y no pensaba arrepentirse, se obligó a no ceder ante la mirada suplicante de su madre. Desde que obtuvo el Amuleto la responsabilidad de decidir el bien de la humanidad pasó implícitamente a sus manos.

Tragó fuerte al sentir náuseas de nuevo, demasiadas emociones para un cuerpo malherido.

—Doux, ¿Qué recuerdas exactamente de ése lugar?.— preguntó al de mechones azules cuando su madre ya no objetó en su contra, cosa que agradeció en su interior.

La mirada un poco confusa de Douxie Casperan mantuvo a todos expectantes.

—Solo recuerdo un lugar circular y húmedo, casi oxidado.— dijo mirando al techo del lugar, buscaba algo más para recordar.— y... gritos.

Jim no dijo nada, solo escuchó las palabras vagas que soltaba el chico casi hermano de su novia; nadie podía presionarlo, Douxie hizo un sacrificio enorme al cambiar de cuerpo de Nari.

—Puede ser una rotonda.— de repente la sabiduría de Blinkous Galadrigal se hacía presente.— es una estación de cambio para las locomotoras.

—Bien...— Krel activó un holograma del globo terráqueo que mostraba cada punto donde se suponía que eran rotondas.— hay alrededor de 3000 rotondas al rededor del mundo, la mayoría abandonadas... deberíamos hacer una segmentación que incluya lugares vinculados a Stella...— observó.

Claire tras tomar un enorme vaso con agua y prepararse mentalmente, interrumpió los cálculos aproximados de Krel Tarron para hacer la tarea más sencilla.

—Haré un portal, Stella y yo tenemos un fuerte vínculo por compartir la misma magia.— suspiró.— creo que he descansado lo suficiente...

—¿Estás segura? No quiero que te sobre esfuerces...

—Tranquilo, Jim, lo que sea por salvar el mundo y a nuestra 'Ella.— sonrió dándole confianza.

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Nada.

Ni una alma.

La rotonda a la que el portal de Claire los llevó estaba vacía y no había rastros de Stella o Nari en alguna parte.
El grito de frustración que Jim quiso soltar era grande.

—Me conecté con ella, deberían estar aquí.— usando su apreciada armadura morada, Claire Nuñez revisaba el perímetro vacío.

—Esto no me está gustando...— susurró Toby en guardia.

—Este es el lugar, recuerdo perfectamente el metal oxidado.— aquella frase que Douxie soltó pudo haber quitado un peso de encima en el peso de los hombros de los demás.

Aquel silencioso lugar solo era irrumpido por los pasos de el grupo de rescate, y cada uno de ellos era capaz de sentir los constantes y fuertes latidos que sus corazones bombeaban a causa de la angustia.

—No tenemos tiempo para adivinar.— habló el azabache comenzando a perder la paciencia por sentirse tan cerca de encontrar a Stella pero tan lejos de verla.
Sin duda la dosis de Fluoxetina que su madre le suministró fue de gran ayuda.

Para este punto, él ya hubiera tenido un ataque de pánico ante la ausencia de su novia.

—Separense y busquen cualquier cosa que nos ayude.

La búsqueda comenzó, todo era demasiado agobiante en aquel momento y el temperamento de los varones no era el mejor que digamos, su paciencia era peor que la de las féminas.

Lo único relevante era el hecho de que Tobías Domzalski había encontrado un centavo.

—Douxie no creo que estén aquí.— comentó Archie tras minutos de vuelo.

—Yo sé que aquí es.— respondió mirándolo con seriedad.— ¿Cómo se supone que olvidaré este lugar si los gritos de Stella siguen frescos en mi memoria?.

Calló al saber que habló demás, Hisirdoux Casperan había preferido ocultar gran parte de lo sucedido con Stella mientras él estaba en el cuerpo de Nari; suficientes problemas mentales había tenido el azabache como para seguir torturando su mente de aquella manera, pero el solo suspiro de Jim le tranquilizó, por lo que siguió con su búsqueda.

Pobre iluso

Iluso...

Iluso...

—¡Ilusión!.— exclamó de repente el de mechones azul metálico, corrió hacia unas escaleras para tener un punto más alto de vista.— todo esto... es un mecanismo... ¡Una ilusión!

