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Abrió una de las puertas y al ver que no había nadie en el mostrador se acercó a la mujer y le preguntó aquella supuesta suplica de cambiar a su pareja de centro. Se la leyó y confirmó que no lo había escrito él, porque esa no era su forma de expresarse y que definitivamente debió ser alguien que tomó su nombre y sus apellidos prestados, porque él, juraba y recontrajuraba que no había escrito esa carta.
La recepcionista, confundida, decidió anular el cambio de hospital y borrar el documento escrito, después le mencionó que ya sabía donde se encontraba su pareja. Keenan asintió con la cabeza y caminó hacia la habitación para ver los párpados cerrados de su novio, suspiró y besó su frente, al menos tenía un punto que adoraba, amaba y le gustaba besar y que estaba descubierto.
- Buenos días amor...- empezó a contarle lo que pasaba, como cada día desde hacía varios meses atrás.- ¿Sabes? Hoy fue raro... Me dijeron que yo había dicho de cambiarte de hospital, no sé qué loco intentaría secuestrarte, menos mal que pude solucionarlo y no te apartaron de mí...- suspiró y sonrió- Veo que hoy tu corazón va más estable que ayer, ¿Significa eso que podré ver tus hermosos ojos pronto? Espero que sí...- suspiró y besó su frente de nuevo.- Seguramente no estés escuchando nada de lo que digo y yo esté aquí hablando con una bonita pared blanca.- rodó los ojos- Te quiero Ray...- dejó escapar con desgana y un enorme deseo de que el otro abriera los ojos y le contestase que él también le quería.
- Podría ayudarte con la enfermedad de tu novio.- se sobresaltó al escuchar aquella voz en la habitación.
Acercó la silla por inercia a Ryan y casi se puso sobre él como un gato protegiendo a sus crías o un lobo a su alfa. Adoptó una postura defensiva y un ceño fruncido heredado de sus padres, la mirada amenazante de uno y el ceño fruncido del otro, realmente era una de las cosas buenas que había heredado de sus padres, que podía intimidar a la gente a pesar de su baja estatura.
- ¿Quién es usted?- respondió con voz seca y amarga.
La risa del adulto de unos cuarenta y largos años resonó con una amabilidad muy terroríficamente falsa y arrogante. Se apoyó en el bastón que traía en una de sus manos, casi como un dictador o un hombre adinerado y se echó hacia delante con alguna intención de escanearlos a ambos antes de contestar, también como si quisiera ver su reacción con un primer plano.
- Estoy desarrollando la cura definitiva para todo tipo de cáncer existentes y por existir- la mirada de Keenan pasó de una agresiva a una totalmente escéptica y feroz cuando el hombre dio un paso en su dirección. Rechinó los dientes para que no diera un paso más- Claramente a cambio de un módico precio podría curar a tu novio para que podáis vivir vuestra vida juntos o lo que sea que hagan los jóvenes a esta edad...- habló con un toque de arrogancia que incomodó sutilmente a Keenan por el tono lascivo que había en el segundo plano.
- No has respondido mi pregunta. Podría llamar a los médicos para que te echen de aquí por estafador.
- Sería un terrible error por tu parte, muchacho...
- Tampoco confío en sus palabras.
- Tampoco pido que confíes, niño, solo te aseguro que puedo curar el cáncer, por grave que sea... Y tal y como está tu novio no creo que dure más de esta semana...- la sutil carcajada que dejó escapar lo aterrorizó de pies a cabeza. Miró las constantes vitales, estas ahora se encontraban bajando al ritmo de ayer, y cuando estaban a ese ritmo bajaron un poco más, se alteró y sus ojos se hicieron diminutos, miró aquel hombre como si hubiera sido el culpable de lo sucedido o hubiera matado a alguien delante de él y después volvió a mirar a Ryan.- Solo te digo que lo pienses- se acercó para entregar una tarjeta negra en la que no había ningún nombre, solo el número de teléfono, el hombre se retiró y tal como lo hizo entraron los doctores alterados por el repentino aviso que tuvieron en la central por las constantes vitales bajas del chico.
