Respuesta
Atenea había cumplido con su palabra. En el sitio más recóndito de mi mente, encontré la respuesta de como vencer al monstruo y salvar a Andrómeda.
Corrí hacia Jaffa dejando la costa. La gente me observaba con confusión. No me importaba, solo necesitaba encontrarlo. A él. A la pieza faltante del rompecabezas.
Lo encontré junto al desconsolado rey en la plazoleta. Pedía indicaciones de como llegar a salvar a Andrómeda.
—Yo sé cómo salvarla —exclamé ante su sorpresa.
Él, con su brillante cota de malla, un morral pesado en su costado y armado con una espada y los zapatos mágicos y veloces del dios Hermes, desvío toda su atención del rey hacia mí.
Uno de los héroes de Grecia, había decidido oír la voz de un macilento muchacho náufrago. Sin embargo, esa insignificante voz era la que tenía la respuesta. Perseo lo sabía. Quizá por cuenta propia o porque la misma Atenea había colocado los mismos pensamientos en su mente.
—Soy todo oídos, niño. Dime tu nombre.
—Soy Akila. Quiero ayudarte, Perseo.
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