Al saber qué clase de trampa los rodeaba, activó su brazalete dispuesto para quebrantar tal ilusión y revelar la original apariencia del lugar.
Esperaba que Stella siguiera ahí.

—¡Prepárense!.

Todos se alejaron del centro de la rotonda, las vías del tren comenzaron a ocultarse mientras que partes de aquel enorme círculo comenzaban a moverse y unirse unas con otras.

Douxie había acertado.

Pero mientras la piezas se juntaban, la parte central se alzó y las paredes del lugar se teñían del color oxidado original; la mayoría se sorprendió ante el descubrimiento.

Hasta que lo más importante se vio.

Unas cadenas comenzaban a aparecer desde el techo hacia abajo, revelando quiénes se encontraban ahí.

Claire Nuñez y Aja Tarron taparon sus bocas con horror ante la escena que estaban viendo, podían jurar que estaban a punto de llorar.
Toby ya lloraba.

—Tres despertarán...

Bellroc y Skrael recitaban el conjuro del levantamiento de los titanes, Nari solo observaba sin decir una palabra,  sometida ante ellos mientras rodeaban los sellos del Génesis, alegres de poder llevar a cabo su plan.

Mi amor...

Sus preciosos zafiros llenos de vida eran cubiertos por un trapo viejo y sucio, impidiendo su visión ante todo; sus labios sabor cereza eran violentados por una grotesca tela que hacía papel de mordaza en aquellos momentos, podías ver perfectamente como ambas telas estaban húmedas a causa de un llanto incontrolable; aquel precioso rostro cual porcelana fina había sido quebrantado con algunos cortes en su rostro y hematomas que contrastaban con la piel blanquecina.

Aquellas delgadas muñecas se movían frenéticamente por querer ser liberadas de las fuertes cadenas que cortaban la circulación sanguínea de las mismas, la irritación de aquella piel era extrema que parte de ella comenzaba a sangrar.
Los raspones en sus rodillas a causa del hielo que la quemó momentos antes también eran evidentes.

Con pocas fuerzas y sin reparar de quiénes estaban a unos pasos de ella, luchaba por salir de aquella tortura y buscar la felicidad que le fue arrebatada.

Jim Lake fue testigo de cómo su linda y fuerte chica de porcelana y diamante puro ahora era un saco de huesos descuidado y maltratado.

Perdóname...

Si el azabache luchaba con su débil estabilidad emocional por su amor correspondido, Krel Tarron luchaba con su locura por el amor prohibido de la joven.

—¡Aún no se han unido! Podemos atacar.— los hermanos Tarron sacaron sus respectivas serretas dispuestos a atacar.

Stella detuvo el forcejeo cuando escuchó aquella voz femenina que la acompañó un largo tiempo mientras la amnesia comía su mente.

¿Aja...?

—Por el bien de todos, la luz del.-

¿JIM?

El azabache falló, el Amuleto no funcionaba e hizo corto circuito sin siquiera poder terminar de recitar las palabras que lo transformarían en la salvación de 'Ella.

FUNCIONA

Y aunque los demás atacaron, la Orden Arcana tenía un escudo protector demasaido poderoso; aquello era peor de lo que podían imaginarlo.

VAMOS, STELLA ME NECESITA, MALDICIÓN

El conjuro de la Orden Arcana llegó a su punto máximo, y los 3 semi dioses gritaron ante el poder que era invocado.

Stella gritó por el dolor que aquello le causó, su garganta se podría desgarrar ante el dolor.
Estaba siendo ultrajada de la peor manera.

NO, NO, ¡NO!

Era como si invadieran con una espada au ser y sin piedad alguna extranjeran sus fuerzas y poder sin que ella lo quisiera. Como si su mente le dejara de pertenecer y alguien más pudiese usarla cual títere de trapo.

Una enorme luz invadió el lugar y tuvieron que cerrar sus ojos y ahí todo colapsó en cuestión de milésimas de segundo.

Jim corrió hacia donde Stella yacía inconsciente y sin rastros se la Orden Arcana, abrazandola con fuerza y sin planes de soltarla.

—Perdóname, te fallé.— suplicó a la inconsciente jovencita.— Perdóname, perdóname, perdóname...

Todo es mi culpa...

Y los Titanes habían despertado.