Keenan se retiró un poco para dejarlos trabajar y miró la tarjeta, negó con la cabeza y la guardó en el bolsillo trasero del pantalón.
- Tenemos que llevarlo a reanimación en seguida, su corazón va muy lento- entre los dos doctores y el cabecilla se llevaron la camilla de allí corriendo, Keenan fue detrás de ellos tomando todas sus cosas. Lo dejaron fuera de la sala como ya estaba acostumbrado, pero escuchó la voz del médico decir que lo estaban perdiendo si no se daban prisa y aquello no lo dejó bien parado.
Una leve crisis de ansiedad atacó al chico como si le hubieran disparado una flecha y hubieran atravesado su pecho, casi también sentía como que un grupo de culturistas le habían dado la paliza de su vida, estaba destrozado emocionalmente, se dejó caer en la silla de la sala de espera y llamó a su padre para explicar lo ocurrido, pasando por alto el tema de que un hombre extraño le había ofrecido curar a su pareja a cambio de un... gran precio... que seguramente le costaría sus dos riñones y parte del hígado. Aproximadamente a la media hora sus padres estaban allí sentados juntos a él, solo para hacerle la compañía que requería, necesitaba y exigía el estado de su hijo.
Daba gracias a que a pesar de que sus padres aún trabajaban, pudieran permitirse, gracias a sus horarios flexibles, poder estar con él.
Pasaron dos horas largas y exhaustivas hasta que por fin uno de los médicos que se llevó a Ryan empujando la cama, salió de la habitación de reanimación para informar que Ryan estaba estable y que habían conseguido despertarlo, que él se encontraba en una nueva habitación, les dijo el número y les pidió que no lo alterasen mucho, que recién había despertado y todavía estaba algo desorientado, si no hablaba era normal, tampoco podría hacerlo con facilidad con aquella cosa en su cara para ayudarlo a respirar. Al llegar a la habitación, Keenan, al ver aquellos pálidos, pardos, hermosos, preciosos ojos amarillos lo abrazó como si no lo hubiera visto en años, ganándose un quejido de Ryan, lo soltó y se disculpó muchísimas, demasiadas veces. Ryan soltó una risilla y lo tomó del borde de la camiseta, iba a besarlo, pero se dio cuenta de la mascarilla que tenía para poder respirar, bufó y lo soltó, tenía la manía de agarrarlo del borde de la camiseta y besarlo para callarlo si Keenan se ponía melodramático o excesivamente romántico.
Una lástima, ahora iba a tener que soportar sus discursos largos, dramáticos y diabéticos.
- ¿Qué tal estás?- preguntó después de una risilla por ese intento de callarlo con un beso que al final salió mal.
- Vivo/?- casi fue una respuesta sarcástica.
Keenan soltó una carcajada en bajo y besó la frente del chico sin cabellos, lo escuchó suspirar.
- Supongo que... algo medio dormido todavía- suspiró ahora contestando la pregunta- ¿Estuve dormido mucho? Tienes el pelo más largo...- Keenan asintió.- Lo siento...
- Te dije que no tenías que disculparte conmigo, bobo- musitó mientras se apoyaba en el colchón- No tienes que disculparte por nada...- besó su frente- En todo caso te debo yo una disculpa por haber estado llorando tanto...- Escuchó suspirar al de ojos amarillos.
- Ya veo... ya...- suspiró y sonrió algo roto- Me duele el cuerpo entero, casi parece que me hayas dado una paliza en la cama durante cinco rondas seguidas... sin descanso...- parecía estar hablando sin pensar, tal vez los efectos de volver a despertar. Ryan no solía expresarse así.- Oh si... Que recuerdos...- Dejó caer la cabeza hacia atrás en la cama, mirando el techo, Keenan lo miró fijamente y dejó ir una risilla.
- ¿Qué recuerdos de qué? Si apenas me dejabas hacerte nada.
