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Capítulo 9. El fin

Dagger solo contaba con una extremidad superior, y aun así podía moverse sin dificultad. Solomon peleaba a mi derecha y Adam muy cerca de mí. Los ojos de mi oponente casi salían de orbita por la rabia en su mirada.

Mis hombres cortaban y desgarraban sin piedad a cada una de las bestias. Dagger intentó rasguñarme dos veces seguidas, pero lo esquivé con éxito.

— ¡Vas a pedirme piedad!

Huyó, dejándome en plena pelea. Él quería que lo persiguiera, solo di un paso y me detuve por el mal presentimiento que me invadió. Sin embargo, no tenía opción, si no lo seguía esta batalla podía alargarse más de la cuenta y solo contábamos con unas horas antes de que la anestesia general se acabara entre los policías, bomberos y demás personal de servicio público.

A regañadientes lo seguí, mutilé algunas bestias a mi paso sin quitarle la vista de encima a Dagger. Aumenté mi velocidad, la niebla era un estorbo irritante, pero no dejé que eso fuera un impedimento para perseguir al miserable de ese brujo, hasta que una imagen aterradora me detuvo del golpe.

La asquerosa garra de esa bestia ceñía con fuerza el cuello de Chad. Me negué a perderlo. La mirada decepcionante de mi compañero lo decía todo, lo habían capturado y torturado al punto de casi acabar con su vida.

—Eres un líder de mierda mi capitán. Específicamente dije que nada de protectores simples. Tú... —presionó el cuello de Chad porque escuché un quejido proveniente de él—, provocaste esto.

— ¡Dagger! —rugí.

En mi amago de lanzar la daga solo fui testigo de cómo destrozó el cuello de Chad, acabando así con su vida, junto con una sonrisa maligna y perversa. Me paralicé, por un instante mi mente explotó al ver el cuerpo de Chad en el suelo, la luz de sus ojos fue desapareciendo hasta quedar totalmente helado.

Uno de mis mejores amigos estaba...

El impacto del escenario me perturbó tanto que ni si quiera tuve la fuerza suficiente para responder. Una fuerte presión me tomó desprevenido y me sacó volando hasta estrellarme contra un muro de cristal, atravesé la pared, rompiéndola en pedazos. Algunos pequeños y afilados vidrios se habían encajado en mi mano y otros hicieron pequeños cortes en mi cuello.

Mi mente colapsó y todavía con eso en juego, me levanté, escuchando el crujido del cristal debajo de mis botas. Me acerqué al agujero del local y al asomarme encontré a Joey paralizado frente a Dagger.

No.

No se movía; lo que pensé al instante era que lo estaba controlando mentalmente y crucé de un salto lo que quedaba del muro.

Corrí con todo lo que me daban mis piernas y mi primer instinto fue empujar a Joey para sacarlo del control mental. Dagger rugió y lancé mi daga a su cráneo, pero de un movimiento fugas se apartó y continuó escapando de mí.

Joey sacudió la cabeza y lo ayudé a levantarse entre rugidos, sonidos afilados y gritos que venían de todos los sitios.

El campo de batalla se mezclaba entre las llamas y la neblina, si no era porque estábamos en Baltimore creería que era el mismísimo infierno.

—Chad —susurró Joey en voz trémula.

Eran escasas las ocasiones de ver a Joey tan quebrado y con justa razón. Pese a la situación, no podíamos detenernos a pensar en nuestra pérdida.

Sacudí uno de sus hombros para hacerlo reaccionar.

—Tenemos que seguir.

Joey apenas me miraba.

—Hay que matar al hijo de puta.

Asentí. Ambos empezamos nuestra búsqueda pero me detuve al ver el cuerpo de mi amigo tendido en el suelo. Me acerqué y rebusqué entre sus restos el collar que siempre llevaba consigo—la placa de la escuela miliar que portaba su nombre—me alejé con un horrible agujero en el pecho y suprimí mis lágrimas.

—Hasta siempre, hermano.

Guardé su collar en mis bolsillos y alcancé a Joey. En eso, Adam se acercó y entendió perfectamente hacia dónde íbamos que no dudó en unirse a nosotros. Joey a mi derecha y Adam a la izquierda. Nos quitamos algunas bestias de encima. Mi cuñado usaba cuchillos afilados, Joey disparaba fuego y yo usaba mi lazo metálico para envolver a las bestias y cortar.

Volaron cabezas y extremidades por todos lados, recorrimos la calle bajo una lluvia de sangre que provocamos al deshacernos de nuestros obstáculos.

—Está subiendo al edificio —avisó Adam a mi derecha, señalando el lugar.

Miré a Joey y después a Adam.

—Vamos.

Entramos a lo que era uno de los rascacielos más altos de la zona. Todo mantenía una oscuridad siniestra y decidimos ser más cautelosos a cada paso. Mi mirada se agudizó por la ausencia de luz, hasta que localicé al hijo de perra al fondo de un pasillo, con una imagen más bestial que humana. Su hocico se había ensanchado y sus piernas fueron reemplazadas por las patas de un animal. Gruñía y enseñaba sus enormes fauces con afiladas líneas de dientes.

