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01 | "Normal Day"

Día Normal

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Rutina
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3 Meses Después

—Bien jóvenes, como seguía comentando acerca de los números electrónicos...

Ni siquiera le prestaba atención a esa clase, si bien su cuaderno estaba perfectamente lleno de las anotaciones correspondientes a la clase de hoy, ella no prestaba atención; ya sabía de memoria ese tema, se dedicó a repasarlo desde una noche antes.

Aunque claro, sus interrupciones nocturnas le permitían aquello

Miró el reloj que estaba situado arriba del enorme pizarrón, apenas marcaban las 11:55 de la mañana, al ser lunes, sus clases terminaban a las 12:00 del mediodía.

Avanza reloj

Suplicó mirando el cachivache que marcaba la hora, hasta podía jurar que ya habían pasado los 5 minutos restantes, pero volvía a mirar y el minutero parecía no querer avanzar.

Repiqueteó sus pie derecho contra el suelo, por fortuna sus zapatillas blancas no provocaban gran ruido así no molestaría a nadie.

Miró nuevamente el reloj, 11:56 am.

¡Avanza!

—... Y quiero que estudien los capítulos 16 al 20 para la clase de mañana, les recuerdo que sus exámenes de fin de semestre están cerca.

Una última despedida y el timbre sonó por toda la locación anunciando la jornada de clases respectiva.

—¡Por fin!.— exclamó con alegría recogiendo su cuaderno y libro paea guardarlo.— perdone profesor Tyler, sabe que adoro su clase.

El hombre de traje le sonrió a la fémina de mirada zafiro sin regaños de por medio, ya sabía la situación de la chica así que tenía permisos especiales y una que otra pasada por sus despistados actos.

—Descuide señorita Miracle, espero ver mañana las tareas que tiene pendientes.

Obviamente no se refería a las tareas de ella, es mas, la joven de 18 años recién cumplidos casi siempre le entregaba las tareas a tiempo.

—Mañana a primera hora se las daré.

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—¡Stella!.— fue llamada por Claire y su grupo.

La de cabellos rojizos cerró su casillero con rapidez y llegó hacia donde su amiga de flequillo blanco. Saludó alegremente a Claire Nuñez, para después saludar a Mary Wang y Darcy Scott.

—'Ella preciosa, iremos por malteadas con Krel y unos más ¿Te nos unes?.— preguntó la chica de cabello lacio dejando de ver sus mensajes para prestarle atención a la de ojos zafiro.— nos lo debes, no pudimos celebrar tu cumpleaños...— le reprochó.

La joven hizo una mueca y Claire supo de inmediato que no debía ser incluida en dichos planes, pero llegaban a olvidarse de todo debido a retomar las clases como debían.

—Será en otra ocasión, tengo la tarde  ocupada.— se disculpó caminando hacia la salida.

Y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente después de las demás

Sonrió al crear un portal que la llevaría a su destino favorito.

.

—¡Ya estoy en casa, cariño!.— gritó la  joven de cabellos carmesí dejando las llaves de la casa en la mesa de la cocina.

Tanto la sala como el comedor de aquella casa de dos plantas estaban vacías, y el sótano era imposible que tuviese a alguien. Sonrió mientras subía las escaleras para ver a su destino lo más pronto posible.

—¿De qué tienes hambre, fabulosa obra de arte?.— preguntó al entrar a la habitación completamente decorada de tonos azulescos.

Donde un sonriente Jim le esperaba sentado en la cama, uno de los pocos lugares en los que podía estar.
Ella cerró la puerta detrás de sí, tiró su mochila a quien sabe donde y se tiró junto al joven de cabellos azabaches.

Como era de costumbre, Jim la abrazó con fuerza y la rodeó con sus piernas siendo cuidadoso para que esta no escapara de él, como decía bromeando.

—¿Terminaste tus tareas?.

—Primero que nada, mi beso.— pidió con una pequeña queja, siempre detestaba cuando se lastimaba sus costillas casi recuperadas cada que abrazaba a Stella como se le antojaba.