- Perdona, Kiki, cuando estoy sentimental me dejo hacer de todo- dejó escapar una risita entre dientes mientras decía eso.
Keenan se sintió radiante al verlo reír y sonreír como si no hubiera pasado nada, y aunque quería fingir que no había pasado meses enteros tomando su mano y llorando para que despertara... No podía hacerlo del todo, se sentía afectado en el fondo... Ryan solo hablaba con tanta confianza cuando ambos estaban a solas, se reía y jugaba con las palabras a su antojo... Adoraba eso...
- Vaya, parece que el coma no te quitó tu humor- comentó con sarcasmo sacándole una risilla el contrario.- Te echaba de menos... De hecho... Te echamos de menos- lo miró raro- Mis brazos y yo te echamos de menos, quiero abrazarte de nuevo toda la noche y no soltarte hasta que no sea lunes y tenga que ir a trabajar.
- Oh, ¿Todavía sigues peinando a tu hermana como cuando eras pequeño?- lo miró mal y Ryan dejó escapar una risilla- Perdón, perdón... Te quiero...
- Yo también...- besó su frente de nuevo.- Tengo a mis padres en la puerta seguramente espiando y escuchando lo que estamos diciendo, voy a hablar con ellos para que se puedan ir tranquilos a casa, y también para que no espíen conversaciones ajenas- Ryan sonrió reteniendo la risa entre sus labios y asintió con la cabeza.
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Pensaba que ahora todo iría bien ya que Ryan había despertado después del coma en el que quedó atrapado, sin escucharle, sin hablarle, sin mirarle, sin sonreírle...; pero se equivocaba y se equivocaba por mucho. Ryan volvió al círculo tan repetitivo como un bucle de lo que ya tenía, es decir, en el sangrado de encías, de nariz y en apenas comer nada, claramente esto afectaba emocionalmente a Keenan ya que pensaba que no tendría que limpiar más la nariz de Ryan porque hubiera empezado a sangrar sin previo aviso. Al menos su corazón se mantenía estable y su humor no se borraba salvo cuando tenía aquellos bajones depresivos en los que había llegado a insinuar que quería morirse ya y dejarlo todo atrás, pero Keenan siempre sacaba sus argumentos de que todavía tenía que ver la casa y dormir los dos juntos en la misma cama, o sino el simple de hecho de que haría él si Ryan no estaba. Eso evadía un poco los pensamientos pesimistas del chico sin cabellos, pero igualmente, no duraba por mucho.
Uno de esos días decidió explicarle lo de aquel hombre y su milagrosa cura del cáncer, Ryan pareció interesado y esperanzado, y casi le pidió y suplicó que llamase, que no podía ser tan caro como seguramente estaba exagerando Keenan, igualmente no hizo la llamada, porque le parecía ridículo que alguien hubiera encontrado la cura general de todos los tipos de cáncer y no hubiera ni un solo anuncio en internet o en las noticias.
Ryan insistió de nuevo, pero fue un nuevo "no" rotundo por parte de Keenan, fue ahí donde iniciaron una discusión corta en la que acabaron perdonándose ahí mismo por decirse cosas feas y se dieron un beso a distancia, es decir, que se lanzaron un beso ya que Ryan no se podía quitar ese aparato de la boca y nariz por nada del mundo, ni aunque hubiera un terremoto, el mundo se acabara, los invadieran los alíen o cualquier locura que su cerebro pudiera imaginar, según dijeron los doctores.
Estaba decidido a no hacer la llamada.
Pero su opinión se vió alterada bruscamente el día que Ryan tuvo un pequeño ataque al corazón que hizo que nuevamente los doctores se lo llevaran al quirófano. Aquello le causó tal ansiedad que entre la desesperación, la desesperanza y el temor a perder a Ryan definitivamente que cuando llegó a casa buscó la tarjeta desesperadamente entre los pantalones y marcó al teléfono lo más rápido y eficaz que pudo para que el hombre lo contactase de inmediato. La gruesa, lasciva y perversa voz de Keenan lo hizo temblar de pies a cabeza, pero se mantuvo firme y pidió saber cuál era el precio de aquella oferta para curar a su pareja.
