06 | Therapy
❝Terapia❞
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Vigilados
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Paciente:
James Lake Jr.
Edad:
18 años.
Diagnóstico:
Trastorno por estrés postraumático
Principios de ansiedad
Síntomas de posible depresión
Se removió incómodo en su asiento, bajo la atenta mirada de aquella imponente mujer de cabellos negros y mirada esmeralda, quería salir de ahí lo más pronto posible.
Aquella habitación perfectamente limpia y llena de ventanas las cuales algunas estaban abiertas, pero en todas se podían observar el exterior y eso le aterraba.
Tragó saliva al ver algunos rayos del sol colarse por las ventanas, la mujer tomó nota de aquel comportamiento y se apresuró a cerrar las cortinas en donde se colaba la luz.
Tanofobia
Era su primera terapia luego de tener un diagnóstico profesional, su madre lo había inscrito en terapias que él creía no necesitar.
—Háblame un poco de ti, Jim.— una sonrisa amable fue vista por el azabache.
Pero él veía a la terapeuta como una gran amenaza.
La mujer de lentes supo que no sería sencillo, sería uno de los trabajos más difíciles de su carrera. Estábamos hablando de un chico de 18 años cumplidos hace dos días, el cual ha vivido las peores experiencias de la vida.
Ella recién se mudaba a Arcadia cuando la guerra por la Noche Eterna aconteció, ella misma miró cómo el chico ahora humano, en aquel entonces en forma Troll, le salvó la vida de otros seres más intimidantes; eso no era todo, cuando estuvo a salvo en la escuela de dicha ciudad, presenció la pelea de la pelirroja con aquel sicario.
También presenció la pelea de la joven contra seres de otro planeta.
La Doctora Lake se haría cargo de la rehabilitación mental de Stella Miracle y ella tenía el honor de sanar a James Lake Jr., el único hijo de la Doctora más famosa en el Hospital.
Debía hacer las cosas bien.
—¿Dónde está Stella?... ¿Do-dónde la tienen?.— Jim Lake contuvo la respiración al ver tan tranquila a la mujer que estaba frente a él.
¿Y si le hicieron daño?
—Tranquilo, pequeño.— la mujer le hablaba con amabilidad y dulzura, no recordaba la última vez que fue tratado de aquella manera.
Debía estar más atenta con él, el azabache no diría nada si no confía en ella.
—Stella está durmiendo... Necesita descansar.
El chico se levantó de golpe con un profundo miedo capaz de ser percibido por cualquiera, la psicóloga Agatha Brown volvió a hacer sus anotaciones y se preparó en caso de que el chico tuviese un ataque de pánico.
—¡Debo despertarla!.— se apresuró a decir, abrazandose a sí mismo para no sentir aquellos escalofríos que recorrían su anatomía demasiado delgada.
El chico apenas y comía, queriendo pasar en cama todo el rato con la de cabellos carmesí al lado de él, impidiendo el descanso de ella y la recuperación de él.
Depresión
—Jim, Stella necesita dormir.
—¡Cl-claro que no! Ella...— su cabeza comenzaba a doler.— ¡E-ella se irá! Se la pueden llevar...— cayó sobre la silla completamente destrozado.— no quiero que duerma 900 años, ella prometió no dejarme...
Comenzó a respirar con dificultad y su cabeza era todo un desastre donde el dolor predominaba más.
Ansiedad
—Te prometo que en cuento salgas de aquí podrás ver a Stella... Pero ella también necesita recuperarse ¿No lo crees?
Sin siquiera verla, asintió. Ambos necesitaban descansar, pero los miedos eran más fuertes que cualquier cosa.
—Necesito saber ¿Cómo te sientes? Debo saber qué tienes y cómo puedo ayudarte.
—Me siento inútil... Enfermo... No quiero seguir, y quiero que Stella se quede conmigo... No quiero perderla de nuevo.
—Pero, ¿Estás dispuesto a someterla a estar junto a ti, hundiéndose? ¿Y si ella quiere seguir?
Ella no lo supo, pero aquellas preguntas causaron un enorme efecto en Jim. Profiriendo hundirse él solo para que su novia tuviese la libertad que ella tanto quería.
Cuando Stella mencionó que Jim se había separado de ella a tal punto de ignorarla, se debía a las palabras que la psicóloga le dijo en su primera terapia al azabache.
Dolió demasiado.]
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—¡Estás caminando, no usas muletas!.— chilló emocionada caminando alrededor de él, algo lento debido al pomposo vestido.— ¡Estás bajo el sol!