—¿Te lo mereces?.— preguntó recibiendo varios asentimientos de cabeza.— ¿Hiciste tus terapias?.

—La terapia al aire libre la haré por la tarde, aun no me acostumbro al sol.— dijo apenado sin mirarle.

Adorable

Ah, las terapias físicas de Jim. Aquellas que realizaba para su recuperación de costillas rotas, mano  con esguince y algunos dolores y lastimeos en sus piernas. Sí, aquellas eran la mitad de las secuelas que su pasado le dejó.

La mitad

—Pues mi novio merece miles de besos y el almuerzo perfecto.— concretó la joven besando cada parte del rostro del chico que le sacaba suspiros.

Estaban más unidos que nunca.

—¿Macarrones con queso?.

—Macarrones con queso.— dijo él acariciando con su mano sana el rostro de la joven.— y mis tareas están listas para mañana.

Mientras que Stella prefería sus clases presenciales, la situación de Jim fue perfectamente entendida por el Director Uhl que le dejó seguir estudiando en casa. Solo que la joven de mirada zafiro era quien le entregaba las tareas a los maestros y estos últimos hacían videoconferencias con el azabache para hacerle exámenes orales.

—Ese es mi chico.— felicitó besando los labios delgados del joven y yendo a cocinar su almuerzo.

Vamos progresando, Jim...

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Arregló su cabellos carmesí en una trenza de lado, peinado enseñado por la mismísima Claire Nuñez; tuvo que hacer un enorme esfuerzo para lograr que Jim la soltara de todos lo abrazos que le daba.

No le molestaba en lo absoluto, al contrario, le causaba gracia que él no quisiera separarse de ella en ningún momento.

—Volveré pronto.— le dijo al de 18 años también, el chico comenzaba a realizar sus tareas y estudiar los temas que podía, Stella solo le ayudaba con los más complicados.— te dejo el cereal en la mesa para que no te lastimes por la altura de la alacena.

Jim sonrió apenado, recordando que la última vez que intentó tomar algo de la alacena terminó con fideos crudos encima y la azúcar derramada a un lado.

—Ya te he dicho que eres la mejor, ¿Cierto?.— preguntó parándose con dificultad.

Ella afligida corrió hacia él para estabilizar su equilibrio, acción que el azabache aprovechó para abrazarla con cariño por la diferencia de altura.
Jim había crecido 3 centímetros desde la última vez que lo vio y Stella seguía con su estatura normal.

—¿Me lo dices de nuevo? Me gusta como suena.

—¡Mi novia es la mejor!.— gritó a sabiendas que nadie la escucharía, salvo los mapaches que jugaban en la basura.— cuídate mucho y no regreses tarde.

—Señor, sí señor.— respondió con voz de soldado.— te traeré algo delicioso, lo prometo.

Se separó del joven para hacer un portal desde su casa y aparecer en su próximo destino, dejando a un joven de 18 años sonriendo completamente orgulloso por su chica de mirada zafiro.

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—Siempre a tiempo, ¿No Stella?.

Le sonrió al joven de cabellos naranjas, debía admitir que el tinte le quedaba bien. Le sonrió amable mientras se terminaba de colocar el delantal y se preparaba.

—Sabes que tengo algo a mi favor, Nathan.— le respondió.

Sí, todo Arcadia sabía de Stella y sus poderes

La campanilla del local sonó indicando la presencia del primer cliente vez vespertino. Por lo que compartió una última mirada con su compañero de cabellos pintados y ambos se dirigieron a sus puestos.

—Bienvenido, ¿Puedo tomar su orden?

Sí, Stella Miracle tiene su primer empleo.

Sin duda estaba orgullosa de su avance, a pesar de algunos traumas que quedaron marcados en su memoria, la chica debía apresurarse a avanzar y ayudar al azabache en todo lo que podía.
Era mesera, había obtenido el trabajo anterior que Douxie tenía.