La escandalosa y maníaca risa del hombre lo estremeció más todavía.
Le dijo el precio, las condiciones y todo lo necesario para que todo funcionase a la perfección, además de que también se dio cuenta mentalmente de que aquello lo endeudaría hacia las cejas, pero haría cualquier cosa por salvar a Ryan.
Cualquier cosa.
- "Acepto"
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- ¿Ryan?- preguntó para comprobar si estaba consciente o no, cuando este empezaba a despertar después de que el supuesto hombre y su equipo de médicos le inyectaron la cura y estuviera por lo menos dos horas inconsciente, claramente también le habían hecho tomar un tranquilizante previamente para que el dolor no lo hiciera desmayarse.
Lo escuchó suspirar a través del tubo del aire y entreabrió los ojos para ver a Keenan casi en primer plano, le sonrió pobre.
- ¿Sí?- musitó y le sonrió con un poco más de ganas.
- ¿Qué tal estás?- preguntó.
- Como siempre, supongo que bien... No noto nada...
- Claramente, todavía no se ha conquistado todas las células blancas en mal estado de tu cuerpo, en tal que estén estables, tú podrás salir de aquí casi por tu propio pie, pronto ya no necesitarás esto...- señaló el respirador con su caro y exuberante bastón.
Ryan estaba al corriente de que al final llamó a aquel hombre para que lo curasen definitivamente después de la crisis de ansiedad que tuvo la última vez que lo metieron en el quirófano, ambos sabían que Keenan había hecho un esfuerzo inigualable y casi inalcanzable para reunir el dinero lo antes posible para poder curar a Ryan lo antes posible también. El de ojos amarillos estaba orgulloso de su pareja, de lo que había hecho por una vida ajena a su familia, ósea, a su sangre, lo que había hecho por su novio.
Realmente Keenan estaba muy enamorado de él como para hacer eso, realmente estaba muy enamorado de él. Lo amaba tanto...
Al paso de varios días se notó la mejoría tanto en el aspecto, la palidez que se iba eliminando poco a poco hasta su tono de piel normal, como en el apetito, como en las ganas de moverse por cualquier excusa como una botella de agua. Había dejado el respirador atrás y ya no tenía tanta dificultad para respirar, al menos ya volvía al estado inicial previo a estar ingresado en el hospital hacía ya tres años. Keenan se veía como un niño pequeño, no dejaba de mirarlo con aquel brillo esperanzado que tenía siempre, aquel brillo enamorado, y no se retenía, ahora lo besaba más que antes, mucho, mucho más que antes; realmente aquellos meses que no pudo besarlo le afectaron emocional y sentimentalmente, ahora realmente si se sentía más que querido. Si ya se sentía amado y apreciado antes, imagina ahora que tenía a Keenan como una lapa pegado a él casi como si volviera a ser el niño de quince años enamorado de un Ryan de dieciséis años.
Demonios... Tenía veintidós años... Había perdido cuatro años aproximadamente en el hospital, cuatro años... casi cuatro largos, pesados y amargados años... Bueno, ahora ya se acabó, realmente esperaba que ahora ya si se acabase, y que ese hombre no les hubiera estafado sus casi ahorros de toda la vida, demasiado dinero que habían gastado en aquello y realmente esperaban que no fuese una estafa.
Tal como iba el estado de Ryan no lo parecía en absoluto.
Ryan se recuperó por completo dos o tres semanas después de recibir el milagroso tratamiento, el hombre se despidió de ambos con una sonrisa macabra por haberlos ayudado, no entendía porque ese hombre tenía esa... rara... extraña... malévola sonrisa... pero bueno...
Simplemente con no relacionarse con ese hombre y haber pagado el tratamiento completo sin deudas, no corrían peligro...
