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Capítulo 5. Trevor no festeja su cumpleaños por...

Adam ya había despertado gracias al antídoto. Por lo que Ronald y Chad nos explicaron, cuando una bestia con longevidad mayor a cincuenta años provoca rasguños, heridas o mordedura, conducen a una metamorfosis letal para humanos con sangre diferente a la AB. Los de diferente sangre podían llegar a desarrollar nuevos glóbulos rojos infectados si no se les daba un antídoto en las primeras doce horas. Mientras que los que somos de sangre AB nos esperaba una muerte lenta y dolorosa.

Tanta información me hizo volar la cabeza pero al menos mi hermano estaba fuera de peligro y solo necesitaba descansar para recuperar su fuerza.

Rachel no dejaba de amenazarme con la mirada al otro lado de la cama donde reposaba Adam. Nuestro hermano tuvo el síntoma más común del antídoto—sueño—y permanecía muy tranquilo durmiendo en una de las habitaciones del cuartel de protectores.

Chocamos miradas y me quedé estática, pensando «si no me muevo no me ve».

— ¿Por qué te quedaste callada con algo tan serio como esto? —cuestionó Rachel sin dejar de fruncir el ceño.

Me removí en mi asiento y miré unos segundos a Adam antes de responder a su pregunta.

—No es asunto de ustedes. Lo que menos quería era implicarlos en esto.

—Una mierda —replicó mordazmente—, mientras nosotros, tu familia, pensamos que la situación está controlada, pasa que es todo lo contrario y una monstruosidad anda detrás de ti para matarte.

La despiadada mirada de Rachel me atravesó el pecho pero fue por su falta de empatía. Me puse más seria y no quité la vista de ella.

—Perdí a Lena por tenerla involucrada en esto —espeté, bajando dos octavas de voz para no despertar a Adam—, no me arriesgaré a perderlos, si crees que hice mal es tu problema pero al menos están a salvo.

Rachel fue abriendo sus ojos como platos al escucharme, apretó sus labios hasta crear una línea de expresión y clavó la mirada al suelo al mismo tiempo que tocaba su vientre para acariciarlo.

—No quiero perderte, Aurora. Ni a Adam ni a papá.

Si papá estaba ausente era porque había salido de viaje junto con Janeth desde ayer para una exposición de cuadros en Nueva York. Janeth era la encargada de organizar el evento y papá decidió acompañarla.

—Y yo no quiero perderlos a ustedes —contesté con un nudo en la garganta—. Esta vida que he llevado es horrible, Rach, horrible —acentué—. Estoy harta de vivir con miedo y ser una carnada para esas cosas, por eso aprendí a defenderme para al menos no morir tan fácil.

—De verdad me duele que tengas que vivir algo así. Debe de haber alguna manera de acabar con esto y tú... puedas tener una vida en paz.

Negué con mi cabeza, ya sin esperanzas de que eso sucediera. Han sido constantes las ocasiones en las que mi vida estaba en peligro, a punto de conocer la muerte y me he salvado por alguna especie de espeluznante suerte.

—Los protectores son quienes saben más de esas opciones —me recargué en mi asiento y me crucé de brazos—. Pero no hay nada seguro.

La puerta sonó tres veces y se abrió. Chad asomó su cabeza con una sonrisa que podía iluminar toda la habitación.

—Vengo a ver cómo sigue nuestro paciente y... —arqueó las cejas en dirección a Rachel—, y revisar a la preciosa rubia embarazada.

Mi hermana parpadeó con una expresión cautelosa y me miró como: ¿Puedo confiarme de este sujeto?

Chad era el tipo más agradable, y desde que lo conozco nunca lo he visto de mal humor, era capaz de ganarse el corazón y la confianza del alma más oscura.

—Gracias, Chad —contesté a falta de voz de mi hermana.

—Soy inofensivo y de los buenos —guiñó un ojo a Rachel.

—Si Aurora lo dice, entonces lo creo.

El rubio entrecerró los ojos por la falta de confianza que provenía de mi hermana pero se limitó a guardar silencio.

La puerta volvió a abrirse para darle paso a Joey con una maleta negra en su mano izquierda. Se detuvo en seco con una mirada llena de sorpresa. Nos miró a todos y su expresión fue ensombreciéndose para dirigirse a Chad quien tenía la mirada en el techo, fingiendo no ver a su compañero.

— ¿Por qué carajos veo dos copias de Aurora en mi habitación?