Oh, extrañaba a su casi hermano de mechones azules, pero este tuvo que partir a Nueva York para proteger a Nari por si volvía la Orden Arcana.

No podía quejarse, a sus 18 años ya era toda una chica independiente y eso le emcantaba.
Por las mañanas se dedicaba a estudiar en la escuela, ya siendo su último año de estudio; al mediodía iba a casa de Jim a prepararle el almuerzo mientras él seguía en reposo; por las tardes acudía a su empleo de medio tiempo y en la noche regresaba a la casa de Jim Lake donde Strickler la esperaba con una deliciosa cena.

Tenía su rutina perfecta.

Trabajaba 3 días a la semana y se dedicaba a pasear perros o trabajar de niñera de vez en cuando los fines de semana, su vida no podía marchar mejor, y junto a la señora Lake todo funcionaba como debía.
Habían creado un horario para ayudar en las comidas a Jim, ya que sus huesos rotos le obligaron a pasar 5 meses en reposo con poca terapia y al sexto mes iría a terapia intensiva. Las mediodías ella se ocupaba del almuerzo de Jim, los desayunos eran simples ya que la Señora Lake no era una experta en la cocina y las noches Strickler hacía la cena. Los tres trabajaban mientras que los 3 bebés con los que se quedaron, pasaban en una guardería. Tuvieron que dar en adopción a los demás ya que los gastos habían incrementado por la aparición tan anhelada de Jim.

Stella Miracle no dormía en casa del azabache, tampoco en la de Claire. Si no que, tras una dulce charla con la Nana de Toby, la señora de avanzada edad le había ofrecido el cuarto de huéspedes completamente gratuito, así viviría cerca de su novio.

Ella se negó, quería pagarle al menos. Así como Douxie había trabajado para cubrir sus gastos, obviamente la señora de lentes se negó.
Tuvo que llegar a un acuerdo con Toby, ambos irían a hacer los mandados, ella pagaba una parte de la comida y se dedicaba a al menos pagar el recibo del agua y el gas. No optó por pagar el recibo de la luz porque pasaba más afuera que en la casa y ella no encendía nada.

Todo calculado y perfecto como siempre quiso.

Bueno, no perfecto del todo

—Veo que tu cabello sigue haciendo estragos por aquí.— escuchó al de cabello naranja hablarle desde la caja registradora.

Dejó de limpiar las vitrinas donde los más deliciosos postres se mostraban a los consumidores y miró a quien tenía por nombre Nathan.
Sonrió apenada cuando se dio cuenta que varias niñas veían más su cabello que el postre que les había servido, al igual que algunos residentes locales y rostros nuevos que seguramente se trataban de turistas.

—Pues no veo que te quejes cuando pasas el dinero a la caja chillante.— dijo sacándole carcajadas al chico.

—¿Así es como debes hablarle a tu jefe?... ¿Con esa boca besas a Jim?.— se burló mientras atendía la una mujer que compraba unas tartaletas.

—¿Y con esa actitud piensas conquistar a mi compañera Mary?.

Boom, le dolió

—Haré como que no escuché eso.— puchereó.— ¿Crees que tenga oportunidad?.

—No.

—¿¡Cómo!?.— las carcajadas de la fémina le hicieron relajarse al saber que se burlaba de él.

—Tal vez con ese tinte le llames la atención, fue mejor que tu cabello rosa.— comentó limpiando las mesas que estaban cerca y de paso limpiar la boquita de una niña que babeaba sin dejar de mirarla.

—Ni me lo recuerdes.— resopló.— 3 días después me di cuenta que alguien me había pegado un chicle del mismo color.

Y como de costumbre, la campanilla de la entrada sonaba para hacer notar la precensia de más clientes. La chica arregló un poco su fleco y tomó su libreta y lápiz para las órdenes de los nuevos visitantes.

Llevándose halagos y uno que otro número de teléfono consigo.

Espero me visites pronto, Jim...

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—Traje Pie de mora azul.— avisó la fémina de cabellos carmesí entrando a la casa por la puerta principal, acto que había prometido hacer para ser un poco normal y común por un tiempo.