Ryan estaba vivo, a salvo, con él, fuera del hospital y sonriéndole radiante, e iban a aprovechar aquella libertad... encerrados toda la maldita tarde en la casa, tirados en el sofá, viendo todas las películas que pudieran y comiendo todos los paquetes de palomitas hasta tener dolor de barriga o un empacho por haber comido demasiado.
Ese si era un buen plan.
Y luego avisarían a la familia de Ryan para ir a visitarlos con la milagrosa noticia de que Ryan había salido del hospital.
Pero en ese momento, lo único que quería era ver una película con Ryan y olvidarse de todo el calvario que habían vivido. La verdad es que iniciaron con una saga de tres películas, y empalmaron con otra saga de cinco películas hasta que les dieron las dos y media de la mañana, que fue cuando Keenan estaba apoyado y dormido en el hombro del otro. Ryan apagó el monitor y cargó a su pareja como una princesa para llevarlo hasta la habitación; al día siguiente recogería todo. Lo acostó lentamente y se tumbó a su lado.
Por fin... por fin estaban compartiendo aquella cama.
Lo abrazó con sobreprotección y acarició sus cabellos mientras besaba la parte de arriba de su cabeza suavemente, por encima de su frente, en sus hermosos cabellos marrones claros casi rubios. Realmente amaba a su pareja.
"Oh Keenan... gracias a ti sigo vivo..."
Fue uno de sus últimos pensamientos antes de caer rendido en las garras del sueño, abrazando a Keenan con todo el amor del mundo y definitivamente agradeciendo todo lo que su querido rubio de ojos de diferente color había hecho por él...
A la mañana siguiente, Keenan no se encontraba en la cama, lo buscó por la habitación y después se sentó en el colchón donde se rascó la parte posterior de su cabeza, por encima de la nuca, después se estiró y bostezó para desperezarse. Se sentó en el borde y buscó con sus pies descalzos los zapatos, encontrándose con un par de zapatillas de estar por casa, miró alrededor sin ver otras, así que asumió que serían para él, pues no veía sus zapatos por ningún lado. Se levantó y volvió a estirarse ahora de pie, crujiendo los huesos de la espalda. Caminó con pereza hacia la cocina donde puso oler un delicioso aroma a pan tostado.
Miró a Keenan sonriente, estaba preparando tostadas con mantequilla y mermelada, se miraron por unos segundos y después Keenan la sonrió y se acercó a besarlo, después colocó el plato sobre la mesa. Tomó dos vasos de zumo de naranja natural y recién exprimido, pues vio las cáscaras de la naranja cuando las fue a tirar.
- Buenos días- le sonrió ampliamente- Todavía sigues un poco dormido- escuchó como se le escapaba una risilla entre dientes mientras se frotaba un ojo con pereza, después soltó un bostezo que se tapó con la otra mano- Venga, Ray- besó su mejilla- El desayuno te espera- lo invitó a sentarse y Keenan se sentó delante de él.- ¿Qué tal dormiste?- preguntó después de darle un trago al zumo.
- Eh... bien... supongo...- musitó con tono confuso mientras tomaba una de las tostadas, mantequilla con mermelada de frutos del bosque.- Echaba de menos abrazarte al dormir- la risilla de Keenan se dejó escapar libremente.
- Yo también lo echaba de menos... me tuviste en abstinencia sexual y sentimental tres años, me lo debes de todas las maneras posibles- Ryan lo miró con sarcasmo.
- Abstinencia sexual...- musitó con algo de desdén pensativo- ¿Tienes ganas por la mañana? ¿En serio?- alzó una ceja.
- ¡Tres años, Ryan! ¡Tres años y fueron casi cuatro!- musitó haciendo énfasis mientras fingía estar ofendido.
Los dos se miraron sonriendo de lado.
- Kiki... Yo también tengo ganas- confesó- Pero no estoy de humor ahora mismo... Prefiero algo más... romántico... Ya sabes... eh...
- ¿Otra sesión de películas?
- Me gusta el plan, pero también quiero ir a ver a mis hermanos y a mis padres... O... ¿Tu hermana está libre?