Era más odio que miedo lo que me dominaba. Adam y Joey no dudaron en caminar a mi lado y lo seguimos. Nos estaba conduciendo a alguna trampa, no tenía duda de eso así que tuve que mantenerme alerta por cualquier ataque sorpresa.

No era necesario informárselo a Joey, él de seguro ya lo tenía en mente y tal vez Adam igual, sin embargo no dejé que se me despegara tanto. Subimos por las escaleras y alcancé a ver su larga melena, él intentaba llevarnos hasta el último piso. No nos detuvimos.

—Ese hijo de perra.

—Alerta, Joey —le recordé.

Subimos y subimos, sin dejar de escuchar gruñidos y sonidos antinaturales que venían de más arriba.

Llegamos hasta la azotea, entre Joey y yo  sincronizamos movimientos de nuestras piernas derechas y abrimos la puerta de una patada. Tan pronto como salimos colocamos las armas al frente, pero para nuestra sorpresa todo se encontraba en una inquietante calma.

A esta altura era menos la presencia de neblina. El lugar se miraba vacío, Dagger no aparecía por ningún lado.

— ¡Arriba! —gritó Adam.

Dagger se encontraba agazapado dentro de una estructura metálica y saltó sobre Joey, quien se encontraba más cerca. Intentó desgarrar su rostro pero mi compañero fue muy rápido con sus reflejos. Agarré en un puño los cabellos sucios y duros de Dagger para estirar su cabeza hacia atrás y degollarlo.

Antes de tocar su cuello el infeliz dio una pisada tan fuerte que provocó grietas enormes que desencadenaron una sacudida lo suficientemente dura para partir el rascacielos en dos. Trastabillé y me llevé a Dagger conmigo antes de que hiriera a Joey.

Caí en el interior del edificio, y por un bendito milagro Adam apareció para alcanzar a sujetarme de la muñeca.

— ¡Te tengo!

Dagger de un movimiento feroz dejó que le arrancara sus cabellos para liberarse de mí, gritando como un lunático.

La base en la que Adam se sostenía no era sólida, se desmoronaba a cada segundo. Intenté impulsarme y en esa única ejecución me llevé a Adam. Joey llegó para atenazar una mano en los tobillos de mi cuñado.

Tanto Adam como yo terminamos suspendidos en el aire.

— ¡Carajo!

Los escombros caían, un movimiento en falso y caeríamos.

— ¡Mi pistola gancho! —grité.

— ¡No hay donde encajar!

La niebla no dejaba ver muy bien las demás estructuras pero no tenía más opciones.

— ¡Tendrán que confiar en mí!

— ¡Ni se te ocurra, As!

Lo que quedaba del techo donde se aferraba Joey fue deshaciéndose. Saqué mi pistola gancho y disparé al frente con mi última pizca de esperanza por engancharme a algo.

— ¡Sujétense!

— ¡Mierda!

Los tres salimos volando, descendiendo a toda velocidad. Yo, sujeto a la pistola, Adam sujeto a mi muñeca y Joey anclado a los tobillos de Adam. Pude asegurar algo estático y sólido que nos ayudaría a detener nuestra caída.

Nos estrellamos frente a un muro y debido al hostil golpe solté la pistola. Por un momento lo creí todo perdido pero tan pronto como había dejado mi pistola aterrizamos en el suelo, uno sobre el otro.

Joey se llevó la peor parte con dos grandes pesos encima de él.

Las respiraciones eran desenfrenadas y me levanté lo más pronto posible.

— ¿Se encuentran bien?

Adam levantó el pulgar hacia arriba sin dejar de respirar tan agitado. Joey apenas se movió con una expresión adolorida y levantó su cabeza para mirarme con cara de pocos amigos.

— ¿Sabes? tus malditos planes improvisados siempre los he odiado —confesó Joey.

—Pero funcionan.

Ayudé a Adam a ponerse de pie y me miró.

—Dagger solo está jugando, nos trae dando vueltas como idiotas —se quejó mi cuñado.

También lo pensaba.

—Si lo está haciendo así es porque también está improvisando —deduje—. Nos hace perder el tiempo mientras piensa en algo bueno.

Joey no dejaba de masajear su espalda.

—Nosotros perdemos el tiempo también, As. Tenemos que encontrarlo.

Me estaba hartando este jueguito sin salida.

—Vayamos. Y Adam, no te separes de mí.

—Te dije que sería útil.

Puse los ojos en blanco.

—Deja de fanfarronear y concéntrate.

—Solo quiero escucharte decir que tenía razón —se cruzó de brazos.

Entrecerré mis ojos, no iba a confesar tal cosa.

—No me irrites más.

Le di la espalda pero giré de inmediato para detenerlo de nuevo.

—Aurora.

—Me encargué de ella —aseguró Adam—, y Jordan dijo que estaría cuidándola al igual que a mi papá y a Janeth.

Menos mal.

— ¿Estás seguro de eso? —inquirió Joey desde un metro de distancia y en ese tono que ponía en duda todo.

Miramos al moreno al mismo tiempo.

—Sí, esas fueron las órdenes de Ronald.

