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Capítulo 3. Ceguera venganza

Rachel, Adam y yo habíamos organizado una pijamada entre hermanos. Llegamos a la conclusión de que desde hace ya tiempo que no estábamos los tres juntos por cuestiones de trabajo, estudios y entre otras cosas. Los tres decidimos armar todo en la sala de la casa, había cobijas y almohadas por montones; Rachel aprovechaba su estado para ordenarnos hacer todo y comer a su antojo.

—Mi hamburguesa es la de doble queso —exigió mi hermana.

Adam buscaba entre las bolsas de papel con suma paciencia y le entregó su encargo.

—Yo solo espero que mi sobrino herede el temperamento tranquilo de Aurora.

Rachel fulminó a Adam con su mirada glacial y prefirió desquitarse con la hamburguesa a mordidas.

— ¿Trevor y tú como la están pasando? —pregunté.

Mi hermano había desaparecido hacia la cocina por algunos tazones mientras yo preparaba la televisión en busca de algo bueno para ver.

—Creo que Trevor y yo somos los que menos importamos ahora —me miró con una especie de ternura maternal y pasó una de sus manos por mi espalda para acariciarla—. Adam y tú se ven bastante mejor desde lo de... ya sabes...

Clavé mi vista al suelo y detuve mi dedo que no dejaba de presionar el botón para ver títulos de películas.

—Teníamos que avanzar, Rach. Pero si yo la estoy pasando mal, Adam está peor.

Rachel miró sobre sus hombros en dirección a la cocina y yo igual. Mi hermano desde el día que enterramos a Lena ya no sonreía, al menos no como siempre lo hacía, su chispa de encanto y su lado risueño estaban desconectados, y si sonreía o se forzaba a convivir con los demás era solo para intentar sentir algo o distraerse de sus pensamientos deprimentes.

Incluso la temporada de la NFL no lo animó. Hace dos meses que había dado comienzo y rara vez lo veía viendo algún partido de los Cuervos.

Me devastaba no poder hacer algo para quitarle ese dolor, pero era parte de su duelo, nuestro duelo, y teníamos que seguir para acostumbrarnos a vivir sin ella.

Adam venía con dos tazones llenos de papitas fritas y se acomodó entre las dos para ofrecernos un tazón a cada una.

El silencio reinó cuando ambas miramos a nuestro hermano mayor; su expresión taciturna era anormal en él pero se entendía, no la estaba pasando nada bien. Rachel acomodó su cabeza en uno de sus hombros y yo sujeté su mano la cual él entrelazó y ejerció presión.

Soltó un suspiro suave que me dio a entender que se sentía apoyado.

— ¿Y bien? ¿Qué película veremos?

Se esforzaba por mostrar su mejor cara pero ambas lo conocíamos.

Preferí seguirle el juego y poner alguna película de su actor favorito, Denzel Washington. Mi familia es algo que siempre cuidaría, son lo más importante para mí y no me importaba arriesgar mi vida con tal de que ellos estuviesen a salvo.

Esa madrugada desperté de golpe al sentir un espacio vacío a mi lado. Mis ojos ya se habían adaptado a la oscuridad y me levanté para darme cuenta que frente a una ventana con las cortinas abiertas estaba mi hermano. Me levanté con cuidado de no despertar a Rachel que ya roncaba profundamente y le fui hacer compañía a Adam.

Su semblante era tan indescifrable, no sé si había disminuido su tristeza pero me era difícil leer su lenguaje expresivo.

—No podía dormir —confesó sin verme—, ¿Te desperté?

Negué con la cabeza.

—Yo tampoco podía dormir.

Desde que entreno con Solomon mis horas de sueño se redujeron, lo más que permanecía en cama eran cuatro o cinco horas.

—He estado tan ensimismado en mis pensamientos que ya no hemos hablado —dijo mientras presionaba el puente de su nariz y me miró—. ¿Sabes algo de West?

Asentí muy lento.

—Hemos hablado, y se operó para recuperar su vista.