Su habitación. Ya entendía porque la luz carecía, y porque había algunas gorras colgadas en la pared.

—Mierda —musitó Chad muy por debajo que apenas fue audible—. ¿Qué no regresabas en dos días?

Joey frunció el ceño.

—Ya pasaron esos dos días. Ahora responde, grandísimo troll irritante.

Chad levantó las manos en señal de inocencia y se colocó frente a nosotros mientras Joey dejaba caer su maleta al suelo de golpe.

—Hubo un incidente anoche y fue casualidad de haber agarrado tu habitación. En realidad fue la más cercana que tuve para atender al chico.

Joey miró más allá de los hombros de Chad y su oscura mirada me ubicó. Arrugó la nariz y volvió a dirigirse a su compañero.

—Lo que nos faltaba, tener más infiltrados. Esto no se queda así, As va a escucharme, no por ser el líder tiene que romper las putas reglas.

—Joey no es momento...

—De Aurora no me quedó opción más que aceptarlo, pero los demás no.

—Tuvimos una madrugada pesada. Los hermanos de Aurora y ella tuvieron un ataque y As enfrentó a Dagger, entre Aurora y él lograron herirlo. Así que evita poner más tensión.

El moreno se quedó en silencio y si tuviera que apostar mi alma para decir que Joey se había sorprendido, lo haría. Aparentó desinterés y chitó. Avanzó por la habitación con pasos pesados hasta donde yo me encontraba y con ese rictus duro me hizo bajar la cabeza para esconderme. Se detuvo a unos centímetros de mí y levanté la cabeza para verlo.

Joey mantenía una postura erguida y una expresión seria.

— ¿Estás bien?

Tratar con Joey era todo un juego de azar, no sabía cómo iba a reaccionar y en ocasiones me impresionaba su actitud. Por el tono que usó para hacer esa pregunta me pareció sincero.

—Sí —balbuceé un poco nerviosa.

Metió las manos a los bolsillos de sus joggers y dio media vuelta para alejarse.

—Me reportaré con As, sigan en lo suyo.

—Te ahorraré el viaje. Ahora está en una reunión con los capitanes que han llegado. Ah, y Solomon está de regreso.

Eso hizo que Joey detuviera su salida. Miró sobre sus hombros con las cejas arrugadas pero no dijo nada, solo salió de la habitación para dejarnos.

Chad soltó un suspiro de alivio y se dirigió a nosotros.

—Al menos no nos sacó a patadas.

—Invadimos el espacio de ese chico —señaló Rachel.

El rubio se burló totalmente despreocupado.

— ¡Bah! Joey puede parecer rudo en el exterior y algo grosero pero cuando hay alguien que está en peligro se doblega. No es malo, admito que tiene mal carácter pero se puede confiar en él...

Chad hablaba y hablaba sin parar y Rachel era todo oídos mientras él la revisaba. Adam seguía dormido y alcancé una de sus manos para sentirme más cerca de él. Mi hermano mayor siempre ha estado para mí, desde que era muy pequeña él me ayudaba en todo; me enseñó andar en bicicleta, incluso me peinaba porque Rachel se desesperaba.

Era el mejor hermano y estaba agradecida porque fuera el mío. Muchas veces me regañó y otras me daba esas palabras de aliento que necesitaba en el momento adecuado. No dejaría de luchar por ellos y hoy fui capaz de muchas cosas por mantener a salvo a las personas que amo, ha valido la pena cada desvelo y golpe que recibí en mis entrenamientos con Solomon.

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Los días pasaron sin ninguna señal de las bestias ni de Dagger. Todo indicaba que el infeliz se mantenía oculto para recuperar fuerzas por lo que hicimos aquella madrugada. Adam ya había vuelto a la normalidad que incluso en las tardes iba a jugar futbol con sus amigos de la universidad. Me exigía explicaciones sobre Dagger y por qué Lena había muerto en manos de ese ser maldito. Fui una cobarde al quedarme callada pero ya no quería causarle más dolor.

Rachel se estaba enfocando en su nuevo cómic, mientras que papás y Janeth organizaban su boda dentro de unos meses.

Ronald acudía de vez en cuando a la constructora para despejar su mente sobre el tema de Dagger; a palabras suyas, estar en el lugar de trabajo de su padre le daba un aire de normalidad en su vida y tenía cierta fascinación por el café que le preparaban.