Mientras no nos ataque la Orden

Quedará perfecto con la ensalda mixta.— dijo Strickler mientras paseaba por toda la cocina terminando la cena.— Buenas noches, Stella. Lamento no saludarte.

—Descuide, hacer la cena para dos adultos, dos adolescentes y la papilla para tres bebés no es tarea sencilla.— dijo poniendo el postre al refrigerador para que no perdiera la consistencia.— Y buenas noches, Strickler.

—Por fortuna siempre me traes el postre.

—Huele delicioso.— comentó la Doctora Lake llegando con rastros de leche en su blusa.— Buenas noches, cielo.— saludó a la fémina besando su cabeza con amor.— Jim está terminando sus tareas, solo no hablen muy fuerte, me ha costado dormir a los pequeño.

—De acuerdo, señora Lake.— sonrió para adentrarse a su lugar favorito, la habitación de Jim.

Pasó con sumo cuidado el área donde los bebés dormían, hasta llegar a su destino.
Abrió lentamente la puerta y se recargó en el marco de esta para apreciar mejor la vista que le ofrecían.

Jim Lake estaba con su pijama puesta, y su cabello despeinado, pensó que es se había bañado recientemente por lo fresco que se veía. Concentrado mientras hacía los últimos detalles de las nuevas tareas que le habían asignado.

—'Ella ya sé que estás viéndome.— le dijo para sorpresa de la joven.

—Emmm, tú no viste nada.— dijo en un vago intento de no pasar tanta vergüenza al ser descubierta.

Con la confianza que ambos se tenían, la chica tiró sus zapatos a un lado y se lanzó hacia la cama desordenada de su novio, abrazando la almohada de este con fuerza.

—Aproveché y adelanté tu tarea de español.— anunció el chico, caminando con lentitud hacia donde ella reposaba.
Se acostó a su lado y entrelazó su mano con la pequeña y suave mano de ella.— también he sacado las ideas principales de tu tarea de historia y química para que las estudies y hagas tu tarea.

Lo único que logró sentir fue unos fuertes brazos rodeando su torso y una lindas piernas aprisionandolo mientras la chica se encargaba de besar sin cesar la cara de un sonriente y sonrojado Jim.

—Gracias, gracias, gracias.— musitó sin apartarse de aquella cómoda posición.

Cualquiera podía malinterpretar el cómo estaban, Toby incluso los había visto así y no había parado de molestar a Jim; sin embargo todo el mundo sabía que Stella Miracle no tenía ni una mínima mala intención. Y eso eea lo que más le gustaba al azabache.

Ninguno necesitaba de malas intenciones

—¿Cuántos números conseguiste hoy?.— preguntó burlón acariciando la espalda de la chica.

Ella escondió el rostro entre el cuello y hombro de él, siempre le preguntaba lo mismo. Jim parecía disfrutar de las ignoradas épicas que Stella le daba a los chicos que pasaban a su alrededor, la desconfianza y baja autoestima estaba enterrada en la relación que llevaban.

—Al final del día... siete.— murmuró.

—Vaya, tengo 7 socios.— bromeó.

—¡Jim!.— chilló golpeando el hombro de él.— eres un tonto.

—A veces.— le admitió sonriente. Podía sentir el calor emanar de las mejillas de ella. Le gustaba ponerla nerviosa.— ¿Cómo está Nathan, ha tenido avances con Mary?.

Debo mantenerme al margen del chisme

—Está triste.— respondió.— Mary dice que necesita tiempo para pensar y no quiere pasar cerca de la cafetería para no verlo.

Una rato más conversaron sobre eo día del otro, donde Jim daba el mismo discurso de siempre.
De la cama al escritorio, del cuarto al baño, del cuarto a la sala.
Mientras que ella le actualizaba de absolutamente todo.

Incluso había días que soltaba un: una ardilla pasó cerca mío llena de bellotas.

