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Capítulo 4. Alarma mundial

Fueron veintitrés hombres castigados en total. Di la orden para cada uno de ellos—sobre todo Santos—se tenía que enderezar a estos protectores novatos, la mayoría no llevaban ni dos años y se creían invencibles.

Chad había partido en la mañana a Baltimore para averiguar lo que Solomon me ocultaba. Aurora también estaba misteriosa y si ambos me mentían, iba a descubrirlos.

Para no perder la cabeza por esa situación, me comuniqué con los líderes de Latinoamérica, tanto Argentina, Brasil y Chile mantenían una tasa baja de ataques, sus protectores le daban mucha importancia a la defensa que al ataque. México mantenía el perfil bajo y con nuestra frontera las cosas marchan bien por el momento.

Fui a entrenar y aumentar mi rendimiento, usé las cabinas de simulación. Ataqué a los sensores de movimiento, esquivé cada intento de golpe, brinqué, me colgué entre los obstáculos y seguí lanzando de mis dagas hasta terminar cortando el cuello de una bestia virtual.

Mis diez minutos de precalentamiento terminaron. Respiré para recuperar mi ritmo cardíaco normal y divisé a lo lejos la mirada color esmeralda de Jennifer.

La pelirroja entrenaba a mis horas y lo primero que hice fue alcanzar mi playera negra para cubrirme. Le di la espalda.

Salí de la cabina e hice más grande la brecha entre Jennifer. Me sumergí en mi playera sin mangas e ingresé al pasillo rumbo a la sala de armas. Joey era el encargado del avance de nuestra nueva amenaza contra Dagger, y por los últimos informes que me entregó tenía entendido que ya estaba lista.

Joey tecleaba botones como un loco doctor de laboratorio y se detuvo cuando sus ojos notaron mi presencia.

—No te esperaba aquí todavía.

Huía de Jennifer.

—Decidí tener un entrenamiento ligero.

Joey me miró con atención y frunció los ojos.

—O evitar a cierta chica pelirroja que se ha obsesionado contigo.

—Mierda.

—No la culpo, pero aquí todos se enteraron de su escabullida a tu dormitorio.

El moreno se removió incómodo en su asiento al ver mi rostro. No me gustaba causar chismes y mucho menos malos entendidos; maldije dentro de mí por no haber sentido a Jennifer antes de tenerla sobre mí.

—Espero por su bien que no cause problemas.

Joey se rio con incredulidad y movió discretamente su cabeza de forma negativa.

—Si supieras la cantidad de enamorados que tienes ya estuvieras acostumbrado.

Sus ojos oscuros me miraron y yo endurecí mi expresión.

—Pero no estás aquí para que te enliste los nombres de tus pretendientes. El arma está lista, solo verificaba los últimos detalles para empezar con las pruebas de fallo y error.

— ¿Tiene tiempo de uso?

—En cada uso son aproximadamente treinta segundos para recargar el fuego, es lo más rápido que pude lograr.

—Es... aceptable.

—Preferiría que fuera menos pero ya es algo ¿Quieres ser el primero en probarla?

Miré a Joey y no evitó reírse. Puse los ojos en blanco y lo seguí hasta el enorme espacio que era utilizado para las armas. Toda el área tenía una protección blindada para evitar desastres. Me puse el traje de seguridad y Joey me entregó un arma letal muy peculiar.

Me recordaba a un fusil de asalto, el M16.

—Interesante —dije.

—Sé que lo tuyo no son las armas de fuego y preferí hacerlo con el diseño que más te gusta de ellas.

Arqueé mis cejas.

—Cuanta consideración.

Joey hizo un gesto irónico y apartó su mirada.

—Todo por nuestro capitán.

Mi compañero preparó el área e ingresé, encendió el altavoz y miré hacia arriba donde se encontraba la cabina de control.

Será un nivel diez de dificultad, prepárate, As porque podrías salir lastimado.

Todo o nada. Caminé y las luces se apagaron de golpe. Troné mi cuello y de inmediato mi vista fue agudizándose para adaptarse a la oscuridad. Escuché como unas pisadas venían hacia a mí y me coloqué en posición de ataque.

La bestia virtual venía directo a mí, apunté con el arma a su cabeza y una línea larga de fuego se extendió para quemar por completo a mi enemigo. Conté los segundos de la potencia del arma. Diez segundos, muy buenos.

Apagué el fuego y detrás de mí venía otra. Necesitaba tiempo así que corrí y saqué de mi traje las armas de juego virtual para contar los treinta segundos que Joey aseguró que tenía que tener el arma para recargarse.

Tres bestias ya estaban sobre mí, me golpearon tan fuerte que salí volando hasta el otro lado de la cámara, la pared de acero me detuvo y caí al suelo.

—Carajo —gruñí entre dientes al tiempo que me puse de pie.

Mi arma, perdí la puta arma.

La bestia me atacó, mierda, se sentía tan real cada movimiento y cada ataque que por un momento temí por mi vida. Usé mis piernas para llegar a su cuello y doblarlo, no sería suficiente así que con un cuchillo que agarré en el aire lo encajé en su ojo.

Salté para buscar el arma, pero me paré en seco al ver que la maldita bestia virtual la tenía en sus garras.

Olvidé por completo que esta tecnología tenía la habilidad de sujetar cosas solidas, y casi pensar como un humano. Me apuntó.

— ¿Qué esperas?

Corrí hacia ella, disparó el fuego directo a mí y me deslicé sobre mis rodillas para esquivarlo, llegué a las piernas de la bestia y corté.

—Ocho, nueve, diez...

El arma ocupaba recargarse. Me lancé sobre mi enemigo y clavé el cuchillo en su cráneo. Solo escuché mi respiración errática, la luz volvió y observé hacia la cabina donde Joey y muchos de mis compañeros estaban de espectadores.