- Está de viaje con Christian- Su pareja hizo una mueca y después dejó un escueto "oh".- Te perdiste muchas cosas, sí. Es un viaje de negocios, no te preocupes.- sonrió.- ¿Te parece si avisamos a tus padres y tus hermanos? Seguramente les alegre la noticia- Ryan asintió con la cabeza.
Aquel día se lo dedicaron íntegramente a que Ryan abrazara con fuerza a sus padres, quienes lloraron de felicidad al verlo vivo y sonriente, radiante, muchísimo más positivo y enérgico que nunca. Keera lo achuchaba a cada rato, y no podía evitar mirar con curiosidad al pequeño bebé que estaba dormido en el sofá en brazos de uno de los hombres que estaban allí sentado, quienes su hermana le explicó... eran sus parejas... Ryan sonrió ampliamente al darse cuenta de que era tío. El niño se llamaba Yael-Ajax y tenía un añito y pocos meses, Keera estaba muy emocionada con él y viendo que el niño se pasaba todo el tiempo en los brazos de uno de los padres en concreto, podía asumir que le hacía tanta o más ilusión al castaño de cabello medio por los hombros.
- Ellos son Aarón y Jacob...- dijo Keera sonriendo con calma en su voz.- Solo faltabas tú por saberlo...- posiblemente el tema de ser sus parejas y los padres del niño.- Esperaba realmente que al menos te diera tiempo a conocerlos...- carraspeó desviando la mirada.
- Seh, que no pasara como al tío Jack que no me conoció.- los padres de los tres hermanos miraron fijamente a Michael con una cara seria que reflejaba una clara amenaza de silencio o incluso un: "no es el momento" o "cállate, Michael".- Perdón...- miró a su hermano Ryan y rascó su nuca.- ¿Estás bien?- preguntó sonriendo un poco para disimular su comentario anterior.
El padre de Keera, Ryan y Michael tuvo un hermano pequeño y una hermana mayor; actualmente solo tenía una hermana. Sus nombres eran Jack y Mary. El tío Jack era gay, lo cual dejaba claro que la familia White tenía una gran aceptación en ese ámbito, Ryan y Keera eran extremadamente cercanos con su tío cuando eran niños dado a que este era muy cariñoso con ellos, Michael nunca llegó a conocerlo, el tío Jack falleció durante el embarazo de la pareja de su hermano Reginal (el hermano mediano). El tema de la muerte de Jack no solía mencionarse bajo ningún concepto, Ryan tardó un poco más de tiempo que su hermana en enterarse de lo que había pasado con Jack; los motivos por los que todos sufrieron tanto por Ryan y el principal motivo por el que los padres y familiares de Ryan no tenían esperanza por la enfermedad de Ryan fue porque Jack falleció en una cama de hospital de la misma manera que Ryan había estado a punto de hacerlo, pero sumándole a todo ese sufrimiento de la leucemia, Jack también tenía VIH. La combinación de ambas enfermedades destrozó por completo el sistema inmune del tío Jack y acabó falleciendo sin que nadie pudiera evitarlo, pues cada tratamiento que le aplicaban resultaba perjudicial e incompatible con otra de las enfermedades que lo atacaban y por ende, esto acababa por hacerlo más débil, tanto que una simple bronquitis, acabó con su vida, pero al menos pudo tomar la mano de sus hermanos antes de fallecer.
El hecho de que Ryan hubiera sobrevivido resultaba un verdadero alivio para toda la familia que, definitivamente, no podrían soportar que se les fuera otra persona tan querida y por la misma enfermedad.
- Estoy perfectamente...- murmuró Ryan.- Definitivamente, ya no quedan rastros de leucemia en mi organismo...- Michael sonrió ampliamente.