Trevor y yo decidimos ir un rato a la tumba de Lena, había sido enterrada cerca de donde descansaban sus abuelos y nos sentamos en el césped para dejar el ramito de margaritas sobre la placa dorada.

—Joder, ya va para dos meses y parece que fue apenas ayer —comentó Trevor.

Me enganché a su brazo y acomodé mi cabeza sobre su hombro.

—Ha sido... insoportable, estar sin ella.

—Lo sé, tal vez no sea lo mismo pero... aquí estoy, sigo siendo tu amigo.

Trevor no era solo mi amigo, ya era parte de mi familia.

—Nos tendremos a los dos.

Sus labios se ensancharon en una sonrisa cálida y besó mi sien. El silencio se prolongó unos segundos mientras seguíamos contemplando la placa de nuestra amiga. De mi mochila saqué la caja de galletas de fresa con nuez que tanto le habían gustado a Lena en vida. Comimos unas cuentas con algo de chocolate caliente mientras hablábamos con nuestra amiga.

Dolía, claro que dolía pero la memoria de Lena estaría siempre con las personas que la amamos.

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De regreso a casa estacioné el auto en la cochera. Trevor había adoptado una actitud taciturna, su semblante pensativo me inquietó y sabía que estaba a punto de preguntarme algo porque su pierna izquierda no dejaba de moverse. Algo tenía preocupado a Trevor.

—Aurora —no me miró, su cabeza estaba en dirección a la ventana de su puerta—. Rachel me dijo que Dagger sabe el tipo de sangre que tiene nuestro bebé —me miró agobiado—, ¿Crees que corre peligro incluso aunque este en el vientre de su madre?

No lo sabía.

—No, pero Ronald está enterado y estoy segura de que hará algo al respecto.

Aun así no lo convencí.

—Carajo. Ni si quiera pensé en esa maldita posibilidad.

—Lo siento, Trev.

—No lo digas como si fuera culpa tuya, joder, solo espero que las cosas cambien de aquí a que nazca mi bebé.

Yo deseaba lo mismo.

Trevor intentaba que tuviera una tarde agradable a su lado. Adam seguía con el letrero de no molestar en la frente y eso había aumentado cuando decidí no hablarle sobre el tema de la muerte de Lena.

Mi amigo y yo decidimos adentrarnos en el mundo de la repostería, hasta se había puesto el delantal rosa—el favorito de Rachel—para que su espíritu de chef despertara. Mañana era dos de noviembre y solo yo era la que estaba obsesionada con celebrar su cumpleaños.

—Somos amigos ¿No?

El castaño me estudió con la mirada hasta arquear una ceja. Lo había tomado por sorpresa.

—No sé porque lo dudas.

—Por la fecha de tu cumpleaños.

De pronto el ambiente se volvió denso y por alguna extraña razón me sentí culpable. Toqué una hebra sensible para Trevor.

—Ya te dije que no celebro esa fecha.

—Pero sin darme una razón.

Mi amigo dejó las chispas de colores a un lado y me miró.

—Bien, te lo diré. Así dejarás de insistir como Rachel, ella ya lo sabe y no ha tocado el tema desde entonces.

La curiosidad me estaba matando.

— ¿Tan malo es?

—Más bien, es deprimente.

Me confundía más, lo más triste de la vida de Trevor fue el fallecimiento de su hermano mayor. Mi intuición me decía que eso tenía mucho que ver.

—Yo no celebro ese día porque... —soltó un suspiro de resignación y apartó la mirada de mí, como si algo le avergonzara—. Porque no soy hijo de mis padres. Ellos me adoptaron a los cinco años pero yo no tenía registro de nada y como el dos de noviembre fue el día que me entregaron a mis padres adoptivos, ese día lo simbolizaron como mi nacimiento.

Parpadeé atónita. Esa era la razón de peso que tanto le dolía a Trevor. Me sentía como una vil cucaracha que merecía ser pisoteada.

—Mis padres junto con mi hermano me festejaban, y fue bueno los primeros años pero cuando cumplí doce les pedí ya no celebrar. No quería, esa fecha no significaba nada especial para mí. Y no quiero sonar malagradecido, amo a mi familia pero... no me siento cómodo cuando se trata de celebrar mi cumpleaños.

Cuando terminó de darme su explicación, entendí que era mi turno de hablar.

—No me imaginé algo así —él sonrió sin ganas y yo tragué saliva con el rostro ardiendo de vergüenza—. Lo siento, ahora lo entiendo todo y... no insistiré más.

—Gracias, Aurora.

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