—Funcionó a la perfección —aprobó Joey.

Hubo una ola de escándalo por parte de los protectores quienes estallaban de felicidad por nuestro avance.

Estábamos listos.

════════⚔️════════

Parte de la noche la usaba para respirar aire libre. Mi rutina era caminar por el techo del edificio en ruinas y esperar a que me diera sueño. Se supone que contábamos con un perímetro de protección y las guardias estaban activas.

Joey me hacía compañía en mi salida nocturna hasta que nos sentamos en el pretil y dejé que la ventisca gélida de esa noche me relajara.

— ¿Crees que tengamos oportunidad contra Dagger?

Abrí mis ojos por mi paz interrumpida. Miré a Joey y después al bosque que nos rodeaba.

—Eso espero.

Mi compañero bufó decepcionado y recargó sus manos en el pretil.

—Al menos eres realista y no tan soñador como Solomon.

No pude evitar ocultar mi sonrisa amarga.

—Solomon es un sentimental sin remedio.

—Y tú una puta crueldad realista.

Ambos nos reímos y el silencio se hizo presente. Escruté discretamente a Joey quien lucía muy tranquilo, su expresión de pocos amigos era mínima y hasta parecía que tenía una ligera sonrisa.

— ¿Quién es?

Joey me observó como si lo hubiera descubierto infraganti.

— ¿De qué hablas?

Chité por su intento de ocultarme las cosas.

—No me vengas con lagunas mentales. Me doy cuenta de muchas cosas, Joey.

—Como siempre tan suspicaz, capitán.

Nuestras miradas se fueron al frente y lo escuché reír ¿Joey riendo?, solo lamentaba que Chad no estuviera aquí para escucharlo, jamás me creería que este cabrón que se encontraba a mi lado estuviera riéndose.

—Conocí a alguien.

Arqueé una ceja.

—Fue en una de mis salidas libres, no es del grupo y mucho menos un protegido —puntualizó más serio—. Es alguien con una vida común. Provoqué el encuentro y resultó bien.

Me daba gusto por él.

—Supongo que te has mantenido al margen de tus obligaciones.

Joey asintió hastiado.

—Por eso quisiera saber si hay posibilidades altas de ganar esta guerra, de no ser así ¿Para qué emocionarme con tener a alguien en mi vida? Ya ves a Chad, él se condenó desde hace mucho.

Torcí mis labios.

—Quisiera tener una respuesta segura. Lo siento, Joey.

—No puedes disculparte por algo que no controlas, As. Solo espero tener una vida después de esto.

—Todos.

Me miró con un destello de preocupación.

—Sí... todos.

Mi móvil vibró y lo saqué de inmediato mi pantalón. Chad.

— ¿Qué averiguaste?

Joder, no quiero estar en el pellejo de Solomon.

Fruncí el ceño.

—Y vuelves a no ser directo, Chad ¿Qué mierda pasa con Aurora?

Te mandé unas imágenes y videos, tienes que verlo por ti mismo porque si yo te lo digo sonará descabellado.

—Bien.

Colgué y revisé mi correo con varios archivos adjuntos que mandó Chad. Abrí el mensaje y se fueron descargando imágenes de Aurora—mi Aurora—en los lugares donde los protectores entrenan.

Solomon adoptó una maldita especie de mentor para enseñar a Aurora a pelear. Mi cuerpo se congeló de solo ver fragmentos de videos donde Solomon azotaba a Aurora al suelo, pero ella parecía aguantar y moverse para defenderse del imbécil de mi ex líder.

—Lo que me faltaba —gruñí.

Había otras imágenes y videos donde Aurora disparaba y lanzaba cuchillos con mejor agilidad. Por un momento creí que se me había puesto dura cuando vi esos leggings negros ceñidos a sus piernas y trasero.

Estoy sudando frío.

— ¿Qué pasa?

Me levanté, giré para alejarme de la orilla y regresar al interior.

—Pasa, que nos regresamos a Baltimore ahora mismo.

Al ingresar al cuartel fuimos recibidos por la alarma mundial que empezó hacer estruendo en todo el lugar, me estremecí por lo fuerte que sonaba que tuve que tapar mis oídos.

— ¡Te llaman! ¡Yo desactivaré la alarma! —gritó Joey.

Asentí y corrimos por diferentes rumbos.

Avancé con las palmas de mis manos en mis orejas y subí las escaleras que me llevarían a mi oficina. Tenía que comunicarme de inmediato con los demás líderes del mundo, algo había sucedido y no tenía muy buen presentimiento.

La alarma dejó de sonar y me dejó con un maldito dolor de cabeza y ese sonido agudo en mis oídos.

Todos nos conectamos; demasiadas voces a la vez que hablaban de lo mismo.

—El video.

—El video.

—El video.

Miré desesperado la pantalla.

— ¿Qué puto video? —estallé.

Encontré el link del dichoso video y al abrirse mostró el rostro de Dagger, más macabro que de costumbre. Dudé en reproducirlo pero tenía que hacerlo:

"Supongo que están esperando por mí, pero este es mi juego y jugaremos con mis reglas. Pronto nos veremos protectores... y bajo mis condiciones. Mis hijos y yo pelearemos por nuestro lugar en este maldito planeta. Sin embargo, este video lo he hecho para hacer la invitación oficial a los líderes de todo el mundo. Sobre todo a ti, sí, a ti, As. No quiero una pelea con cualquiera, quiero que los líderes se presenten cuando sea el momento. Me ahorraré tiempo para lo inevitable... mi victoria".

El video acabó con esa sonrisa alargada y maquiavélica que quería borrarle.

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