Adam poco a poco abrió sus ojos de la sorpresa, parecía que sonreía sinceramente.

—Esa es una buena noticia ¿Cuándo regresa?

—Ya está aquí.

Frunció el entrecejo.

— ¿Y por qué no ha venido?

Era tan difícil de explicar la situación en la que estábamos viviendo. Una parte de mí quería decirle toda la verdad, que un maldito loco—el creador de bestias—andaba detrás de mí. Que para causarme daño mató a Lena, y que yo estaba entrenando a escondidas de mi familia para tener mejor rendimiento y defenderme por mí misma.

—Es complicado. Las cosas no están nada bien, Adam.

Mi hermano me escudriñó, se inclinó para captar mi atención y ladeó un poco la cabeza. Era como si estuviera intentando leerme el pensamiento, eso era imposible pero Adam me conocía mejor que nadie, si estaba mintiendo u ocultándole algo él lo detectaba.

—Aurora, soy tu hermano. Puedes contarme lo que quieras. Te miras muy preocupada y me parece que es por algo realmente gordo.

Mordí mi labio para callar, lo que menos quería era meterlo en este asunto. Estaba dispuesta a proteger a mi familia.

Abrí mi boca pero antes de pronunciar alguna palabra, la luz que pasaba tras la ventana para iluminarnos desapareció. Giré mi cabeza y quedé como témpano de hielo al ver a ese ser del infierno al otro lado de la ventana. Dagger en su forma bestial nos miraba con hambre, con esos deseos de alimentarse como el depredador que era, sus ojos brillaban de manera antinatural y sus filosos colmillos sobresalían de su mandíbula, listos para ser usados.

Adam me hizo retroceder para alejarme de la ventana pero mis ojos no se despegaron de ese maldito infeliz.

—Hay que levantar a Rachel —ordenó Adam—, esa cosa podría entrar en cualquier momento.

Me puse enfrente, como un muro de protección para mis hermanos. Dagger elevó su mano derecha y fue dándole suaves golpes con su garra a la ventana. Era parte de su plan para transmitirnos miedo y aprovecharse de eso, pero no iba a permitirlo, no dejaría que tocara a mi familia.

— ¡Por Dios! ¿Qué es eso?

Rachel ya se encontraba despierta y hundida en su miedo que Adam la cubrió para protegerla. La bestia quebró el vidrio y entró a la casa. Yo corrí al mueble para sacar mi paraguas que ocultaba debajo de él. Solomon me pidió tenerlo en un lugar seguro y donde pudiera acceder a él en cuanto lo necesitara.

—Vaya, vaya... olfateo algo nuevo por aquí.

Su voz era gruesa, tan profunda que me provocaba un escalofrío aterrador que bajaba por toda mi columna.

Sus ojos me observaban y lentamente dirigió su mirada carmesí a mis hermanos que estaban al fondo de la sala.

—Ella —apuntó a mi hermana con su repugnante garra—, preñada de un descendiente de esa exquisita sangre.

Mi corazón se detuvo en un microsegundo. Mi sobrino. Mi sobrino tendría esa sangre con la que ellos se alimentaban.

A Dagger le escurría baba del hocico y sus ojos filosos no se despegaban de mi hermana. Refulgían con un deseo desquiciado y malvado.

—Una maldición bendita —susurró en un tono áspero y amenazador.

Desenvainé mi sable y apunté directo a Dagger.

—Te has equivocado si crees que voy a dejar que toques a mi familia.

Dagger parpadeó y fue desapareciendo su imagen bestial para darle paso a su forma humana.

Su cara seria la transformó en una sonrisa hasta soltar una carcajada, el desgraciado se burlaba como si hubiera contado el chiste más creativo de todos los tiempos, echó su cabeza hacia atrás para dejar escapar una risa más grande y la cual ya era fastidiosa. Eso me hizo enfurecer.

Se quitó las lágrimas falsas del contorno de sus ojos y me miró.