Joey volteó a vernos, arqueó una ceja con incredulidad y negó con la cabeza.

—Pues tal parece que Aurora y Jordan tienen poca obediencia para seguir órdenes.

Señaló a la vuelta de la esquina y me apresuré a llegar. Mi corazón salió de mi pecho al ver frente a mí al traidor de mi hermano, a mi prometida y mi antiguo líder de clan, peleando con las bestias.

Por un momento creí que iba a caer desmayado o peor aún, infartado.

— ¿Pero qué carajos? —escupí furioso.

—Oh, no, no, no...

Solomon lanzaba fuego directo a las bestias mientras que Aurora y Jordan se complementaban para desorientarlas. Cuando toqué el brazo de mi prometida para atraerla a mí, ella estuvo a punto de golpearme, detuve su intento y me miró petrificada y hundida en el miedo.

— ¿Qué mierda estás haciendo aquí, Aurora? —no pude usar otro tono más que de molestia. Miré a Jordan—, y tú, confié en que la mantendrías lejos, no que la traerías al lugar que les prohibí.

Jordan alzó sus manos al frente.

—Tenemos nuestros collares —justificó como si eso me fuera a tranquilizar y luego señaló a Aurora—. Intenté detenerla, pero no quiso escucharme.

Mis ojos pasaron de Jordan a Aurora.

— ¿Por qué rayos me ocultaste que entrenabas a mi hermano? —contraatacó Aurora y luego clavó su vista en el susodicho—. No me dijiste nada.

Adam parpadeaba sin tener idea de que contestar.

—No es el lugar ni el momento de pedir explicaciones —intervine, y la pegué a mí—, estoy al borde de un infarto por tu culpa. Tengo que sacarte de aquí ya.

—Pero, Ronald...

Tiré de Aurora sin contemplaciones en busca de alguna salida rápida.

Al avanzar me detuve en seco al ver a Dagger caer frente a nosotros. Se irguió sin dejar de vernos.

Pasó su alargada y asquerosa lengua por su boca, casi podía asegurar que se saboreaba a mi prometida.

—Solo nos faltaba la deliciosa carnada para estar completos —dijo con sorna—, todos ustedes son un dolor de cabeza.

Llevé a Aurora detrás de mí.

—Deja de huir y enfrenta tus peleas, maldito cobarde —provoqué.

Dagger temblaba de la furia, me daba cuenta de eso por el relámpago de ira que atravesó su rostro.

—Eres peor que un gato con sus nueve vidas. Pero se acabaron los jueguitos.

Atacó.

Alejé a Aurora lo suficiente para sacar una daga, esquivé el único brazo de Dagger y llegué a su pecho, encajé toda la navaja y la deslicé de manera horizontal para abrirle una enorme herida. Dagger no contaba con la fuerza suficiente, estaba débil y esa era nuestra ventaja; todo este tiempo fingió de haber recuperado su salud y fue solo para distraernos.

Todos nos unimos y no paramos de atacar a Dagger. Era imposible que se transformara en bestia cuando no tenía la suficiente fuerza y concentración mientras era ferozmente golpeado.

En ocasiones usé mis puños para romper su nariz, su mandíbula y algunas de sus costillas.

Joey atacó sus piernas.

— ¡Esto es por matar a Chad!

Adam encajó otra navaja al cuello de Dagger.

— ¡Esto por haberme quitado a Lena!

Jordan golpeó la cabeza con un mazo que llevaba en sus manos

— ¡Esto es por haberme controlado por meses!

Solomon estaba alistándose para disparar fuego al cuerpo mutilado de Dagger.

— ¡Esto por todo el daño que has causado! —gruñó Aurora justo antes de dispararle a su cabeza.

Sujeté de nuevo sus cabellos y esta vez pasé mi daga por su garganta, la sangre no tardó en saltar y bañar mis manos.

—Espero que el diablo te convierta en su perra —le susurré.

Con eso último lancé el cuerpo aún de pie, y Solomon le arrojó una enorme llamarada.

—Esto es por la pierna que me quitaste.

Los lamentos de ese maldito brujo desgarraban los oídos. Abracé a Aurora y fui alejándola mientras cubría su mirada, no soportaba que viera tanta mierda. Jordan, Adam y Joey llegaron a mi lado y Solomon no paraba de incendiar a Dagger, parecía estar disfrutándolo y solo sonreí en complicidad.

A nuestro alrededor, todas las bestias empezaron a caer de golpe; Convulsionaban con violencia para después caer directo al suelo, muertas, pudriéndose como la mierda que eran.

La niebla fue disipándose y dándole paso a una imagen más clara. La mayoría de mis hombres habían sobrevivido a la brutal batalla y otros no pudieron contar con esa suerte. Los capitanes de mi rango seguían estupefactos.

Cansados.

Sucios.

Asqueados.

Y ya podíamos estar seguros de algo, la guerra llegó a su fin, y con eso, la existencia de las bestias.

Ganamos.

Nos falta un capítulo más y los epílogos sorpresas🥹💖

Si quieren continuar conmigo con historias así, les tengo una nueva saga que pronto iré subiendo si así lo desean. Nuevos personajes que amarán.

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