—Y luego una chica que ofrece sus servicios sexuales me dio más propina que la de una persona de clase alta; me dio consejos de que nunca abandonara la escuela, me cuidara y que abrazó contenta porque no la traté como los demás. ¿A qué se referirá?.

—Ay 'Ella, si te dijera seguramente odiarías este mundo.

—No puedo odiarlo, tú estás en éste mundo.

¡Chicos, la cena está lista!

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Arropó a Jim luego de unos minutos donde le cantaba para que pudiese dormir, desde que este había descubierto la habilidad de Stella para cantar en inglés, le suplicaba cada noche porque le cantara unos versos para dormir. Ella gustosa aceptó.

Ahora guardaba sus útiles escolares para partir a su hogar con los Domzalski; pero primero se aseguró de dejar en funcionamiento un objeto que había adquirido un gran valor para ella.

Un monitor de bebés

Miró por última vez a Jim Lake y salió del lugar para llegar a la sala.

Bárbara Lake la esperaba con su taza de café dulce, como siempre. Strickler y los niños ya estaban dormidos, por lo que ellas podían conversar tranquilas.

—Cuéntame, cariño. ¿Cómo te sientes?

Y la rutina nocturna comenzaba, donde Stella hablaba con la madre se su novio respecto a sus avances, contándole que ya había dejado de tener pesadillas, no habían desaparecido pero sí que le atormentaban con menor frecuencia que antes.

—También ya no me afecta estar rodeada de tanta gente.— confesó mostrando sus brazos desnudos ante la Doctora.
Fue felicitada, ya cumplía 1 mes sin un ataque de ansiedad y sus brazos comenzaban a dejar de tener aquellas tormentosas cicatrices.

—Me alegra escucharte decir eso, ¿Sabes si Jim ha tenido avances?

Suspiró decepcionada, el de mirada azul cielo iba a una psicóloga privada, su madre no era buena opción debido al parentesco, complicaría la situación. No como Stella que podía hablar con total libertad con la mujer de cabellos naranjas.

—No le gusta hablar conmigo de eso, dice que ya lo molesto demasiado... Pero lo veo más alegre, incluso más cariñoso que hace un mes.

3 meses, 3 malditos meses donde Jim se había apegado como garrapata a Stella por dos semanas, y luego que comenzaban a salir las secuelas de su mala vida por sus responsabilidades él se había alejado de ella para no molestar.

Mas en ningún momento lo dejó, ni cuando le ignoraba por -según él- el bien de ella.

"Mereces a alguien que esté para ti y no alguien que se la vive en cama y en terapias" fue lo que le dijo.

"Tú merecías a una chica normal donde su padre no quisiera matarte, y tú nunca me dejaste"

—Ve a casa, 'Ella. Apenas es lunes y mereces descansar. ¿Activaste el monitor?

Ella asintió y salió directo a su habitación por medio de sus portales.

A estudiar...

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Estaba dormida sobre su cuaderno de química, ya había terminado sus tareas, y agradecida de que Jim le hubiese avanzado en las más largas, se quedó dormida sobre el escritorio y con la ropa habitual puesta.

Por favor, salvame...

Aquella frase la despertó. El monitor de bebés que había colocado en la habitación de Jim fue quien la había despertado.

—¡SAQUENME DE AQUÍ!

Atontada creó un portal hacia la habitación de Jim Lake, ni siquiera se fijó que eran las 3:20 de la madrugada.

Su verdadero trabajo recién comenzaba.

Ahora era ella quien protegía al ex Cazatroles de sus pesadillas, apareciendo cuando estas empezaban, despertandolo y tras calmarlo se acostaban juntos para que el chico pudiera dormir; se sentía más cómodo con ella a su lado.

Ambos se entendían

Ella por supuesto que le costaba conciliar el sueño, muchas veces el azabache quedaba con pequeños espasmos y ella estaba alerta ante un ataque, lista con el inhalador a un lado por si el de 18 años no respiraba correctamente.

No se molestaba ni mucho menos le incomodaba.

Estaría con él en todas las vidas posibles

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