La familia White había pasado por mucho, abuela que falleció por la pena de perder a su hijo por VIH y leucemia, y un abuelo distante que desde que se enteró que su hijo Jack tenía tales enfermedades se desentendió por completo ante el estigma de la enfermedad en aquellos años, ya de por sí, se desentendió de su hijo Jack al ser excéntrico, en otras palabras, por ser gay. Pero no lo repudiaba, de hecho, el abuelo se encargó de pagar la extendida y cara factura que resultó que Jack estuviera en el hospital ingresado, estando en EUA al momento en el que aquello sucedió, claramente el precio oscilaba por una factura verdaderamente alta y asfixiante. Poco después la familia se mudó a España cuando Ryan dio indicios de tener leucemia infantil, la propuesta principal de irse a España se debía a la sanidad del país potencialmente más económica en términos de internamiento, y como Ryan tendrían que pasar mucho tiempo en los hospitales, lo mejor era que fuera económico. La leucemia de Ryan dio un aviso de mejoría y la recomendación principal fue mudarse a una zona alejada de los grandes centros urbanísticos como eran las capitales de provincia, no por nada, estaban en Madrid en aquellos años, la cual, era la capital de España y la contaminación del ambiente era masiva, por lo tanto, perjudicial para Ryan. Así que se mudaron a otra zona del mismo país para que Ryan no empeorara, pero después de conocer a Keenan y ser una feliz pareja, empeoró...
Que Ryan estuviera vivo y estuviera totalmente recuperado, significaba un alivio para todos. Calma después de la tormenta. Una calma que esperaran que durara eternamente teniendo en cuenta todo el sufrimiento por el que habían pasado en aquella tempestad.
Pero claro, la calma nunca dura igual que como dice el dicho... Una de cal y una de arena; teniendo en cuenta eso, después de algo bueno, viene algo malo y viceversa, en este caso... Lo malo llegó poco después de la festividad exportada desde USA: Halloween, y poco antes de Navidad. Sucedió concretamente algunas semanas después de romper la abstinencia sexual en la que Keenan había estado sumido. Pasaron prácticamente dos horas despiertos rozando sus pieles y besando cada centímetro libre del cuerpo hasta quedar completamente agotados en el colchón y darse un fuerte abrazo. Aquellas dos rondas en las que se intercalaron primero uno arriba y después el contrario fueron verdaderamente intensas en cuestión de mimos y cariño. La verdad, el simple hecho de tener una pareja versatil facilitaba las cosas porque daba la libertad de probar cosas nuevas, pero también daba la libertad de tener relaciones sexuales realmente estimulantes, porque a ambos les gustaba lo que sucedía en ambos roles, y claramente la fantástica sensación de estar encima embistiendo era tan perfecta e idílica como la de estar abrazando las almohadas o a su pareja y recibiendo todo el placer del mundo.
A pesar de que Keenan seguía juguetón aquella noche, no quisieron forzar más la pobre constitución del de ojos pálidos amarillos, menos al ver sus brazos flanqueando solo de aguantar su propio peso después de venirse. Así que Keenan siguió con su rol y ahora solo se sentó sobre el trasero del otro, aprovechando que este estaba tumbado boca abajo, todavía abrazando las almohadas, y dió un suave masaje en sus lumbares para relajarlo. Ryan se estremeció de pies a cabeza cuando sintió el contacto de las manos del otro en su cintura con firmeza, pero al sentir los pulgares acariciar su piel con tanta delicadeza no pudo evitar dejar ir un suave suspiro placentero lleno de relajación, enterrando la cabeza en la almohada.
- Ryan...- llamó. Este contestó con un "Hmph" ahogado contra la tela.- ¿Seguro que estás bien?- preguntó.
- ¿Ah?- levantó la cabeza extrañado y giró la cabeza un poco para verlo de reojo.- ¿Por qué preguntas eso?- Keenan se encogió de hombros en respuesta gestual, y suspiró.
- Te flaquearon los brazos, casi te caíste en vez de dejar la cabeza sobre las almohadas... Solo estaba preocupado por si tu... estás algo débil pero no quieres preocuparme...- se movió para recostarse sobre la espalda del chico, dejando la cabeza en su hombro.
- Kiki... Estoy bien... Solo estoy cansado...