Ignorando a todos lo que estaban a su alrededor, Stella sostenía su ramo de doce rosas en su brazo izquierdo y con el derecho tocaba constantemente los brazos del joven Lake. Creyendo que este era una ilusión y no el verdadero.
—Sorpresa...— susurró el azabache aprovechando la conmoción de ella para entrelazar la mano libre de ella con la de él tirando suavemente hasta que estuvo demasiado cerca de él.— me parece que le debo un baile, princesa Stella.
El suspiró soñador de las expectantes lograron poner nerviosa a la de cabellos carmesí, Jim no pasó por alto eso debido a que la mano de ella se heló de repente.
—Hey, no te pongas nerviosa.— pidió sonriente.— me ha costado mucho estar más de 5 minutos afuera para que me dejes plantado.
—Te lo mereces por ocultarme esto.— respondió con una tímida sonrisa, y junto a ellos dos, la dueña de la fiesta comenzó a bailar al igual que las invitadas.
—Lo lamento, 'Ella.— dijo cuando ella recostó su cabeza entre el hombro y cuello de él, notando la diferencia por la altura. La chica sólo asintió sin moverse mucho, sentir los fuertes latidos de Jim era mejor que la melodía que sonaba en aquel equipo de sonido.
Era relajante. Jim era relajante.
—Sé lo mucho que haces por mí y quería darte una sorpresa de que no pasarás cuidandome todo el tiempo... Así que prepárate porque éste príncipe irá contigo a la escuela.
—¿Seguiremos durmiendo juntos?.
—Eso ni se pregunta, 'Ella. El fin de semana quiero que descanses, el período de exámenes ya terminó y tú debes dormir, ya verás que cuidaré muchísimo de ti.— prometió con un suspiro, el ya no sentirse inútil era como ganar el premio Nobel para él.
—Extraño tus pan de qué.— admitió con sus ojos cerrados, con el suave arruyo de Jim y sus relajantes latidos, podía dormirse en cualquier momento.
—Te haré todos los pan de qué que quieras.— la sonrisa de él no se borraba, definitivamente Stella no olvidaría su lenguaje con las palabras que aprendía.
—¿Omelette de queso Manchego?
—Con tomates deshidratados.
—¿Café?
—Con mucha azúcar.
—¿Muchos besos y abrazos?.
—Tantos que querrás huir de mí.
Que esto no termine nunca
—¿¡QUIÉN FUE LA DESGRACIA QUE ME PUSO CHICLE DE MELÓN EN MI CABELLO!?
Ambos suspiraron frustrados, aquella burbuja fue reventada de la peor manera posible.
Nathan ahora tenía chicle color naranja en su cabello naranja.
Stella con molestia y más que todo dolor por su momento perdido, fue con su jefe para ayudarle con el peor problema con el que podía lidiar. Nathan con tinte nuevo y chicle nuevo.
—Dame 5 minutos con mi magia, y te pintas el cabello de otro color.— dijo con seriedad.— me debes mucho... matar mi momento con MI novio te costará caro.
—Del que tu quieras. Y la próxima semana libre.
—Negro. Y me tomaré esa semana.— gruñó.
—Morado, entendido.
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Ambos se recostaron con suavidad en la cama del azabache, Jim siendo quien diera la espalda al colchón sosteniendo a Stella sobre él. Sin duda ocuparían el tiempo haciendo lo que más querían y necesitaban en aquellos momentos.
Dormir.
Ni siquiera se colocaron una pijama y ambos estaban profundamente dormidos, había sido un día demasiado agotador y la comodidad de la habitación de Jim era lo mejor. Era gracioso, ambos llegaban a soltar pequeños ronquidos ante el cansancio.
Parecía perfecto.
Y por primera vez, Jim Lake no sufrió ninguna pesadilla que atormentara la mente de él y perturbara el sueño de la pequeña de ojos zafiro.
Nadie interfirió con el sueño de la pareja más alocada del mundo, solamente le dieron una tartaleta de frutas a Toby y su Nana como de costumbre y unoa trozos de pastel a la señora Lake y a Strickler.
Sin embargo, ambos jóvenes mantenían sus teléfonos apagados para no ser molestados, y no se dieron cuenta de la insistencia las llamadas y mensajes de voz constantes que Douxie mandaba sin descanso.
Algo comenzaba a andar mal.
Alrededor de las 12:23 de la media noche, la habitación de Jim fue azotada por una ventisca fría; ambos ni se dieron cuenta de ello.
A lo lejos, desde el techo de los Domzalski, un semi dios llevaba a cabo una tarea que le fue encargada.
Skrael los vigilaba mientras mantenía demasiado fría aquella habitación, lo último lo hacía más por diversión que por otra cosa.
La Orden Arcana estaba cerca.
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