—Tengo como cien años de no reírme como ahora. Carajo, te lo agradezco, deliciosa carnada —se movió dos pasos hacia a mí pero yo no retrocedí—, ¿Crees de verdad que vas a poder conmigo?

Sujeté con fuerza la empuñadura de mi sable que amenazaba con atravesar el corazón de Dagger.

—Descubrámoslo.

Se irguió con seriedad al ver que no mostraba mi temor. Al menos tenía que fingir no estar muerta del miedo, no permitiría que se burlara más de mí y si podía fastidiarle el momento lo haría. Estaba llena de rabia al ver al asesino de Lena frente a mí.

Metió sus manos a sus pantalones negros de tela desgarrados. Su abdomen marcado y de un color bronceado daba la impresión de ser de acero, su gabardina delgada era la pieza clava para describirlo como parte de un libro de terror.

—Eres más estúpida que ella, niña.

¿Ella?

— ¿De qué hablas?

Arqueó una ceja plateada.

—Tu amiga... —rascó su mentón con una garra y fue desplazandose con una elegancia inesperada—. Esa chica que gritaba por ayuda y que fui desgarrando poco a poco —alargó su sonrisa hacia abajo para hacer una mueca de tristeza teatral—. No sabes lo bien que la pasé cuando antes de matarla la poseí, fui algo brusco porque le quebré el cuello... pero era deliciosa, tenía tiempo de no usar un cuerpo a mi gusto, de follarla hasta matar.

—L-Lena... —susurré con voz entrecortada.

Chasqueó sus dedos al tiempo que sonreía con sus filosos dientes.

—Cierto, me tiré a Lena y la fui matando mientras la cogía como un pedazo de carne más.

— ¡¿Qué acabas de decir?! ¡Tú! ¡Enfermo de mierda!

Adam profirió un rugido de furia al escuchar todo. Lena no solo murió en manos de esta porquería viviente, sino que fue violada mientras iba apagándose. Dagger era el ser más repulsivo y despreciable de este mundo.

—Si disfruté tanto de tu amiga Lena, no puedo imaginarme como me divertiré contigo.

Enfrenté su mirada, puse mis pies firmes y grité a todo pulmón al tiempo que me abalancé hacia a él en un ataque directo y de frente.

Dagger pareció sorprendido cuando choqué mi sable contra su antebrazo.

Seguí golpe tras golpe, haciéndolo retroceder y tomándolo por sorpresa. Bloqueaba cada ataque pero no me iba a detener tan fácil.

— ¡Mataste a Lena! ¡Y yo te mataré a ti! —grité fuera de control. La furia se apoderó de mí, mi vista solo veía imagines rojas y el calor que emitía mi cuerpo me daba la fuerza para pelear.

No me importaba nada, solo quería acabar con la vida de este desgraciado. Al diablo las palabras de Solomon, la venganza era lo único que mi cabeza pensaba en estos momentos. No iba a dejar que Dagger volviera a burlarse de mí.

—Eres muy lenta —refunfuñó en una afilada voz.

Pude esquivas sus golpes, quise cortar su cabeza pero una de sus garras iba directo a mi estómago, una parte que olvidé cubrir. Fue demasiado tarde para detenerlo, un cuerpo grande y conocido se puso de escudo frente a mí para recibir el impacto que solo vi la cortina de sangre que se derramó.

Mi rostro fue salpicado por el líquido rojo que provenía de mi hermano, quien me protegió del ataque de Dagger. Un grito de mujer se escuchó del fondo, yo apenas y pude procesar lo que mis ojos veían. Adam no se movía sobre ese lago de sangre.

La imagen de Dagger fue desvaneciéndose y caí en la cuenta de que era una más de sus ilusiones. Huyó de nuevo y triunfante.

Sorry por andar desaparecida🥺 es la última semana en mi trabajo para salir de vacaciones y ando con muchos pendientes. Pero no quiero dejar inconclusa esta historia.

Prometo que esta semana tendrán las 3 actualizaciones.

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