- Fue una estupidez placentera lo de las dos rondas- dejó escapar una risilla.
- Aguanto otra más si no tengo que moverme mucho...
- Uy, no me tientes, que te tengo enculado y aun tengo ganas de más...- musitó con un tono algo perverso. Ryan dejó una risilla y giró su cuerpo para darle una caricia en la cabeza.- Tendríamos que descansar un poco, es domingo y el lunes tengo que ir a currar.
- Ven aquí...- palmeó con suavidad el colchón.
Keenan se dejó caer hacia el costado, dejando que Ryan se girara y los arropó a ambos, lo abrazó con cariño y empezó un suave masaje en su cabeza que relajó al rubio oscuro hasta el punto de perderse en sus brazos nada más empezó las caricias.
- Buenas noches, Kiki...- besó su frente.
- Buenas noches, Ray...- enterró sus dedos en su espalda y recostó su cabeza contra su hombro de forma relajada.
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A lo largo de las semanas, incluso cuando pasó un mes después de aquello, Keenan volvió a caer en una sutil crisis de ansiedad cuando Ryan repentinamente, de la noche a la mañana, corría al baño y vomitaba cualquier cosa que hubiera desayunado, sin razón o explicación aparente. No había ninguna explicación de cómo y cuándo se había contagiado, pero tenía náuseas, mareos y su estómago apenas aguantaba las sopas de arroz y tomate que le hacía Keenan, definitivamente podría tratarse de algo grave, y aunque pudiera ser algo alarmista, después de haber padecido y rozado la muerte como lo había estado Ryan, lo mejor era prevenir.
Así que para evitar cualquier cosa grave, como una recaída de leucemia, por ejemplo, pidieron un nuevo analisi completo de su cuerpo para que los doctores supieran que le pasaba, y como fuese leucemia, juraba por dios que iba a por ese maldito degenerado y le hacía devolver cada uno de los billetes que había pagado para que su pareja se recuperase del cáncer. Pero los médicos, después de hacer todo tipo de pruebas, decidieron hacer una prueba de cuerpo completo a tiempo real para detectar cualquier cosa que pudiera estar mal en su cuerpo.
Y los resultados fueron algo que jamás se esperarían.
Ni los doctores, ni el propio paciente, claramente.
Keenan se levantó de la silla de la sala de espera enérgicamente cuando vio salir al doctor con sudores fríos y los ojos abiertos como platos, le pidió que lo siguiera y llegaron a una sala donde Ryan estaba allí sentado con un nervioso movimiento de su pierna en tensión, estaba temblando y con las manos sudorosas. El médico se sentó en la silla al otro lado del escritorio y buscó las palabras correctas para expresar lo que estaba pasando. Se limpió sus propias manos sudorosas en una toallita húmeda que después se pasó por la frente, miró a los dos chicos y después pidió con un tono de súplica la confirmación de que Ryan era un varón y que no había recibido un tratamiento como persona transexual. Ambos negaron aquello confusos con obviedad. El médico sudó aún más frío y después giró el monitor para que ambos vieran los resultados.
- No tenemos ningún tipo de explicación lógica, técnica o profesional para explicar este milagro, si así podemos llamarlo...- señaló con su bolígrafo la parte del vientre.
- ¿Qué se supone que tenemos que ver?- preguntaron los dos a la vez con una mirada extrañada.
El médico tragó saliva y su labio tembló antes de dar la noticia.
- Usted, señor Ryan White, está concibiendo milagrosamente una vida en su vientre.- los dos se quedaron en silencio procesando la información.- Está usted embarazado de un mes...- mencionó intentando buscarle una explicación lógica a ese hecho, pero es que no había ningún tipo de explicación lógica para eso.
No había forma humana de que un hombre pudiera embarazarse.
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La parte sexual y la convergencia de la historias de Keera y Michael con la de Keenan y Ryan... Me gusta mucho esta parte de la historia...
Sobre todo la reacción del médico XDDDDD
JASDJDHAJSD
Aquí las opiniones --------------->
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[5267 Palabras]
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